book-addicted29 Antonella Patri

Lo arruiné todo desde el día que te dejé ir, ahora sólo me quedan los recuerdos que tengo junto a ti. Espero algún día gracias a ellos que vuelvas a mí.


Romance Romance adulto joven No para niños menores de 13.

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Capítulo 1

2017, EL PRESENTE.


Ya pasó otro día desde aquella vez. Otro día que no la he vuelto a ver. Ya no me queda nada de mí porque se lo he dado todo, inclusivo mi corazón. Quisiera no haberla lastimado, quisiera haberla escuchado al menos. Fui un idiota, lo reconozco, entiendo el hecho de que no quiera hablarme aún después de que haya pasado hace casi un año atrás. No sabía lo feliz que era con ella, o tal vez sí y eso me hace más idiota de lo que ha soy, el no haberle creído o valorarla lo suficiente. El hacerla sentir especial, que me importara también sus cosas, no ser tan egoísta como lo he sido, pero ahora ya es tarde, aprendí el error, pero tarde, ¿por qué dejé que se fuera?
Estoy hecho un desastre al igual que toda mi habitación, aunque es superficial a diferencia de cómo me siento por dentro ahora que ella se ha ido. El espejo al lado del placar está roto en pedazos —al igual que el del baño de hace unas semanas—, los cajones de la cómoda de ambos lados de la cama en el suelo y con todas las cosas también allí con éstos y dispersos, las sábanas y almohadas en los rincones de la habitación y varias botellas de vodka y ron por doquier. Todo era un desastre atroz, al igual que yo: mis ojeras son color morado, mi cabello ahora está desordenado, mi ropa es lo que menos me interesa y mis manos llenas de cicatrices y moretones de tanto golpear las paredes entre otras cosas de tanto rencor. Ya no me interesa mucho cómo me veo, el comer adecuadamente o no, desde que ella se ha ido de mi vida —pero no de mi alma— ya nada me importa como antes. Debería intentar avanzar en mi vida, tal vez ella ya lo hizo mientras yo sigo como un estúpido en el suelo de la habitación tomando vodka al igual que un ebrio perdido en su adicción. No puedo evitarlo, aunque por dentro sé que me lo merecía después de todo.
Ya es casi un año de todo lo que pasó entre nosotros, casi un año llorando y tomando y desde que lo único que tengo en mi cabeza es ella, y siempre se me viene a la mente su hermoso rostro tan angelical, tan puro, siempre tan ella.
Extraño oír su risa, que me sonría, poder caminar de la mano por las calles de la Toscana, el brillo particular de sus ojos, sus abrazos largos, sentir tu piel, besar sus labios, verla tomar fotografías, la paz que me daba, pero sobre todo extraño que esté a mi lado.
Sé que tal vez debería olvidarla, que tal vez ella logró hacerlo pero aún tengo la esperanza de volverla a encontrar, de volverla a ver y rendirme a sus pies una vez más para pedirle perdón por toda mi estupidez, porque si yo la hubiera escuchado esto no hubiera pasado y si no hubiera sido tan idiota no la hubiera perdido. Me pregunto dónde estará ahora, si estará pensando en mí, en los dos, en los momentos que pasamos juntos al igual que lo hago yo desde que la perdí. 

Vuelvo a tomar un sorbo del contenido tóxico que se encuentra dentro de la botella de vidrio, ya casi lo termino. Ya no me reconozco, no sé quién soy ahora, creo que soy un monstruo realmente. Me siento mareado y débil, ya me ha pasado varias veces luego de beber mucho pero creo que esto es peor, la cabeza no para de darme vueltas y no puedo pararme aunque quisiera, ya lo intenté pero es inútil. Pasaron varios minutos hasta que por fin me sentí bien nuevamente, tomé el celular para luego desbloquearlo y meterme en la galería: observé cada una de las fotos que tenía con ella, con Marina o ''Rin'' como solía llamarla cariñosamente. Pasamos unos años maravillosos juntos, cuatro para ser exacto. Intenté evitar llorar mientras pasaba las fotos pero no podía, ya no puedo hacerlo. Volví a tomar un largo sorbo hasta terminarme lo último que le quedaba la botella  y la aventé contra una de las paredes de la habitación, ya nada me importaba. 

La llamaba y mandaba mensajes hasta quedarme sin crédito en el celular, no solía contestar ninguna pero las veces que lo hacía me alegraba oír su voz  aunque lo único que me decía era ''por favor, deja de hacer esto'' y ahí terminaba todo, siento impotencia por no poder verla. Ahora con 28 años encima soy el adulto más idiota que conozco.

Continué mirando las fotos un rato más hasta que nuevamente decidí llamarla pero no respondía, intenté enviarle algo al Whatsapp pero ya me tenía bloqueado, era inútil. Me maldije hasta cansarme, como solía hacerlo varias veces al día, siempre me ideaba un insulto nuevo para mí. Parece ser que puedo ser muy creativo cuando me lo propongo. Observé la hora y el reloj marcaba las 20:32 p.m., tendría que pensar en la cena de esta noche pero no quiero, no puedo evitar pensar en Marina. Maldita sea. Me levanto para dirigirme a la cocina y buscar algo para comer, no cenaría hoy. Tomé un par de galletas que había en la alacena y comencé a comer sin muchas ganas. Mi celular sonó, emocionado, contesté en un parpadeo.


—¡¿Rin?! —pregunté algo agitado.


—No, Ian. Soy yo, Thomas. Lamento decepcionarte, amigo.


Mala suerte, era mi amigo que vive actualmente en París. Hemos sido amigos desde la secundaria hasta hoy, nunca me ha abandonado.


—Oh, ¿qué hay, hermano?


—¿Estás ebrio otra vez, no es así?


—Puede ser —dije intentando ocultarlo un poco más.


—Ian, ha pasado casi un año. Debes avanzar de una vez, vuelve conmigo aquí a París. Te extraño, hermano. Sé que lo de Marina ha sido difícil pero necesitas volver a la vida. Las cosas se darán como tendrán que ser, ya lo verás.


—Creo que sí, tal vez. Oye T, debo dejarte. Voy a hacer la cena, gracias por llamarme —dije algo decaído, volví a sentirme débil.


—¿Estás bien? 


—Eh, sí, claro. No te preocupes —me tomé de la mesada con la intención de evitar caerme. Silencio—. Sí, lo estoy.


—Está bien —sonó poco convencido—. Nos vemos.


Mentí. Me volvía a sentir débil nuevamente, pero no quería que se enterara. No se lo había contado jamás a Thomas, sabría que se preocuparía por mí y dejaría París para venir hasta aquí y estaba bien, lo haría cualquier persona por un ser querido pero yo no quería eso, sentía que no lo merecía. Como pude, me dirigí a la habitación y me recosté en la cama lanzándome como un saco de patatas y llevé la vista al techo. Sentí nuevamente que todo me daba vueltas y vueltas, mi cuerpo no me respondía como antes, y parecía que poco a poco mis ojos comenzaban a cerrarse. La debilidad iba aumentando, intenté levantarme pero caí brutalmente a la cama otra vez, tal vez estaba muriendo, tal vez necesitaba dormir. Volví a observar el techo por última vez hasta que mis ojos se cerraron lentamente, haciendo que, seguido de esto, recuerdos lleguen en mi cabeza, mi comienzo con Marina volvía a mí.

14 de Diciembre de 2018 a las 03:32 0 Reporte Insertar Seguir historia
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