experience Natally A, Levi

Ella no es la más bonita, ni tiene el mejor cuerpo, pero por algún motivo, terminó enamorando al hijo del jefe de los yakuza: La mafia japonesa... Quien no conoce la delicadeza a la hora de tratar de seducir a una mujer. ¡Ella sólo quería tener una vida tranquila,feliz y normal!


Erótico Sólo para mayores de 21 (adultos).

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1. Primer parte: El secuestro

Aline Underwood maldijo en voz baja porque ya se le había acabado la voz de tanto gritar por auxilio. No volvía a llevarle la contraria a su madre, o al menos no cuando tratara de convencerla para llevar consigo uno de esos estúpidos llaveros antisecuestros que tanto anunciaban por todos lados.

一No voy llevarlo conmigo 一le había dicho un par de días antes de que todo comenzara一. Es estorboso y ese ridículo diseño de gato me da vergüenza.

一Es para utilizar las orejas como arma de defensa…

一Es estúpido… 一rodó los ojos.

De todos modos, ¿quién querría hacerle algo a ella? Jamás había sido especialmente bonita ni tampoco tenía la mejor figura. No era para nada una de esas chicas de revista que todas querían ser, y su baja popularidad con los hombres cuando estaba en la Universidad, se lo habían confirmado. Nadie nunca había tratado de propasarse con ella, jamás. ¡Dios, ni siquiera la volteaban a ver!

Y, por supuesto, como era necia y testaruda, no se lo llevó precisamente ese día. Lo dejó en la mesa del comedor, justo donde su mamá se lo había puesto por si cambiaba de opinión (cosa que no pasó) y se largó a trabajar.

.

.

.

Las cosas japonesas se habían vuelto un boom recientemente, y por supuesto, también lo habían hecho esos maid café, donde iban todo tipo de personas diariamente. Desde aficionados a los personajes de segunda dimensión de ojos grandes y cabellos de colores, hasta hombres extraños y fetichistas dispuestos a dejar una buena propina con tal de que alguien les dijera “mi amo y señor”.

Aline trabaja en uno de ellos, por supuesto. No era un trabajo que la hiciera sentir precisamente orgullosa, se sentía ridícula con el traje y le desagradaban varios clientes que, en palabras de ella, no eran más que cerdos que ni siquiera se molestaban en disimular que les estaban mirando el trasero… A todas sus compañeras, menos a ella, claro está. No obstante, era lo mejor a lo que una recién egresada de la universidad en proceso de titulación podía aspirar. Además, la paga no era mala y a veces se las ingeniaba para conseguir propinas bastante buenas.

El café estaba ubicado dentro del gran centro comercial Blinding Twice, construido justamente en una de las mejores zonas de la ciudad, por lo que siempre estaba concurrido, sin importar la hora del día y, considerando que no había jornadas a medio tiempo, Aline se veía obligada a pasar ocho horas diarias metida entre elegantes y llamativas decoraciones estilo victoriano, todas ellas de colores pastel. Apretada en un incomodísimo traje ajustado que le lastimaba el costillar y parte del vientre, una falda ridículamente corta que dejaba muy poco a la imaginación si te agachabas a recoger una servilleta. A veces, simplemente bastaba con girar demasiado rápido para que el minúsculo trozo de tela se levantara y todo quedara al aire.

Ese día, en que había dejado el estúpido llavero de defensa personal nuevamente en la mesa del comedor, Toshi Oida había llegado al café por quinceaba vez en el mes. Aline ya lo reconocía con facilidad, era uno de los pocos clientes que realmente tenían la mínima idea acerca de lo que la cultura japonesa representaba, porque, como su mismo nombre lo decía, era nacido en el país del sol naciente.

Era un hombre moreno que rondaba los 28 años, de cabello negro siempre peinado y engominado hacia atrás, de rasgos orientales muy masculinos y definidos (nada parecido a las figuras comerciales actuales que volvían locas a las jovencitas de quince años). Bastante corpulento y alto y unos divinos ojos de párpado simple y rasgado que parecían tener un brillo particular y burlón todo el tiempo.

