httpsbrook Val Medina

Muchos juzgan por las apariencias que se crean; jamás se detienen a analizar cada movimiento. Nadie se detiene a detallar mis actitudes, ninguna persona nota el vacío en mi mirada; simplemente se toman la molestia de juzgarme, y bien; puede que tengan la razón en lo que dicen. No suelo mostrar mis sentimientos. Me considero una chica arrogante, irónica y despreciable. Voy por el mundo sin darle importancia a lo que ocurre a mi alrededor. Y bien, ahora les abriré las puertas para que sepan lo que es mi vida huyendo de la realidad.


Drama No para niños menores de 13.

#erótico #drama
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La mudanza.

4 de marzo de 2016.


Me levanté de mi cama con un fuerte dolor de cabeza; sintiendo una gran presión en ésta. Bajé las escaleras en dirección a la primer planta dirigiéndome a la cocina. Entré en aquel salón para buscar una bebida.


-Mierda.- Murmuré para mí misma mientras tiraba la puerta del refrigerador con fuerza al no encontrar nada.


Salí de la cocina para dirigirme nuevamente a mi habitación y al llegar allí; busqué en uno de los cajones en la mesa de noche un poco de dinero.


-¡Maldita sea!- Di un grito al aire y golpeé frustrada la pared al no tener éxito con mi búsqueda.


Mi habitación era un completo desorden por lo cuál no encontraba mi teléfono móvil. Luego de varios minutos buscando; encontré éste y entre los contactos marqué el número de mi tío; el cuál luego de tres tonos contestó:


-Buenas tardes.- Sonó la voz chillona de una chica por la bocina.


-¿Con quién hablo?- Cuestioné confundida al ni reconocer la voz.


-Brianna.-Respondió aquella.


-Necesito a mi tío.- Murmuré molesta.


No entendía el por qué me sentía así pero por alguna razón aquella chica me había sacado de quicios.


-Él se encuentra en la ducha.- Habló nuevamente y yo simplemente mantenía mi mano libre hecha puño.


-¿Usted qué tipo de relación mantiene con él?- Pregunté tratando de controlar mi tono de voz.


Seguía sin comprender por qué estaba enojada, y sin importarme lo que ella pensara; también tenía curiosidad por saber.


-Soy su novia.- Respondió ella resaltando la última palabra.


-Pues...- Iba a hablar pero una segunda voz al otro lado de la llamada me interrumpió:


-Cariño.-Era la voz de mi tío dirigiéndose a esa chica.


-Quiero hablar con él, ahora.- Murmuré prácticamente exigiendo.


No sabía exactamente qué era lo qué me ocurría; ¿Eran celos o un gran enojo por no ser la niña de sus ojos? Permanecía algo ansiosa y los segundos se hacían eternos hasta que logré escuchar un chillido de fastidio por parte de la fémina sin entender el por qué. Hasta que escuché a mi tío.


-¿Con quién hablo?- Cuestionó él con aquella voz gruesa que me hacía estremecer.


-Con Elizabeth... Necesito un favor.-Respondí calmando mi tono de voz.


-¿Qué necesitas, princesa?


Sus palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciera por completo y una amplia sonrisa se plasmara en mis labios.


-Deseo mudarme contigo.- 


Las palabras salieron sin pensarlo y casi sin darme cuenta. La realidad era que los celos invadían mi ser por completo. Mi llamada era por cuestiones de dinero pero cambió por completo al escuchar aquella voz tan chillona. Me encontraba perdida en mis pensamientos sin prestarle atención a nada hasta que nuevamente escuché la voz de mi tío:


-Denise, te acabo de preguntar algo.


Denise; mi primer nombre era siempre usado cuando no escuchaba lo que los demás decían. 


-Oh, lo sien... Si dime.- No le pediría disculpas por eso, así que logré cambiar el rumbo de mis palabras a tiempo.


-¿Por qué quieres venir conmigo?- Cuestionó con un tono de curiosidad.


Bien; ya no sabía qué decirle: debía buscar una buena excusa para que no se diera cuenta de mis celos. Luego de unos segundos, encontré la respuesta perfecta por lo cuál respondí:


- Ya estoy cansada de Port Washington, en ésta ciudad cada día del año hace frío, quiero cambiar de lugar.-Mi voz sonaba firme así que no tenía por qué preocuparme.


-¡Bebé, ya me voy!- Sonó un poco distante la voz de Brianna y rodé los ojos por el fastidio que me causaba.


-Espera un momento.- Habló mi tío dirigiéndose a mí.


Tomé asiento en el borde de mi cama en la espera de que regresara para dar continuación a nuestra conversación.


-Listo, princesa.- Dijo él dirigiéndose a mí nuevamente.


-Entonces... ¿Debo llegar allá?


-Yo iré por ti.-Respondió con aquel tono de cariño que poseía al dirigirse hacia mí.


Nueva York no quedaba tan lejos de Port Washington así que supuse que vendría en su auto.


-Perfecto. Entonces alistaré mis cosas. Te espero ésta noche en mi casa. -Sonreí para mí misma colgando la llamada sin dejarle responder.


Caminé al baño de mi habitación dejando mi teléfono sobre una mesa. Abrí la llave para dejar caer el agua tibia en la tina mientras quitaba mi ropa tirándola al suelo. Luego de que la tina estuvo llena; cerré la llave y me metí al agua relajando mi cuerpo mientras mantenía mis ojos cerrados. 


Después de varios minutos el timbre del teléfono sonó y tomé el aparato para contestar la llamada.


-Habla Elizabeth. 


-Hola, muñeca. -Dijo mi tío usando su voz grave.


-Ho -hola...-Soné nerviosa en aquel momento.


-Llamaba para decir que llego en cuatro horas.


Por los mismos nervios no entendí lo que dijo así que fruncí mi ceño algo confundida.


-¿Por qué?.. -Cuestioné aún sin entender.


-Me llamaste hace una hora... Apenas lo hiciste subí a mi auto para dirigirme a tu casa.-Respondió soltando una pequeña risa.


¡Mierda! Ya había pasado demasiado tiempo y yo no me movía de aquella tina. Suspiré con algo de pesadez sintiéndome algo estúpida.


-Pero cuando llegues debes ayudarme a terminar de empacar.


-Claro que sí, princesa. Hasta pronto.- Afirmó con un tono cariñoso en su voz.


-Hasta pronto.- Suspiré colgando la llamada y dejando el teléfono nuevamente sobre la mesa.


