javier-maldonado Javier Maldonado

El Dueño de la Verdad conoce a Darío, un Buscador de Sentido de las Cosas.


Cuento Todo público.

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El Dueño de la Verdad


-Estimado señor Dueño de la Verdad, vengo a exigirle que me entregue lo que me corresponde. Ahora. Ya. En este instante.

-¿Y qué se supone que le corresponde a Ud.?

-No menos del 5% de su poder.

-Ja, ja. No me diga. ¿Y qué más?

-Eso… y… nada más. Lo quiero ya. Ahora.

-Dígame una cosa: si yo llegara a darle lo que usted, descabelladamente, me está solicitando, ¿qué haría?

-Ese no es su problema.

-Lo es.

-No.

-Sí.

-Está bien: lo es. Después de todo, usted es el Dueño de la Verdad y no tiene sentido discutirle nada. Total, nunca saldré ganando.

-Cuénteme algo que no sepa.
(Pausa) ¿Cómo se llama usted?

-Darío.

-¿Darío qué?

-Darío Qué-Le-Importa.

-El Darío-Que-No-Tendrá-Lo-Que-Me-Pide.

-No me gusta el nombre. Muy forzado y poco pensado. Ah, y falso, muy falso. Pero sobre todo, forzado.

-Hagamos una cosa…

-¿Qué?

-Yo le doy el 0,00000000000000000001% de mi poder y Ud. no vuelve a aparecer en mi vida. Nunca. No lo quiero volver a ver. Me fastidia.

-El 2%.

-El 0,00000000000000000001% y no hay discusión. Recuerde que soy el Dueño de-

-Sí, sí, sí: el Dueño de la Verdad. Ya lo sabemos todos. No hay necesidad de andarlo recordando. ¿Sabe? Se me hace que usted tiene problemas de autoestima, como que le falta seguridad, no sé…

-¿Y a Ud. quién le dio permiso para juzgarme?

-Bah, no sabía que se necesitaba “permiso” para juzgar al resto.

-Lo necesita.

-¿Es en serio? ¿Y eso, idea de quién fue?

-Del Dueño de las Decisiones, mi jefe.

-¿Dueño de las Decisiones? No me diga, qué interesante. ¿Con qué más me va a salir ahora? ¿No me irá a decir que hay un Dueño del Futuro y un Dueño del Presente?

-Los hay. Y todos están bajo el Dueño de las Decisiones.

-¿Y qué decide él?

-Todo, hasta lo que estamos hablando ahora.

-¿Todo, así TO-DO?

-Así. Todo.

-¿En cualquier momento?

-Cuando le plazca. Todo lo que ocurre en el mundo lo decide él. Es inmortal. Atemporal. Indistinto.

-¿Le gusta presumir del vocabulario, no?

-¿A mí?

-No, zoquete, al Dueño de las Decisiones. Nah, con usted no hablo más, no me sirve para bendita la cosa.

-¿Y qué hará entonces? ¿Volver a su miserable vida?

-¿Cómo sabe Ud. que mi vida es miserable? ¿Por qué lo asume? Ah, y hablando de esto, ¿tiene Ud. permiso para juzgarme?

-De hecho, sí. Lo tengo acá. Véalo: sí existe.

-“Per-mi-so para juzgar”. Vaya, vaya… Sí ha sido cier-

-Insisto, soy el Dueño de la Verdad. Y usted ahora tiene 5 minutos para abandonar este lugar. No lo quiero volver a ver nunca. Me ha hecho perder el tiempo. Me ha hecho envejecer.

-No exagere. ¿Envejecer?

-No exagero. Envejecí.

-¿Cuánto?

-No le importa.

-Ughh, qué detestable.

-Es cierto.

-¿No puede decir una mentira? ¿Nunca?

-Nunca.

-O sea que de verdad es el Dueño de la Verdad.

-Ha descubierto el agua tibia.

-Y usted ha descubierto un chiste de hace 60 años.

-64, para ser exactos.

-Dios. Y… dígame una cosa… ¿Antes de ser el Dueño de la Verdad, Ud. arrendaba?

-No me gustan esos chistes. Y me va a disculpar, pero tengo que seguir con mi trabajo. Retírese, por favor.

-¿Trabajo? Ja. Eso no es ningún trabajo. Trabajo es el mío.

-¿Y de qué trabaja usted, David?

-Darío.

-Darío, David, cómo sea. ¿De qué trabaja?

-Soy un Buscador de Sentido de las Cosas. En coreano: 사물의 파인더 센스.

-¿Buscador de Sentido de las Cosas? ¡Válgame! Y Ud. que se burlaba de mi cargo.

-¿Sí ve? Tiene problemas de inseguridad.

-¿Sí ve? Le queda un minuto para salir.

-¿Sí ve? Se pone como niño.

-50 segundos.

-Dios, en realidad Ud. es un niño.

-45…

-¿Le ayudo a contar más rápido?

-40…

-Treinta y cinco, ¡treinta!, veinticinco…

-10…

-Hey, no se vale. Se saltó mu-

-5…

-No me voy a mover.

-Cero.

-Hola. Sigo aquí.

-¡Váyase! ¡Ya, por favor! ¡No lo soporto!

-No me iré hasta que me dé algo. Por lo menos el 2% de su poder.

-Si no se va en este momento, llamo al Dueño de las Injusticias y al Dueño de los Castigos.

-Uy, qué miedo. Mire cómo tiemblo. No me diga... y ellos vienen con los Dueños de la Mala Fortuna.

-¿Cómo sabía?

-¿Es en serio?

-Soy el Dueño de la-

-¡Baaaaaaasta! ¡Basta! Me voy. No sigamos con esto. Debo volver.

-¿A dónde?

-En realidad, iré a otro lado. Iré a buscar el Dueño de la Mentira.

-Ja. Tal cosa no existe. Es solo un mito.

-¿Qué le parece si lo traigo para que lo conozca?

-Si lo trae, le doy el 1% de mi poder.

-Si lo traigo, ya no lo necesitaré.

18 de Junio de 2015 a las 05:03 0 Reporte Insertar Seguir historia
7
Fin

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