Siempre solía ir vestido bastante elegante, con la camisa impecable, sin una sola arruga. Nunca se abrochaba los dos últimos botones de la misma, eso dejaba ver el inicio de lo que debía ser un inmenso y salvaje tatuaje de un dragón oriental que probablemente abarcaba toda su espalda y gran parte de sus pectorales.

Aline lo había visto muchísimas veces, tal vez, a veces lo miraba más que a otros simples clientes. Tenía una gran presencia y parecía que cada uno de sus movimientos exclamaba a gritos “soy una persona importante”, pero no sabía absolutamente nada más sobre él. Jamás se había atrevido a hablarle más allá de lo necesario para el trabajo cuando le tocaba atenderlo.

No era tonta para nada, y sabía que ese asiático le atraía demasiado, al menos físicamente, lo tenía claro. No obstante, ni en sus mejores sueños se atrevería a acercarse. Se vería ridícula y probablemente terminaría humillada si Toshi llegase a enterarse de lo que pensaba sobre él, porque lo más seguro es que asistiera al café con tanta frecuencia sólo porque le gustaban las galletas gigantes de chispas chocolate como siempre pedía. No lo culpaba, eran realmente buenas y si intentaba algo y fracasaba como era seguro, perderían un buen cliente que siempre dejaba una cuantiosa propina y sus compañeras de trabajo nunca se lo perdonarían… Como Nadia, por ejemplo. No, de hecho, Nadia no sólo la odiaría de por vida por las propinas.

一¡Tú lo has atendido más veces que yo! 一decía一 Debes haberlo visto al menos de reojo…

一No exactamente 一le respondió一, ¡y baja la voz o nos oirán y estaremos en problemas!

Estaban detrás de la barra observando a su mejor cliente mientras éste tomaba té de manera casi ceremoniosa y contaba las chispas que tenían las tres galletas que había ordenado. Estaban hablando entre ellas, supuestamente en voz baja, pero Nadia nunca entendería con claridad esas palabras juntas. Es más, la “discreción” ni siquiera formaba parte de su diccionario personal.

一Lo que quiero decir, Aline, es que sería muy decepcionante que la regla de los asiáticos también lo incluyera a él…

一¿Qué regla? 一preguntó enarcando las cejas. Nadia sonrió con picardía y levantó su dedo meñique para mostrárselo, haciendo que los colores se le subieran a la cara en cuanto entendió el mensaje一 ¡Nadia! 一le regañó一 ¡Esa no es precisamente una “regla”!

一¡Shhh! 一la acalló su compañera, por el calor que le provocó el tema, Aline había levantado la voz sin darse cuenta. Todos la voltearon a ver, incluído Toshi, quien les puso encima esos ojos que se burlaban de todo一 Baja la voz 一susurró, como si ella fuera el problema一, ¡¿ya te diste cuenta?! ¡Está viendo hacia acá!

Claro que se había dado cuenta, Aline trataba con todas sus fuerzas de ignorarlo para poder seguir teniendo la mente clara, tratando de hacer que sus piernas dejaran de temblar. Toshi dejó escapar una ligera risa, negó relajadamente, y volvió a poner su atención en las galletas. Fue hasta ese momento, que ella pudo volver a la conversación.

一E-es sólo algo que se dice… 一dijo a Nadia avergonzada一 ¡Y no es como si pudieras saber si es verdad o no!

一¡Es por eso que hay que averiguarlo! 一¡claro, porque eso era algo tan fácil!一 ¡Por eso te preguntaba si no lo habías observado con atención! 一insistía Nadia.

Aline guardó silencio un par de segundos antes de responder: Lo había mirado, sí, pero tal vez no de la manera en la que Nadia lo esperaba. Tenía que ser muy cuidadosa si no quería que sus sentimientos quedarán al descubierto, entonces sí… No habría escapatoria y de seguro las cosas terminaban saliéndose de las manos, porque su amiga era peligrosa cuando alguien se metía en su camino.

一No hay forma de saberlo sólo mirándolo, de cualquier forma… 一suspiró un poco desalentada.

一¡Claro que sí! Si eres un poco lista es muy fácil…

一O lo suficientemente perra… 一sonrió Aline.