Apliqué un poco de jabón en mi cuerpo para luego salir de la tina envolviendo mi cuerpo en una toalla. Caminé hacia el armario buscando qué ponerme. Al tomar la lencería negra; coloqué ésta sobre mi cuerpo y apliqué un poco de crema en mi piel de tez blanca. Tomé una blusa negra y la coloqué permitiendo que resaltara mis pechos, seguido a esto; coloqué una falda del mismo tono oscuro la cual llegaba a la mitad de mis muslos y por último; acompañando las prendas; coloqué unas botas de cuero negras que llegaban a mis rodillas. Caminé al tocador aplicando delineador sobre la línea de mis pestañas resaltando el azúl de mis ojos, un poco de rímel en éstas y seguido a eso; resalté mis labios con un labial rojo.


Miré la hora en el reloj de mesa y tan sólo faltaban tres horas y media para que mi tío llegara. De verdad perdía mi tiempo arreglándome.


Fui nuevamente al baño para tomar mi teléfono móvil. Recordé que tenía una botella de vodka y una cajetilla de cigarrillos en uno de los cajones de la mesa de noche; saqué los objetos de ésta y bajé a la cocina tomando un encendedor. Salí al jardín trasero de mi casa sentándome en el césped. Observé al cielo y se podía ver cómo comenzaba a oscurecerse. Posicioné uno de los cigarrillos en mi boca para luego encenderlo dando una profunda calada dejando el encendedor sobre mis piernas. Abrí la botella de vodka dejándola en medio de mis piernas para sostenerla y así poder expulsar el humo del cigarrillo formando pequeños círculos. Luego de terminar tres de los cigarrillos y cerrar la botella con un poco de licor; caí dormida sobre el suave césped.


No tuve consentimiento del tiempo que transcurrió mientras dormía y sólo el fuerte sonido del timbre retumbó en mis oídos despertándome. Me levanté sacudiendo mis prendas y me dirigí a la puerta para abrirla. Al otro lado del umbral se encontraba mi tío con una gran sonrisa dibujada en sus labios.


-Hola, Damien.- Sonreí coqueta haciéndome a un lado para dejarle pasar.


Lo llamaba por su nombre cuando quería actuar de una manera más cercana a él.


-Hola, princesa.- Respondió a mi saludo mientras entraba y cerraba la puerta tras de él.


Caminé hacia uno de los sillones para sentarme allí esperando que él hiciera lo mismo.


-Y... ¿Ya estás lista?- Cuestionó mientras tomaba asiento junto a mí.


-Es que... Me quedé dormida.- Respondí mientras observaba sus ojos verde esmeralda.


-Entonces, vamos a tu habitación y así te ayudo. 


Mordí mi labio inferior soltando una pequeña risa con algo de picardía reflejada en la misma.


-¿Y para qué ir a mi cuarto?-Cuestioné sin perder aquel tono de picardía en mi voz.


-Para empacar tus cosas e irnos.- Respondió soltando una pequeña carcajada.


Asentí algo enojada ya que no siguió mi juego para luego caminar en dirección a mi habitación sintiendo sus pasos firmes tras de mí. Al llegar a ésta; me senté en el borde de la cama cruzando los brazos sobre mi pecho. Él cerró la puerta y se dirigió con pasos lentos en mi dirección. 


-Puedes comenzar con las cosas del baño.-Murmuré cortante observando sus ojos fijamente.


-Se dice: Por favor.- Resaltó mirándome con seriedad.


-Tú muy bien sabes que no soy así.- Dije sin darle importancia.


Tuve que bajar mi mirada ya que la manera en que él fijaba la suya en mí; lograba ponerme nerviosa y no lo permitiría en aquellos momentos.


-Eres una malcriada. - Vi que se acercó a mí mientras yo me mantenía estática.


-No me importa lo que digas o pienses de mí. - Dije algo arrogante encogiéndo mis hombros.


-¡Deja de ser así!-Da un fuerte grito hacia mí.


-¡Tú no tienes por qué gritarme!- Me levanté parándome ante él fijando mi mirada desafiante en sus ojos.


-Yo tengo todo el derecho de hacerlo.- Dice con un tono de voz más relajado.


-No, no lo tienes.- Murmuré pegando un poco más mi cuerpo a él.


-Sí, si lo tengo.- Susurró sin quitar su mirada de la mía.


Sus manos tomaron mi pequeña cintura pegando mi cuerpo por completo al suyo; en aquel instante quedé impactada por su acción dejando mi cuerpo estático. Y sin pensarlo más acerqué mi rostro al suyo rozando la comisura de nuestros labios.


-Tú no tienes ningún derecho de mandar sobre mí.- Susurré cerrando mis ojos por unos segundos.


Cuando abrí mis ojos nuevamente; noté que él mantenía la suya sobre mis labios mientras relamía los suyos lentamente. Mi respiración se aceleró y luego rodeé su cuello con mis delgados brazos. 


-Necesito hacerlo.- Susurró sobre mis labios con la respiración agitada.


-Entonces hazlo ahora.-Dije cerrando mis ojos nuevamente.


Sentí sus labios contra los míos. Eran suaves y dulces. Pocos segundos después; movió su boca contra la mía dando inicio a un lento y suave beso, el cual seguí con la misma intensidad. Luego de varios segundos en aquel momento; me separé por falta de aire dando un leve suspiro.


-Eso fue lindo.-Susurró acariciando mi cintura suavemente con la yema de sus dedos.


Ante aquellas palabras; una sonrisa se formó en la comisura de mis labios mientras atrapaba el labios interior en mis dientes halando del mismo suavemente. Llevé mi boca a la piel de su cuello y comencé a repartir lentos y suaves besos por la longitud del mismo.


-Elizabeth...-Murmuró mientras apretaba mi cadera.


-Sólo déjate llevar...- Susurré contra su piel sintiendo cómo él se estremecía.


Soltó mi cadera lentamente mientras yo bajaba el cierre de su chaqueta con algo de rapidez para luego quitar la prenda tirándola lejos.


-Te deseo. -Susurré con la respiración agitada.


Quité su camisa con desesperación permitiéndome ver su pecho de tez blanca. Él posicionó sus manos en mi delgada cintura y volvió a juntar sus dulces labios con los míos para sumergirlos en un beso lleno de pasión. Me separé de aquél beso y quité mi blusa permitiéndole ver el sostén de encaje negro. Tomé su cuerpo para llevarlo conmigo hasta recostarme en la cama con él en medio de mis piernas. Llevé mis labios a su cuello nuevamente y comencé a repartir lentos besos. El introdujo sus manos en mi falda subiéndola hasta mi cintura mientras yo intentaba deshacerme de su pantalón con deseo y desesperación. El calor recorría mi cuerpo con pequeñas corrientes que llegaban hasta mi entrepierna haciendo que mi clítoris palpitara. El deseo invadía por completo mi cuerpo y no encontraba la manera de controlarme.


