jotajota7 Jose Javier Blanco

Seguro que si habéis visto "Un puente hacia Terabithia" os quedasteis con un mal sabor de boca, pero la historia no acabó donde May Belle y Jess se pusieron la corona en el puente. La historia continuó. Debéis tener paciencia con esta historia en la que aparece un nuevo personaje, José Javier Blanco, un chico español que es acogido por una familia norteamericana (no os perdáis que familia le acoge al final del capítulo 1) que se siente bastante solo en el país y necesita amigos nuevos. ¿Qué pasó con Jess y con Terabithia? ¿Habrá superado la muerte de Leslie? Todas estas preguntas y más serán respondidas a lo largo de la historia. Nota del autor: Por favor os pido paciencia con esta historia, los acontecimientos avanzan muy lentamente y en el primer capitulo me he dedicado a describir al nuevo personaje (obviamente tendré que presentarlo, no va a salir de la nada). Los * son pensamientos.


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Una gran noticia.

"Vuestro hijo tiene un gran futuro por delante. Su inglés es excelente para un chico de su edad. Es obvio que necesita algo de rodaje con el idioma, pero por eso mismo pienso que le vendrá bien estudiar unos meses fuera, más otro año opcional si lo ven necesario. Según las pruebas que le hemos realizado a él y un par de alumnos más, hemos decidido que la Beca de este año sea para él. Eso sí, va a tener que desplazarse a Pensilvania, una buena ciudad de Estados Unidos. Una familia... Bueno, un matrimonio ha insistido en acoger a su hijo para cuidarle hasta que ustedes estén preparados para partir a EEUU, si es que lo ven necesario, claro. Ya saben que sólo estará un año fuera, pero tener un hijo fuera del hogar tanto tiempo puede ser duro a veces."


Eso fue lo que Rodrigo Jiménez, mi director, les comunicó a mis padres.
Por cierto, yo soy José Javier Blanco y tengo 14 años. Estoy a mitades de curso aquí, en España. Soy un simple estudiante de tercero de la ESO. Vivo en un pequeño pueblo de la provincia de Navarra. Si, Navarra, lugar donde se celebran las mejores fiestas de toda España. Sin duda, echaría en falta eso.
Y a mis amigos por supuesto, que me llenaron la agenda con firmas y textos.


Me podría describir como un chico humilde, amistoso y muy gracioso. Soy bastante deportista, odio perder y si pierdo y se me ríen en la cara, más les valdría correr para no quedar humillados después. En los deportes, siempre suelo partir con ventaja por la estructura atlética, delgada y alta de mi cuerpo. No es por ser prepotente, pero siempre he sido uno de los más rápidos de mi clase.
Tengo los ojos marrones y el pelo negro; siempre con el pelo corto con el flequillo hacia un lado o un peinado parecido al de Cristiano Ronaldo, mi ídolo.


Al día siguiente de conocer la noticia, me dispuse a hacer las maletas como un loco. Si digo la verdad, deseaba irme de ese lugar, también llamado como mi casa. Estaba muy entusiasmado, era un gran reto en mi vida, una nueva etapa, pero dentro de mí, en lo más profundo, sentía un poco de miedo y de tristeza. Era una pena que no pudiese meter a mis amigos en la maleta, pero tenía la oportunidad de volver a comenzar de cero. Una nueva vida.


-Javi aún quedan 5 días para que te vayas, estate tranquilo.- Me calmaba mi madre.


-Así no lo dejo para el último día.- Le contesté moviéndome de un lado a otro metiendo cosas y cosas en la maleta.


-¿Quién me iba a decir que servías para algo? -Comenzó a reír mi madre contemplándome.


Tras unos segundos mirándome anonadada, como asimilando que su mochuelo iba a abandonar el nido, se inclinó hacia mí y me abrazó profundamente. Con uno de esos abrazos de madre, que única y exclusivamente una madre puede dar.
Le miré con ternura y continué con mi equipaje.


Esos 5 días se me pasaron mas lentos que cinco horas seguidas de matemáticas, y ya era decir.

Mis padres me dieron el billete del avión el último día. Ya que temían que con lo despistado que soy, lo llegara a perder.

Mi padre me llevó hacia Madrid porque en Pamplona no había vuelos directos hacia Pensilvania. Bueno, ni en Pamplona, ni en cualquier otra ciudad de España. Tendría que hacer escala en Ámsterdam, yo sólo. En esos momentos ya estaba pensando que acabaría por montarme en un avión destino Islandia, o algo así.
Madrugamos bastante, el vuelo no era muy tarde y por suerte, salimos por primera vez en la vida, bien de tiempo.

Yo iba sentado de copiloto e iba contemplando el paisaje desde la ventanilla derecha del coche. El sol estaba saliendo y había dejado el cielo de un color rojizo anaranjado, no podía dejar de mirarlo.


-Papá, cuando esté en el avión, ¿estaré viajando en el tiempo?- Le pregunté para aliviarme de los nervios.


-¿Qué dices?- Me preguntó mi padre sin apartar la vista de la carretera con un tono de incredulidad.


-Es que he estado pensando y el tiempo avanza, ósea me refiero que estamos a siete horas más o menos adelantados a Pensilvania y yo habré salido del aeropuerto a las doce de la mañana por lo que cuando esté en el avión estaré jugando en contra del reloj.- Expliqué sin tragar saliva.