一Obvio 一correspondió Nadia, mostrándose completamente orgullosa de lo que era.

Entonces, una de las luces del mostrador que indicaban cuando uno de los clientes apretaban el botón de servicio, se iluminó. Era la mesa número cuatro, en la que Toshi siempre se sentaba. Ambas chicas miraron la luz en silencio y totalmente quietas un par de segundos, con la tensión creciendo en el ambiente. Finalmente, Aline decidió que se estaba comportando como una estúpida y lanzó un sonoro suspiró.

一Ya vuelvo 一dijo acomodándose la cofia del traje一, y por tu bien, más te vale que él no sospeche nada…

一¡Si puedes, fijate en lo que ya sabes! 一le guiñó el ojo.

一¡Fíjate tú! 一la regañó一 Yo no pienso hacer eso…

1 ... 2 ... 3… Aquí viene:

一¡Qué buena idea! 一le detuvo su amiga cuando estaba a punto de salir detrás de la barra一 ¡Déjame atenderlo yo!

一¡¿Qué?! 一preguntó estupefacta一 ¡No!

一¡Por favor! 一rogó一 Sólo esta vez, veo que quiere, miro un poco y me regreso…

一No, Nadia… La mesa cuatro es mía, si el jefe se entera de que tú la atendiste estaré en problemas.

Denegó, 10% pensando en no meterse en líos en el trabajo, 90% en que ni en sus mejores sueños dejaría que Nadia consiguiera lo que quería a costa suya.

一¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! 一dijo velozmente, alzando todavía más la voz, si es que era posible, para añadir un poco de presión social. Sabía que Aline era débil ante eso.

Y tal como pensó, ella rodó los ojos y trató de esconderse de las miradas de los demás con una capa de su cabello. Aline, accedió finalmente también, porque creyó que si se volvía a negar tan contundentemente, entonces Nadia sospecharía. Siempre se caracterizó por ser una mujer que evitaba vivir cualquier lío, sólo quería titularse, conseguir un trabajo discreto y vivir una vida larga y tranquila, pasando desapercibida para la sociedad hasta el momento de su muerte, que sería exactamente a los ochenta y ocho años mientras dormía.

Hasta ahí llegarían sus preocupaciones, quizás después la encontrarían en su apartamente medio carcomida por sus propios gatos, pero ella ya no estaría allí para verlo, mucho menos para sentirlo.

一Está bien… 一dijo con resignación一 Pero rápido y sólo está vez.

一¡Gracias! ¡Gracias!¡Gracias! 一explotó su amiga一 ¡Dios te lo pagará al doble! ¡Ya lo verás!

一Dudo que Dios me recompense por esto, sobre todo, sabiendo lo que tratas de hacer…

一¡Da igual! ¡Piensa que es para un bien común de la humanidad!

一Nadia…

一¿Qué?

一¡Corre! La luz lleva años encendida…

一¡Ah, sí! Es verdad 一se dio a sí misma una palmada en su frente segundos antes de que saliera corriendo como colegiala enamorada en dirección a aquel hombre.

Aunque todos sabían que lo último que sentiría Nadia Rogers por Toshi Oida, sería amor. Ella sólo quería tenerlo entre sus piernas. Aline no se sentía tan a gusto con esa situación, pero se tranquilizó mentalmente a sí misma pensando que sería casi imposible que Nadia lograra algo sólo con atenderlo una vez, más allá de poder ver lo suficiente como para imaginar y especular de qué tamaño era Toshi.

一Disculpe, señorita… ¿Puedo tener otra más de estas galletas?

Y, sin embargo, no podía dejar de poner especial atención a todo lo que ocurría en la mesa cuatro. Como por ejemplo, que Toshi había pedido una galleta más cuando sólo había bebido té y ni siquiera había probado las otras tres.

一¡Claro que sí, amo! 一si había alguien que de verdad disfrutaba ese trabajo, era Nadia, desempeñaba el papel de maid a la perfección一 ¿Desea alguna otra cosa? 一se retorció en sus medias, de forma lasciva y casi vulgar (a los clientes les encantaba, por cierto) mientras sacaba su libreta para anotar.

