Dos Consciencias II: Las Sonrisas de Soledad Seguir historia

«Tengo un mal presentimiento», pensé al mirar que el ambiente era oscuro y no parecía amanecer nunca.

—No temas a la oscuridad —comentó él con una torcedura facial.

—Eso no es lo que me aterra, Sol —lo debatí—. Me asusta pensar que las personas se enfrascan en no mejorar cuando afirman que lo harán.

Él permaneció en silencio porque sabía que era mejor callar que hablar sin haber meditado.

Tomó aire y dijo: —Es de lo peor, pero no pienses en ello. ¿De qué te sirve tenerlo en el consciente?

—No lo sé, para eso existes.

La osbcuridad comenzó a abrazarme como queriéndome consolar de que el mundo era más cruel de lo que era en un principio.

Me levanté del sofá y me miré a través del espejo.

Soledad estaba conmigo, a pesar de que no podía verlo reflejado por el cristal.

—El mundo es oscuro, mas tú estás para darle color.

—Lo dices como si fuera sencillo, mi mente divaga en tantas ideas.

—Bueno, es complicado. Así es el ser humano.

—¿Tú qué vas a saber? Eres el producto de mi imaginación.

Él me sonrió, evidenciando que a eso se refería.

No quería que se desapareciera porque había una pregunta que quería hacerle desde que apareció en mi vida.

—¿Por qué algunos humanos aparentan estar cuerdos cuando no lo están y cuando les dices que no es así lo niegan?

—Ellos se dejan llevar por sus Fesíes e ignoran a sus Soledades... No quiero que continuemos hablando sobre eso porque sé de alguien.

—Justo es esa persona, aunque yo agregaría otra.

«Debo afrontarlo», acordé.

«Ellos no están conscientes de que afectan las vidas de más personas».

—Si necesitas llorar, está bien. Adoro que el individuo pueda externar sus emociones.

—Tengo miedo —titubeé—. Me asusta que no puedan abrir los ojos, que un día uno o los dos sean polvo y nadie los recuerde.

—Afrontémoslo, juntos —me tendió la mano.

Medité antes de acceder a su petición ya que, debía asegurarme de estar decidiendo por mí misma.