-Elizabeth... No debemos...-Susurró con la respiración agitada.


-No quiero detenerme...-Murmuré bajando su pantalón.


-Esto está mal. - Dijo tratando de levantarse.


Suspiré y le permití levantarse mientras me quedaba observando el techo fijamente con frustración y enojo.


-Eres un idiota.- Dije sonriendo irónicamente y me levanté arreglando mi falda.


Tomé mi blusa y me la coloqué para luego arreglar mi cabello rubio que caía en cascada sobre mis hombros. Él arregló su ropa de igual manera y fijó su mirada en mi rostro.


-Si no fueras mi sobrina y si no tuviera novia... Créeme que estaría cumpliendo todas mis fantasías contigo.- Tomó mi barbilla y levantó mi mirada a la suya.


-No es necesario hacerlo.- Murmuré alejándome de él.


-Yo... Am... Iré a empacar las cosas.- Dijo tomando una de las maletas que habían junto al armario para dirigirse al baño.


Suspiré con pesadez tomando una maleta y abrí el armario para doblar y empacar la ropa. Media hora más tarde; mi tío salió del baño con la maleta lista y tomó otra para ayudarme con la ropa. Abrió el cajón de la ropa interior y luego de varias prendas se giró a mirarme con el ceño fruncido.


-¿Qué es esto?- Tomó un bóxer y lo tiró sobre la cama.


-Pues es un bóxer ¿No? -Dije sonriendo irónicamente.


-¿De quién?- Cuestionó con un tono poco común en su voz... Tal vez eran ¿Celos?


-Con un chico llamado Logan.- Dije encogiendo mis hombros.


-¿Es tu novio o algo así? -Dijo dado lentos pasos en mi dirección.


-No, es un chico que conocí en una fiesta y ya.


-Te completas como una puta. -Dijo enojado.


Al escuchar sus palabras ; sentí un vacío en mi pecho y aquel dolor se extendió por todo mi cuerpo. De otras personas aquellas palabras eran insignificantes, pero de él; las palabras fueron como dagas que se clavaban en mi corazón. Suspiré apretando mis manos hechas puños para evitar demostrar mi dolor.


-¿Sabes qué? Puedes llamarme como quieras.- Murmuré observando sus ojos.


-Lo... Lo lamento.-Susurró tomando mis manos.


El lamento se veía en sus ojos y en la manera en que su voz se entrecortó como si estuviera a punto de llorar. Me dolió verlo de esa manera pero no me permitiría demostrarlo.


-No me toques.- Murmuré para luego alejarme dándole la espalda.


-En verdad esa no era mi intensión. -Dijo posicionando una de sus manos en mi hombro.


Ignoré por completo sus palabras mientras terminaba de empacar algunas de las prendas. Mi mirada no tuvo contacto con la suya en ningún momento.


-Eliza... En verdad no era mi intensión. -Suspiró mientras su voz se escuchaba apenada.


-Igual, me vale lo que pienses de mí. -Encogí mis hombros ignorando su actitud.


-No actúes así, por favor...


Asentí levemente sin darle importancia a sus palabras; sabía que mis actitudes eran hirientes y arrogantes, pero así me sentía segura. 


Tomé las maletas y comencé a sacarlas hacia la planta principal. Volví a la habitación y empaque algunas fotografías, cuadernos y de más en otra maleta. Tomé mis dos guitarras bajándolas con la maleta. Al regresar; él empacaba mi maquillaje y mis zapatos en distintas maletas las cuales bajamos al terminar. Él llevó todas las cosas al auto acomodándolas en el mismo. 


Yo me mantenía sentada en el sillón mientras miraba el techo fijamente esperando que regresara.


-Ya... Debemos irnos.- Dice tomando una de mis manos.


Sin decir palabra alguna; me levanté del sofá caminando a la entrada principal; guardando las llaves de la casa en el mismo bolsillo que se encontraba el teléfono móvil. Subí al asiento del copiloto acomodándome en la silla y colocando mi cinturón de seguridad. Él subió al asiento del piloto encendiendo el auto y colocando el cinturón de seguridad. 


El silencio invadía el espacio por completo; era realmente incómodo... Insoportable diría yo.


-Eliza...- Susurró rompiendo el silencio.


-¿Qué?- Pregunté cortante.


-Te quiero...- Susurró casi inaudible.


-Am... Igual yo.- Murmuré algo incómoda.


No me era fácil demostrar mis sentimientos. De su parte escuché un pesado suspiro. Mientras mi mirada se mantenía fija en la cerretera. Sabía que tenía que aguantar cinco largas horas en un incómodo silencio pero no me iba a regresar a mi antigua casa, estaba decidida a hacer un cambio. Aproximadamente eran las tres de la madrugada y comenzaba a aclararse el cielo lentamente. 


En aquel instante supe que mi vida tendría un cambio nuevamente.

4 de marzo de 2016.


Me levanté de mi cama con un fuerte dolor de cabeza; sintiendo una gran presión en ésta. Bajé las escaleras en dirección a la primer planta dirigiéndome a la cocina. Entré en aquel salón para buscar una bebida.


-Mierda.- Murmuré para mí misma mientras tiraba la puerta del refrigerador con fuerza al no encontrar nada.


Salí de la cocina para dirigirme nuevamente a mi habitación y al llegar allí; busqué en uno de los cajones en la mesa de noche un poco de dinero.


-¡Maldita sea!- Di un grito al aire y golpeé frustrada la pared al no tener éxito con mi búsqueda.


Mi habitación era un completo desorden por lo cuál no encontraba mi teléfono móvil. Luego de varios minutos buscando; encontré éste y entre los contactos marqué el número de mi tío; el cuál luego de tres tonos contestó:


-Buenas tardes.- Sonó la voz chillona de una chica por la bocina.


-¿Con quién hablo?- Cuestioné confundida al ni reconocer la voz.


-Brianna.-Respondió aquella.


-Necesito a mi tío.- Murmuré molesta.


No entendía el por qué me sentía así pero por alguna razón aquella chica me había sacado de quicios.


-Él se encuentra en la ducha.- Habló nuevamente y yo simplemente mantenía mi mano libre hecha puño.


-¿Usted qué tipo de relación mantiene con él?- Pregunté tratando de controlar mi tono de voz.


Seguía sin comprender por qué estaba enojada, y sin importarme lo que ella pensara; también tenía curiosidad por saber.


-Soy su novia.- Respondió ella resaltando la última palabra.


-Pues...- Iba a hablar pero una segunda voz al otro lado de la llamada me interrumpió:


-Cariño.-Era la voz de mi tío dirigiéndose a esa chica.


