shiroakuma Acaimy

Lira, una joven de dieciséis años, siempre quiso saber su verdadero origen, la identidad de sus padres y el por qué su padre la abandonó al nacer en manos de Marco y Meridia. Fuerte, fría e indiferente es cómo se comporta siempre con todos, teme que la lastimen; insultándola sin razón y dañándola. Aunque quizás ese dolor no sea nada en comparación a lo que le espera. ¿Acaso será mejor un mundo de traición, dolor y muerte a una vida pacífica llena de mentiras?


Fantasía Épico Todo público.

#dioses #reinos #332
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Capitulo uno

Era una noche fría y calma como todas las de ese invierno. El viento movía la copa de los árboles causando un suave y tranquilizador sonido, casi todo el bosque se encontraba en paz pero a lo lejos podía oírse el crujir de las hojas bajo los pies de un desesperado hombre que corría esquivando árboles, rocas y arbustos en su camino mientras sujetaba con fuerza un pequeño bulto contra su pecho, tratando de protegerlo a toda costa como si se tratara de su propia vida, y en parte lo era.

Al llegar golpeó repetidas veces la antigua puerta de madera completamente desesperado, ya que si nadie respondía, todas sus esperanzas se desvanecerían junto con la vida que llevaba en sus brazos.

— ¡Abra ya por favor! —gritó sacando todo el aire contenido en sus pulmones. La desesperación le ganaba y no tenía tiempo que perder. Lentamente la gran puerta de madera se abrió y tras ella apareció un anciano cansado que lo miró de arriba a abajo examinándolo cuidadosamente. No era normal que las personas irrumpieran en el templo a esas horas, por lo menos no gente decente.

— ¿Qué hace aquí a tan altas horas de la noche, joven? —preguntó con voz amable luego de terminar su corta inspección, durante la cual se había dado cuenta que el hombre no tenía pinta alguna de ser un malviviente.

—Por favor, necesito que la esconda en su templo o la matarán —El joven hablaba con voz temblorosa debido al cansancio después de tanto correr, pero eso a él no le importaba, solo

quería protegerla. Desenvolvió las mantas que tenía en sus brazos y dejó ver una recién nacida con enormes ojos grises y cabello carmesí que se removía incomoda en sus brazos.

— ¿Pero por qué quieren matarla? —No entendía cómo alguien querría matar a una criatura tan bella, a una recién nacida que ni siquiera tenía la libertad de defenderse o edad para cometer algún crimen.

—M-mi esposa dio a luz a gemelos, un niño y una niña. —La voz le temblaba y el terror se hacía presente en sus venas. El anciano abrió los ojos sorprendido ante sus palabras y miró a la niña con pena.

—Eso no había pasado en más de un siglo —dijo despacio y con un dejo de tristeza en la voz. Contempló a la niña por un instante pensando en todo lo que sufriría por el simple hecho de haber nacido en la familia equivocada. No era usual matar a niños, pero en este caso él conocía las razones—. Entonces, ¿ella es Muerte?

—Sí, y su hermano es Vida, por eso decidieron dejarlo vivir pero... yo no puedo dejar que la maten. —La pequeña se movió incómoda en los brazos del hombre, como en completo acuerdo a lo que había dicho—. Muerte o no, es mi hija y es mi deber protegerla.

—Sí, tiene razón. — Se detuvo un instante pensando en lo que podrían hacer para salvarla—. Usted debía matarla, ¿no es así? —Luego de que el hombre asintiera con culpabilidad, siguió—. Haga una tumba con su nombre y váyase, diga que cumplió con su deber, que la mató y olvídese de todo lo que sucedió esta noche. Mientras tanto, yo me llevaré a la pequeña con un amigo mío llamado Marco que vive en las montañas del este, es muy raro que las personas pasen por allí, así que estará segura. – Dio un paso al frente para mostrarle con un gesto el cementerio, y luego en dirección opuesta, el camino hacia la montaña. Sabía bien que lo "correcto" era matarla para prevenir el mal, pero al ver a una niña tan pacífica y hermosa con esa mirada gris penetrante, se le hacía imposible hacerlo. ¿Por qué no darle una oportunidad para demostrar que incuso ella, heredera del mal, podía llegar a amar y proteger a otros y no solo causar pesar?

—Y si no me creen, ¿Qué pasará si sospechan y la buscan? ¿Qué haré? —pregunto mientras volvía a cubrir a la pequeña, su pregunta no solo se limitaba a saber realmente que haría, más bien quería tener al menos unos segundos más a esa preciosa pequeña en brazos y poder marcar para siempre su calor y aroma en su memoria.

—No se preocupe, es un maestro en la lucha y las personas le temen por creerlo un inmortal. Podrá protegerla —aseguró el anciano extendiendo los brazos hacia la niña.

—Bien, tome. —Dejó a la niña en sus brazos luego de meditar por un instante—. Su nombre es Lira, cuídela por favor. —Un par de lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos, pero se contuvo, sabía que dejarla era algo necesario si quería protegerla.

