lore190 Lore Vamu

Felipe se mueve son ritmo aunque ame a Bach. Elijah no olvida las teclas aunque es su gran deseo. La ambición de Thomas no fue suficiente para lograr su sueño. El talento de Magus parece más una maldición cuando no tienes dinero. Oliver posee el poder de construir y destruir vidas. Ronald simplemente quiere ver nacer una estrella. Todos ellos se conocen en un conservatorio, todos tienen razones diferentes para encontrarse y ninguno cree en el destino.


Drama No para niños menores de 13.

#musica #drama #original #español #258 #amistad
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Encuentro

We only have one life
If it’s up to fate
I’ll etch a strategy more reliable
It’s not an illusion
Reform it until it’s clearly seen
Don’t care what
Others tell you; Game Over
No matter how many times you fall
You keep getting back up
Endless obstacles; Again & Again
Never give up this game
                     -Next generation – 2PM-


Los dedos del violinista se movían con más fuerza, la pasión que desembocaba cada una de sus notas mostraba que no solo su corazón pero también su piel, estaban impregnados de cada cuerda, acorde y sudor. La canción se acabó dejando un espacio de diez segundos antes que el auditorio acaparara los ecos del lugar con aplausos y silbidos. El joven, apretando con orgullo el violín contra su cuerpo dio varias reverencias y con una enorme sonrisa salió del escenario.


-Gran presentación- Magus, el mayor de sus amigos y uno de esos cantantes cuya voz te puede dejar sin aliento con solo dos notas en acapella acompañaba el bullicio de los demás. Felipe regresó su atención al escenario y asintió levemente –Perfectas notas y pasión, estoy seguro que Oli encontró el solista que tanto buscaba Manlow- Ambos se miraron sonrientes, no solo por la seguridad en la que Magus era capaz de utilizar ese apodo sin tener que salir corriendo por su vida; también porque ese violinista era el escape a meses de quejas sobre los bajos estándares de clásica para elegir los estudiantes. Las manos del joven se cansaron de aplaudir y tratando de alejar aquel sentimiento de plenitud que siempre tenía después de cada presentación, extendió sus brazos esperando a que la voz del presentador apagara los murmullos de la ya extraña gran audiencia que tenían los novatos de clásica. Un piano negro de cola se alzó tras las cortinas, su pintura relucía ante los reflectores; era como ver el protagonista de las mejores obras alistarse para dar su mejor monologo. Felipe se enderezó en su asiento, por fin un pianista; hacía dos años que Manlow no presentaba uno en el concierto de entrada “Todos son unos mediocres” repetía cada vez que Oliver le reclamaba por no darle la oportunidad a alguno de los novatos. Para su infortunio los murmullos se acrecentaron cuando lo que el creyó era una aparición se sentó frente al instrumento. Felipe no era de amores a primera vista, ni creía en cosas como el destino; por lo que nada de eso fue lo que le quitó el aliento en ese momento, ni tampoco lo hizo pensar en otra cosa que la falta de modales de los demás al no callarse. Era cierto que ese sujeto alto, de piel blanca, cabello castaño y rasgos juveniles era como tener un modelo de primera clase haciendo una sesión de foto junto al hermoso Steinwayn and Sonsque estaba esperando a ser tocado, pero el público se estaba impacientando al notar que después de dos minutos, lo único que había hecho era sentarse con lo que Felipe luego llamaría “Una sutil gracia” haciendo que no solo sus nervios se acrecentaran. Además, hubiera jurado que de no ser porque ese chico cayó como un costal antes de siquiera tocar un do; su vida no habría cambiado hasta el punto de desear no haber ido ese día a los recitales de entrada.

Pero… lo mejor era no adelantarse a los hechos, nada de eso pasó de la nada y las cosas tomaron rumbos inesperados porque ese desmayo haría un impacto no solo en Felipe sino la de otros más, conocidos y por conocer, también presentes ese día.

