LA GARITA DE ATRÁS Seguir historia

Gabriel se encontraba en su nuevo puesto como jefe de una garita perteneciente a una empresa de seguridad.

Aquella noche el frío calaba hondo. Encendió el monitor para chequear las áreas de vigilancia, pero el manto de espesa niebla que se esparcía en el exterior había cubierto del todo la visión de las cámaras.

"¡Mierda! con este clima no logro ver nada", protestó, mientras sostenía en sus manos heladas una taza de café que le otorgaba un poco de calor.

Fue entonces que algo distinguió entre la bruma; una silueta robusta se acercaba. Luego de un instante no vio nada más.

Preparó su arma y esperó cauteloso, pero por la siguiente hora no hubo más que silencio.

Gabriel no pudo esperar más. Salió a recorrer la enorme manzana que rodeaba el edificio. De pronto, volvió a visualizar aquella figura.

— ¿¡Quien está ahí!? ¡Salga de inmediato!.

Al no oír respuesta intentó una vez más.

— ¡Dispararé! ¡Se lo advierto por última vez!—exclamó y lanzó un disparo al aire.

Caminó con sigilo tanteando el recorrido y en un momento chocó contra algo de metal. Se trataba de otra cabina de seguridad.

Gabriel acercó su rostro al cristal empañado para intentar ver dentro y fue cuando una mano se estrelló contra él, haciendo que se llevara un buen susto.

Seguido la puerta se abrió y un hombre regordete con uniforme de vigilancia se asomó.

—Lamento haberte asustado compañero. Soy Manuel Robles—Se presentó con un gesto amistoso.

—Lo siento. Nadie me había informado que tenía un compañero de turno. Gabriel Alvarez es mi nombre—Devolvió el saludo y ambos estrecharon sus manos.

Gabriel notó una profunda marca que atravesaba su garganta de par en par. Aquello le había provocado escalofríos.

—Debo volver a mi puesto. Fue un placer conocerte— le dijo antes de partir.

— ¡Espera!—lo detuvo Manuel—Sacó de su apretado bolsillo un paquete de cigarrillos y le ofreció uno con amabilidad.

Manuel y Gabriel compartieron muchas noches más entre charlas y cigarrillos. Ellos se habían hecho muy buenos amigos.

En el cumplimiento del primer año de trabajo, Gabriel asistió a una reunión en la oficina del jefe.

—Debo felicitarlo Señor Álvarez por su buen rendimiento en todo el año.

— Señor Aguirre. Estoy muy agradecido. Me he sentido muy a gusto y sobre todo con mi compañero de turno noche ,Manuel—expresó con la intención de elogiar su compañerismo.

De pronto un gesto extraño se dibujó en el rostro del hombre. Dio unos pasos hacia atrás y chocó contra su escritorio.

—¿A q-qué M-manuel se refiere?—Su voz delataba nerviosismo.

—"Robles" "Manuel Robles"—repitió sin comprender —El vigilante de la garita de atrás.

Sus ojos parecían salirse de sus órbitas, como si aquél nombre le provocara terror.

—¡No es posible! —exclamó—Debe ser un error.

— No lo comprendo, Señor —dijo con desconcierto.

—¡Él murió hace cinco años!. Hubo un robo en esta empresa, los delincuentes interceptaron a Manuel y clavaron un cuchillo en su garganta.