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Claudia Mendoza


Entra a leerme unos minutos y descubre a esa encantadora chica, descubre que la vida no consiste en esperar el fin de semana o las vacaciones, descubre por qué estás aquí.


Inspiracional Todo público. © Claudia Mendoza Becerra

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Aún estás a tiempo

“Después de 30 años puedo decir que lo logré”

Una vida tranquila podrían llamarla, tenía todo, amor, salud, y una familia. No pasaba penurias, no tenía que rogar en las calles por centavos. Pero aun así algo faltaba.

La conocí en la escuela. Al principio no me caía muy bien, a mi parecer era una extraña, aislada, pero de un momento a otro se volvía la niña más sociable del salón. En unos meses se había llevado la atención de varios niños, había ganado varias “amigas”. Yo no entendía el porqué, suponía que el motivo era el que sea simpática y hábil con las matemáticas.

Un día nos sentamos juntas en el autobús de regreso a casa. Quién diría que en ese momento iba a conocer a mi ídolo. Era martes, lo recuerdo muy bien, ella veía por la ventana, mientras que yo pensaba en una manera de hablarle ya que me intrigaba la personalidad que ella tenía.

De la nada Pum!!! El carro frenó con tanta fuerza que fuimos contra los asientos delanteros. Ella me vio y me preguntó si estaba bien, yo me encontraba adolorida, tan solo le dije AJA. Ella insistió, sacó una toallita de su mochila y la puso en mi cabeza, ya que esta sangraba debido al golpe contra el asiento. Ella también tenía algunas heridas pero no se veían tan mal. Luego de eso bajamos del autobús y fuimos caminando y conversando, realmente era cautivadora y carismática, me sentía bien a su lado. Pasaron los días y hablábamos más y más, me sentí en confianza por lo que le empecé a hablar de mi familia, ella me escuchaba, se veía tan concentrada que me motivaba a seguir contándole, me sentía una narradora de cuentos.

Conocí su casa, pero no iba muy seguido porque noté que le gustaba pasar el tiempo sola, aunque le tenga cariño a alguien, parecía que la soledad era su mejo compañera aun teniendo 10 años. Ella escribió un cuento a mano, no recuerdo el nombre, pero no me lo quiso mostrar, noté que la confianza que yo sentía con ella no era mutua. Entregó el cuento al profesor Jaime, el profesor de Razonamiento Verbal. Él estuvo algo sorprendido ya que en toda su carrera una niña de 4to grado no le había entregado un cuento escrito por si misma para una revisión.

Días después, ella llegó temprano y fue a buscar al profesor, se dio con la sorpresa de que el profesor había corregido la ortografía de su cuento, y la había transcrito en una computadora. Ella se sintió satisfecha y desde ese día siguió escribiendo, pero no cuentos, sino “pensamientos” cosas que ella analizaba, reflexionaba mientras que otros jugaban. Ella se interesaba en la función del dinero, en el porqué de la vida, o el porqué de sus propios pensamientos. El profesor Jaime seguía revisando sus escrituras hasta cierto tiempo, ya que ella dejó de escribir.

Ella se convirtió en las sábanas de una persona triste, ella podía quedarse a escucharte después del colegio si tu se lo pedías. Nuestros compañeros sabían eso. Pero no quiero alargar esta historia, solo quiero dejarles en claro que era una de esas personas mágicas, las que entran a tu mundo en unos minutos, esas personas que escogerías de compañera si te quedas varado en una isla en medio del mar. Era fantástica, y ella aún no lo sabía.

Hicimos muchos planes a futuro, como vivir y viajar juntas, cosas de niñas adolescentes. Llegaron los últimos años escolares, ella se fue en el último año, yo sé que no quería irse pero lo eligió. Ambas queríamos ser ingenieras industriales o civiles, yo lo cumplí, pero ella no. Aquí es difícil ingresar a una universidad del estado, por lo tanto debes prepararte para el gran examen, ella estudió durante todo 5to año de secundaria en una academia, me enteré que hizo su magia ahí también, y lo digo así porque les dejó una marca a unas cuantas personas.

