idaly-vega1539731263 Idaly Vega

- Bien, ya que ambos tenemos cosas que no queremos que descubran hagamos un trato. Mira desconfiado, alejándose de su cama mientras la chica sigue cada uno de sus movimientos con la mirada, - ¿Qué trato? - Yo cuidaré y me aseguraré que nadie sospeche de tu peculiar gusto, y tú... - una sonrisa se forma en sus labios, causando intriga en el chico frente a ella,- harás dos cosas por mi. Uno, me alimentaras. Y dos, cuidarás de mi secreto Sus ojos se llenan de sorpresa al escuchar por completo la demanda de la chica. Esperemos y sea lo suficientemente inteligente para aceptar...


Romance Suspenso romántico No para niños menores de 13.

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Capitulo 1

Hay personas que en cuanto amanece lo primero que hacen es estirar los músculos contraídos, se harían un licuado y luego saldrían a correr para empezar bien el día. Pero para quiénes son estudiantes un amanecer y un brisa calurosa son solo señales de un día más en sus "aburridas y tediosas" vidas escolares.

Y más aún que el tiempo de calor se ha hecho notorio en todo el país. Días calurosos. Uno más que el anterior. Noches conquistadas solo por el calor y los mosquitos. Definitivamente a este punto los estudiantes solo asisten a su debida escuela por los aires acondicionados.

'Debí haberme bañado otra vez' pensó cierta chica en la esquina de la calle dónde vive, esperando por el transporte que la llevaría a ella y más personas a sus destinos. Mueve de un lado a otro su mano para ahuyentar a tales insectos chupa-sangre.
Gracias al uniforme que es obligada a llevar los mosquitos no logran llegar a los lugares donde sin lugar a dudas le sería más lioso rascar. Emilia mira suplicante hacia el final de la calle por donde se supone el trasporte debe aparecer. A dos calles de la suya, otro estudiante de diferente preparatoria espera al lado de varios adultos a guardando lo mismo que ellos.

'¿Cuándo será el día en que me decida aprender conducir?'

Los mosquitos, el calor de la mañana, y ahora el retraso del transporte lograban sacar a flote la frustración de Emilia. Mira su muñeca viendo el reloj negro y en él, la hora. En su mente hace la cuenta de cuánto tiempo lleva esperando, que dentro de cuatro minutos sería la hora completa. El ruido sonoro de un motor pesado hace que levante su mirada. Una sonrisa se forma en la comisura de sus labios al ver el transporte. Rápidamente éste llega a su altura y ella, veloz como una liebre, salta arriba sin esperar a más. El chófer avanza y va a por  los demás.

Emilia se mantiene pegada a la ventana viendo todo como si fuera la primera vez que mira su colonia. Llegar a su preparatoria le toma mínimo 35 minutos, aún tiene trabajo por terminar antes de que empiece la primer clase. Lo que resulta, no tendrá tiempo suficiente la lograrlo. Saca su celular y manda un mensaje al grupo de sus compañeros.

Daré veinte pesos a quién me haga el trabajo de computación

Las respuestas de sus compañeros no se hicieron esperar, varios se negaron alegando que no tenían tiempo y otros decían que ni siquiera ellos hicieron su propio trabajo. La joven gruño en lo profundo de su garganta. Odiaba la actitud de sus compañeros, pero no los podía culpar. Tiempo después llego a la instalación, entro como si su vida dependiera de ello ignorando la vista analizadora del "guardia de seguridad". El dichoso guardia, antes soldado, no hacía nada mas que estar en su celular y coquetear con la chicas de una manera discreta al igual que consejero de su facultad. Ambos eran los tal nombrados "asalta cunas".

Llega a su salón y se sienta en su lugar no sin antes saludar a su compañero Abel. Una canción popular se escucha en el pasillo por el que antes pasó, pero se apostaba todo a su favor a que su compañero y amigo no la escuchaba con esos enormes audífonos puestos. El nombrado al verla dejarse caer de golpe en su lugar no dudó en acercarse a ella.

- Hola, buenos días. Aunque supongo que no lo son para ti. - saludó alargando de mas la "a" de la simple palabra hola.

- No terminé el trabajo, dime tú que tan buenos días son.

Su compañero se río en su cara sin poder evitarlo.