El sonido seco del cuerpo al caer junto la tosca maldición de Magus quien se paró de su asiento junto a otras cuantas personas para ver qué había pasado, le hizo pensar en esos conciertos donde después de unas tonadas suaves, el compositor cambia las notas a algo más siniestro, haciéndote sentir perdido en el universo. Bueno, Felipe no se sentía necesariamente de ese modo pero era algo próximo, ese chico pálido se había desmayado dejando a todos en un estado de incertidumbre que daba ganas de hacer una buena broma para calmar los ánimos. Incluso intentó hacerlo pero Magus se lo prohibió con una dura mirada antes de que pudiera abrir la boca. Al menos el conservatorio tendría de que hablar por una gran cantidad de tiempo y aquel sujeto se convertiría en una estrella, así solo fuera para comentar sobre como su caída había sido en un Si bemol. Felipe no entendía como su amigo tenía un oído tan agudo para saber algo así e incapaz de encontrar un tema diferente para hablar, mantuvo esa discusión durante su caminata hacía los dormitorios al ver que el concierto de entrada se había cancelado.


-¿Y si está enfermo?- Magus tomó un sorbo de una Smirnoff que había comprado después de las presentaciones -¿Y si muere?


-Pues tendremos nuestra primera leyenda urbana y Oliver se mudaría hasta la Patagonia para escapar del fantasma del piano o del escenario- Felipe le arrebató la botella y bebió con disgusto aquel cóctel para bebés –Estoy seguro que alguien saldrá con un buen nombre.


Magus lo miró de mala gana deteniéndose frente a la puerta de su habitación –Ese idiota huiría con solo saber que jugué Silent Hill en su computadora hace dos días.- Magus se detuvo frete a un edificio morado con una letra C en la entrada -Como sea, espero que ningún fantasma dañe esta inspiradora noche- su amigo le dedicó una sonrisa y Felipe juro que incluso intentó guiñar un ojo. Pero decidió ignorarlo .

-Gracias por acompañarme- El gusto del joven por la música clásica era algo que no muchos de sus compañeros compartieran; Magus era el único que le seguía la corriente, incluso siendo amante declarado del jazz, el soul y algunos cantantes pop, aunque eso último lo negara ante amenazas y juamentos. (Felipe y Oliver habían acordado después de verlo romper una cuerda de guitarra con las manos, no decir lo habían escuchado tararear algunas canciones de Harry Styles cuando creía que estaba solo). Mientras lo veía subir las escaleras, Felipe escuchaba la música salir del edificio; el chico se sentía un poco mal por alejarlo de las famosas fiestas del C para escuchar a los novatos, pero ninguno de su bloque era amante de las notas de viejos compositores y menos sus compañeros de baile, quienes en este momento estaban idolatrando a Yellow Clack. Algo no tan sorprendente cuando el grupo de danza moderna del conservatorio había entrado en las competiciones urbanas este año y el trap era uno de los ritmos obligatorios en la lista.


Todavía con su mente algo agobiada con las notas de ese violinista y el desmayo del pianista, el bailarín decidió retirarse a su guarida para disfrutar de alguna tonada. Caminando en la cálida noche de Septiembre, miró el cielo; definitivamente la noche estrellada estaba para escuchar algo complejo como Mozart, al menos eso pensaba porque cuando llegó a su habitación lo recibió una maleta desconocida y un extraño olor a bananas.

-¿Hola?


Un sujeto atlético lo recibió haciéndolo mirar de nuevo el numero de habitación. Comprobando por tercera vez que no se había equivocado y su llave era la correcta, Felipe entró en silencio sin dejar de mirar al extraño; er inevitable para él no compararlo con esos modelos que aparecen en las revistas para adolescentes, con el cabello negro, piel bronceada y perfecta, ojos oscuros y una cejas que los resaltaban a la perfección. El extraño alzó la mirada, estaba en la cama de Xifu, su otro compañero. Todavía sin apartar la mirada de aquella extraña presencia pudo notar que el chico tenía en su mano derecha un banano y en la otra un libro de filosofía; este levantó sus inquietantes ojos oscuros e intentó hacerle una pregunta (lastimosamente había olvidado de tragar antes de hacerlo). Cuando terminó de toser, recibió un vaso de agua de Felipe quien trató de hacerlo de la forma más impersonal posible: evitando todo contacto.


