trushoo Rafael Ruiz

Has usado un transporte estelar y estás en un lugar que desconoces, no sabes cómo volver a casa ni porqué te han traido hasta aquí. Solo ansías regresar. Esta historia es la continuación de: https://coord.info/GC7DT1N


Ciencia ficción Todo público.

#scifi #cubic #pod #cubipod #startrader #legado
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Capítulo único

No se mueve… sigue sin moverse…

Dos pequeños golpecitos con mi dedo índice, ya por costumbre mientras me froto los ojos . Curiosa inapetencia… 


«No lo sé…» —Es, de momento, la única respuesta a mis preguntas.  

Todo lo que alcanzo a ver es del mismo gris ceniza, tristes e infinitos páramos cubiertos de fina arena… y están esos edificios… En todos llaman la atención sus líneas precisas y ángulos elegantes donde apenas minúsculas aberturas permiten a la luz acceder a su interior. 


Son pálidos, sobrios e incomprensiblemente atractivos. Esos edificios cúbicos siguen un patrón, pero no por su ubicación, sino un patrón lumínico: durante un periodo de tiempo que aún no alcanzo a determinar, irradian luz con intensidad solar. Durante ese tiempo aprovecho para cerrar los ojos; conciliar el sueño resultó difícil las dos primeras veces… después mi cerebro obvió la luz, dejó de formularse  preguntas y se dejó vencer. 


Comienzo con mi rutina: inspeccionar edificios, buscar signos de vida, encontrar información… Recuerdo con detalle lo que me trajo hasta aquí… Todo comenzó con las cartas que encontré de Diego, pero… ¿Porqué me pareció tan irremediablemente atractiva la idea de terminar su trabajo?


No se mueve… sigue sin moverse…

En pos de una exploración inteligente, he dividido el terreno en una cuadrícula imaginaria para diferenciar las construcciones y las zonas a explorar, ya que frecuentemente despierto tambaleándome y a simple vista es difícil ubicarse sin mayores referencias visuales que los propios edificios.  Los pequeños montones de piedra que he diseminado cada hilera, me ayudan saber la zona en la que estoy.

Empiezo retomando la inspección de un edificio de la zona C.  Si, al final he tomado la firme decisión de llamarlos así aún sin la certeza de que lo sean, pero he de alimentar mi cabeza con pensamientos positivos. Si hay edificios quizás pueda encontrar a alguien aquí que me ayude a buscarle un sentido a todo esto.


Este edificio tiene algo diferente al resto. Me llamó la atención la última vez; tiene una pequeña zona que no desprende luz. Muerta y ennegrecida. Hoy al observarla de cerca me doy cuenta al tacto que esa parte es de un material diferente. Los edificios son fríos al tacto en cualesquiera que sea su estado pero este material está templado al tacto y su textura es similar a la de la pizarra. 


Mi recientemente adquirida experiencia en el campo de la exploración sobre este lugar me devuelve sensaciones anormales sobre este extraño “parche”. Hasta ahora, no he visto nada parecido.  ¿Porqué este remiendo?  


En un instante me sorprendo golpeando la plancha con una de las piedras que uso para formar los montones, pero con frustrantes resultados; después de varios golpes la examino.

—Ni una mella —mientras repaso la superficie con la zurda.  


Cierto es que su parecido con la pizarra me ha engañado en primera instancia… este material es mucho más resistente. Me recuerda un poco, que locura, a las planchas que encontré en el obelisco.  

Fresca aún en mi cabeza la lectura sobre la investigación y las pruebas que se les efectuaron a dichas planchas, ciertamente eran de un material con resistencia sin precedentes, sin información alguna grabada en su superficie, pero su interior era diferente.


Decido esperar con mi espalda apoyada en el parche. Su temperatura se me antoja confortable en este insulso lugar. La cabeza entre mis rodillas, la frente sobre mis brazos y la tímida esperanza que albergaba aquel descubrimiento, directa al corazón.


La temperatura en mi espalda, como si me hubiera estado apoyando en un témpano de hielo, me sacó de mi ensueño… todo a mi alrededor ahora es de un blanco intenso. El resplandor que percibo tras de mi vence el primer impulso valiente de girarme a mirar, así que llevo mis brazos hacia atrás y comienzo a palpar la helada textura en la que se ha convertido el parche a mi espalda.  El edificio está templado en comparación. Empiezo a pensar que este material no es fruto de la naturaleza… tiene algún componente tecnológico sin duda. 