-Quiero hablar con él, ahora.- Murmuré prácticamente exigiendo.


No sabía exactamente qué era lo qué me ocurría; ¿Eran celos o un gran enojo por no ser la niña de sus ojos? Permanecía algo ansiosa y los segundos se hacían eternos hasta que logré escuchar un chillido de fastidio por parte de la fémina sin entender el por qué. Hasta que escuché a mi tío.


-¿Con quién hablo?- Cuestionó él con aquella voz gruesa que me hacía estremecer.


-Con Elizabeth... Necesito un favor.-Respondí calmando mi tono de voz.


-¿Qué necesitas, princesa?


Sus palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciera por completo y una amplia sonrisa se plasmara en mis labios.


-Deseo mudarme contigo.- 


Las palabras salieron sin pensarlo y casi sin darme cuenta. La realidad era que los celos invadían mi ser por completo. Mi llamada era por cuestiones de dinero pero cambió por completo al escuchar aquella voz tan chillona. Me encontraba perdida en mis pensamientos sin prestarle atención a nada hasta que nuevamente escuché la voz de mi tío:


-Denise, te acabo de preguntar algo.


Denise; mi primer nombre era siempre usado cuando no escuchaba lo que los demás decían. 


-Oh, lo sien... Si dime.- No le pediría disculpas por eso, así que logré cambiar el rumbo de mis palabras a tiempo.


-¿Por qué quieres venir conmigo?- Cuestionó con un tono de curiosidad.


Bien; ya no sabía qué decirle: debía buscar una buena excusa para que no se diera cuenta de mis celos. Luego de unos segundos, encontré la respuesta perfecta por lo cuál respondí:


- Ya estoy cansada de Port Washington, en ésta ciudad cada día del año hace frío, quiero cambiar de lugar.-Mi voz sonaba firme así que no tenía por qué preocuparme.


-¡Bebé, ya me voy!- Sonó un poco distante la voz de Brianna y rodé los ojos por el fastidio que me causaba.


-Espera un momento.- Habló mi tío dirigiéndose a mí.


Tomé asiento en el borde de mi cama en la espera de que regresara para dar continuación a nuestra conversación.


-Listo, princesa.- Dijo él dirigiéndose a mí nuevamente.


-Entonces... ¿Debo llegar allá?


-Yo iré por ti.-Respondió con aquel tono de cariño que poseía al dirigirse hacia mí.


Nueva York no quedaba tan lejos de Port Washington así que supuse que vendría en su auto.


-Perfecto. Entonces alistaré mis cosas. Te espero ésta noche en mi casa. -Sonreí para mí misma colgando la llamada sin dejarle responder.


Caminé al baño de mi habitación dejando mi teléfono sobre una mesa. Abrí la llave para dejar caer el agua tibia en la tina mientras quitaba mi ropa tirándola al suelo. Luego de que la tina estuvo llena; cerré la llave y me metí al agua relajando mi cuerpo mientras mantenía mis ojos cerrados. 


Después de varios minutos el timbre del teléfono sonó y tomé el aparato para contestar la llamada.


-Habla Elizabeth. 


-Hola, muñeca. -Dijo mi tío usando su voz grave.


-Ho -hola...-Soné nerviosa en aquel momento.


-Llamaba para decir que llego en cuatro horas.


Por los mismos nervios no entendí lo que dijo así que fruncí mi ceño algo confundida.


-¿Por qué?.. -Cuestioné aún sin entender.


-Me llamaste hace una hora... Apenas lo hiciste subí a mi auto para dirigirme a tu casa.-Respondió soltando una pequeña risa.


¡Mierda! Ya había pasado demasiado tiempo y yo no me movía de aquella tina. Suspiré con algo de pesadez sintiéndome algo estúpida.


-Pero cuando llegues debes ayudarme a terminar de empacar.


-Claro que sí, princesa. Hasta pronto.- Afirmó con un tono cariñoso en su voz.


-Hasta pronto.- Suspiré colgando la llamada y dejando el teléfono nuevamente sobre la mesa.


Apliqué un poco de jabón en mi cuerpo para luego salir de la tina envolviendo mi cuerpo en una toalla. Caminé hacia el armario buscando qué ponerme. Al tomar la lencería negra; coloqué ésta sobre mi cuerpo y apliqué un poco de crema en mi piel de tez blanca. Tomé una blusa negra y la coloqué permitiendo que resaltara mis pechos, seguido a esto; coloqué una falda del mismo tono oscuro la cual llegaba a la mitad de mis muslos y por último; acompañando las prendas; coloqué unas botas de cuero negras que llegaban a mis rodillas. Caminé al tocador aplicando delineador sobre la línea de mis pestañas resaltando el azúl de mis ojos, un poco de rímel en éstas y seguido a eso; resalté mis labios con un labial rojo.


Miré la hora en el reloj de mesa y tan sólo faltaban tres horas y media para que mi tío llegara. De verdad perdía mi tiempo arreglándome.


Fui nuevamente al baño para tomar mi teléfono móvil. Recordé que tenía una botella de vodka y una cajetilla de cigarrillos en uno de los cajones de la mesa de noche; saqué los objetos de ésta y bajé a la cocina tomando un encendedor. Salí al jardín trasero de mi casa sentándome en el césped. Observé al cielo y se podía ver cómo comenzaba a oscurecerse. Posicioné uno de los cigarrillos en mi boca para luego encenderlo dando una profunda calada dejando el encendedor sobre mis piernas. Abrí la botella de vodka dejándola en medio de mis piernas para sostenerla y así poder expulsar el humo del cigarrillo formando pequeños círculos. Luego de terminar tres de los cigarrillos y cerrar la botella con un poco de licor; caí dormida sobre el suave césped.


No tuve consentimiento del tiempo que transcurrió mientras dormía y sólo el fuerte sonido del timbre retumbó en mis oídos despertándome. Me levanté sacudiendo mis prendas y me dirigí a la puerta para abrirla. Al otro lado del umbral se encontraba mi tío con una gran sonrisa dibujada en sus labios.


-Hola, Damien.- Sonreí coqueta haciéndome a un lado para dejarle pasar.


Lo llamaba por su nombre cuando quería actuar de una manera más cercana a él.


-Hola, princesa.- Respondió a mi saludo mientras entraba y cerraba la puerta tras de él.


Caminé hacia uno de los sillones para sentarme allí esperando que él hiciera lo mismo.


-Y... ¿Ya estás lista?- Cuestionó mientras tomaba asiento junto a mí.


-Es que... Me quedé dormida.- Respondí mientras observaba sus ojos verde esmeralda.


-Entonces, vamos a tu habitación y así te ayudo. 


