diana-picazo Diana Picazo

Sofia es una chica de 14 años que sufre de esquizofrenia aunque sus inicios los tuvo a los 12 años, su realidad es diferente a la que viven los demas, todos a su alrededor mueren y ella sabe quien el es el responsable, pero no sabe que hacer. alguien desea su muerte y hara lo posible para lograrlo.


Suspenso/Misterio Todo público. © solo yo

#suspense #horror
6
9.1mil VISITAS
En progreso
tiempo de lectura
AA Compartir

Capitulo 1

Capitulo 1

-¿Que estás haciendo?

-Solo hago lo correcto-Respondí con voz aguda y temblorosa.

A veces a las personas buenas les ocurren cosas malas aunque en algún momento llegara la recompensa, en mi caso, yo no sabía si era una chica buena o mala pero a mí me pasaba de lo peor y en ningún momento recibía nada, mi vida empeoro cuando empezaba con la adolescencia, tenía 12 años, era un día de invierno, no hacia tanto frio pero si que estaba muy nublado, mi alarma no sonó, así que no pude ir a la escuela. Me alegre; dormir un poco más hace que el día sea más corto. Tenía un genio tremendo, cambiaba de humor a cada rato, primero estaba feliz y después triste, segundos después me encontraba enojada, ese día comenzaba con mi regla, ya saben ese maldito dolor que llega cada mes. Al levantarme, inmediatamente tome una toalla femenina y corrí al baño, mire mi ropa interior, estaba llena de sangre al igual que mi cama, me cambie y puse la toalla sobre mi pantaleta color rosa, yo llamaba a mi menstruación “el pez sangrante” porque era como si escupiera un pez muerto por ahí, un pez que se está pudriendo dentro de mí y por pedazos sale, lose, es asqueroso.

Ese día mi mama no estaba en casa, al parecer había acudido al trabajo por asuntos de lo que sea en lo que trabaje, ella casi no estaba en casa, pero regularmente mi hermano mayor quien cursaba un nivel superior al mío, me cuidaba, pero él también había salido, mi madre siempre fue un poco mimosa, no la considero totalmente sobreprotectora pero talvez lo era poco, ella me trataba como si fuera un diamante, pero no cualquier joya, sino como la gema más precioso del mundo, la cual no se puede ver, ni tocar, ni nada, solo está ahí parada encerrada en un cristal haciendo sus deberes de diamante, o al menos así me sentía yo, encerrado y sola, a veces me distraía haciendo tonterías, eso hacía que mi vida fuera menos horrible, además tenía un mp3 donde escuchaba toda clase de música, aunque habían algunos géneros en específico que me encantaban, la música me hacía sentir bien, agradezco a mi tía quien fue la que me regalo mi hermoso aparato ya que sin el yo creo que ya me hubiera suicidado mucho antes de que pasaran este tipo de cosas tontas y ridículas que me ocurren ahora, en fin, vi la oportunidad de salir, así que decidí hacerlo, aunque no sabía a donde podría ir, no tenía demasiados amigos, de echo apenas conocía a 2 chicas que recientemente se convirtieron en mis amigas aunque creen que soy una chica rara excepto una quien es ahora mi mejor amiga, bueno lo era.

Saque los libros de mi mochila y metí un par de cosas: unos binoculares, una toalla sanitaria, las llaves de la casa, unas cuántas piedras rojas que mi padre me había regalado ya hace años (decía que daban suerte), también introduje mi amado mp3 junto con mis audífonos y por ultimo lleve toda una caja repleta de chocolates que para mí era una adicción evitar comerlos.

Con todo eso ya dentro me dispuse a salir de la casa sin pensarlo 2 veces, no había tiempo para ponerme a pensar lo que pasaría, apenas salí de la casa, sentí una libertad tremenda, enseguida me aleje corriendo de ahí, iba a media calle, parecía una niña pequeña perdida en un supermercado tratando de encontrar a sus padres, seguí corriendo, no sabía a donde partía pero creería que de alguna forma iba por el camino correcto, de repente vi a un chico a unos pasos de mí, rápidamente frene y termine tumbada en el suelo, antes de mirarlo detenidamente me levante, aunque hubiera preferido pasar y empujarlo pero por alguna razón no lo hice y decidí detenerme.

En aquel entonces era la primera vez que lo veía. Tenía un tatuaje en el hombro izquierdo y aparentaba tener la edad de un chico de 18 años, usaba una chaqueta color azul y unos jeans tricolores, su ropa resaltaba mucho ya que el lugar no era muy colorido, no media más de l.65 pero sí que me rebasaba por mucho, levante un poco la mirada para verlo pero segundos después la volví a bajar ya que tenía miedo, era un tipo de pavor diferente a todos, era algo indescriptible, una sensación broto por todo mi cuerpo y un escalofrió subió por mis piernas hasta llegar a mis hombros y brazos, el trato de levantar mi cara pero yo me negué y quite su mano.

