zafira Zafira Kazul

Ellos son un grupo de amigos de 2518, con el año empezando y el grupo consolidado parece que no habrá problemas. Pero Nahuel tiene más problemas en casa de los que demuestra, con un padre que no sale de su laboratorio y un hermano que se desvive para cuidar de su familia. Con desacuerdos y malas actitudes ¿El grupo de amigos sobrevivirá ese año o se disolverá permanentemente?


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Capítulo 1: La escuela

Las calles estaban llenas de autos, ya casi eran las ocho de la mañana y las personas trataban de no llegar tarde a su trabajo. Un chico de complexión pequeña corría rápidamente por la vereda, su cabello negro estaba desordenado y su ropa algo desarreglada, tenía un bolso colgado de su hombro izquierdo, al llegar a la última calle que debía cruzar toco el botón del semáforo haciendo que este se pusiera rojo, pasó corriendo una vez más y siguió por la cuadra.

A pocos metros ya se podía ver la entrada de la gran escuela, el chico suspiró pero no paró su carrera hasta entrar.

—Llegas tarde— el guardia de la entrada bajo el libro que estaba leyendo para mirar al adolescente que estaba tratando de recuperar el aliento, bastante rojo por la corrida. Asintió ante lo que dijo el mayor y con rapidez sacó un pequeño aparato que era parecido a un celular mediano pero mucho más plano, dándoselo —Es tu primer llegada tarde en el año, así que esta vez solo se te dará un aviso— habló el mayor casi aburrido mientras tocaba un botón del pequeño aparato prendiéndolo, leyendo “Cuaderno de comunicaciones de Nahuel Rojas”, llenando algunas cosas y luego firmando con su dedo, volvió a apagarlo devolviéndoselo a su dueño.

Nahuel murmuró un gracias y caminó rápidamente a su aula, al llegar tocó la puerta.

—Llega tarde señorito Rojas— habló la mujer que tenía una expresión seria en el rostro, sumándole de que era más alta que el alumno y su cabello negro estaba recogido de una manera que resaltaba sus gestos crudos.

—Tuve un pequeño inconveniente, pero no volverá a pasar— trató de sonar lo más calmo posible aunque se sentía nervioso, sonrió levemente. La profesora asintió y abrió más la puerta para que Nahuel pudiera pasar, el cual casi da un suspiro de alivio.

Las paredes del aula eran de un blanco muy limpio, sin si quiera una sola ralladura, seis filas de bancos individuales y cinco columnas de estos. El aula estaba preparada para treinta alumnos pero en ese momento solo había veinte y eso daba la sensación de que estaba casi vacía.

Fue hacia su asiento que estaba en la tercera fila, ya todos tenían su pantalla abierta en una página que seguro estaban leyendo, así que se apuró a sentarse y hacer lo mismo.

—No te preocupes, no empezamos a leer aún— le murmuró por lo bajo quien se sentaba al lado de él, mirándolo de reojo con sus ojos castaños.

—Qué suerte, hola, Fer— susurró sonriendo agarrando la mano del otro unos segundos antes de soltarla. Fernando le devolvió la sonrisa mientras se pasaba la mano por su propio cabello negro, este a diferencia del de Nahuel era más corto y mejor ordenado, además que las expresiones del más alto se veían más serias y menos aniñadas que las del otro.

El de ojos negros empezó a leer rápidamente la pantalla.



Ambos pelinegros salían del aula, el más alto agarró con cuidado la mano del otro entrelazando sus dedos, Nahuel sonrió ante eso dejándolo hacer.

—Vamos a ver a donde están las chicas y Alexis— murmuró Fernando en tono bajo, no era alguien que soliera levantar la voz.

—Deben estar en el patio interno— habló el chico sonriendo, adelantándose y jalando a su acompañante.

—Espera, Nah— susurró de pronto el de cabello más largo, deteniéndose tratando de que el otro no lo jale. El chico miró al otro dudoso, algo curioso y se acercó de nuevo.

El pasillo estaba vacío, las paredes grises seguían hacia los dos lados y podían verse que había ramificaciones del pasillo si se seguía caminando. Pero en ese momento todo estaba silencioso, puesto a que ambos pelinegros habían los últimos en salir.

Fernando acarició la mejilla del más bajo y entrelazó más las manos que tenían agarradas antes de rozar sus labios con los del otro, Nahuel se tensó un poco, sorprendido por el gesto pero cerró los ojos y se quedó quieto, acariciando con su pulgar la mano de su acompañante.

No sentía rechazo ante el gesto, a pesar de ser tan solo un roce se sentía bastante bien y hacía su corazón latir más fuerte.

El más alto se alejó con las mejillas algo sonrojadas.

—Lo siento— murmuró —No pude resistirlo— sonrió apenado pasando la mano que no tenía entrelazada por su nuca.

Nahuel sentía aún su corazón latir bastante rápido y sonrió.

—No te preocupes, somos novios ¿No? Los novios se besan— jaló levemente la mano del más alto —Vamos, sigamos nuestros camino— esta vez Fernando asintió volviendo a su pequeña sonrisa neutra y ambos siguieron camino.

Si, ambos eran novios desde hacía cinco meses, se habían conocido al principio de la secundaria y por años fueron —y todavía eran— muy buenos amigos.

A pesar de haber empezado una relación esta no pasaba de simples agarres en las manos o de sentarse al lado del otro en la escuela, los besos eran solo roces y no era muy común entre ellos, ya sea porque Nahuel no era mucho del contacto físico con nadie como por la timidez que sentía Fernando en ese aspecto.

