Era una tarde calurosa, me senté a descansar y comencé a repasar un poco, mi vida entera.
Todo siempre empieza por lo primero, mi vida siempre ha estado, dentro de los parámetros normales, es decir, mis padres siempre se encargaron de que no me falte nada, aunque eso no quiere decir, que me hayan sobrado cosas.
Soy el mayor de tres hermanos. Nos llevamos solo dos años de diferencia, Mamane de 20 y Ayato de 18, nacimos en la pequeña isla de Okinawa y crecimos allí. A mis 14 años fuimos a la ciudad de Tokio a vivir, ya que mi padre tuvo un cambio de trabajo.
Lo peor de todo, fue tener que compartir la habitación con mi hermano de 12 años, esa edad difícil en la cual ya no eres un niño mimado, pero tampoco tienes edad suficiente para quedarte solo en la casa cuando tus padres salen, así que siempre debía quedarme “por ser el mayor”.
La preparatoria Ritsumekan, era una escuela privada bastante común, para ser privada dejaba mucho que desear, pero, en fin, ya estaba dentro. En poco tiempo logré popularidad en mi clase, no todos los jóvenes, tenían un aspecto como el mío, no es por alardear, pero mi contextura física me ayudaba mucho, una estatura de 1.83cm, 70 kg, cabello fino color negro y mi tono de ojos se asemeja al azul. Digamos que, en ese momento, mis características eran llamativas para las chicas, y mi actitud reservada les generaba aún más intriga.
Era bueno en matemáticas y en lengua extranjera, pero en deportes era donde realmente me destacaba, todos me conocían como el capitán del equipo de atletismo.
La chica más popular de toda la escuela no se hizo esperar. Sakura Yamazaki, su familia era muy adinerada y tenía mucho prestigio en la ciudad. Tenía un cuerpo hermoso y su rostro era semejante al de los ángeles. Su cabello era rubio largo y sus ojos celestes la hacían la chica más deseada. El primer día que se acercó, fue luego de la práctica de atletismo. Siempre frecuentaba el campo de entrenamiento, su padre era uno de los fundadores y gran contribuyente del equipo.
Nadie podía creer que ella se dignara a hablarme. No fue una gran y larga platica, solo basto con decirme: - “Hola Rayto, ¿podemos caminar juntos cuando termine tu practica?”
Ese día llegamos hasta la puerta de su casa, en un barrio cerrado, era lujosa, imponente, dejaba bien en claro el poder adquisitivo de la familia. En la puerta se abalanzó sobre mí y me pidió que la besara. Así lo hice y desde entonces, fuimos novios. El sexo con ella era bastante bueno. Nunca antes había estado con alguien, así que no podía compararla con nadie más. Pero había algo que no me hacía sentir pleno. Yo era su cuarto novio, supongo que eso me molestaba un poco, siempre su ultimo novio me perseguía y buscaba que peleáramos, aun así, no deseaba hacerlo y dejaba pasar sus insultos.
Tenía todo lo que quería. Mis calificaciones eran una de las mejores, mis padres estaban orgullosos, era aclamado por mis compañeros del equipo y por nuestros seguidores, tenía la chica soñada, amigos, pero no era feliz.
Por supuesto que la respuesta a mi desdicha, llegaría años más adelante, cuando en 4to año de la universidad, encontraría la respuesta.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.