beka_vanallen Beka Van

La muerte es parte del ciclo humano. Naces, creces, te desarrollas y mueres. Desde muy pequeños escuchamos estas palabras en la escuela y en la boca de nuestros padres. Pero, realmente, jamás las aceptamos. Vivimos en la rutina de todos los días sin pensar realmente en la muerte o creyendo que moriremos cuando ya estemos ancianos y con muchos nietos jugando fútbol en el patio. Pensamos que veremos "la luz" cuando nosotros queramos, aún sabiendo que nadie sabe el día en que su vida acabe. La muerte nos da toda una vida de ventaja, ya que, al fin y al cabo, ella siempre se llevará la victoria. Sólo diré una cosa: La perspectiva que tengas sobre la muerte puede cambiar por un acontecimiento, en un abrir y cerrar de ojos o cuando un virus mortal atenta contra la paz.


Ciencia ficción Todo público.

#terror #381 #love #zombies #enfermedad #locura
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¿Qué tiene de malo una consulta al médico?

Lyanna.

A las cuatro de la tarde las nubes se amontonaron en el cielo indicando que iba a llover, y así fue, luego de unos minutos la tempestad nos cubrió a mí y a mi familia en el auto camino al hospital.

Al llegar al edificio, subimos en el ascensor para llegar al segundo piso.

Mi hermano pequeño era el paciente número ocho y la doctora aún no había llegado, así que mi hermano mayor y yo fuimos al cafetín por unas galletas y café.

Definitivamente odiaba los hospitales. Estaban llenos de bacterias y enfermedades contaminantes.

En la sala sonaba la misma transmisión que había desde hace unos tres días en toda la ciudad.

-Un extraño virus se cierne sobre la ciudad- Decía la reportera.- El síntoma más común es el enrojecimiento de los ojos. Se rumorea que el virus proviene de un accidente en un pequeño laboratorio del oeste. Se les ruega a todos mantener la calma.

-Debíamos mantener la calma ante un virus sin cura y que estaba azotando a toda la ciudad, y tal vez el país entero. Por supuesto. -Pensé con ironía-.

Nadie le prestaba atención a las noticias y yo solo escuchaba vagamente, ese monólogo ya me lo sabía de memoria, la transmisión tenía unos tres días en el aire. Como el aburrimiento colmaba mi paciencia, me aventuré con Eliot a conocer todo el hospital.

Ya íbamos por el cuarto piso del ascensor, cuando éste se tambaleó y sentí ese pitido típico de esos aparatos.

Por fin llegamos al quinto piso. En el ascensor había un chico de la edad de Eliot, de más o menos diecinueve o veinte años mirando fijamente a la puerta con expresión algo inquieta.

Las compuertas se abrieron y concluí que no era normal que el piso estuviese tan oscuro, sólo funcionaban algunas bombillas. La espeluznante luz al final del pasillo no ayudaba en nada a mis nervios. Me sentía en la típica película de terror.

Hasta Eliot cambió su cara. Lo lógico sería que los tres chicos en el ascensor hubiésemos retrocedido y regresado donde estábamos antes.

Pero, éramos jóvenes, y los jóvenes algunas veces hacemos cosas estúpidas, así que avanzamos los tres por el oscuro piso del hospital.

El chico extraño se fue hacia una habitación y Eliot se volvió hacia mí.

-Bien Lyanna, estamos en una película. Separémonos para investigar y nos encontraremos al final de este pasillo.- Dijo Eliot, sonriendo.

-Para tener veinte años eres bien idiota.- Le respondí yo, pero aun así avancé por el pasillo de enfrente y Eliot se fue por el de al lado.

Sólo me acompañaban el sonido de mis pasos haciendo eco. Habían unas 4 habitaciones en el lugar, Todas con puertas color madera y la última, blanca.

Esa llamo mi atención.

La habitación debía estar deshabilitada o era lo bastante peligrosa para entrar. Tenía varios avisos pegados en la puerta, los cuales no recuerdo que decían ya que ni siquiera me molesté en leerlos.

El cuarto estaba oscuro, igual que todo el piso. Había un olor asqueroso que me llevó a taparme la nariz con el abrigo. La habitación era bastante grande a diferencia del resto. El paciente, estaba tapado hasta el cuello y la penumbra no me dejaba observar bien su rostro así que busqué a tientas en la pared el interruptor y encendí la luz.