En ese año, ella y yo perdimos la comunicación, no tenía redes sociales, estaba desaparecida del mundo online, supuse que todo era para concentrarse en estudiar. Un día recibí una noticia, ella había ingresado a la universidad, me alegré mucho por ella. Fue la primera de la promoción en ingresar a la universidad. Sentí que fue una excusa para hablarle, asi que la felicité, le pregunté si estaba satisfecha con la carrera que ella había escogido y me dijo que todo bien, que no había problemas. Dejé de hablar con ella por otro tiempo, solo supe que seguía siendo la misma chica maravillosa, en su primer año conoció a chicas con falta de atención, por lo cual ella se encargó de hacerlas sentir en casa, sentirse bien. Se ganó el cariño de mucha gente otra vez. Un día fui a su casa, hablamos, le conté que había pasado en mi vida, ya que yo ingresé al siguiente año. Su mamá la llamó, ella acudió a su llamado, en eso veo una libreta verde bajo su almohada, con un líquido rojo en las hojas, pensamientos terribles llegaron a mi cabeza, temía que se pudiera haber estado autolesionando o cosas así, tomé la libreta y me di cuenta de que solo era tinta roja de un lapicero. No pude evitar leer un nombre escrito con mayúsculas, decía Ted Bundy. En ese momento, yo no tenía idea de quién podía ser Ted Bundy, un pretendiente tal vez, pero su nombre sonaba inglés. Entre a Google y escribí su nombre, era un asesino en serie. No entendía el porqué le resultaba importante a ella, seguí leyendo la libreta y describía como asesinaba a sus víctimas, me asusté por un momento, habían muchos más nombres. Luego citas de libros de psicología, libros de anatomía. Entre todas esas cosas, ella escribía los pensamientos que solía escribir de pequeña. Pero eran distintos a los de antes, eran deprimentes y apagados. La escuché subir las escaleras, así que dejé su libreta bajo la cama.

Nos estábamos despidiendo y se me ocurrió comentarle una falsa atracción por la psicología, ella se sorprendió y no me dejó ir, me invitó a su habitación de nuevo, sacó unos cuantos libros y empezó darme un breve resumen para que yo me los llevara. Me hablaba con tanta emoción sobre esos temas que parecía que iba a llorar, me transmitía alegría verla así después de haber leído esa libreta. Me reí cuando ella terminó y le pregunté cómo sabía todo eso, ella me dijo que solo le llamó la atención.

Caminando hacia mi casa empecé a relacionar las cosas, me di cuenta de que ella le había agarrado un gusto tan fuerte a la psicología, la imaginé como psicóloga y sonreí, porque siempre la imaginé en un lugar como ese. Luego recordé que ella había escogido otra carrera, ella estudiaba contabilidad. Tomé la psicología como un simple hobbie para ella.

Pasó el tiempo y creó una página relacionada a la psique, me causó gracia al principio hasta que leí lo que ella posteaba, eran sus pensamientos de nuevo, pero esta vez, llenos de conocimiento. Empecé a visitarla más seguido, le preguntaba por como iba en sus notas en la universidad, ella me comentaba que todo iba bien, que tenía problemas en algunos cursos, no le gustaban mucho pero hacía su esfuerzo. Entré a su computadora para colocar una buena canción y al entrar a Google descubrí una serie de libros en la sección descargas, todos relacionados con la psicología, le pregunté por ellos y me dijo que solo era curiosidad y que ya los había terminado.

Un día la encontré en el autobús, tenía los ojos hinchados, me di cuenta de que algo no iba bien. Automáticamente pensé en su familia, así que la invite a tomar un café. Fuimos a la cafetería mas cercana, fue ahí donde por primera vez se quebró. Me hablo que lo que había estado sintiendo en los últimos años. Me entristeció escuchar todo lo que me decía, me dolía verla así. Ella no veía lo magnifica que era, y yo no sabía como hacer que ella lo vea. Le recomendé hablar con sus padres.

Después de eso, volvimos a perder el contacto, no respondía mis llamadas, ni mis mensajes, sentí que me ignoraba. Los meses pasaron y me enteré que había vuelto a postular, esta vez a Psicología, no había logrado ingresar, fui a verla sin aviso alguno, y la encontré llorando en su habitación, ya no la veía reír, me preguntaba a donde se había ido esa chica, que le sonreía a todo el mundo, pase lo que pase. Me explico lo que sintió al momento de ver los resultados, aun lo recuerdo.

Los días pasaron, ella fue a matricularse para continuar con la carrera. No tuvo malas notas, se esforzaba, estudiaba, ya estaba conforme con lo que le destinaba la vida. Continúo con su vida, salía, se divertía, o al menos eso creíamos todos. Siguió marcando vidas, no era una novedad. Siguió ayudando, escuchando, apoyando y sonriendo ante todos.

Decidí ir a recogerla de la universidad, la vi diferente, la vi falsa, quería irse, no quería ni saludarme al parecer, sentí que la obligaba a caminar conmigo, sentía su malestar, sentía su mala energía, sentía dolor a su lado. Inventaba excusas como el que tenia que recoger a su hermana o se le hacia tarde para ir a otro curso, yo sabia perfectamente que ella solo quería estar sola. Se que se cansaba de escuchar al resto, escuchar tantos problemas, tantas dolencias y tratar de brindar algo de ayuda, cuando ella era la prioridad. Siempre se había puesto después que todos, siempre ha sido un ángel. Pero en ese momento, no sentía a esa chica, la deje irse, a lo lejos vi como saco sus audífonos y se los coloco. No volteo a verme o despedirse.