一Déjame pensarlo… 一sonrió Toshi, levantando su taza de té.

Definitivamente, él tampoco era buen actor, aunque en realidad no es que quisiera disimular o fingir que fue un accidente el haber volteado la taza antes de que tocara sus labios. Aline lo vio todo, había sido a propósito, ¡nadie podía verse tan sexy y caliente por accidente! Con las gotas de té deslizándose por su piel morena, perdiéndose entre la ropa, haciendo sudar al dragón. ¡Y esa sonrisa que surcó sus labios después! Era para que cualquier mujer mojara su ropa interior con ver un poco y de reojo.

一¡Cuidado, amo! 一exclamó Nadia一 ¡El té está caliente, pudo haberse lastimado!

一Ups… 一fue lo único que salió de su boca, aún sonriendo.

一Déjeme ayudarlo a limpiarse…

Nadia sacó un paño de su mandil y se acercó a él.

一Será un honor… 一respondió Toshi.

Entonces, echó la silla hasta atrás y dejó caer los brazos a los costados, dando una clara visión de su cuerpo entero mientras estaba sentado, claro, también de la cintura para abajo.

一¿Y bien? 一dijo con coquetería cuando incluso Nadia se quedó congelada antes sus acciones. ¡Es que era una provocación directa!

一¡C-claro, amo! 一le correspondió el gesto y con gran emoción se acercó hacia él.

Estaba claro que él las había oído y que no le había molestado en absoluto, al contrario, había creado la situación perfecta para disipar las dudas de las chicas. Nadia simulaba pasar el paño sobre sus ropas, casi sin secar nada, había captado el ambiente (cualquier idiota lo notaria) y por eso, su mirada iba descarada y fijamente hacia su entrepierna, dejando que su imaginación volara.

Todo eso incomodaba a Aline en sobre manera, pero debía admitir, que después de ver lo fácil que había sido conseguir esa información, ella también comenzó a preguntarse de qué tamaño era exactamente Toshi Oida y por qué parecía tan seguro y orgulloso de dejar a Nadia investigar.

Inconscientemente se mordió uno de sus labios con fuerza, pero no sintió dolor, y el color se le subió a la cara. Sacudió la cabeza para alejar ese tipo de pensamientos. Era obvio que él sólo permitía semejante cosa porque era Nadia de quien se trataba, Aline en la vida lo hubiera conseguido.

Miró hacia la escena de nuevo y entonces, se vio obligada a tragar saliva con fuerza, no supo en dónde meter la cabeza para esconderse en cuanto descubrió que Toshi Oida la miraba fijamente mientras Nadia seguía fingiendo que limpiaba.

Entonces, antes de poder ocultar la cabeza en algún lado… Toshi le sonrió.

一C-creo que ya está listo, amo… 一dijo Nadia cuando creyó tener la información necesaria y la que requería, por supuesto.

一¿En serio? 一Toshi levantó una ceja con burla, seguía mojado y escurriendo aromático té verde, pero eso no era sorpresa para ninguno de los tres involucrados.

一Sí, eso creo, amo…

一¡Bien! 一dio una gran palmada para hacerla espabilar a ella y a Aline, que seguía mirando todo a la distancia一 Ya va siendo hora de que me vaya, ponme las cuatro galletas en una orden para llevar, por favor…

一¡Por supuesto, amo!

Nadia tomó el plato de las galletas y dio media vuelta, caminó un par de pasos y con una cara llena de maravilla se dirigió hacia Aline, que permanecía en silencio y quietecita, temerosa de desplazar cualquier músculo un solo centímetro. Sentía que si se movía, vomitaría todos sus intestinos… Observó a su amiga, y como ésta con orgullo levantó un pulgar en alto, dejando volar su imaginación muy lejos. Muy, muy, muy lejos…

De reojo vio a Toshi Oida, que asentía y sonreía pícaramente. Una ligera (en realidad pesada) ola de decepción la atacó de pronto tomándola por sorpresa. El motivo era que, a espaldas de Nadia, ese hombre que parecía tan inalcanzable y que siempre idealizó en sus fantasías, no parecía ser nada indiferente a su compañera de trabajo. Al contrario, no dejaba de verle las piernas y el trasero, entallados en esas medias y esa fada.