Mi padre no me contestó y decidí echarme un rato. Cuando desperté, estábamos atravesando Madrid, el barrio de Chamartín exactamente y en media hora llegamos al aeropuerto de Barajas, renombrado, aeropuerto Adolfo Suárez por un ex presidente del país. En breve llegamos y me levanté a recoger las maletas que estaban en el maletero. Había cientos de personas en el aeropuerto. Calculé y por lo menos habría más gente que todas las personas que habitan en mi pequeña ciudad.

Fuimos mi padre y yo donde la recepcionista y entregué el billete de avión.


-¿Viaja solo?- Preguntó la recepcionista extrañada al ver solo un billete.


-Sí, sí, sí. -Se repitió mi padre.


-El avión va a despegar en menos de una hora, será mejor que vayas hacia allí, para embarcar.- La joven me señaló una salida con el dedo y me dirigí hacia ella abrazando fuertemente a mi padre.

Monté en el avión un poco asustado, entonces pensé: "No debo de tener miedo, ya he viajado antes". Exactamente había volado dos veces, una cuando comulgué, que fui a México, y la otra, con el equipo de fútbol, el Osasuna, hasta Valencia, para celebrar un campeonato. Pero esta vez iba a volar hacia un país donde no hablaban mi idioma y tenía miedo de que se me fuese a olvidar todo el inglés. Ya sé que suena estúpido, pero en ese preciso instante tenía esa sensación. Ya me estaba imaginando el hablar con mi familia de acogida, y en vez de aparentar ser español, podrían pensar que soy un gallo cacareando al alba una mañana de verano. Al final, todo acabó en una tontería, porque estaba tan rendido del sueño, que me volví a quedar dormido junto al hombro de una chica rubia y de pelo corto que iba a mi lado. Al cabo de unas horas, desperté, y me vi acostado junto a sus piernas.


*Que bien huele ese perfume*. Abrí un ojo y se me escapó un hilo de voz.


-Perdona, me quedé dormido. -Le dije sonrojado y avergonzado.


-No te preocupes, si hubiese sido yo también me hubieses dejado dormir, por cierto, soy Andrea.- Me respondió sonriendo.


Era una chica guapísima, aparte de tener el pelo rubio, tenía los ojos azules.

*Si lo llego a saber me quedo más rato durmiendo*.


-Claro, claro, lo hubiese hecho. Yo José Javier, encantado.


Estuvimos hablando todo el viaje y me explicó que ella iba a Pensilvania con sus padres a ver a su hermano mayor, que iba a casarse con una norteamericana. Así que no iba a tener problema en coger el vuelo de Ámsterdam-Pensilvania, ya que se prestó a que podía acompañarme al avión, ya que ella iba a viajar en el mismo que yo.

Finalmente, tras unas cuantas horas de vuelo y tras haber cogido el otro avión con éxito, llegamos a territorio americano. Me retuvieron algo más de media hora en el aeropuerto por el control de aduanas, me verían con cara de terrorista, aunque yo no era el único, parecía que todo el mundo pasaba por lo mismo que yo. Salí del viaje algo mareado, pero me recuperé pronto.
Alcé la vista, y me fijé que había un hombre con un cartel que ponía: "José Javier, here".

Salí corriendo con las maletas, y ya pensando en las palabras en inglés, le pregunté:


-¿Eres el señor que me acoge en casa?


-No, soy su hermano, yo te acompaño hasta su hogar. Vamos, el autobús nos espera.- Me respondió sonriente.


Me cogió una maleta y le seguí hasta el autobús. Nos sentamos atrás del todo y estuvimos charlando sobre si estaba contento de venir y lo básico cuando conoces a una persona. A este señor, le echaba 30 años, era muy simpático, y me iba señalando los lugares más conocidos de la ciudad hasta llegar al lugar donde me acogerían. Era un gran bloque de pisos, la fachada era bastante clásica y estaba muy bien conservada. El hombre que decía ser el hermano del propietario, llamó al telefonillo y avisó de que estábamos en el portal. Subimos las escaleras, era un cuarto piso, así que para más inri tendría que seguir subiendo cuatro pisos para llegar a lo que iba a ser mi casa. Aunque no era mucha preocupación aquello, ya que yo también vivía en España en un cuarto piso.


Nos habían dejado la puerta abierta. Entré despacio, con la cabeza gacha, visualizando cada rincón. Veía fotos de una joven chica por todos los lados. Por un momento, imaginé que tendrían una hija y no me sentiría tan sólo, así que me emocioné algo más.


-Hola, debes de ser José Javier ¿verdad?- Me dijo el señor de la casa estrechándome la mano con una sonrisa más grande que la del gato del cuento de "Alicia en el país de las maravillas".


-Así es, encantado. -Le respondí educadamente mientras me ponía el brazo en el hombro posteriormente.


-Bien, igualmente yo soy Bill Burke y ella, es mi esposa, Judy Burke.


9 de Abril de 2021 a las 12:46 2 Reporte Insertar Seguir historia
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Leer el siguiente capítulo ¿Lark Creek? ¿Dónde está eso?

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John John John John
de q peli es
November 12, 2023, 14:35
Juan Oviedo Juan Oviedo
Buenísima, me encanta
April 07, 2022, 02:32
~

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