leonardo-quevedo1542846682 Leonardo Quevedo

Samuel siempre ha esperado a su madre en su cumpleaños, pero cuando conoció a Sally, su vida cambió por completo.


Cuento Todo público. © Elerius

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Esperándote

Mi séptimo cumpleaños ya está cerca, estoy ansioso de poder ver a mi mamá, es la primera vez que la veré. Durante años la he estado esperando, mi papá me dice que ella está de viaje en otro país, cada cumpleaños me dice que ella me visitará, jamás lo hizo, pero estoy seguro que esta vez sí lo hará.

Llegó el momento de ver a mi mamá, estoy listo, estaré esperando frente a la puerta. Mientras pasan los segundos, las ansias de verla se elevan cada vez más. Sin embargo, esos segundos se convertían en minutos y los minutos en horas, ya son las 2:00 a.m. aún estoy esperando a que mi mamá entre por esa puerta y me regale el abrazo que tanto he estado esperando, pero, nunca llegó.

Aquel día me dirigí a hacer las compras de la casa, mientras salía del supermercado, cayó una fuerte tormenta, sin dinero para el transporte me fui caminando. Mientras me empapaba bajo el cielo gris, pude fijarme a lo lejos una chica que estaba bajo el techo de una tienda, me acerqué a ella y noté que estaba triste, fui a hablar con ella y le dije:

     -¿Te sucede algo?

     -Si, mi novio me acabo de terminar y me ha dejado aquí, no sé qué hacer ahora, ya no tengo amor.

     -No sé lo que sientes, jamás he recibido amor, ni siquiera el de mis padres.

     -¿Tú qué haces aquí? -me pregunta.

     -Estaba haciendo compras -le respondo.

     -¿Por qué vas a pie?

     -No tengo dinero.

     -¿Quieres que te acompañe? -abre el paraguas y me regala una sonrisa.

     -Será un gusto -le devuelvo la sonrisa.

 Mientras caminábamos pude darme cuenta de su belleza, aunque nuestro alrededor no tenía color, ella brillaba tanto como el sol. Al llegar a mi casa ella me preguntó:

     -Oye por cierto, ¿Cómo te llamas?

     -Samuel, ¿Y tú?

     -Sally, un gusto Samuel. Espero volver a verte pronto.

     -Igualmente.

En ese mismo momento Sally me abraza, al sentir su tibio cuerpo, suelto las bolsas y la abrazo fuertemente.

     -¿Cómo te sientes? -me susurra.

     -Espectacular.

- ¿Quieres que te suelte?

- No, quiero que esté momento sea eterno.

Al pasar segundos, nos alejamos un poco, ella se despidió de mí y se fue, mientras se alejaba poco a poco las ganas de verla de nuevo crecía cada vez más.

 

Cada día Sally me visita, siempre vamos al parque a platicar y a jugar, he aprendido mucho de ella, y ella ha aprendido mucho de mí. El día de mi cumpleaños número dieciséis Sally me llevo un pastel y un llavero con una foto de los dos, ese día mi papá no estaba, por lo que Sally se quedó hasta tarde. Cuando Sally se durmió, me senté al frente de la puerta, des afortunadamente Sally se dio cuenta y se sentó al lado mío.

     -¿Qué haces Samuel? -me pregunta.

     -Espero a que mi mamá vuelva -le respondo mientras me tapo los ojos.

     -¿Siempre la esperas?

     -Cada cumpleaños mi padre dice que ella volverá.

Sally agarra mi mano y se recuesta en mi hombro.

     -Entonces la esperaremos juntos.

Cada cumpleaños Sally está junto a mí, esperando a que mi mamá vuelva. Sin embargo, sé que ella jamás volverá. Mientras pasan los años, el cariño que le tenía a mi mamá se iba desapareciendo, ese amor tan grande que le tenía se va convirtiendo en odio. A los dieciocho años ya dejé de esperarla y seguir mi vida junto a la Sally.

A los veinticinco años le propuse matrimonio a Sally, ella felizmente aceptó, el día de la ceremonia esperaba con ansias a que mi papá viniera, que viera el hombre que me había convertido, para que contemplara a la hermosa mujer con la que estaría toda la vida, para poder darle un poco de felicidad. Sin embargo, el asiento en donde se suponía que el estaría, siempre estuvo vacío. Después de la boda, traté de alejarme de mi padre, después de todo ya demostró lo poco que le importo.