Tal vez no le agradabas, tal vez hayas tenido una pelea con ella, pero si tu llorabas en el baño, ella llegaría y te abrazaría, haría lo que sea para verte mejor, para aliviar tu dolor. Yo la conozco, se lo maravillosa que puede llegar a ser incluso deprimida. Paso un año, ella ya estaba trabajando y me di con la sorpresa de que trabajaba como cajera en un super mercado. Yo estaba confundida, creí que ya estaría practicando o algo así, pero no. Me entere que se pagaba los estudios, cambio de universidad, trabajaba por las mañanas y estudiaba en las noches.

Al día siguiente fui a verla, me recibió con un abrazo, me invito a pasar. Tomamos refrescos mientras hablábamos. Yo esperaba que me contara lo que había sucedido pero con el pasar de la conversación se me olvido, porque la volví a ver, volví a ver esa energía, volví a ver a esa chica que todos querían, veía ese brillo en los ojos, esa sonrisa tan contagiosa y honesta. La veía hablar mientras se expresaba con las manos a la vez, me encanto verla así de nuevo, tan radiante. Su padre paso y me saludo, lo note algo cortante con ella, luego la vi, solo dio un suspiro y volvió a hablar. Minutos después fue a traer algo, era su nuevo carne universitario, esta vez, la carrera era de psicología. Mientras yo veía los detalles, ella se sobaba los ojos, estaba con lagrimas en los ojos. Me parecía algo infantil, yo no había sentido algo así por una carrera, pero años después entendí las diferencias. Entramos al tema por el que yo había ido inicialmente, me lo contó con tanta emoción que me causaba gracia, ella estaba enamorada de esa carrera, yo no tenia dudas, podía ver ese brillo en los ojos que cualquiera puede jurar que no existe, señores, ese brillo en los ojos que vemos en una persona cuando habla de algo que ama, es el brillo de una estrella naciente, es el brillo del amor, el brillo que lo verdaderamente significa vivir.

El siguiente año se llevo la beca por mejor alumna, dejo de trabajar y se dedico a estudiar y a vivir, a VIVIRR. Su padre no estaba de acuerdo con la decisión, estaba molesto con ella, me apenaba mucho, pero eso no seria una barrera para detenerla. Dos años después, empezó a hacer investigaciones que la llevaron a la universidad de granada en Madrid. Estuvo un mes en Madrid, obtuvo una beca para un curso muy caro. Su padre empezaba a enorgullecerse poco a poco, regreso a Lima y continúo estudiando.

Pasaron los años y esta vez no perdimos el contacto, ella se graduó 2 años después que yo. Fue la mejor de la carrera, el mejor promedio en toda la universidad. Su familia estaba muy orgullosa, empezó a trabajar en una pequeña clínica mientras pagaba sus estudios de especialización. Obtuvo 2 títulos en 3 años, ella no dejaba de investigar y estudiar, y ni hablemos de ir a trabajar, ella no lo llamaba trabajo, lo llamaba paraíso. Obtuvo su doctorado, obtuvo un mejor empleo, así que decidió estudiar medicina como segunda carrera, termino especializándose en neuropsicología. 4 años después, publico un libro con las investigaciones hechas por su parte. Meses después se mudó a EE UU, sus investigaciones habían cautivado a la universidad de Stanford, así que la contactaron para poder ser la nueva profesora en el área de psicología, ella acepto con gusto, pero nunca dejó de lado su otro trabajo. Empezó a trabajar en una clínica estadounidense. Sus ingresos eran muy altos por lo que decidió estudiar criminología. Le fue muy bien, empezó a hacer perfiles de criminales, la prensa la solicitaba al igual que distintas universidades. Trabajo en hospitales psiquiátricos, hizo varios descubrimientos relacionados a la conexión entre el cerebro y los asesinatos en serie. Descubrió la conexión entre el Alzheimer y la esquizofrenia y el origen de estas. Dedico su vida a la investigación, a su familia y a descubrir. Llego el día mas importante de su vida, gano el premio Nobel de ciencia, una de las pocas mujeres con ese reconocimiento, nunca voy a olvidar una parte de su discurso - Después de 30 años puedo decir que lo logré, yo siempre me reía de la frase: Todos tenemos un propósito, no la tomaba en serio. Luego me di cuenta de que cada uno de nosotros tenemos un brillo dentro, que ilumina lo que amas, es como si te guiara a tu lugar. No hay caminos incorrectos ni correctos, hay una vida, y esta es un mundo llena de cosas que tu creas, cosas que se iluminan ante los ojos de la persona correcta-

Gracias por darme la oportunidad de conocerla.

3 de Marzo de 2019 a las 02:46 0 Reporte Insertar Seguir historia
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