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LUZ BLANCA

No me había sentido intimidada por las luces blancas del parque como esa noche, solo sé que en las luces cálidas me siento más cómoda, pero no, esta vez era otra cosa, como si algo ajeno y lejano al parque hubiera pasado por esas luces la misma noche, sólo unos minutos antes que yo pasara por ahí. Al día siguiente volví a levantarme a las 08h12. No sé, creo que esa exactitud me deshumaniza un poco, como si estuviese programada, pero con ello me veo obligada a creer en el tiempo y en las horas y más aun, en los números y su supuesta importancia. Al despertar, la sensación de las luces blancas de la noche anterior fue en lo primero que pensé. Lo significativo de esa noche, que simplemente quedo como un presentimiento extraño, es principalmente que deje de levantarme antes que todos en mi familia y bueno, ya no me siento tan sola por las mañanas.

Emmanuel dice que esa última luna llena explica todo, y lo recuerda porque nunca surfeó tan buenas olas la mañana de esa día. Nadie le hizo caso, pues creímos era su típico comentario forzado de que la luna cuando está entera, influye sobre la locura del humano, aunque al darme cuenta de que la luna es blanca, tal como las luces del parque, pensé dos veces el comentario de Emmanuel. Y seguimos sin saber el por qué y como, por lo que no hay otra opción que ignorarlo. Mis padres hablan de la loca, mientras Emmanuel sigue surfeando y ahora como nunca, lo escucho decir que busca el cuerpo en el mar, que es imposible que no esté en el mar, que por qué no hacemos nada por encontrarlo. A él le importa mucho más pues ya no sabe cuando las olas serán buenas, mientras yo insisto que nunca hubo mar, que el faro de la luz blanca alumbraba justo en la banca y que sin embargo, no había sangre ni llanto. Y hasta aquí llega la discusión, y no tengo problema al no estancarme en insomnios mañaneros.

De ahí lo mismo de siempre, en la noche es como si las luces blancas del parque se cayeran y consolaran a la madre que nunca pudo ser madre, la veo desde mi ventana. Sólo le hemos hablado una vez y huele a jengibre fresco. No sé cómo no le intimidan las luces blancas del parque, especialmente en ese estado depresivo que lleva siempre en sus pisadas, pero es como si ella misma fuera parte de esas luces. He pasado por su casa y es igual, iluminada por colores fríos, como si le resintieran las luces amarillas. Pero ninguna luz blanca dará calor jamás, el sol el fuego las fogatas y hasta nuestra piel tiene un semitono amarillo y cálido. Pero si el agua al reflejar la luz del sol se torna cálida, ¿Por qué la luna, al tomar prestada la luz del sol, siempre será fría?, pregunta que de seguro la señora del parque no se la hace después de lo que ha vivido. Empezó a deambular por el parque justo después de esa noche y ahora yo voy sólo por las mañanas, a la luz del sol. No es que me da miedo la señora, aunque sea tan fría como esas luces; pero es comprensible, le tiene celos a las madres que pueden prestar calor a sus hijos. A pesar de que estuve ahí, no me considero testigo, porque nunca hubiera podido comprender ese arrebatamiento materno del sol a la luna.

Mi madre quiso ser gentil con ella invitándola un café pues a pesar de que se mudo hace mucho al barrio, recién le ocurrió a la señora lo de nunca poder ser madre. Y es como si toda la vecindad lo supiera, aunque como no darse cuenta con esas luces tan blancas y las noches más oscuras que nunca? Ahora las noches nubladas me dan igual si ya no hay nada en el cielo, quizá las estrellas que siguen ahí no importan. La señora va al parque todas las noches y se queda ahí llorando... apagada. Emmanuel triste y ansioso por no tener las olas de antes y bueno, a mí en el fondo me gusta porque duermo mucho más.

Empezamos a pensar que todo fue culpa del egoísta sol, que se aparece siempre antes de tiempo, cuando ya nadie quiere verlo en el calor agotador. Y mientras tanto la señora se cuidaba tan bien cuando estaba embarazada por quinta vez, casi ignorando a la tierra desde allá arriba. Nosotros le tenemos tanta empatía aunque nunca nos contara como ocurrió ese encuentro con el sol, celoso por no tener el poder de engendrar como la señora luna.

Solo lo sabrán las luces cálidas y ella, su verdad se quedara para siempre en su vientre inhabitable. Unos dicen que se desmayó del calor y cayó del lado de su cara oscura, es decir de su vientre y que por eso perdió a su creatura; Otros que fue por un eclipse en el que el sol hizo tropezar a la luna. Otras cosas sin sentido también se oyen, pero todos echándole la culpa al sol. No vamos a fingir que el sol es menos importante que ella puesto que ella no era nadie sin el sol y no la hubiésemos visto nunca sin el sol. Pero quizá no le importaba mucho ser el espectáculo de las noches, la luna solo quería ser madre y desaparecer esa soledad orbital.

Ahora habita entre nosotros y yo sigo guardando su secreto: de por si la luna quiso venir a esta condena de habitar un solo cuerpo en un solo lugar. Y no diré nada nunca acerca del feto derretido en la cara oscura de la luna, que ha caído en el mar filtrado por las luces blancas del parque esa noche del comienzo de este relato. Un cadáver en el mar que es ahora más salado que nunca, una playa cuya arena se ha combinado con la de la luna extinguida por el sol, y el feto muerto esparcido en esta agua en la que me veo reflejada desde el muelle del parque en una noche más en la que escribo esto. Mientras tanto, la señora llora en la banca, rendida por el sol. Mañana nuevamente me levanto y el desayuno va a estar preparado, mientras las horas pasan a otra noche sin luna. 

9 de Abril de 2015 a las 22:33 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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Letra Impar Vine al mundo e involuntariamente tuve un nombre, un nombre incombinable, un nombre impar.

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