-¡Hola!- El sujeto sonrió tratando de calmar su tos–Mi nombre es Ronald Taylor tu nuevo roomie. El acento no era de la ciudad, así que Ronald no podía estar mintiendo. Felipe alzó las cejas impresionado; al parecer Xifu, el genio percusionista, había logrado firmar el contrato con la filarmónica de Oslo y el modelo había logrado entrar en las listas del bloque B a último minuto. Nada mal para el viejo Xifu, Felipe intentó no sentirse mal por no haber sido informado del cambio o de la increíble oportunidad de su ex-compañero, al menos con un mensaje de voz. Debía reconocer que lo que más iba a extrañar sería su extraña manía de hacer resonar sus baquetas con todo lo que encontraba; incluso en la mañana cuando terminaba golpeando su cabeza para despertarlo. Notando que el nuevo Xifu seguía mirandolo con total curiosidad, trató de dejar sus penas personales a un lado. Luego compraría un despertador.

–Felipe Castellanos, mucho gusto- No sabía desde cuando era tan cortés con los extraños y culpo el hecho de no lograr a comprender cómo un modelo había terminado en el bloque más aburrido de todo el campus.


Ronald le tendió la mano –Mucho gusto Felipe- El chico era bastante amigable cuando no tenía la boca llena, eso era algo bueno y cuando lo vio reír no tenía alguna duda que debía ser alguien de actuación. Recordó que el lugar no daba clases de modelaje. Después de una leve presentación clásica, Felipe supo que Ronald era tres años menor que él aunque su seguridad lo hacía parecer más maduro, eso lo hizo sentirse estúpido porque no lo veía como alguien que se alegrara mucho por la salida de alguna película de superhéroes o que apoyara los comentarios sarcásticos por lo que la partida de Xifu le dolió un poco más.


-¿Qué estudias?- el joven bailarín se quitó su chaqueta tratando de hacer algo diferente y no tener que pensar en su viejo roomie a quien tal vez un día iría a visitar para hacerle alguna escena sobre su partida inesperada y sin mensaje. Ya más cómodo, se sentó en su cama y revisó su teléfono olvidado desde el concierto; como raro, sus únicas llamadas perdidas era la de la loca de Claire que desde el incidente de la “poción de amor” pasó a ser “la maniática” según Anabel de quien por cierto no tenía algún mensaje. Tenía otros varios de sus compañeros y los grupos de los que no recordaba la razón de sus nombres; todos hablando sobre el extraño pianista. Trato de suprimir una carcajada cuando vio que el único diferente era de Oliver quien le había enviado una imagen de él y Magus sosteniendo unas copas de lo que parecía ser Whiskey (malditos ricachones del C). Detrás el televisor estaba encendido y percibió la imagen de “La la land” en la pantalla. Se aseguró de guardar la foto para momentos posteriores mientras agradecía estar en el edificio de los juiciosos nerds.


-Actuación y crítica musical- la voz de Ronald lo asustó, los mensajes lo habían hecho olvidar el drástico cambio en su dormitorio y se preguntó qué tan normal era el no reconocer la existencia de alguien en tan poco tiempo. Felipe notó que el chico había dejado su libro a un lado y más por vergüenza que por mostrar buenos modales este también dejó su teléfono sobre la cama.


Era la primera vez que Felipe estaba tan cerca de alguien que quería ser actor, esos siempre se acumulaban en el bloque C y algunos en el A ara tener diversión con los de clásica. Sin mucho tiempo para responder algo inteligente, dijo lo primero que se le vino a la cabeza –Pues, creo que escogiste apropiadamente tu carrera. No estas mal para ser actor –Ronald rió y el bailarín se guardó el comentario de que también era la primera vez que veía a alguien estudiar algo más ñoño que Oliver. Más por no explicar quien era y no llevar a momentos incómodos sobre información clasificada. Sin embargo, la elección de carreras le hizo entender su presencia en ese edificio, además de ver que no tenía muchas conexiones dentro del conservatorio. Después de intercambiar más que saludos, reconoció que Ronald no era del ambiente del C pues no lo veía emborrachándose con botellas caras de licor para cantar “City of Stars”. Relajándose un poco más, dejó que el aroma a bananas, las charlas esporádicas y la sorpresa de encontrarse con alguien que no despreciara su rutina de escuchar una canción antes de dormir, le hiciera olvidar por ocho horas lo sucedido en el teatro.

--

-¿Y tú eres?- Magus llegó a la mesa que Felipe y Ronald habían logrado arrebatar a los chelistas, quienes eran bastante reconocidos por su amplio vocabulario a la hora de insultar -¡Por favor Lim, ¿Con esa boca besas a tu perro?- La chelista le respondió con un gesto al cual todos fingieron indignación.