Mordí mi labio inferior soltando una pequeña risa con algo de picardía reflejada en la misma.


-¿Y para qué ir a mi cuarto?-Cuestioné sin perder aquel tono de picardía en mi voz.


-Para empacar tus cosas e irnos.- Respondió soltando una pequeña carcajada.


Asentí algo enojada ya que no siguió mi juego para luego caminar en dirección a mi habitación sintiendo sus pasos firmes tras de mí. Al llegar a ésta; me senté en el borde de la cama cruzando los brazos sobre mi pecho. Él cerró la puerta y se dirigió con pasos lentos en mi dirección. 


-Puedes comenzar con las cosas del baño.-Murmuré cortante observando sus ojos fijamente.


-Se dice: Por favor.- Resaltó mirándome con seriedad.


-Tú muy bien sabes que no soy así.- Dije sin darle importancia.


Tuve que bajar mi mirada ya que la manera en que él fijaba la suya en mí; lograba ponerme nerviosa y no lo permitiría en aquellos momentos.


-Eres una malcriada. - Vi que se acercó a mí mientras yo me mantenía estática.


-No me importa lo que digas o pienses de mí. - Dije algo arrogante encogiéndo mis hombros.


-¡Deja de ser así!-Da un fuerte grito hacia mí.


-¡Tú no tienes por qué gritarme!- Me levanté parándome ante él fijando mi mirada desafiante en sus ojos.


-Yo tengo todo el derecho de hacerlo.- Dice con un tono de voz más relajado.


-No, no lo tienes.- Murmuré pegando un poco más mi cuerpo a él.


-Sí, si lo tengo.- Susurró sin quitar su mirada de la mía.


Sus manos tomaron mi pequeña cintura pegando mi cuerpo por completo al suyo; en aquel instante quedé impactada por su acción dejando mi cuerpo estático. Y sin pensarlo más acerqué mi rostro al suyo rozando la comisura de nuestros labios.


-Tú no tienes ningún derecho de mandar sobre mí.- Susurré cerrando mis ojos por unos segundos.


Cuando abrí mis ojos nuevamente; noté que él mantenía la suya sobre mis labios mientras relamía los suyos lentamente. Mi respiración se aceleró y luego rodeé su cuello con mis delgados brazos. 


-Necesito hacerlo.- Susurró sobre mis labios con la respiración agitada.


-Entonces hazlo ahora.-Dije cerrando mis ojos nuevamente.


Sentí sus labios contra los míos. Eran suaves y dulces. Pocos segundos después; movió su boca contra la mía dando inicio a un lento y suave beso, el cual seguí con la misma intensidad. Luego de varios segundos en aquel momento; me separé por falta de aire dando un leve suspiro.


-Eso fue lindo.-Susurró acariciando mi cintura suavemente con la yema de sus dedos.


Ante aquellas palabras; una sonrisa se formó en la comisura de mis labios mientras atrapaba el labios interior en mis dientes halando del mismo suavemente. Llevé mi boca a la piel de su cuello y comencé a repartir lentos y suaves besos por la longitud del mismo.


-Elizabeth...-Murmuró mientras apretaba mi cadera.


-Sólo déjate llevar...- Susurré contra su piel sintiendo cómo él se estremecía.


Soltó mi cadera lentamente mientras yo bajaba el cierre de su chaqueta con algo de rapidez para luego quitar la prenda tirándola lejos.


-Te deseo. -Susurré con la respiración agitada.


Quité su camisa con desesperación permitiéndome ver su pecho de tez blanca. Él posicionó sus manos en mi delgada cintura y volvió a juntar sus dulces labios con los míos para sumergirlos en un beso lleno de pasión. Me separé de aquél beso y quité mi blusa permitiéndole ver el sostén de encaje negro. Tomé su cuerpo para llevarlo conmigo hasta recostarme en la cama con él en medio de mis piernas. Llevé mis labios a su cuello nuevamente y comencé a repartir lentos besos. El introdujo sus manos en mi falda subiéndola hasta mi cintura mientras yo intentaba deshacerme de su pantalón con deseo y desesperación. El calor recorría mi cuerpo con pequeñas corrientes que llegaban hasta mi entrepierna haciendo que mi clítoris palpitara. El deseo invadía por completo mi cuerpo y no encontraba la manera de controlarme.


-Elizabeth... No debemos...-Susurró con la respiración agitada.


-No quiero detenerme...-Murmuré bajando su pantalón.


-Esto está mal. - Dijo tratando de levantarse.


Suspiré y le permití levantarse mientras me quedaba observando el techo fijamente con frustración y enojo.


-Eres un idiota.- Dije sonriendo irónicamente y me levanté arreglando mi falda.


Tomé mi blusa y me la coloqué para luego arreglar mi cabello rubio que caía en cascada sobre mis hombros. Él arregló su ropa de igual manera y fijó su mirada en mi rostro.


-Si no fueras mi sobrina y si no tuviera novia... Créeme que estaría cumpliendo todas mis fantasías contigo.- Tomó mi barbilla y levantó mi mirada a la suya.


-No es necesario hacerlo.- Murmuré alejándome de él.


-Yo... Am... Iré a empacar las cosas.- Dijo tomando una de las maletas que habían junto al armario para dirigirse al baño.


Suspiré con pesadez tomando una maleta y abrí el armario para doblar y empacar la ropa. Media hora más tarde; mi tío salió del baño con la maleta lista y tomó otra para ayudarme con la ropa. Abrió el cajón de la ropa interior y luego de varias prendas se giró a mirarme con el ceño fruncido.


-¿Qué es esto?- Tomó un bóxer y lo tiró sobre la cama.


-Pues es un bóxer ¿No? -Dije sonriendo irónicamente.


-¿De quién?- Cuestionó con un tono poco común en su voz... Tal vez eran ¿Celos?


-Con un chico llamado Logan.- Dije encogiendo mis hombros.


-¿Es tu novio o algo así? -Dijo dado lentos pasos en mi dirección.


-No, es un chico que conocí en una fiesta y ya.


-Te completas como una puta. -Dijo enojado.


Al escuchar sus palabras ; sentí un vacío en mi pecho y aquel dolor se extendió por todo mi cuerpo. De otras personas aquellas palabras eran insignificantes, pero de él; las palabras fueron como dagas que se clavaban en mi corazón. Suspiré apretando mis manos hechas puños para evitar demostrar mi dolor.


-¿Sabes qué? Puedes llamarme como quieras.- Murmuré observando sus ojos.


-Lo... Lo lamento.-Susurró tomando mis manos.


El lamento se veía en sus ojos y en la manera en que su voz se entrecortó como si estuviera a punto de llorar. Me dolió verlo de esa manera pero no me permitiría demostrarlo.


