Ella en mi vida fue efímera.
Fue resurrección y perdición.
Fue mi mayor mentira y mi única verdad.
Habito en mi cabeza y en mi piel.
Fue la herida de mis cicatrices y el calmante para las anteriores.
Con una sonrisa oscura y unos ojos apagados, le dio luz a mi solitaria alma.
Palabras confusas y sentimientos contradictorios en su discurso de liberación, que me fascinaba a pesar de no comprenderlo. Ella me mostró la belleza que contiene un día gris y los secretos de una noche lluviosa, me enseño que a veces la gente que esta deprimida, esta triste, porque ven el mundo con una belleza diferente, mucho mas profunda, con mas amor, con mas compasión, con delicadeza, están tristes porque son incomprendidos, y se sienten solos.
Ella, estaba triste.
Yo, no.
Me regalo suspiros vacíos, poemas oscuros, lagrimas pesadas, besos ácidos, abrazos tortuosos y melodías tristes.
Trato de enseñarme su filosofía torcida, pero fue en vano, demasiado dolor para poder soportarlo, demasiada muerte en su cielo azul.
Y por eso, se fue, se fue porque no podía comprenderla, como todo aquel que paso por su vida no pude entenderla
Ella me dio vida aunque para lograrlo en su muerte se basó y en el momento en que se fue me la quito, para comenzar a vivir en mi propio martirio.
Gracias por leer!
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