Un porta papeles dictaba una clase sobre el sentido de la existencia. Su protocolo era simple. Si el, por ejemplo, no fuera un portapapeles, no habría nadie más que asumiera esa tarea, y por lo tanto las oficinas tendrían problemas a la hora de organizar documentos. Los otros objetos, que hasta ese momento se habían aburrido de sus monótonas vidas estuvieron de acuerdo, y siempre que tenían que asumir sus papeles existenciales se llenaban con la idea de que nadie más si no ellos podían desempeñar ciertas funciones, cosa que los ponía muy felices.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.