-No me toques.- Murmuré para luego alejarme dándole la espalda.


-En verdad esa no era mi intensión. -Dijo posicionando una de sus manos en mi hombro.


Ignoré por completo sus palabras mientras terminaba de empacar algunas de las prendas. Mi mirada no tuvo contacto con la suya en ningún momento.


-Eliza... En verdad no era mi intensión. -Suspiró mientras su voz se escuchaba apenada.


-Igual, me vale lo que pienses de mí. -Encogí mis hombros ignorando su actitud.


-No actúes así, por favor...


Asentí levemente sin darle importancia a sus palabras; sabía que mis actitudes eran hirientes y arrogantes, pero así me sentía segura. 


Tomé las maletas y comencé a sacarlas hacia la planta principal. Volví a la habitación y empaque algunas fotografías, cuadernos y de más en otra maleta. Tomé mis dos guitarras bajándolas con la maleta. Al regresar; él empacaba mi maquillaje y mis zapatos en distintas maletas las cuales bajamos al terminar. Él llevó todas las cosas al auto acomodándolas en el mismo. 


Yo me mantenía sentada en el sillón mientras miraba el techo fijamente esperando que regresara.


-Ya... Debemos irnos.- Dice tomando una de mis manos.


Sin decir palabra alguna; me levanté del sofá caminando a la entrada principal; guardando las llaves de la casa en el mismo bolsillo que se encontraba el teléfono móvil. Subí al asiento del copiloto acomodándome en la silla y colocando mi cinturón de seguridad. Él subió al asiento del piloto encendiendo el auto y colocando el cinturón de seguridad. 


El silencio invadía el espacio por completo; era realmente incómodo... Insoportable diría yo.


-Eliza...- Susurró rompiendo el silencio.


-¿Qué?- Pregunté cortante.


-Te quiero...- Susurró casi inaudible.


-Am... Igual yo.- Murmuré algo incómoda.


No me era fácil demostrar mis sentimientos. De su parte escuché un pesado suspiro. Mientras mi mirada se mantenía fija en la cerretera. Sabía que tenía que aguantar cinco largas horas en un incómodo silencio pero no me iba a regresar a mi antigua casa, estaba decidida a hacer un cambio. Aproximadamente eran las tres de la madrugada y comenzaba a aclararse el cielo lentamente. 


En aquel instante supe que mi vida tendría un cambio nuevamente.

4 de marzo de 2016.


Me levanté de mi cama con un fuerte dolor de cabeza; sintiendo una gran presión en ésta. Bajé las escaleras en dirección a la primer planta dirigiéndome a la cocina. Entré en aquel salón para buscar una bebida.


-Mierda.- Murmuré para mí misma mientras tiraba la puerta del refrigerador con fuerza al no encontrar nada.


Salí de la cocina para dirigirme nuevamente a mi habitación y al llegar allí; busqué en uno de los cajones en la mesa de noche un poco de dinero.


-¡Maldita sea!- Di un grito al aire y golpeé frustrada la pared al no tener éxito con mi búsqueda.


Mi habitación era un completo desorden por lo cuál no encontraba mi teléfono móvil. Luego de varios minutos buscando; encontré éste y entre los contactos marqué el número de mi tío; el cuál luego de tres tonos contestó:


-Buenas tardes.- Sonó la voz chillona de una chica por la bocina.


-¿Con quién hablo?- Cuestioné confundida al ni reconocer la voz.


-Brianna.-Respondió aquella.


-Necesito a mi tío.- Murmuré molesta.


No entendía el por qué me sentía así pero por alguna razón aquella chica me había sacado de quicios.


-Él se encuentra en la ducha.- Habló nuevamente y yo simplemente mantenía mi mano libre hecha puño.


-¿Usted qué tipo de relación mantiene con él?- Pregunté tratando de controlar mi tono de voz.


Seguía sin comprender por qué estaba enojada, y sin importarme lo que ella pensara; también tenía curiosidad por saber.


-Soy su novia.- Respondió ella resaltando la última palabra.


-Pues...- Iba a hablar pero una segunda voz al otro lado de la llamada me interrumpió:


-Cariño.-Era la voz de mi tío dirigiéndose a esa chica.


-Quiero hablar con él, ahora.- Murmuré prácticamente exigiendo.


No sabía exactamente qué era lo qué me ocurría; ¿Eran celos o un gran enojo por no ser la niña de sus ojos? Permanecía algo ansiosa y los segundos se hacían eternos hasta que logré escuchar un chillido de fastidio por parte de la fémina sin entender el por qué. Hasta que escuché a mi tío.


-¿Con quién hablo?- Cuestionó él con aquella voz gruesa que me hacía estremecer.


-Con Elizabeth... Necesito un favor.-Respondí calmando mi tono de voz.


-¿Qué necesitas, princesa?


Sus palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciera por completo y una amplia sonrisa se plasmara en mis labios.


-Deseo mudarme contigo.- 


Las palabras salieron sin pensarlo y casi sin darme cuenta. La realidad era que los celos invadían mi ser por completo. Mi llamada era por cuestiones de dinero pero cambió por completo al escuchar aquella voz tan chillona. Me encontraba perdida en mis pensamientos sin prestarle atención a nada hasta que nuevamente escuché la voz de mi tío:


-Denise, te acabo de preguntar algo.


Denise; mi primer nombre era siempre usado cuando no escuchaba lo que los demás decían. 


-Oh, lo sien... Si dime.- No le pediría disculpas por eso, así que logré cambiar el rumbo de mis palabras a tiempo.


-¿Por qué quieres venir conmigo?- Cuestionó con un tono de curiosidad.


Bien; ya no sabía qué decirle: debía buscar una buena excusa para que no se diera cuenta de mis celos. Luego de unos segundos, encontré la respuesta perfecta por lo cuál respondí:


- Ya estoy cansada de Port Washington, en ésta ciudad cada día del año hace frío, quiero cambiar de lugar.-Mi voz sonaba firme así que no tenía por qué preocuparme.


-¡Bebé, ya me voy!- Sonó un poco distante la voz de Brianna y rodé los ojos por el fastidio que me causaba.


-Espera un momento.- Habló mi tío dirigiéndose a mí.


Tomé asiento en el borde de mi cama en la espera de que regresara para dar continuación a nuestra conversación.


-Listo, princesa.- Dijo él dirigiéndose a mí nuevamente.


-Entonces... ¿Debo llegar allá?


-Yo iré por ti.-Respondió con aquel tono de cariño que poseía al dirigirse hacia mí.


Nueva York no quedaba tan lejos de Port Washington así que supuse que vendría en su auto.