No era más que un cerdo como todos los demás clientes masculinos que ponían un pie en ese lugar.

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一Yo creo que son como catorce centímetros 一escuchaba a Nadia a medias, ya era la hora de cierre y Aline hacía corte de caja mientras su amiga lavaba la loza, un par de chicas más estaban en bodega haciendo inventario一, ¡ya decía yo que hubiera sido una lástima que fuera diminuto! ¡Es que la regla de los asiáticos no podía aplicar con un hombre como él!

Y, claro… Nadia no había dejado de hablar de lo ocurrido en la tarde, ya sin pudor y en voz alta. Comenzó una vez que se fue el último cliente del día y el letrero que tenía la palabra “Cerrado” colgaba en las puertas de cristal. No había forma de detenerla, incluso cuando las otras chicas y la misma Aline trataban de hablar de otra cosa, ella se encargaba de volver al tema de alguna o de otra forma.

一Por última vez, Nadia… No es una “regla”, sólo es algo que se dice… 一rodó los ojos, tratando de no distraerse demasiado con las cuentas.

一Sí, como digas… Yo creo que erecto y listo para la acción debe llegar al menos a los diecisiete o dieciocho centímetros, no es el más grande, pero si se sabe mover… Son al menos seis horas de un motel decente con diversión garantizada… Es decir, porque no se ve de la clase de sujetos que te lleve a uno barato, puede que no invierta bastante en algo casual, pero tampoco creo que sea un patán… ¿Le gustará hacerlo sin condón? Si es el caso, espero que tenga sus estudios de laboratorio al día y a la mano… ¡¿O crees que sea de los que son atrevidos y les atraigan los lugares públicos y la adrenalina de ser atrapados…?!

一No tengo idea 一suspiró Aline, pasando un fajo de billetes por sus manos, contándolos para asegurarse de que la cantidad de los registros coincidiera con el dinero de la caja.

一Pienso que no le soy indiferente, es decir, sino… ¿Por qué razón me dejó adivinar su talla tan descaradamente? ¡Además me estaba viendo el trasero después!

Aline apretó los dedos sobre los billetes un poco rígida. Eso era algo que había decidido no contarle a Nadia, llevada a ocultarlo por un acto egoísta que identificaba muy bien.

一¿Te diste cuenta? 一preguntó.

一¡Claro que me di cuenta! Esos ojos… parece que son la boca que escupe fuego del dragón que tiene tatuado en el cuerpo… Apuesto a que en una o dos semanas ya pasó por mis bragas… La próxima vez que venga voy a pasarle la cuenta y por debajo una servilleta con mi número de teléfono, te aseguro que llamará esa misma noche, así que serás la encargada de decirle al jefe al día siguiente que me enfermé o algo. No te molesta, ¿verdad?

一Como sea… 一susurró.

Nadia siguió hablando y hablando, pero Aline dejó de escucharla en realidad y tronó la lengua muy bajito. Hubiera lanzado una sonora trompetilla de haber estado sola. Había tenido que reiniciar de nueva cuenta el conteo del dinero de la caja porque su compañera de trabajo no la dejaba concentrarse como era debido.

Eso, y el hecho de descubrir que le molestaba de más saber que Toshi Oida, en realidad, sí deseaba a su amiga. Terminó comparándose con ella nuevamente y otra vez llegó a la conclusión de que no importaba, era siempre lo mismo. No era de extrañarse:

Nadia Rogers era de estatura promedio, pero estaba muy bien proporcionada, con unos enormes pechos talla C y una cadera de 89 centímetros. No sabía exactamente cuánto medía su cintura, pero debía ser pequeña, porque con el corsé del traje pasaba a ser una cosa ridículamente estrecha. Además de unos ojos verdes preciosos y un alborotado cabello color castaño cenizo y rizado.