Tapándome la cara con ambas manos, pretendo girarme hacia el edificio pero tengo miedo de abrir los ojos… Lanzo un suspiro nervioso y, tras un momento de duda, decido entreabrirlos de forma controlada mientras uso las aberturas entre los dedos a modo de rendija, controlando así mínimamente la luz que impacta en mis retinas. No quiero mantenerme así mucho tiempo por lo que miro directamente al objeto que pretendo estudiar y al hacerlo no puedo salir de mi asombro: la placa negruzca no deja pasar la luz que pretende atravesarla y se ha vuelto ligeramente traslúcida. Centrándome en la placa algo más llama mi atención; Es como si la la luz que desprende el edificio contuviera una longitud de onda que es absorbida por algo en el interior de la plancha, revelando información invisible a simple vista.


Usé con destreza mi dedo sobre el polvo que cubre el suelo, garabateé con rapidez… Aún no se lo que es pero no pude contener la emoción mientras mi mano trazaba lo que habían visto mis ojos… Incomprensiblemente tras finalizar la escritura el edificio, como siguiendo una orden programada, cesó su actividad lumínica. Nunca más se volvió a repetir este incidente durante el tiempo que permanecí a su lado con la intención de repetir aquella visión. Me dediqué a replicar lo que había copiado en diversos lugares ante el miedo de perder el mensaje de alguna forma ya que seguramente no me sería revelado de nuevo.


Fue realizando la tercera copia cuando me dí cuenta… ya he visto antes algunos de estos símbolos… me resultaba extremadamente cómoda la transcripción pero la euforia aún tenía mis sentidos ocupados … tratando de asimilar cómo y porqué.


Un “click” resonó en mi cabeza y pude identificar rápidamente varios de los símbolos que utilicé en el obelisco para activar el transporte, pero hay uno nuevo aquí.  Puedo intuir que pertenece al mismo campo de estudio: información estelar básica. Eso es. Seguro que lo he visto antes… pero en el primer examen, al no encontrarlo contenido en el mensaje de las placas, no presté ninguna atención.  Por ahora, seguiré rumiando una teoría mientras continuo con la exploración. 


Pasé tiempo sin descansar, no sé cuanto en realidad, desplazándome con dificultad por la arena gris de las dunas colindantes y ahora me sorprendo al vislumbrar nuevos edificios. Enormes bloques cúbicos, apoyados esta vez sobre una de sus caras. Unos hermosos cuatrillizos idénticos.


Necesito dormir...pero me resisto. Una pequeña llama se enciende dentro de mi; Reminiscencias de humanidad en este terreno que ya no se antoja tan yermo y mustio. Se aprecian evidencias de un terreno acondicionado para la vida, no se hunden mis pies allá donde los dejo caer. ... pero no siento presencia alguna. Una kenopsia brutal me invade de repente. La llama desaparece tal como vino.


Los edificios apenas se separan entre si por unos cinco metros y en la base unas aberturas que se asemejan a lo que yo podría interpretar como una entrada. O eso quisiera yo...


Por mas que insisto no ceden a mis empujones. Probando de uno a otro edificio. Me tomo un respiro retrocediendo unos pasos para recuperar la perspectiva y la visión del conjunto. Me siento a observarlos. Hay un cubo que desentona ligeramente respecto a sus compañeros con un ligero tono sanguíneo. ¿Porqué esa diferencia? Pruebo en ese con mas ganas. Me incorporo de nuevo y usando todo el peso de mi cuerpo propino un par fuertes empujones sobre su parte izquierda. Coloco estratégicamente las manos para proporcionarme el mayor empuje posible, comienzo un nuevo embite con el cuerpo y al mismo tiempo escucho como algo se desliza a mi espalda. El golpe es sordo, caigo al suelo y mientras me incorporo maldiciendo dirijo la mirada hacia el acceso… ¡ Eso no estaba ahí hace un momento ! Veo algo parecido a un panel de control.


Es una especie de consola repleta de botones que, tras tocar sin ton ni son, parecen  no producir efecto alguno sobre el interior o la entrada. Segundos después de nuestra ultima pulsación, apoyada la mano en el quicio y la frente sobre mi palma, el panel parece despertar de su letargo y muestra un mensaje que provoca mi absoluto desconcierto...


Startrader Corp. 