La imagen era espeluznante. Un hombre de unos cuarenta y cinco años, que por su apariencia, debía tener el famoso virus, aunque en estado terminal. Sus ojos estaban muy hinchados, tanto que parecían inyectados de sangre y las venas de su cuello tenían un color casi negro, igual que las de su cabeza. Estaba sedado, gracias a Dios.

Me acerqué a la camilla y destapé las sabanas para observar mejor qué otros síntomas podría tener una víctima del virus al que yo llamaba peste. En el preciso momento en que destapé las sabanas que arropaban el sujeto, éste abrió los ojos repentinamente, y a la vez me di cuenta porqué había estado tan tapado.

El sujeto comenzó a gritar frenéticamente palabras que no entendía, nombres que yo no conocía. Gritaba más que todo el nombre de "Alan" o tal vez era "Nathan". Jamás lo sabré con certeza.

Salí corriendo de la habitación lo más rápido que pude para buscar a Eliot, dejando atrás los desgarradores gritos del hombre con la peste. Estaba desesperada, rogando poder encontrar a Eliot lo más pronto posible y salir de allí. Ese hombre estaba atado a la cama, y eso simplemente no podía significar algo bueno.

En el pasillo sólo se escuchaban mis pasos y los gritos del paciente en la habitación. La luz se había esfumado, quedando las luces de emergencia, que por su color le daban un aspecto más horripilante al quinto piso. Corrí por lo que a mí me parecieron años y no encontraba a Eliot por ningún lado.

Miré atrás y mi cuerpo se estampó con alguien.

-¿Eliot?

-Tenemos que salir de aquí ahora mismo.- Me respondió una voz agitada, que no era la de mi hermano.

-No me digas. En serio no me había dado cuenta-. Le contesté jadeando, a pesar de la situación, no podía dejar mi sarcasmo atrás.

Sin decir nada más, me ayudó a levantarme, y a pesar de la oscuridad pude reconocer que era el chico que estaba en el ascensor.

-LYANNA!!

Esa sí que era la voz de mi hermano.

-¡Eliot, por aquí!

Eliot se nos unió. Jamás me había sentido tan aliviada de ver a mi hermano. Lo abracé con todas mis fuerzas hasta que la voz del chico (que no era tan chico) nos interrumpió.

-Si no salimos de aquí pronto, puede que ésta sea la última vez que se abracen-. Dijo él, autoritario.

-Ey, chico listo, ¿sabes que está pasando aquí?

-La peste, el virus, o como lo quieran llamar, está llegando a la segunda fase. Los infectados más avanzados están despertando-. Dijo, con voz urgida y algo fastidiada. Me sonó como la voz de la reportera.

-¿El hombre de la habitación blanca era un infectado avanzado? ¿Cómo sabias eso?- Pregunté.

-Así es. Probablemente haya cientos de personas como ese hombre en la calle. Y sé que era uno de ellos porque a diferencia de ustedes, no vine para husmear el hospital.- Nos replicó con voz acusatoria.- Tenemos aproximadamente unas cuantas horas para escondernos o huir antes de que esa porquería les llegue a la cabeza.

-¿Escondernos? ¿No habías dicho que debíamos irnos de aquí lo antes posible?- Dijo Eliot.

-Ya no, es demasiado tarde. Deberían buscar a sus familias y refugiarse. Creo que este hospital, hasta ahora, es el sitio más seguro. Además, no creo que quieras salir a la calle con esa clase de sujetos sueltos por todos lados.

Avanzamos hacia las escaleras, caminando cuidadosos de no encontrarnos con un infectado, hasta que, las luces de emergencia también se apagaron.

En la oscuridad, le pregunté al chico del ascensor qué significaba eso de que debíamos irnos antes de que la porquería les llegara a la cabeza.

-Cuando les llega a la cabeza, afecta sus recuerdos. Les quita lo poco humano que les queda. A partir de allí su objetivo principal será quitarte lo humano a ti también.- Me dijo, y por primera vez lo vi sonreír, una sonrisa nerviosa, frenética, casi psicópata-. Lo único que nos queda a nosotros es escondernos. Huir significa la muerte, o peor, convertirse en uno de ellos.

2 de Septiembre de 2018 a las 20:57 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Conoce al autor

Beka Van Venezolana. Lectora y escritora compulsiva.

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