El único defecto que tenía era que hablaba demasiado y como no era precisamente un genio, sus conversaciones no eran muy profundas. Eso, y que muchas mujeres se referían a ella como una “puta”, pero todo eso no les importaba a los hombres con tal de llevar su trasero a la cama porque allí, todo ese verborreo que salía de su boca se convertían en gemidos y para coger no era necesario ser muy inteligente.

Además, ella se divertía. Tenía muy en claro quién era y los comentarios de las demás le entraban por una oreja y le salían por la otra, se sentía bien con ella misma. A ojos de Nadia, todas aquellas mujeres que la criticaban o eran vírgenes o jamás había experimentado un orgasmo (de los buenos) en su vida. Sólo le tenían envidia.

Aline también le tenía un poco de envidia, debía admitirlo, pero sorprendentemente se llevaba bien con ella. Fue la primera en recibirla y apoyarla durante el primer día de trabajo y usualmente solía ignorar gran parte de lo que decía y no había mayor complejidad en fingir que la escuchaba del todo.

No obstante, por algún motivo, y pese a que ya tenía claro que no tenía ninguna oportunidad, ni que tampoco podía compararse con su amiga… Cuando se trataba de ésta y su avance con Toshi Oida, no podía dejar de poner atención a cada una de las palabras que salían de su boca e irritarse cada vez un poco más.

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¿Enviar un email a Sandro…? Ni loca.

Sería una tontería y la poca dignidad que había reconstruido desde los vergonzosos hechos durante los últimos años tras mucho esfuerzo, se haría trizas en un abrir y cerrar de ojos. Ni siquiera se rompería en fragmentos pequeños. No, serían tan diminutos como partículas de aire.

Enviarle un correo a ese tipo era tocar fondo, lo sabía. No era tan estúpida…

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Para: [email protected]

De: [email protected]

(No la culpen, estaba en segundo de secundaria y era su primer correo electrónico y sigue sin cambiarlo)

Asunto: ¿Estás libre esta noche?

“Estoy aburrida y pese a que eres la última opción en mi lista, decidí buscarte a ti. Estás de suerte.”

De hecho, no era la “última” opción en su lista, era la única. También se contuvo de escribir el adjetivo “perro sarnoso” después del “estás de suerte”. Lo envió rápido y con los ojos cerrados, lo hizo así porque pensó en arrepentirse y al final no hacer nada, como ya lo estaba sintiendo y pensando a solo un segundo de que la palabra “Enviado” apareciera en la parte inferior de su pantalla. Y como era típico del sujeto en cuestión, recién había guardado su celular en el bolsillo trasero cuando sintió la vibración del mismo. Ya tenía su respuesta:

Para: [email protected]

De: [email protected]

Re: ¿Estás libre?

“Para ti siempre lo estaré, Kitty Cat, pero si tanto deseas mi gran pene de nuevo, sólo debes decirlo. No es necesario que mientas y digas que era el último en tu lista cuando soy el único.”

Sintió que el color se le subió a la cara mientras aún leía la respuesta en la pantalla. Había sido descubierta y eso dañó su orgullo, aún más de lo que ya lo estaba haciendo ella misma al escribirle a la rata de alcantarilla con peste negra que representaba Sandro Miller. Rápidamente, se dispuso a contestar como si lo tuviera de frente y discutieran cara a cara.

Para: [email protected]

De: [email protected]

Re: Re: ¿Estás libre?

“No mentía”

Podía imaginar a la cucaracha reírse de su respuesta, porque tardó en responder. Si lo hubiera tenido en persona, le hubiera escupido en la cara, también le gritaría que lo olvidara y que se fuera al carajo. Si, además, hubieran estado solos, le hubiera levantado el dedo de en medio. Pensaba en ello cuando recibió el email final y decisivo:

Para: [email protected]

De: [email protected]

Re: Re: Re: ¿Estás libre?

“Te veo en una hora en el hotel de siempre…”

Suspiró sonoramente, se mordió el labio inferior y apretó discretamente las piernas. Ya sabía a qué atenerse y su cuerpo reaccionaba desde ese momento. No iba a negarlo, ya llevaba un buen rato sin una larga sesión de sexo y la idea le gustaba bastante, el único “pero” es que de nuevo era ese sujeto.

.

.

.