Base Saturno 03


¡Saturno! Me mareo... mezcla de nervios, cansancio y alegría mientras cruzo el umbral.  El símbolo en la placa negruzca… Saturno. El sexto planeta desde el sol, su día, el sábado, es el sexto de la semana… los cubos tienen seis caras, seis ángulos y seis triángulos en su interior… Esto ya va tomando forma en mi cabeza y cobrando algún sentido.


Cuando me adapto a las nuevas condiciones de luz, observo que todo el interior también es cúbico con bloques de diversos tamaños a modo de salientes y entrantes... todos ellos grabados con motivos que no significan nada para mi. Parecen órbitas pero es solo una conjetura. No le doy importancia y sigo usando el tacto para complementar la información que recibo de allá donde miro. 


Al inspeccionar los grabados, veo un símbolo que no había visto hasta ahora, repaso con mi mano izquierda los surcos que lo conforman y mientras lo observo apoyo mi mano derecha cerca de la esquina de uno de estos bloques, uno grande opuesto a la entrada y dispuesto a un lateral a modo de repisa; un departamento salta con un sonoro “tlick”.


Pasados unos segundos desperdiciados recuperándome del susto me asomo a su interior, parte intriga y parte recelo, viendo que contiene una serie de carpetas. En una de ellas, aparece el mismo símbolo que momentos antes examinaba con mis manos.  Un somero vistazo al contenido: esquemas de edificios, estructuras, maquinaria desconocida, algunos dibujos a pluma…


Bajo la carpeta, destaca una carta manuscrita. La carta reposa entre el cordón que rodea un pequeño paquete protegido con mimo por una especie de bolsa de paño.  Mis pupilas se dilatan, la carta está firmada por… Diego. 


¿Porqué me ha elegido a mi para mostrarme todo esto...?

¿Quién demonios…?


Aprieto los puños y releo la carta. Menciona un edificio cercano a la zona donde me encuentro. En mi mapa mental la zona correspondería a la inexplorada zona L.


¿Seguirá Diego aquí? De inmediato, pensando egoistamente, cambié la pregunta por otra ¿Escaparé de este lugar? 



Hay dos cosas mas que me llaman fuertemente la atencion:  

La primera en la cabecera de la carta: Startrader Corp. acompañado del mismo símbolo encontrado en la carpeta. 

La segunda es la firma en la carta manuscrita:


-- Diego L. Voynich


Resbala mi espalda por la pared hasta el suelo, apoyo la cabeza sobre la pared atemperada... mis ojos finalmente se cierran.

Cuando despierto...


Diría que pasé varias horas caminando porque ya me flaquean las fuerzas y mis piernas reclaman descanso. 

La inercia me sigue moviendo durante la exploración y a cada poco lo observo; dos pequeños golpes me recuerdan que no se mueve… una mueca en la cara me devuelve al trabajo.

Estoy bajo una construcción peculiar, diferente a todas las demás. Mantiene su estructura general muy similar al resto, pero quizás por su función, cuenta con visión directa hacia y desde el interior con grandes murales abiertos y una gran balconada sostenida por columnas. 


Este lugar, por su tamaño y la carencia de divisiones u obstáculos, parece haber sido destinado a algún tipo de labores industriales de gran envergadura pero no se aprecia rastro alguno de maquinaria.


Se distinguen dos alturas y una especie de plataforma exterior a modo de balcón suspendido con ayuda de sendas columnas pulidas y brillantes. Deslizando las manos por una de las columnas veo que están numeradas.  No parece pintura, sino mas bien cicatrices en la superficie.   


De forma inconsciente comienzo a contarlas y a descubrir los números moviendo la cabeza de una a otra con rápidos movimientos:  01, 02, 03,... 


«uy... esa no tiene numeración...» 


Me muevo entre ellas y llego a la conclusión de que solo las responsables de aguantar el peso de la balconada están numeradas...  Debo seguir contando...


13, ni un numero mas, lo he revisado varias veces...

Tenía que ser el 13.   

«Maldita sea mi suerte y maldito ese martes de enero de 1822» -resoplé con resignación. “Nefastos augurios”. 


En pleno apogeo de frustración alcanzo a ver desde aquí, no muy lejano, un gran edificio cuadrado -sonrío porque la sorpresa sería encontrar alguno que no fuese así- que capta toda mi atención por el gran símbolo que se advierte en una de sus caras a modo de anuncio.

«Esto se va poniendo interesante» —la media sonrisa sigue en mi rostro. 


Llevo tanto tiempo aquí que ya ni me resulta extraño el hecho de no haber encontrado indicios de vida alguna...