Después de que el me hablara me quede paralizada pensando en su pregunta “¿Qué estás haciendo?”, realmente no sabía lo que hacía, solo quería salir o eso suponía yo, no entendía toda esa situación, ¿porque alguien me preguntaría algo sin siquiera conocerme?, eso era realmente extraño y probablemente por esa razón me atemorice, di un paso más y me senté en aquel lugar en él que había estado, ese lugar feo y oscuro, lleno de tierra, polvo y desesperación, no sabía porque pero se me hacía algo conocido y no por decirlo de que siempre pasaba por esa banqueta, sino que esa sensación que sentía era igual a alguna otra que había sentido en otro momento pero no recordaba cual.

…Todo estaba oscuro, era uno de los tonos más oscuros que pueden a ver, no sabía dónde estaba ni para donde iba, de repente una voz titubeo desde lo lejos.

-¿Qué buscas aquí?-dijo tambaleándose en la oscuridad.

En el momento en el que hablo, no reconocí su voz, después recordé a aquel chico con chaqueta color azul, su voz se asimilaba mucho a la de él, más bien ¡era la de aquel sujeto!, mis manos me sudaban, mi corazón se aceleró y me sentí sofocada.

-¿Quién eres tú?-pregunte temblorosa

-yo te cuestione primero-respondió tranquilo y decepcionado.

-Soy…-tartamudee un poco-…Sofia… y ¿tu?

-Soy ese chico al que le tienes miedo-sonrió

Esa sonrisa fue algo horroroso, fue como si tuviera algo especial, algo que jamás había visto tan cerca, me quede pasmada un momento mirando esa sonrisa hasta que se desvaneció y antes de que desapareciera por completo, le devolví otra sonrisa.

-Creo que ya tienes que irte-susurro

Después de que anunciara mi salida, desapareció como un tamo volando sobre el aire, abrí los ojos y vi el sol ocultándose, me levante y me dirigí de nuevo a mi casa, mi madre seguramente ya había llegado, al igual que mi hermano, pero aun así me decidí a ir hacia haya. Estaba a un paso de la puerta, tome las llaves de mi bolsillo y introduje una en la cerradura, inmediatamente se abrió, entre a la sala principal y no vi a nadie, absolutamente a nadie, mire el reloj, marcaban las 8:00 pm.

No entendí porque no había nadie en casa, mi madre ya debería haber llegado y uva también. Yo le decía uva a mi hermano ya que cuando éramos más pequeños jugábamos a azul o morado, un juego que inventamos, consistía en decir alguna cosa que sea morado o azul, y el solo decía uvas moradas, a pesar de que él estaba más grande que yo, parecía tener cerebro de cacahuate y hasta la fecha igual.

Me senté en el primer peldaño de la escalera, las escaleras eran muy angostas, apenas alcanzaba para que me sentara yo, espere a que sucediera algo y si sucedió, apareció otra vez el chico, esta vez portaba una sonrisa calmada y frustrada y se me asemejo a algo, más bien a alguien…

-Ve al mundo más allá- balbuceo

-¿Cuál mundo?- conteste

-Ese mundo precioso y magnifico, donde no hay nada, solo tu.

-No te entiendo- respondí enojada- y… ¿tu que rayos haces aquí?

-sabes…-argumento-yo sé que ahora es difícil entenderlo pero algún día veras la vida con mis ojos nena.

Me quede pensando una respuesta lógica pero nada vino a mi mente.

-deja de pensar algo lógico cariño- murmuro mientras que sus ojos parecían orbitas volando sin saber a dónde ir-solo dilo y ya.

-¿Cómo sabes que pienso eso?-dije sorprendida y asustada.

-Solo lo sé, por cierto nena… volveré después ¿okey?, tengo que resolver algo.

-¿A dónde vas?

“Todo mejorara, todo cambiara” fue lo último que dijo, y una vez más se fue, me alegre y note un alivio en mí; el me hacía sentir algo extraño, volví a mirar el reloj y vi la misma hora, ni un minuto más ni uno menos, respire hondo y me levante, voltee a todos lados, por alguna razón percibí que alguien me observaba desde una esquina o desde algún punto inalcanzable, después de un rato mire la hora otra vez. ¡Ocho en punto!, por alguna maldita razón no cambiaba, era algo desesperante, sentí un pequeño dolor en mi cuero cabelludo, mire mi mano y tenía un puñado de cabello, jamás había pasado algo así, siempre estaba consiente de todo o al menos eso yo pensaba, algo por dentro me controlaba, la desesperanza seguía germinando dentro de mi hasta que de repente alguien toco a la puerta.