-Perfecto. Entonces alistaré mis cosas. Te espero ésta noche en mi casa. -Sonreí para mí misma colgando la llamada sin dejarle responder.


Caminé al baño de mi habitación dejando mi teléfono sobre una mesa. Abrí la llave para dejar caer el agua tibia en la tina mientras quitaba mi ropa tirándola al suelo. Luego de que la tina estuvo llena; cerré la llave y me metí al agua relajando mi cuerpo mientras mantenía mis ojos cerrados. 


Después de varios minutos el timbre del teléfono sonó y tomé el aparato para contestar la llamada.


-Habla Elizabeth. 


-Hola, muñeca. -Dijo mi tío usando su voz grave.


-Ho -hola...-Soné nerviosa en aquel momento.


-Llamaba para decir que llego en cuatro horas.


Por los mismos nervios no entendí lo que dijo así que fruncí mi ceño algo confundida.


-¿Por qué?.. -Cuestioné aún sin entender.


-Me llamaste hace una hora... Apenas lo hiciste subí a mi auto para dirigirme a tu casa.-Respondió soltando una pequeña risa.


¡Mierda! Ya había pasado demasiado tiempo y yo no me movía de aquella tina. Suspiré con algo de pesadez sintiéndome algo estúpida.


-Pero cuando llegues debes ayudarme a terminar de empacar.


-Claro que sí, princesa. Hasta pronto.- Afirmó con un tono cariñoso en su voz.


-Hasta pronto.- Suspiré colgando la llamada y dejando el teléfono nuevamente sobre la mesa.


Apliqué un poco de jabón en mi cuerpo para luego salir de la tina envolviendo mi cuerpo en una toalla. Caminé hacia el armario buscando qué ponerme. Al tomar la lencería negra; coloqué ésta sobre mi cuerpo y apliqué un poco de crema en mi piel de tez blanca. Tomé una blusa negra y la coloqué permitiendo que resaltara mis pechos, seguido a esto; coloqué una falda del mismo tono oscuro la cual llegaba a la mitad de mis muslos y por último; acompañando las prendas; coloqué unas botas de cuero negras que llegaban a mis rodillas. Caminé al tocador aplicando delineador sobre la línea de mis pestañas resaltando el azúl de mis ojos, un poco de rímel en éstas y seguido a eso; resalté mis labios con un labial rojo.


Miré la hora en el reloj de mesa y tan sólo faltaban tres horas y media para que mi tío llegara. De verdad perdía mi tiempo arreglándome.


Fui nuevamente al baño para tomar mi teléfono móvil. Recordé que tenía una botella de vodka y una cajetilla de cigarrillos en uno de los cajones de la mesa de noche; saqué los objetos de ésta y bajé a la cocina tomando un encendedor. Salí al jardín trasero de mi casa sentándome en el césped. Observé al cielo y se podía ver cómo comenzaba a oscurecerse. Posicioné uno de los cigarrillos en mi boca para luego encenderlo dando una profunda calada dejando el encendedor sobre mis piernas. Abrí la botella de vodka dejándola en medio de mis piernas para sostenerla y así poder expulsar el humo del cigarrillo formando pequeños círculos. Luego de terminar tres de los cigarrillos y cerrar la botella con un poco de licor; caí dormida sobre el suave césped.


No tuve consentimiento del tiempo que transcurrió mientras dormía y sólo el fuerte sonido del timbre retumbó en mis oídos despertándome. Me levanté sacudiendo mis prendas y me dirigí a la puerta para abrirla. Al otro lado del umbral se encontraba mi tío con una gran sonrisa dibujada en sus labios.


-Hola, Damien.- Sonreí coqueta haciéndome a un lado para dejarle pasar.


Lo llamaba por su nombre cuando quería actuar de una manera más cercana a él.


-Hola, princesa.- Respondió a mi saludo mientras entraba y cerraba la puerta tras de él.


Caminé hacia uno de los sillones para sentarme allí esperando que él hiciera lo mismo.


-Y... ¿Ya estás lista?- Cuestionó mientras tomaba asiento junto a mí.


-Es que... Me quedé dormida.- Respondí mientras observaba sus ojos verde esmeralda.


-Entonces, vamos a tu habitación y así te ayudo. 


Mordí mi labio inferior soltando una pequeña risa con algo de picardía reflejada en la misma.


-¿Y para qué ir a mi cuarto?-Cuestioné sin perder aquel tono de picardía en mi voz.


-Para empacar tus cosas e irnos.- Respondió soltando una pequeña carcajada.


Asentí algo enojada ya que no siguió mi juego para luego caminar en dirección a mi habitación sintiendo sus pasos firmes tras de mí. Al llegar a ésta; me senté en el borde de la cama cruzando los brazos sobre mi pecho. Él cerró la puerta y se dirigió con pasos lentos en mi dirección. 


-Puedes comenzar con las cosas del baño.-Murmuré cortante observando sus ojos fijamente.


-Se dice: Por favor.- Resaltó mirándome con seriedad.


-Tú muy bien sabes que no soy así.- Dije sin darle importancia.


Tuve que bajar mi mirada ya que la manera en que él fijaba la suya en mí; lograba ponerme nerviosa y no lo permitiría en aquellos momentos.


-Eres una malcriada. - Vi que se acercó a mí mientras yo me mantenía estática.


-No me importa lo que digas o pienses de mí. - Dije algo arrogante encogiéndo mis hombros.


-¡Deja de ser así!-Da un fuerte grito hacia mí.


-¡Tú no tienes por qué gritarme!- Me levanté parándome ante él fijando mi mirada desafiante en sus ojos.


-Yo tengo todo el derecho de hacerlo.- Dice con un tono de voz más relajado.


-No, no lo tienes.- Murmuré pegando un poco más mi cuerpo a él.


-Sí, si lo tengo.- Susurró sin quitar su mirada de la mía.


Sus manos tomaron mi pequeña cintura pegando mi cuerpo por completo al suyo; en aquel instante quedé impactada por su acción dejando mi cuerpo estático. Y sin pensarlo más acerqué mi rostro al suyo rozando la comisura de nuestros labios.


-Tú no tienes ningún derecho de mandar sobre mí.- Susurré cerrando mis ojos por unos segundos.


Cuando abrí mis ojos nuevamente; noté que él mantenía la suya sobre mis labios mientras relamía los suyos lentamente. Mi respiración se aceleró y luego rodeé su cuello con mis delgados brazos. 


-Necesito hacerlo.- Susurró sobre mis labios con la respiración agitada.


-Entonces hazlo ahora.-Dije cerrando mis ojos nuevamente.


