Cuento corto
0
5.3mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

LUCHANDO POR UN SUEÑO



AUTOR: Alberto Suárez Villamizar



Era el último día del año que había sido positivo en todos los aspectos, razón por la cual decidieron tomar unas vacaciones en esa pequeña población costera, de tranquilas y bellas playas. Además era el momento en que disponían de suficiente tiempo para tomar un descanso, luego de pasar muchos trabajos, cada uno en su actividad. Mientras él laboraba en un proyecto de explotación minera, ella administraba un restaurante de su propiedad.


Disfrutaban en horas de la tarde de un rato ameno en la playa, jugando a hacer castillos de arena y corriendo tras las suaves olas del limpio y bello mar .Consumían una botella de licor, mientras escuchaban música propia de las fiestas de navidad y fin de año; fue entonces cuando se les acercó un joven de piel morena, cuerpo atlético y aspecto humilde, quien vestía pantalón deportiva y camiseta manga sisa que dejaba ver unos fuertes brazos.


- Hola, cómo están? - dijo saludando, y agregó, - regálenme un trago.

- Con gusto se apresuró a decir Carlos, alcanzando la botella y un pequeño vaso para que se sirviera.


Es costumbre en esta época de fiestas el consumo de bebidas embriagantes, y ellos no eran ajenos a estas celebraciones.


- Mi amigo es boxeador -dijo a manera de presentación el joven que lo acompañaba-, y añadió disculpándose: -ha estado tomando licor, espero que no se molesten.

- No hay inconveniente, respondió la pareja, ofreciéndole también un vaso y la botella para que el mismo se sirviera, lo cual no aceptó.

- Gracias señores, yo no tomo, dijo amablemente, rechazando el ofrecimiento.

- Si yo soy boxeador – continuó el primero de los jóvenes-, y voy a ser campeón mundial.


Mientras hablaba acompañaba sus palabras con gestos y movimientos propios de un boxeador en la disputa de una pelea, lanzaba puños al aire y hacía fintas y esquivando golpes imaginarios, brincando a derecha e izquierda.


-Regálenme otro trago, volvió a decir quien se identificó como boxeador.


- Claro que si – dijo Carlos alcanzando nuevamente la botella.


- Mi nombre es Fulgencio Zúñiga –dijo, consumiendo el nuevo vaso de licor - extendiendo con gesto amistoso su mano.


Compartieron con el muchacho la bebida por un rato y se tomaron unas fotos con las poses tradicionales de los boxeadores, luego los dos amigos ocasionales continuaron el camino.


Al marcharse y quedar solos, la pareja comentó jocosamente lo sucedido:


- ¡Campeón mundial de la borrachera! – dijo ella.

- Sí, no es posible que un deportista esté embriagándose de esa forma – argumentó él.


Rieron un buen rato recordando los instantes compartidos con el muchacho. Comentaban la manera como quería que le regalaran un poco de bebida. Suele ocurrir con algunas personas que buscan ganarse la simpatía de las personas para lograr sus favores, como en este caso parecía ocurrir -pensaron ellos.


La tarde agonizaba y en el horizonte el sol color rojizo empezaba a ocultarse. Eran los últimos momentos de claridad del año. Luego vendría la noche, y con ella la celebración de despedida del año que terminaba y la bienvenida del año nuevo.


Había pasado un poco más de media hora, cuando vieron regresar al par de muchachos con quienes habían compartido un rato. Ahora quien se decía ser boxeador traía una botella de vino, y se acercó con una copa para devolverles aquellos tragos que le habían brindado. Luego se marcharon nuevamente.


Pasada esta corta temporada de descanso la pareja regresó a sus respectivos trabajos.


Algunas veces recordaron al muchacho que habían conocido y que según creían producto del efecto de la bebida, soñaba con llegar a ser campeón mundial de boxeo. Pasaron los años y en el año 2007 cuando Carlos se encontraba trabajando en una población lejos de su hogar, escuchó la noticia en una emisora de radio:


“El boxeador Fulgencio Zúñiga se ha coronado campeón mundial tras vencer en reñido combate a su oponente ruso Viktor Oganov”



Para Carlos esta noticia fue como un golpe recibido en la cara, ya que había dudado de las palabras del muchacho….


Llamó a su esposa para comentarle la noticia, y contó a sus compañeros de trabajo, que él había conocido a ese boxeador en unas vacaciones que pasaron en una ciudad junto al mar; pero, jamás contó que dudó de sus sueños, y que se había reído de ellos….


¡Si … ¡lo había logrado!................



FIN


Comentario: Esta historia es real, y es una invitación a todas aquellas personas que luchan por un sueño, a que continúen en su empeño, que no desistan jamás. El tiempo traerá su recompensa.

27 de Octubre de 2018 a las 22:30 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Fin

Conoce al autor

Alberto Suarez Villamizar Nací el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Bucaramanga, Santander, Colombia. Cursé estudios de enseñanza media hasta finalizar en 1976, en Bucaramanga. Laboralmente estuve vinculado con empresas de ingeniería civil en construcción de vías, lo que me permitió conocer varias regiones del país. Escribo por hobby, y mi mayor satisfacción es que mis escritos lleguen a todas aquellas personas amantes de la lectura

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~