一¡Oye, Ali! 一la llamó Nadia.

Se encontraban ya en la salida empleados, con las luces apagadas y los seguros puestos. En el reloj daban las nueve y media de la noche y todo mundo se preparaba para irse. Aline, sin decir una sola palabra, se colocó rápidamente su largo abrigo beige, tomó su bolsa y se disponía a emprender rápidamente la huída.

No era que le preocupara llegar tarde y hacer esperar a esa pulga de trasero de perro, pero le causaba ansiedad pensar en que alguien podría descubrir lo que planeaba hacer… Sobre todo, alguien que específicamente no tenía que saber lo que acontecería en unos momentos, era Nadia, quien ya la alcanzaba con una afelpada chamarra y un lindo gorro tejido con dos pompones que simulaban ser orejas de osito.

一¿Te vas a casa? 一le preguntó al detenerse junto a ella.

一S-sí… 一asintió tímida一 Como siempre hago.

一Es que…

一¡N-no es como que vaya a ningún otro lugar, c-claro! 一alzó la voz nerviosamente, ya se había puesto ansiosa, ya se estaba riendo como tonta.

一Por supuesto… 一Nadia frunció las cejas extrañada y un tanto divertida一 Voy a ir con Suzy y Zandy, ya sabes, las mellizas Zeller 一eran las chicas que habían hecho el inventario y que apenas pasaban los dieciocho años (aunque lucían mayores, incluso más que la misma Aline), quienes habían compartido turno con ellas一. Iremos por unos tragos y luego a bailar, es viernes y aún es temprano, así que me preguntaba si querías ir…

一Qué linda de tu parte, Nadia, pero…

一¡Antes de que me digas que no…! Ya sé que no estás interesada en este tipo de cosas, pero creo que podrías venir y tratar de divertirte con nosotras un poco… Pienso que te haría bien relajarte.

一¡Es qué…!

一¡Y puede que hasta conozcas a un chico lindo! Es decir, no te aseguro que encuentres al amor de tu vida pero sí alguien atractivo con quien pasar una buen rato en el baño del bar…

一Yo no… 一suspiró. Nadia la estaba viendo con su mirada de persuasión, cuando eso pasaba, era muy difícil no hacer lo que su amiga quería. Si quería librarse de ella, tendría que decir la verdad, al menos a medias一 Nadia, ese es precisamente el motivo por el que no puedo ir contigo…

Los ojos de su amiga se abrieron hasta casi desorbitarse de sus cuencas y la misma Aline tuvo que taparle la boca para acallar el grito que escapó de su garganta.

一¡Shhh! 一siseó一 Ya sabes que me gusta ser discreta 一Nadia asintió y prometió guardar silencio. Cuando la soltó, una gran sonrisa atravesó los labios de su compañera de trabajo.

一¡¿Quién es?! ¡Tienes que contármelo todo…!

一Sólo es algo casual, entraría en detalles pero ya voy tarde… Tú entiendes…

一¡Claro, claro! 一asintió一 ¡Te enviaré un correo mañana temprano! Si es que ya despertaste, por supuesto… 一rió一 Me alegra que te des esta oportunidad 一admitió一, cualquier chico es mejor que el cerdo apestoso de Sandro Miller…

Aline sintió la pedrada justo en la nuca y, de ser literal, ya estaría sangrando por el tamaño de la piedra.

一Diviértete, nena 一le guiñó el ojo y salió corriendo con las mellizas Zeller.

Se viró nuevamente para despedirse efusivamente, ahora agitando la mano. Ali dio una sonrisa culpable y correspondió el gesto. Tragó saliva.

.

.

.

Una vez delante del hotel, se puso a pensar en que hasta Nadia sabía que era mala idea.

Pero cuando menos se dio cuenta, ya estaba en la recepción colgada del brazo de aquel tipo.

Pero cuando menos se dio cuenta, ya iba subiendo por las escaleras de aquel motel barato mientras aquel cerdo le tomaba por la cintura.

Tragó saliva.

Hasta Nadia sabía que era mala idea.

25 de Noviembre de 2022 a las 04:26 0 Reporte Insertar Seguir historia
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