Sentí sus labios contra los míos. Eran suaves y dulces. Pocos segundos después; movió su boca contra la mía dando inicio a un lento y suave beso, el cual seguí con la misma intensidad. Luego de varios segundos en aquel momento; me separé por falta de aire dando un leve suspiro.


-Eso fue lindo.-Susurró acariciando mi cintura suavemente con la yema de sus dedos.


Ante aquellas palabras; una sonrisa se formó en la comisura de mis labios mientras atrapaba el labios interior en mis dientes halando del mismo suavemente. Llevé mi boca a la piel de su cuello y comencé a repartir lentos y suaves besos por la longitud del mismo.


-Elizabeth...-Murmuró mientras apretaba mi cadera.


-Sólo déjate llevar...- Susurré contra su piel sintiendo cómo él se estremecía.


Soltó mi cadera lentamente mientras yo bajaba el cierre de su chaqueta con algo de rapidez para luego quitar la prenda tirándola lejos.


-Te deseo. -Susurré con la respiración agitada.


Quité su camisa con desesperación permitiéndome ver su pecho de tez blanca. Él posicionó sus manos en mi delgada cintura y volvió a juntar sus dulces labios con los míos para sumergirlos en un beso lleno de pasión. Me separé de aquél beso y quité mi blusa permitiéndole ver el sostén de encaje negro. Tomé su cuerpo para llevarlo conmigo hasta recostarme en la cama con él en medio de mis piernas. Llevé mis labios a su cuello nuevamente y comencé a repartir lentos besos. El introdujo sus manos en mi falda subiéndola hasta mi cintura mientras yo intentaba deshacerme de su pantalón con deseo y desesperación. El calor recorría mi cuerpo con pequeñas corrientes que llegaban hasta mi entrepierna haciendo que mi clítoris palpitara. El deseo invadía por completo mi cuerpo y no encontraba la manera de controlarme.


-Elizabeth... No debemos...-Susurró con la respiración agitada.


-No quiero detenerme...-Murmuré bajando su pantalón.


-Esto está mal. - Dijo tratando de levantarse.


Suspiré y le permití levantarse mientras me quedaba observando el techo fijamente con frustración y enojo.


-Eres un idiota.- Dije sonriendo irónicamente y me levanté arreglando mi falda.


Tomé mi blusa y me la coloqué para luego arreglar mi cabello rubio que caía en cascada sobre mis hombros. Él arregló su ropa de igual manera y fijó su mirada en mi rostro.


-Si no fueras mi sobrina y si no tuviera novia... Créeme que estaría cumpliendo todas mis fantasías contigo.- Tomó mi barbilla y levantó mi mirada a la suya.


-No es necesario hacerlo.- Murmuré alejándome de él.


-Yo... Am... Iré a empacar las cosas.- Dijo tomando una de las maletas que habían junto al armario para dirigirse al baño.


Suspiré con pesadez tomando una maleta y abrí el armario para doblar y empacar la ropa. Media hora más tarde; mi tío salió del baño con la maleta lista y tomó otra para ayudarme con la ropa. Abrió el cajón de la ropa interior y luego de varias prendas se giró a mirarme con el ceño fruncido.


-¿Qué es esto?- Tomó un bóxer y lo tiró sobre la cama.


-Pues es un bóxer ¿No? -Dije sonriendo irónicamente.


-¿De quién?- Cuestionó con un tono poco común en su voz... Tal vez eran ¿Celos?


-Con un chico llamado Logan.- Dije encogiendo mis hombros.


-¿Es tu novio o algo así? -Dijo dado lentos pasos en mi dirección.


-No, es un chico que conocí en una fiesta y ya.


-Te completas como una puta. -Dijo enojado.


Al escuchar sus palabras ; sentí un vacío en mi pecho y aquel dolor se extendió por todo mi cuerpo. De otras personas aquellas palabras eran insignificantes, pero de él; las palabras fueron como dagas que se clavaban en mi corazón. Suspiré apretando mis manos hechas puños para evitar demostrar mi dolor.


-¿Sabes qué? Puedes llamarme como quieras.- Murmuré observando sus ojos.


-Lo... Lo lamento.-Susurró tomando mis manos.


El lamento se veía en sus ojos y en la manera en que su voz se entrecortó como si estuviera a punto de llorar. Me dolió verlo de esa manera pero no me permitiría demostrarlo.


-No me toques.- Murmuré para luego alejarme dándole la espalda.


-En verdad esa no era mi intensión. -Dijo posicionando una de sus manos en mi hombro.


Ignoré por completo sus palabras mientras terminaba de empacar algunas de las prendas. Mi mirada no tuvo contacto con la suya en ningún momento.


-Eliza... En verdad no era mi intensión. -Suspiró mientras su voz se escuchaba apenada.


-Igual, me vale lo que pienses de mí. -Encogí mis hombros ignorando su actitud.


-No actúes así, por favor...


Asentí levemente sin darle importancia a sus palabras; sabía que mis actitudes eran hirientes y arrogantes, pero así me sentía segura. 


Tomé las maletas y comencé a sacarlas hacia la planta principal. Volví a la habitación y empaque algunas fotografías, cuadernos y de más en otra maleta. Tomé mis dos guitarras bajándolas con la maleta. Al regresar; él empacaba mi maquillaje y mis zapatos en distintas maletas las cuales bajamos al terminar. Él llevó todas las cosas al auto acomodándolas en el mismo. 


Yo me mantenía sentada en el sillón mientras miraba el techo fijamente esperando que regresara.


-Ya... Debemos irnos.- Dice tomando una de mis manos.


Sin decir palabra alguna; me levanté del sofá caminando a la entrada principal; guardando las llaves de la casa en el mismo bolsillo que se encontraba el teléfono móvil. Subí al asiento del copiloto acomodándome en la silla y colocando mi cinturón de seguridad. Él subió al asiento del piloto encendiendo el auto y colocando el cinturón de seguridad. 


El silencio invadía el espacio por completo; era realmente incómodo... Insoportable diría yo.


-Eliza...- Susurró rompiendo el silencio.


-¿Qué?- Pregunté cortante.


-Te quiero...- Susurró casi inaudible.


-Am... Igual yo.- Murmuré algo incómoda.


No me era fácil demostrar mis sentimientos. De su parte escuché un pesado suspiro. Mientras mi mirada se mantenía fija en la cerretera. Sabía que tenía que aguantar cinco largas horas en un incómodo silencio pero no me iba a regresar a mi antigua casa, estaba decidida a hacer un cambio. Aproximadamente eran las tres de la madrugada y comenzaba a aclararse el cielo lentamente. 


En aquel instante supe que mi vida tendría un cambio nuevamente.


19 de Junio de 2018 a las 05:37 1 Reporte Insertar Seguir historia
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