Emilia aun con una pequeña esperanza, saco su cuaderno empezando con su deber. Al pasar de los minutos más de sus compañeros llegaban igual de nerviosos que ella. El ruido habitual en la preparatoria no tardo en aparecer cuando más y más llegaban. Miraban ansiosos el reloj rezando porque un milagro ocurriese y su maestro no apareciera o llegará mas tarde y tener tiempo de terminar el trabajo.

Por suerte para Emilia, tenía la habilidad de expresarse y de fácil palabras así que logró terminar justen a tiempo. El maestro entro rápido, tomó si lugar al frente de la clase, en su escritorio. Los de la primera fila no tuvieron mas opción que dejar su trabajo, mientras que los de atrás escribían de una manera alocada. A los oídos de todos llegaba el sonido de las puntas de lápices o plumas siendo usadas y obviamente el maestro no dejó pasar tal "insulto" a su persona.

- Entreguen lo que están haciendo ahora!

Paso por cada fila quitando los cuadernos, pero al ser tantos optó por poner una simple marca en aquéllos que veía hacían el trabajo. Después de eso, llamó por lista a cada uno para firmar el encargo. Gracias al apellido de Emilia, ella es la primera en la lista. El maestro no leyó nada solo palomeo en la lista de cumplimiento y ya. Casi mitad de salón no revisó al haber sido marcados anteriormente por el maestro.
Los minutos pasaron y al final de la lista, la clase comenzó. Explicaban el uso de la famosa aplicación para presentaciones. Solo había cuatro personas en
el salón que comprendían mas allá de lo básico y para ellos este tema les resulta tema de niños de preescolar.

Cuando el profesor iba por explicar las herramientas fue interrumpido por toques en la puerta.

- ¡Adelante!

La cabellera negra del asistente de escolares se asomo, entro después de ver la cara del maestro y los alumnos.

- Buenos días, maestro, alumnos - saludó acomodando sus gafas en su lugar - Maestro, le traigo un nuevo alumno. Es de intercambio.

— ¿De intercambio? —pregunta confundido y sorprendido el maestro — ¿En nuestra preparatoria se hace eso?

El señor, Diego, si mal no recuerdo, se encoge de hombros — Tampoco sabía que hacíamos eso, pero la directora... Bueno, usted ya sabe cómo es ella.

El asistente se hizo a un lado y deja pasar al nuevo, Emilia y sus compañeros dirigieron rápido sus miradas al nuevo escrutándolo y analizándolo.

'Extranjero' fueron lo que pensaron todos, sin darse cuenta de ello, al mismo tiempo. Y era cierto. El nuevo posé rasgos no mexicanos a comparación de ellos. Su cabello un combinación entre castaño oscuro y claro, sus ojos de un "raro" color gris desde el punto de vista de los estudiantes. Su físico era lo que más lo delataba, su musculatura era muy diferente a la composición física de los chicos de ese salón. Tienen cuerpos poco marcados y compactos a diferencia del nuevo. El chico usaba el mismo uniforme que ellos, solo la camisa, pero al fin y al cabo es parte del uniforme. Su esencia daba a entender que era un chico problema.

- Pasa, por favor, siéntate donde te sientas más cómodo. - sonrió el maestro dando la bienvenida al nuevo, el asistente se fue en cuánto el chico entró.
Los alumnos tenían ganas de abofetear al maestro por su estupidez, le hablaba al chico en español sin darse cuenta que el nuevo simplemente no entendía ni una palabra de lo que decía.

"¿Cómo habrá conseguido ser maestro este hombre?" pensó Abel mirando algo raro al maestro, como una mezcla entre curiosidad, vergüenza ajena y asco.  La chica se dio cuenta de la mirada que su compañero tenia puesta en el profesor, no resistió las ganas y dejo salir una risa por lo bajo. El estudiante detrás de ella se dio cuenta y también rió con ella; no eran tontos así que escondieron sus rostros de la vista del hombre adulto. Ya era suficiente con los pocos puntos que tenían como para que él les quitara mas por falta de respeto.

- ¿Qué esperas muchacho? ¡Entra y preséntate con tus nuevos compañeros!

Dijo eso haciendo movimientos con las manos, señas, tratando al nuevo como un tonto. El chico miro al maestro como si fuera un loco.

"Ya, en serio, ¿cual es el secreto del maestro, que habrá hecho para poder ser maestro?" pensó Emilia riendo un poco mas.

17 de Octubre de 2018 a las 21:03 0 Reporte Insertar Seguir historia
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