Por un momento pensé que sería mi madre junto con mi hermano pero lamentablemente fue mucho peor que eso, hubiera preferido el regaño de mi madre a recibir a esa cosa horrorosa parada ahí.

Corrí hacia la puerta alegre y pregunte quien llamaba. Espere una respuesta pero no la recibí, volví a preguntar varias veces, hasta que termine cansándome y abrí un cacho de la puerta para ver quién era, después de ver a esa cosa parada ahí, intente cerrar el portón, pero algo me orillo a dejar de empujar, y sin pedir permiso entro. Alumbraba el lugar con una cara cansada y con una mirada amenazante y llena de un brillo negro, tenía unos pies muy largos y parecía haber ido a colocarse unas uñas ya que eran perfectas y largas, tenían un color rojo muy intenso, sus cejas estaban muy cerradas y gruesas, su color de piel era color marrón, sus ojos eran de un color violeta oscuro, tenía una clavícula muy protuberante y unos labios tan pálidos como los de un muerto.

Me tomo del brazo y muy fuertemente lo apretó, alzo la cara hacia mí, guiño el ojo y en ese pequeño pasillo delante de la puerta, todo se empezó a achicar, el hermoso color azul de las paredes empezó a escurrir como agua, de pronto caímos encerrados en ese pasillo, la única puerta que había para entrar a la sala desapareció, me miro a los ojos mientras alzaba sus cejas y se acercó a mi odio.

-¡Corre!...-susurro muy despacio.-uva y todos están muertos, ¡ahora sigues tú!

Me inclino, giro su cabeza, metió sus uñas perfectas y largas en mis parpados superiores y jalo fuerte del globo ocular hasta arrancarlo, la sangre broto rápidamente y sentí como el pasillo se alargó así que me eche a correr pero tomo de mi cuello y repitió una y otra vez:

-corre…corre…corre- soltó mi cuello y me empujo tirándome al suelo.

Tenía un pánico terrible, adquiría ganas de llorar pero no podía hacerlo, lo único que salía de mis ojos eran lágrimas de sangre, pronto recupere la vista como si nada, una luz blanca abrazo a mis ojos, por un momento pensé que había muerto pero lamentablemente no era así, desperté postrada en una cama de hospital de inmediato dirigí mis manos hacia mis ojos, afortunadamente ellos seguían ahí y ya no había oscuridad en ellos, respire hondo y mire mi alrededor, había mucha iluminación, era un cuarto algo pequeño, alado mío se encontraban diferentes aparatos, algunos asientos y una televisión, se escuchaban voces y sonidos en los pasillos, primero empezaron unos pocos, después fueron aumentando al igual que su volumen, muchas personas hablaban al mismo tiempo, esas platicas sin significado entraron en mi cabeza y una tras otra enloquecía a mi cerebro, era como si lo hubiera grabado y se quedara reproduciéndose, todos los sonidos se juntaban, me sentía aterrada y encerrada, me empezaba a fastidiar y a doler la cabeza, al parecer mi cerebro ya había guardado todas las voces de mi vida y ese día quiso que las escuchara sin parar. Casi no entendía los sonidos ni las voces pero era muy inquietante, empecé a golpear mi cabeza con la pared que estaba atrás mío, entre todos los ruidos se escuchó uno más cerca, alguien tocaba la puerta de la habitación.

Entro una enfermera y balbuceo un poco aunque no le entendí por el ruido en mi cabeza, subió su tono de voz y de pronto todos los ruidos desaparecieron.

-¿Estas bien?- dijo mientras su voz caía de golpe en mi inconsciente.

-Me siento rara, me molesta todo, solo quiero un poco de silencio.

No sabía qué hacía en el hospital, tampoco sabía si lo de aquel sujeto si paso en realidad, era realmente extraño, jamás pensé sentir una sensación como la de aquel día, el tiempo que pase con ese tipo se me hizo eterno, el dolor que sentí es un el dolor desgarrador, a pesar de que lo que paso, fuera o no cierto, quería que no se repitiera, por primera vez en toda mi vida me sentí jodidamente deprimida, quien iba pensar que una niña de 12 años vivió una experiencia tan horrenda a tan corta edad, no entendía el motivo de todo esto que ocurría, durante todo ese tiempo nunca fui plenamente feliz y desde los 12 años, mi vida empeoro muchísimo, mi padre era un alcohólico que desgraciadamente y afortunadamente murió cuando yo cumplí 8, siempre nos maltrató y nos ofendía, su despedida fue triste, no importa cuántas veces me haya pegado a mi, a mi madre y a mi hermano, siempre fue mi padre y sé que dentro de él había aunque sea algo bueno.