Pronto llegaron al patio “interno”, que no era más que un patio techado que al lado de cada pared tenía largos bancos de madera, además de una puerta doble de vidrio que daba hacia al patio que estaba al aire libre.

Los dos chicos se acercaron unas dos chicas que reían divertidas sobre algo. Una de ellas tenía el cabello castaño muy largo, lacio y muy bien cuidado, tenía una blusa pero poco escotada y una falda que debería llegar a la rodilla pero ella la había puesto de tal forma que quede sobre esta. La que estaba parada tenía cabello negro ondulado que le llegaba apenas un poco más abajo de los hombros, estaba vestida más normal con una remera y un jeans negro.

— ¡Lucy, Caty!— exclamó Nahuel para que las chicas notaran su presencia, la castaña sonrió al ver a ambos amigos mientras que Catalina rodó los ojos algo divertida.

— ¡Ya llegó la parejita!— dijo esta última divertida, haciendo sonreír al de ojos negros.

—Hola, chicas— habló en tono casi neutro Fernando, pero sonrió.

—Deberías cambiar tu tono de “yo soy un robot”— Lucy sonrió más mientras lo decía, cruzándose de piernas, haciéndole burla e intensificando más el tono robot.

— ¡Fernando no habla así!— en seguida defendió el novio de este cruzándose de brazos.

—No te preocupes, no me siento ofendido— el de cabello negro corto puso una de sus manos sobre el hombro de su pareja, el pequeño apretó los labios pero asintió tratando de no hacer un puchero.

Las chicas se rieron un poco negando con la cabeza.

—Tal para cual— habló la castaña moviendo su mano.

— ¿De qué se reían antes de que llegáramos?— preguntó curioso el de ojos negros mientras volvía a agarrar la mano de su pareja, ambas chicas se miraron y fue Lucy quien habló.

—Alguien se me declaró y la rechacé— se pasó la mano por el cabello sonriendo como bastante satisfecha con el asunto.

—¿A quién rechazaste?— Nahuel no pudo evitar sentirse algo divertido, mientras que Fernando se quedó callado sin saber muy bien que decir ante eso y sobre todo con la felicidad de la chica por haber rechazado a alguien.

—A Karen, una chica de mi salón— sonrió burlona —Esa niña que parece un chico, siempre anda vistiéndose con cosa de chicos— una mueca de desdén se grabó en el rostro de la joven —Y siempre anda jugando cosas de chicos, le dije que era una asquerosa por ser así y que era una tonta por creer que yo podría si quiera mirarla como una amiga— sonrió satisfecha, Caty dejó escapar una risa.

—Debieron haber visto su cara...— pero quedó en silencio al ver que Nahuel no sonreía, es más, estaba absolutamente serio.

—Tienes que disculparte, Lucy— habló en tono que trataba de parecer normal pero tenía tintes de enojo.

— ¿Por qué? ¿Por decirle la verdad?— la castaña se cruzó de brazos. Fernando apretó más la mano de su novio sin decir nada, solo mirando serio hacia ambas chicas.

—No tenías por qué decirle que era una asquerosa, eso no es cierto— Nahuel miró de manera desaprobatoria a las chicas, sabía que ellas a veces podían ser muy crueles, todo el mundo podía llegar a ser muy cruel a veces sin darse cuenta pero si algo no toleraba —y vaya la ironía— era la intolerancia y el maltrató a hacia los demás.

— ¡Si es cierto!— Lucy frunció más el ceño.

—No, no es cierto. Lucy, hay una gran diferencia entre un “Lo lamento, pero no me gustas” a un “eres una asquerosa por ser como eres ¿Quién podría fijarse en ti?” ¡Porque prácticamente eso dijiste! Ella, que yo sepa, jamás te ha tratado mal— reclamó tratando de mantener el tono normal para que los demás grupos de amigos que estuvieran ahí no escucharan la discusión.

Catalina se mordió el labio como pensando las palabras de su amigo pero Lucy se paró molesta.

— ¿Eres amigo de ella o mío?— dijo volviendo a cruzar los brazos — ¡Ella parece un chico! Es decir ¿Para qué se hace lesbiana si luego va a andar vistiéndose de chico y haciendo cosas de varón? ¡Si soy lesbiana es porque odio a los hombres! ¿Entiendes? No voy a salir con una chica que se haga cosas de chicos ¡Eso es asqueroso!— apretó un poco la mandíbula mientras terminaba de hablar.

—Primero. Soy amigo tuyo y por eso te quiero hacer recapacitar— no dio ningún pasó atrás, Fer acarició su mano como tratando de bajar el enojo del más bajo pero sin poder lograrlo — ¿Y qué importa que a ella le gusten las cosas de chicos? ¡Son sus gustos! Está bien, no te agradan ese tipo de personas pero no por ello tienes derecho a decirles que son unos asquerosos— respiró profundo haciendo una pequeña pausa de pocos segundos — ¿Si odias a los hombres que haces siendo nuestra amiga? ¡Entérate! Hay hombres en todos lados, igual que mujeres. Y nadie te pidió que salieras con ella, un simple “Los siento, pero no puedo corresponderte” ¡Hubiera sido más que suficiente!— alzó un poco el tono de voz ante lo último.

10 de Febrero de 2019 a las 20:21 0 Reporte Insertar Seguir historia
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