Han sido días muy complicados, la he recordado mucho y aún duele el corazón. Pero a su vez sé que debo soltarla, dejarla ir y continuar con mi vida. Pero el día de hoy, al intentar hacer mi vida normalmente dos voces empezaron a discutir.
— La amaba, fue la primera chica a quien amé —dijo una voz temblorosa
— No la amabas, te ilusionaste y amabas sentir compañía —respondió otra voz similar a la anterior pero más fuerte, más enérgica
— Puede ser, pero amaba su compañía, solo date cuenta, por ella hice tantas cosas
— Por cada una siempre haces cosas nuevas, pero con ella fueron más cosas porque fue más tiempo
— Con ella hice todo de corazón
— ¿Seguro?
— Si, o al menos eso creo, además siempre busque apoyarla
— ¿Y ella te apoyaba?
— Si
— No lo creo, ¿Recuerdas cuando te decía que tú dabas más por ella? Ella te retaba a que menciones las cosas que aportaba en tu vida
— Si, solía decirle que ella aportaba más de lo que creía, que me había hecho sentir amado y que me había dado confianza en mí mismo
— ¿Y aún lo crees así?
— Pues no lo sé, ahora sé que nunca hizo algo en el que de todo de sí, nunca quiso realmente luchar por lo nuestro. A estas alturas no sé si me amó; además, toda la confianza que me dio fue basada en ese amor.
— Recuerda que tampoco te sentiste apoyado por ella, ¿Qué solías pensar al respecto?
— Que cada vez que la necesitaba ella no estaba
— Y dime algo, ¿te sentiste valorado?
— Pues en un principio no tanto, ella dudó si estar conmigo o con otro; después creo que si me valoró muchísimo, y fue algo muy hermoso; y al finalizar, no me valoró para absolutamente nada, le era indiferente lo que haga o no, y todo lo veía como si fuera una obligación mía
— ¿Y crees que eso es justo para ti?
— Pues no
— Además en el fondo siempre supiste que ella no era para ti, pero al verte tan involucrado quisiste que sea novelesco, que tu primera pareja formal sea con quien te quedaras para toda la vida
— Era una idea maravillosa, pero lastimosamente no fue así, aun así decidía amarla, o al menos quererla, todos los días
— Pero ella decidió dejar de hacerlo
— Pero yo no pude hacerlo. Recuerdo nuestro aniversario, le lleve una docena de rosas, entre la cual escondí una flor de plástico, y le dije que la iba a amar hasta que la última de esas rosas se marchitara
— Pues es algo que por tu bien lo tienes que dejar
— Lo sé, pero es complicado aún
— Dime la verdad, ¿La amabas?
— No, pero llegue a enlazarme mucho con ella
— Pues es hora de romper esos lazos. Por tu bien
— Lo sé
— ¿Entonces qué esperas?
Un silencio invadió mi mente por unos segundos, y esa voz que hasta entonces sonaba temblorosa respondió de una manera segura
— A que se marchite la última rosa
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