En ese cuarto de hospital, llegaron un millón de recuerdos a mi mente, tanto malos como buenos, como aquel recuerdo cuando estaba junto a mi madre y mi padre, por primera vez el se había comportado como un verdadero hombre y no un patán, salimos de paseo y regresamos felices a casa, o aquel otro cuando mama iba a llamar a la policía porque mi padre me estaba moliendo a golpes por tirar una caja de cervezas, ese dia termine también en el hospital y mama termino con fuertes golpes que recibió por tratar de defenderme. Creo que mi vida está llena de momentos más malos que buenos, aunque preferiría tener que vivir la vida que tenía antes que la de ahora, porque sin duda es una gran diferencia, quisiera vivir en ese mundo de antes, tal vez cuando era un poco feliz.

Tenía algo de sueño pero se me dificultaba conciliarlo. Fue la primera vez que no pude dormir, al parecer tenía insomnio, las enfermeras seguían trabajando aunque de mí ya no se encargaban, debido que yo solo necesitaba unos cuantos días de reposo, se me hizo raro que mi madre no viniera a verme, ni si quiera sabia como había llegado al hospital, ignore cualquier pregunta que yo tuviera y me dedique, nada más ni nada menos que a escuchar como pasaban los hermosos y preciosos minutos del señor reloj que estaba colgado cerca de una repisa.

-Tic,toc. Tic,toc. Tic,toc.-decía el reloj con sonido agudo y la vez triste.

-¿Pasa algo señor reloj?-dije en voz baja.

-¿A quién le hablas?-comento el reloj mientras le brotaba una pequeña boca en la parte superior-¿no sabías que los relojes no hablan niña?

- pero si no hablan, entonces, ¿Cómo es que me has dicho eso?

- Bueno, es probable que estés un poco loca, o quizás mucho.

Me empecé a reír como una verdadera loca, jamás me habían hecho reír así, al parecer ese reloj tenía razón, quizás estaba muy loca o talvez solo era un reloj parlante común y corriente que fue hechizado.

-¿ya no dirás nada niña loca?

-no se qué decir-dije aun carcajeándome.

-bueno podrías contarme como es que llegaste aquí y porque es que yo estoy hablando contigo, o quizás deberías decirme si hay más locas como tu con las que pueda hablar, ya que tu eres un poco aburrida y creo que no me gustan las personas que son extremadamente locas, como cierta gente que conozco, por ejemplo tú.

A lo mejor debí de enojarme aunque sea un poco por aquello que dijo, fue un poco ofensivo, pero al contrario, me dio todavía más risa, estaba a punto de responder cuando sentí algo extraño, algo dentro de mí, la sala se oscureció y se cerró la puerta de golpe, era como si la oscuridad me atrapara y se acercara cada vez más ,alguien golpeo por debajo de la cama, los gestos del reloj se tornaron tristes y desesperados, el reloj me hacía sentir más miedo que la misma habitación, movió un poco la boca y de pronto se empezó a derretir, primero  callo la boca como si fuera una gota de agua, después las manecillas,  y así siguió hasta q no quedara nada, me recordó a la pintura de Salvador Dalí, esa situación era muy parecida a su pintura aunque esta no tenía que ver con la memoria, cuando el reloj termino hecho añicos la imagen de la pintura desapareció de mi mente, todo se puso en tonos grises, apenas podía ver con claridad las cosas, pero agradecí que no estuviera a oscuras, algo golpeo  la cama, un grito desgarrador se oyó por debajo de la misma, alguien más residía ahí en ese cuarto, no solo una persona, eran 2 las q estaban , intente gritar pero  totalmente paralizada, alguien ocupaba  la esquina de la habitación, era una chica, con cabello largo y sucio, parecía tener años sin bañarse, estaba cantando una canción de cuna pero su voz era espeluznante, se levantó y logre ver su cuerpo, era muy delgada, sus costillas eran muy prominentes, tenía unas piernas y unos brazos muy escuálidos y caminaba de una forma chueca, mientras tanto alguien seguía golpeado la cama, de pronto alguien jalo mi pie y la segunda forma que estaba abajo, se levantaba con ayuda de mi pie, todo se ponía cada vez peor, mientras una lagrima salía de mis ojos por el horror, ellos 2 se acercaban más a mí, la chica comenzó a cantar más fuerte mientras movía su cabeza en diferente direcciones, esa cosa sin forma definida se levantó y quedaron al borde de mi cama. 

4 de Febrero de 2018 a las 01:25 0 Reporte Insertar Seguir historia
1
Leer el siguiente capítulo Capitulo 2

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 1 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión