jhojanguerra Jhojan Guerra

Esta historia nace de un pensamiento irracional, un miedo extraño al cerrar los ojos y darte cuenta que no estás donde deberías estar. No sabría la magnitud de la línea entre la realidad y la ficción que posee este cuento porque realmente a veces siento que sigo estando entre ese milisegundo que se alarga infinitamente entre una realidad y la otra.


Suspenso/Misterio Todo público.

#terror #psicologico #recuerdo
Cuento corto
5
4.2mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

En la oscuridad

La puerta se abrió lentamente, con la habitual calma que rodea a los psiquiatras. Lo salude, presionando con firmeza su palma, estaba bastante helada.


—Buenos días, señor Carlos —Comentó.


—Oh buenos días... —Dije, aguantando la voz en la garganta.


...


—No tiene por qué estar nervioso, solo charlaremos.


—Conozco a los de su tipo, doc. Sé lo que está haciendo, lo sé desde que pasé por esa puerta y le digo que no me gusta ser analizado.


Él sólo sonrió, casi como si estuviera jugando conmigo. Rutina, otro día cualquiera en su pequeño manicomio.


—Son gajes del oficio, pero no sé sienta vulnerado, todo lo que se hable aquí será sumamente confidencial.


—Eso espero, doc., no quiero que se ande diciendo por ahí que soy un lunático.


—¿Le importa mucho lo que piensen de usted?


—No, me importa perder mi trabajo por rumores estúpidos.


—Es entendible. —Sacó uno de sus tantos reportes acoplados en su escritorio, este tenía una tapa de un azul oscuro, la abrió y comenzó a leer cada una de las hojas —. Según se me ha notificado ha tenido una serie de noches de desvelo, gritos reportados a medianoche y ataques repentinos en su trabajo y... —Se detuvo, sacó sus lentes del cajón y se los puso, entonces siguió leyendo—, según algunas personas usted no pestañea. ¿Eso es parte del problema, señor Carlos?


—No lo sé, quizás. —Se me quedó observando, tan penetrantemente que asustaba—. Mire, no tengo idea. Sólo sé que comenzó hace un mes o por ahí.


—¿Usted pestañea?


—Lo hago, pero..., intento que sean rápidos.


—¿A qué se debe?


—Es..., es...


—No se preocupe, como le dije, todo lo que se diga aquí se quedará entre estas cuatro paredes. Puede hablar con libertad.


Parecía tomárselo enserio, aunque era obvio que solo seguía el protocolo.


—Bah, está bien... Le tengo miedo, doc.


—¿A pestañear?


—A la oscuridad.


—Oh bueno —Soltó un pequeño esbozo de sonrisa que noté solo por un segundo—. No es raro que se presenten esos casos, a muchas personas les aterra los lugares oscuros, es un instinto que llevamos en nuestros genes desde que estábamos en las cavernas, ya sabe, por los depredadores que vivían en cuevas y los que cazaban de noche, como los leones...


—Doc., no lo entiende.


—¿A qué se refiere?


—Es más que eso. Es una sensación extraña que me da.


—¿Podría describirla?


—No sé si podría, me aterra la idea. Es... demasiado a veces.


—Entonces, ¿Qué siente?


—Es..., ¿nunca ha soñado que ha estado en el espacio?


—Claro, flotando y saltando por la Luna, mirando a la Tierra mientras floto por el infinito.


—¡Exacto, eso mismo! Yo me siento igual, como si estuviera flotando, pero caigo lentamente.


—¿Hacia dónde?


—No lo sé, es una especie de oscuridad extraña, no es totalmente negro, es como si estuviera en un lugar oscuro y cada vez se volviera más y más profundo, como si el color dejara de existir poco a poco. Parece no existir nada más en ese lugar, pero siento que hay algo en esa oscuridad que me ata a seguir cayendo. Es... desesperante. —Me quedé sin aire de la nada, mis pulmones comenzaron a comprimirse—. Me aterra, doc. No lo soporto, mi mente no lo soporta. Cada vez parece más real, cada vez me siento más adentro de esa oscuridad.


—Podría ser una alucinación, a veces se presentan en casos de sumo estrés por situaciones de la vida o por una carga excesiva de tensión laboral o de otra índole.


—Una alucinación..., tal vez sea eso, pero, entonces, ¿cómo puedo estar seguro de lo que es real?