Un par de meses después, Sally me dio la maravillosa noticia de que estaba embarazada, con lágrimas de felicidad la abracé y le di muchos besos. Nunca había estado tan feliz en mi vida, quiero decírselo a mi padre, pero no creo que le importe. Unos meses después me puse a arreglar el cuarto de nuestro hijo.

     -Está precioso Samuel, me encanta el esfuerzo que estás haciendo para que nuestro hijo tenga una vida espectacular -dice Sally mientras me da un abrazo.

     -Nuestro bebé se merece una vida digna, y para eso nos tendrá a nosotros -le respondo mientras le agarro su vientre.

     -Samuel, quiero que me prometas algo -me dice mientras mira el suelo.

     -¿Qué quieres que prometa?

     -Prométeme que el día que nazca nuestro hijo, estarás al lado mío.

     -Te lo prometo, Siempre estaré a tu lado Sally -le digo mientras agarro firmemente su mano.

Ocho meses después Sally fue transferida a un hospital, probablemente ya vaya a nacer el bebé, ese mismo día fui a la casa de mi papá a recoger un par de cosas, fui al ático a buscar mis cosas en una caja grande, sin embargo, encontré una foto, al voltear dicha foto pude leer lo siguiente:

     -Para Samuel:

“Falta unos días para que nazcas Samuel, no sabes lo feliz que me siento. Tu papá nos ha visitado muchos días, siempre se acerca a mi vientre y te habla, te dice que eres lo mejor que le ha pasado, cada vez que te mueves deseo con ansias poder verte y estar contigo. Sin embargo, eso no podrá ser posible, cuando nazcas puedo correr el riesgo de morir, pero que esto no te afecte en lo absoluto, siempre estaré contigo, así como siempre estuviste en mí. Probablemente esperes que te dé muchos regalos, pero el mejor regalo que te puedo dar es la vida, aprovéchala, te amo.”

Al terminar de leer la carta, mis ojos comienzan a brotar una lluvia de lágrimas. He llorado por días, mi papá trata de consolarme, pero no logra hacer nada. Últimamente me encerrado en mi antiguo, he visto a mi mamá sentada al lado mío, ella no hace nada, solo ésta ahí mirándome, a veces le hablo, pero jamás me responde. No he dormido por 4 días, aquella  noche mi mamá se levantó y se acercó a mí oído, con su dulce voz me dijo:

     -¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me esperas aún? Tienes que ir a apoyar a la persona que más amas, tienes que ir a darle la bienvenida a mi nieto. Estoy orgullosa de ti Samuel, has llegado muy lejos, te felicito, ahora ve y sigue tu vida. Te amo.

Aquellas palabras me dieron energía para correr hacía el hospital, sin embargo, al llegar al hospital, un fuerte dolor de cabeza hizo que me desmayara. Al día siguiente, me levanté y fui directamente a la sala donde estaba Sally, al entrar no pude encontrarla, preocupado fui a preguntarle al doctor y me dijo que Sally tuvo al bebé hace cinco días, una enfermera me informó que mientras pasaban los días Sally siempre estuvo sentada frente a la puerta esperándome, pero al notar que jamás había llegado, se fue con el bebé a nuestra casa.

Sin pensarlo corrí lo más rápido que pude a mi casa, al abrir la puerta, encontré a Sally sentada en el suelo, en sus brazos tenía a mi hijo, mi bebé llora sin parar, pero Sally no hace nada, solo está sentada mirando hacia abajo, trato de hablarle pero no me responde. En ese mismo instante mis ojos empiezan a derramar lágrimas al darme cuenta que Sally murió mientras me esperaba.

Diez años después, en el cumpleaños de mi hijo, me siento frente a la puerta, mi hijo se da cuenta y se acerca.

     -¿Qué haces papi?

     -Nada hijo, espero a mami.

Mi hijo se sienta al lado mío y me dice:

     -Esperaremos a mami juntos.

22 de Noviembre de 2018 a las 00:42 0 Reporte Insertar Seguir historia
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