Mi cabeza en este momento es un puchero al fuego con muchos ingredientes: dos teorías fugaces y un buen pellizco de inconexas piezas que se mueven constantemente de lugar sin encontrar un hueco en el que encajar… Una sopa de letras a la que le faltan todas las vocales. 

Sigue bullendo todo esto mientras escucho amortiguado el monótono sonido de mis pasos sobre la gravilla. La esperanza de volver a casa se vuelve fuerte en comparación con la posibilidad de hallar a Diego… ¿Encontraré su cuerpo frío y cubierto de arena en algún rincón? Pudiera ser que…

Una nueva idea loca y ridículamente aterradora se instala y se pone cómoda: la visión de un número indeterminado de personas en la misma situación en la que yo me encuentro vagabundeando en un planeta o realidad desconocidos sin saber qué hacer o cómo volver a su punto de partida. 

Sacudo la cabeza y con un ligero “tch…!” muevo mis pies con determinación. 


—No me voy a quedar aquí para siempre — gruño —Como que me llamo Hope, que no.


Una vez bajo la pared serigrafiada mi cara esboza una tímida sonrisa y me invade una sensación parecida a la alegría que no tarda en ser atenuada por la incertidumbre.


“Voy a sacar algo en claro de aquí” —intentando compensar las emociones.


Un primer vistazo al edificio por su lateral izquierdo guiándome por una serie de pequeños elementos incrustados en el suelo me llevan, tras caminar aproximadamente unos 40 pasos, a encontrar un acceso visual al interior del mismo. 


Observando el interior parece sin lugar a dudas un almacén de maquinaria moribunda, un triste desguace.  Intentando no hacer conjeturas de lo que veo en el interior, mis ojos solo buscan información útil, algo a lo que agarrarse con la firme intención de abandonar este lugar...


Vuelvo sobre mis pasos y empiezo a reconocer el lado opuesto, ligeramente diferente al anterior. Encuentro un acceso similar al que encontré en la zona K. Sin tener muy claro qué hacer, intento reproducir de memoria mis acciones anteriores. Nada ocurre. Suspiro, repaso mis acciones con los párpados apretados y comienzo a tantear el panel a ciegas… no llego a repetir mis pasos anteriores y el panel responde... 


Startrader Corp. 

Base Saturno 03.

P.O.D.

**** Acceso concedido


Accedo al interior.  El aire es denso y cuesta respirar. 

En el interior diáfano, destacan dejando a un lado la maquinaria desguazada, un grupo de grandes claraboyas en el suelo.   Esto me hace suponer que no son para que entre la luz del exterior, sino para que la luz pase a alguna otra dependencia. 


Lejos de darle demasiada importancia a ese pequeño descubrimiento me centro en inspeccionar el resto del almacén a conciencia. Mientras pienso esto caigo en la cuenta que, de tratarse de un almacén de mantenimiento seguramente la información importante no se mezclaría con la maquinaria en reparación en un mismo espacio. 


Ya es hora de explorar esas claraboyas...


Nada mas descender a un nivel inferior, atrevesando la cortina de polvo suspendida en el aire, destaca en el recinto una estructura de varios metros de altura tapada con algo parecido a una lona.  Una vez consigo destapar lo suficiente no salgo de mi asombro. Ahora entiendo muchas cosas.  Algunas piezas del puchero empiezan a encajar mientras lo observo; El polvo parece no poder adherirse a su superficie. ¿Porqué mantenerlo tapado? Esto es todo lo que puedo apreciar con la escasa luz que se cuela por las claraboyas allá en la planta de arriba.  


En un lateral se aprecia grabado: 

POD #03


Deslizo mi mano mientras recorro su contorno observando cada detalle, cada elemento, buscando grabados, marcas , en definitiva algo que me oriente sobre su funcionamiento. 


Mi corazón pega un vuelco y me detengo de inmediato. He encontrado algo y el instinto me dice lo que he de hacer; coloco los dedos de mi mano derecha en la superficie siguiendo el patrón encontrado.  Un sonido profundo y metálico desvela de inmediato una abertura. Sin dudarlo paso al interior y me estremezco.  Desde ahí no se aprecia nada del exterior.  Dentro todo es de un negro intenso y tan solo puedo distinguir un pequeño punto de luz en el centro iluminando una hendidura ovalada en el suelo donde yace un nuevo documento.