-Ronald, Magus Zabat. Magus, Ronald Taylor. Es un novato de actuación y...- Felipe dejo pasar algunos segundos para crear suspenso –crítica musical.


-¿Me estas jodiendo?- Magus se sentó tratando de encontrar un rasgo que indicara que su amigo estaba bromeando. La estúpida sonrisa del extraño le dio a entender la increíble veracidad de sus palabras. Siguiendo su apreciación silenciosa e ignorando la información que el bailarín le estaba dando del desconocido le dio un bocado a su sándwich de pollo con mayonesa, nada mejor para pasar la resaca que la grasa y la salsa–No puedo creer que alguien estudie algo más ñoño que Oli.

Un empujón lo hizo salir de su salada reflexión -¡Te lo dije!- Otro joven extraño de rasgos asiáticos y que no parecía tener la mayoría edad se sentó al lado de Magus y dándose cuenta de lo que había hecho se quedó mirándolo como si se hubiera encontrado con la mismísima reina comiendo un sandwich. Felipe no sabía si reir o inquietarse ante ese tipo de comportamiento, menos después de que le recordara la forma en la que Claire lo miraba comer cada vez que se encontraban, por lo que se quedó con la cuchara del yogurt a medio camino de su boca.


-¿Qué?- Ronald ignorante de la sorpresa de sus compañeros continuó con el desayuno, nada podría impedir que disfrutara la primera comida del día. El silencio a su pregunta lo hizo alzar la mirada de su plato. Todos se miraban como si se hubieran encontrado con algún tipo de bicho raro -¿Quién murió?


Su amigo giró su cabeza hacia él y de un salto lo agarró de su nueva camisa -Por fin hizo efecto ver tantos episodios de la dimensión desconocida- Ronald no tuvo tiempo de masticar y responder -¿Por qué estás sentado comiendo una banana con Zabat y Castellanos?- Esa pregunta no había sonado tan bien y el extraño sujeto no pudo evitar sonrojarse -¿No estoy delirando, verdad?


Es necesario aclarar en este punto que la mente de Ronald era tan sublime como para pasar con una nota perfecta los exámenes de admisión para crítica musical, además de una extraña habilidad para la toma de detalles que le hubiera permitido hacer una remarca graciosa para terminar el extraño ambiente de la mesa. Solo poseía un problema: Funciona después de algunas dosis de comida.


Su amigo abrió y cerró la boca varias veces hasta que recordó que el tonto frente a él no reaccionaba antes de dos huevos, tres panes y una leche chocolatada. Dándose cuenta de que los otros dos esperaban explicaciones para su llegada tomó las riendas de la situación –Mucho gusto Thomas Lee, un nuevo estudiante de danza- el chico miró avergonzado hacía Felipe quien intentó saludar todavía con la cuchara a medio camino.

-Así que eres del equipo de él- Magus respondió todavía extrañado por la afluencia de extraños irrespetando su dolor de cabeza. No era raro, él y Felipe eran famosos, todos los años los novatos trataban de adularlos con tal de ganar un espacio en el grupo y de vez en cuando obtener algún favor de él si eran muy estúpidos, de Felipe si en verdad tenían agallas o del “inmenso” corazón de Oliver Jones. Hasta entonces solo una persona, Anabel, con su extraño sentido del humor les había demostrado que no todos los novatos eran unos interesados. Con ella adentro, habían decido alejarse de los novatos ese año, sobretodo cuando momentos antes del concierto de entrada uno de ellos le mostró un remix con la voz de Magus y les ofreció venderla por el campus. Esta era la primera vez que algún nuevo se les acercaba en un estado de tanta confianza, por lo que Magus todavía trataba de encontrarle una razón a la presencia del modelo que todavía estaba concentrado en su comida; lo que lo llevaba a incrementar su dolor de cabeza. El solo pensar en tener a otro nerd a su alrededor le daba escalofríos, había pensado que Oliver iba a ser el único espécimen de ese tipo revoloteando a su alrededor con figuras de Star Wars y arrastrándolo a cada convención que encontraba, acompañado siempre por un Felipe que trataba de ocultar su felicidad al ver afiches de Ryan Raynolds en licra. Resumiendo su sándwich , debía aceptar que ver a su amigo tratando de encontrar palabras elocuentes para saludar al sonrojado novato era algo digno de ser grabado; divertido por la incomoda interacción de los dos chicos decidió poner a prueba a los extraños.