—Bueno, ¿qué cree usted que es real?


—No sabría decirle...


—¿Cree usted que realmente está en algún lugar oscuro? —Se rio, esta vez sin ningún tipo de limitación—. No me diga que soy una alucinación. —Continuó riendo hasta que se dio cuenta de que no le encontraba alguna gracia.


—Quiero creer que no, pero no tengo ni idea de cómo funciona realmente. —Respondí toscamente.


—Las alucinaciones son creaciones de nuestra mente, con poca consistencia en realidad, por ello no se pueden apoyar mucho en la lógica. Por ejemplo, no se puede recordar más allá de un tiempo determinado, es como si solamente aparecieran de la nada.


—Oh..., doc., tengo muy mala memoria, si es así como dice entonces no sé qué parte de mi vida podría habérmela inventado.


El psiquiatra lucía consternado, tenía el ceño fruncido y al escuchar mis palabras hizo el ademán de acomodarse en su asiento.


—Entiendo, la mente a veces puede jugarnos malas pasadas, pero siempre guardamos los momentos más importantes porque son casi puro sentimiento... Le haré una serie de preguntas para que pueda recordar más fácilmente... ¿De dónde es usted?


—De Lima.


—¿Cuándo y dónde fue que nació?


—Nací en agosto, en la Maternidad.


—Vamos bien. ¿Cuándo comenzó a trabajar?


—Uhmm... No recuerdo muy bien, pero he trabajado por muchos años.


—¿Dónde fueron sus últimas vacaciones?


—Ahhmm, había ido con mi esposa hacia la Costa a recorrer las playas del Sur.


—Son bonitas playas, yo también vacacioné por ahí la última vez.


—Lo sé, doc., usted fue quien me recomendó ir.


—¿Lo hice?


—¿No se acuerda? La última vez que vine por ese otro asunto.


Revisó sus notas, les eché una ojeada. Eran hojas en blanco.


—Qué raro, aquí solo está su historial médico.


—Oh...


—Bueno, fue de visita a las playas. El sol siempre llama al mar, más en vacaciones, pero pensé que a usted nunca le había gustado el mar.


—No me gusta, pero a mi esposa le encanta. Incluso hizo que alquilara un yate para ir mar adentro.


—Bueno, en estos días no es difícil alquilar uno, los precios se han abarato.


—Lo sé, volví bastante relajado, poco después comenzaron estos ataques.


El psiquiatra comenzó a apuntar lo que decía en su hoja con un lapicero que no alcanzaba a ver.


—Todo parece normal, no tiene ningún daño cerebral ni tampoco alguna patología. Su esposa tampoco parece saber qué es lo que le sucede.


—Lo sé, está preocupada que me vuelva demente en algún momento, últimamente solo hablamos a gritos.


—Ha estado preocupada por usted, pero todo el mundo se cansa, ¿sabe?


—Supongo que he sido un mal hombre.


—No lo es, creo que solo tuvo mala suerte.


—Quisiera poder volver a verla.


—Podría hacerlo saliendo de aquí.


—¿Puedo? ¿No es ya algo tarde?


—Usted puede tener todo el tiempo del mundo, si es que lo desea. Además, aún no ha acabado nuestra hora.


—Pero, doc. No sé qué hacer con mi problema. ¿No tendrá alguna pastilla que me pueda recetar?


—Le dije que sólo hablaríamos... Okey, hagamos esto. Cerrará los ojos sólo por cinco segundos y me dirá exactamente todo lo que siente.


—Doc... Esa es la peor idea que le he escuchado decir.


—Confié en mí. No tiene nada que temer, usted está a salvo en este cuarto.


—Está bien.


—Cierre los ojos, por favor.


Respiré hondo, pensando en todo menos en la oscuridad, en todas esas sensaciones que invadían mi mente..., me sentía tan cansado de todo esto.


—Parece decidido, estoy seguro de que si Marissa lo hubiera visto así no lo habría dejado.


—Yo también lo creo, doc.


Los segundos pasaron, solo podía oír la voz del psiquiatra desde algún lugar lejano, en lo más profundo de mi cabeza, preguntando: Y bien, ¿qué es lo que siente?


Me ahogo.

4 de Abril de 2023 a las 23:41 0 Reporte Insertar Seguir historia
4
Fin

Conoce al autor

Jhojan Guerra La vida no es tan corta como parece.

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~