El hombre caminó a paso rápido hacia el cementerio, tratando de no mirar hacia atrás mientras el anciano acomodaba a la pequeña ya dormida en sus brazos y se dirigía a la casa de su amigo con la esperanza de que este se apiadara de la pequeña y la protegiese.

***

Luego de llegar a casa de Marco, que era más bien una enorme, lujosa y vacía mansión, y explicarle la situación, este se le quedó mirando en silencio durante un largo rato antes de tomar la palabra.

—Veamos si entiendo, ¿tú quieres que yo cuide de eso? —dijo señalando a la niña que permanecía durmiendo tranquilamente sobre uno de los sillones. Tal vez el frío o el cansancio de su reciente nacimiento hicieron que la pequeña pelirroja se durmiera sin presentar queja alguna, algo que ya le daba un punto extra con Marco.

—Sí, más o menos... Pero no le digas así, tiene un nombre. – el anciano usaba un tono suave y amable.

—Sí, sí Lara —respondió restándole importancia con las manos y cruzando una pierna sobre la otra con incomodidad.

—Lira —corrigió cansado pero tranquilo, lo que menos quería era que Marco lo sacara a patadas de la casa, algo que ya había ocurrido antes.

—Bueno, eso no importa Feron, ¿cómo rayos pretendes que yo cuide de una pequeña? No tengo hijas, ni siquiera hermanas, no tengo la menor idea de cómo se cuida un niño y no tengo paciencia. —Lo último logro que se formara una fugaz sonrisa en los labios de Feron. Ya sabía muy bien que su paciencia era escasa.

—Eso no es problema Marco, solo contrata a alguien que sepa tratar con los niños, cosa que además te servirá para tener algo de compañía, siempre estás solo en esta enorme mansión. Una o dos personas más aquí dentro no te harán daño

—Pero, ¿porque debo cuidarla yo? Que se encargue su padre. —Ignoró la queja recurrente del anciano y continuó con el tema principal, levantándose de su asiento para buscar una posición más cómoda.

—Ya te lo he dicho, él no puede hacerse cargo. —Con las manos aliso su negra vestimenta y miró a su alrededor tratando de disipar los malos recuerdos que surcaban su mente.

—Sí, lo sé, quieren matarla, pero, ¿por qué demonios quieren matarla? —Su fuerte voz hizo eco en toda la habitación que parecía responder a la tensión del momento, los deteriorados libros de historia parecían oírlos con atención mientras las miradas penetrantes de las pinturas estaban fijas en ellos esperando expectantes la respuesta del anciano.

Él suspiró pesadamente debatiendo si era o no buena idea contarle, pero... ¿Qué otra opción tenía? —. Ella... tiene un hermano gemelo.

—Y eso a mí qué me... —Se interrumpió a sí mismo dejando de gritar y lo miró fijo—...gemelos, ¿niño y niña? — respondió con voz baja, como si estuviera prohibido decirlo. Feron asintió pensando en cómo esa conversación decidiría el futuro de la niña—. Oh, bueno eso cambia las cosas. —Se dejó caer de forma relajada sobre el mismo sillón que había usado hacía unos minutos.

— ¿Entonces? – nuevamente la habitación respondía a la situación, expectante por su respuesta.

—Olvídalo, si se enteran que está viva y aquí, me mataran —respondió relajado, como si el tema no le importara ni le afectara en lo más mínimo.

Cansado de ser gentil el anciano tomo una postura más seria, cambiando su tono de súplica. – No puedes negarte y lo sabes, está en tu sangre el protegerla. —Esta vez ya no hablaba en tono suplicante sino de orden, ni fuerte, ni agresiva, solo firme.

—Maldito vejestorio —susurro molesto pero sabia muy bien que no podía negarse, le dio una mirada mas a la niña y suspiro con pesadez. En ese momento odio a su madre. — está bien, lo haré.

***

16 años después

— ¡Tengo derecho a saber sobre mi familia! —grito Lira al borde de un poco usual ataque de ira luego de una larga discusión que logro sacar su parte más agresiva, dejando de lado su fachada fría y desinteresada de siempre.

—Tienes derecho a saber lo que yo quiera y nada más —respondió sádico, esperando que su enojo durara un poco más, porque, aunque no quisiera admitirlo, le encantaba verla furiosa.

—Bien, si no me lo dices yo misma buscaré las respuestas. —Giró sobre sus talones hacia el pasillo echa una furia, con los puños cerrados y una mirada que podía sacar un grito de horror a cualquiera que se le cruzara. Marco mantuvo una sonrisa burlona en el rostro, Lira era una niña terca, pero no podría buscar esas respuestas por ella misma, no las hallaría tan fácilmente.

— ¿Crees que vaya a hacer algo? —pregunto Meridia, quien se había mantenido al margen de la discusión desde que su pequeña niña le había dedicado un feroz grito de furia.

— No, ya se le pasará.

6 de Julio de 2018 a las 15:10 1 Reporte Insertar Seguir historia
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El Poeta Oscuro El Poeta Oscuro
Una historia bastante interesante, lo cierto es que sientes curiosidad por seguir leyendo, seguiré el resto de capitulos sin duda.
July 25, 2018, 17:32
~

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