-También tomaré una electiva en canto- Thomas enrojeció y aclaró su garganta dejándose vencer por la vergüenza mientras miraba el plato de comida de Ronald como si alguno de los alimentos se estuviera burlando de él.


– ¡Y de los míos! Que ambicioso. Este chico me agrada- Magus sonrió dándole una palmada en la espalda; empeorando el sonrojo del chico pero mejorando su estado ánimo.


Felipe quien no era de sonrojarse mucho, se encogió de hombros al notar que su amigo ya había tomado una decisión frente a los dos extraños. Magus sabía que el bailarín no era de hablar mucho frente a desconocidos, pero sabía que después de un tiempo podía llegar a conversar de todo lo que se quisiera -¿Thomas Lee?- Magus lo llamó y este levantó la mirada asustado como si sintiera que había hecho algo malo. El cantante trató de ocultar su risa y Felipe tomó otra cucharada de yogurt en un intento de hacer lo mismo.


¿Qué dijiste?- La atención de Ronald parecía regresar al mundo real.


Thomas se dirigió a su amigo recordando la razón de su visita e ignorando los intentos de los otros en ocultar sus carcajadas – ¡El pianista de anoche! Si era Elijah, te dije que se me hacía conocido.


La información de Thomas fue lo suficientemente buena para que el actor dejara por un momento su comida -¿Si era él? ¿Qué hace en un conservatorio?


Felipe que había intentado no reír embutiéndose el resto del yogurt, reconoció ese nombre inmediatamente, tenía en sus pertenencias dos discos de ese pianista; uno de un concierto de Rachmaninoff y otro de Lizt. Como había dicho Ronald, ese chico era un genio con las teclas y no tenía alguna razón para estar en el conservatorio, ya no era un amateur.


-¿Estás diciendo que ese pianista fue el que se desmayó anoche?- Magus comió de su sándwich bastante interesado.

-¿También estabas?- La pena de Thomas desapareció al notar que el tema les estaba interesando a todos. Con un gesto de la mano los invitó a acercarse más a él.

-Aleja ese sándwich- Felipe le indicó a su amigo y este lo dejó a un lado.

-Dicen que sufrió un ataque, corren los rumores que está enfermo y que por eso fue aceptado en el conservatorio. Para que descansara de las giras.

Todos se apartaron del círculo, bastante sorprendidos con la información –Pues entonces, tenemos nueva celebridad que ahora es famoso por algo más que su talento- Magus comentó con la boca llena, ganando una mirada de furia de parte de Felipe.

--

Felipe no podía alejar de su cabeza el concierto para piano de Rachmaninoff No 2. Una obra magnifica, llena de contrastes, de vida propia. Cada sonido triste de los violines que se encuentran a la perfección con las notas fuertes de un piano que trata de hallar su propio camino; algo maravilloso que bien tocado podía dejar a cualquiera sin aliento. El bailarín lo sabía, después de escuchar la versión de Elijah había descubierto que podía dejar de respirar por minuto y medio. Todavía con su mente en otro mundo, se detuvo ante la puerta del estudio de danza. Era algo común en él llegar media hora antes al salón de prácticas, le gustaba entrenar sus músculos antes de que apareciera el resto del grupo rogando a su maestro para hacer algo de trap. Su cuerpo se erizaba solo con pensar en que algún día este accediera y le tocara sufrir las penas de un ritmo que solamente funcionaba para bailar, más no para apreciar. Volviendo a su rutina, hizo algunos estiramientos para alejarse de las maravillas del mundo clásico y adentrarse en los ritmos del hip hop, el jazz y algunas tonadas de R&B; los ritmos de ese semestre. Sin embargo, Felipe nunca notó que desde esa mañana, su rutina había cambiado y que sus deseos de adentrarse en la música que su cuerpo pedía, se vieron frustrados ante las tonadas perfectas de Debussy. El bailarín dejó sus cosas, interesado por el valiente que había logrado entrar al salón del ogro para tocar algo tan dulce como Claire de Lune. La conversación con Lee regresó a su mente cuando vio tocando con tranquilidad a ese sujeto que se había desmayado hacía unas horas frente a gran parte del conservatorio.

3 de Julio de 2018 a las 04:07 0 Reporte Insertar Seguir historia
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