La hoja, manuscrita y de párrafos enjutos cuyos trazos ya soy capaz de reconocer sin muchos problemas. En la cabecera el conocido símbolo que ahora me hace sonreir ya que literalmente estoy dentro de uno de ellos.


—Creo que a estas alturas merezco tomarme mi tiempo —susurré

—Incluso es hora de ver lo que esconde ese paquete envuelto que llevo conmigo.


Comienzo a leer sujetandola firmemente por los bordes con ambas manos:


Estimada Srta. Hope,


Si está leyendo esto mis anhelos se habrán visto cumplidos.

Necesitaba que conociera de primera mano el lugar al que debemos nuestra existencia.  Así ha sido desde el comienzo y así con todos.


Si todo ha ido como espero, tendrá en su poder un manuscrito. Conservelo con extrema discreción, estúdielo y complételo con la información que haya podido extraer de su experiencia aquí.


Tendrá muchas preguntas. Las responderemos juntos dentro de poco. 


La veré pronto.

Su hijo, que la quiere,


Diego L. Voynich


Un petreo estupor en el gesto y una gran piedra bloqueando el paso en mi garganta, una lágrima recorre mi mejilla, surgen espontáneamente nuevas preguntas... y un deseo mas intenso que nunca de regresar mientras estrujo la carta entre mis dedos...


Abro la bolsa de tela con precaución y extraigo de la misma un libro manuscrito.  Un alto porcentaje presenta las hojas en blanco.  El restante lo ocupan dibujos, textos, esquemas y fórmulas...  En este momento no puedo comprender o interpretar el contenido, pero con las indicaciones de Diego adjuntas al documento, estoy seguro que podré... mejor dicho… podremos juntos, completar el trabajo.

Ahora no puedo deleitarme con ensoñaciones... demasiada información.  

La prioridad es regresar a casa...

...si consigo averiguar como poner esto en marcha.


Casi a tientas, intento descubrir algún panel de control, pantalla, botones o palancas, algo que me indique que se puede tomar el control de ese espacio en el que me encuentro. Sin proponérmelo, pongo ambas manos sobre una especie de soporte metálico sobre el que llevaba tocando un buen rato,  cuando un foco directo de luz blanca ilumina el soporte donde descansan mis manos a la vez que escucho una voz desconocida con tono sintético: 


"Bienvenida a su transporte, Señorita Hope"


Sin apenas pausa tras la locución, se descorre un panel que muestra una pequeña pantalla con caracteres en un verde llamativo mostrando una inquietante cuenta atrás.


Siento como una onda de choque impacta mi cuerpo, algo brutal e invisible, como si una ola de 5 metros de altura me hubiera golpeado en ese instante. En el suelo, aturdida, consigo distinguir como un murmullo la voz sintetica:   "3, 2, 1...".  Cierro los ojos extenuada.


Despierto tal como acabé, tendida en el suelo con un escalofrío y un rugido de mis tripas que me devuelven a la realidad. El obelisco es testigo de mi regreso.


Desorientada, saco el reloj del bolsillo y las manecillas del reloj han cobrado vida. 

El POD ha desaparecido.  


Mientras me incorporo, comienzo a poner en orden mis pensamientos.


–Hope… —me digo —Es hora de construir un futuro. 

—Tenías razón…  viejito mío. —susurré para mis adentros alzando la vista.


Mientras llega el momento, dedicaré todas mis energías al manuscrito.  

Diego, tendrás todo lo necesario para continuar.  Estaré preparada.


Unos golpes en la puerta resuenan por toda la casa. Me levanto sin apartar la mirada del libro que examino porque no quiero abandonar la lectura…


—¿Si? ¿En qué puedo ayudarle? –pregunté con curiosidad


—Estoy buscando a la Señorita Hope, si no es molestia.  –responde un espigado joven, con buen porte y una amable sonrisa que contuvo un toque de emoción en su respuesta.


— ¿Quién la busca y para cual menester? si no es indiscrección. –respondí con cierto desdén sin intención de desvelar aún mi identidad.


—Voynich, Artur Voynich –inclina el torso y levanta la cabeza desvelando unas pupilas abiertas y vidriosas. —Busco a mi futura esposa.  

22 de Febrero de 2019 a las 11:07 0 Reporte Insertar Seguir historia
1
Fin

Conoce al autor

Rafael Ruiz Descubrí tarde el placer de la lectura y que tenía la oportunidad de crear historias. Descubrí que nunca es tarde

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