rock_inunderland Rock InUnderland

El cadáver de Rachel Farina, una adolescente de catorce años, es hallado en un callejón a plena luz del día, con éste es el sexto con el mismo modus operandi: una víctima menor de edad, una desaparición forzada, una pesquisa, pornografía en la red, prostitución, heroína en la sangre y estrangulamiento antes de aparecer sin vida en alguna zona de la ciudad. Los detectives ignoran si se trata del llamado Estrangulador, un asesino serial, o es una red de pedofilia, no obstante, deben frenar la violencia antes de que más niños aparezcan muertos. El padre de la sexta víctima, un aviador de las Fuerzas Armadas, y su colega no esperarán a que la policía resuelva el caso, sino que harán lo que sea necesario para dar con el asesino de Rachel Farina, aunque tengan que sumergirse en los profundos abismos de la trata de personas para desenmascarar al Estrangulador. ADVERTENCIA: La historia contiene temas altamente delicados que podrían resultar hirientes.


Crimen Sólo para mayores de 21 (adultos).

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PESQUISA

Caía la tarde.


Tras una llamada de alerta, la policía arribó y acordonó el área de un callejón que separaba un restaurante bastante socorrido y una tienda de accesorios poco menos visitada. Se reportó a una persona muerta.


Cuando llegaron los detectives, los oficiales de la policía tenían más trabajo alejando a los curiosos que revisando la escena, impidiendo que tomaran fotografías y bloqueando la visión. Uno de ellos, que de verlo en la calle se pensaría que era un colegial, rubio y de piel blanca, con una sonrisa tan hincada que parecía inherente, enseñó varias veces su identificación porque los policías apenas le creían mayor de edad; el otro, quien iba atrás de él, aun si parecía de más número, gozaba de menos experiencia en el campo.


—Quizá si te vistieras un poco más formal —alegaba el más alto, mientras le seguía el paso al rubio, era un debate que arrastraba desde que fue asignado al Departamento de Homicidios— o ya al menos te ducharas de vez en cuando…


—Qué más te da —respondió el otro, quien llevaba una chaqueta deportiva y una camisa por fuera del pantalón, unos zapatos tenis y una cachucha que le cubría parte del cabello—, ya todos saben cómo soy, Oli. —El equipo forense ya se encontraba en el lugar, en cuanto el detective se acercó al cadáver, uno de los peritos se inclinó para descubrir el cuerpo.


—Deja de llamarme con diminutivos, Moore. —respingó, y de inmediato se asomó por encima de la cabeza del rubio, quien se acuclilló para inspeccionar el cuerpo.


—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Moore al forense.


—Una adolescente de catorce o quince años, aparentemente estrangulada hasta morir. —respondió el experto. Moore se llevó la mano a la frente y volteó hacia arriba para ver a su colega.


—Revisa si sus huellas concuerdan con alguna pesquisa, Oli.


—Soy Oliver.


—Sólo ve, Oli. —El aludido giró los ojos y fue al automóvil por la tableta electrónica. Moore examinó los brazos de la adolescente, que ya estaban rígidos.


—Mira esto, Jack —El perito indicó una marca de jeringa—, igual que los otros cuerpos, parece que le inyectaron heroína. Creo que es tu asesino.


—No me digas eso —Hizo una muequita y se negó con la testa—, estoy reviviendo una pesadilla… ¿Cuándo crees que murió?


—Por el rigor mortis, debió morir hoy por la mañana, pero el restaurante abrió a las diez y no vieron nada.


—Entonces alguien vino y la tiró aquí a la vista de todos, en pleno día… —El detective se levantó y observó a su alrededor, esperaba distinguir alguna cámara que hubiera grabado algo, pero no había nada, la calle, así como ese barrio, no se reconocía por ser muy seguro.


—¡Moore! —llamó su colega con la tableta electrónica, fue él mismo quien se agachó para que el perito colocara los dedos del cadáver sobre la pantalla y se levantó una vez que capturó la huella. Jack Moore cruzó los brazos, meditaba.


—¿Qué tienes ahí, Oliver? —preguntó, ante el silencio.


—Hay una pesquisa —contestó el colega—: Rachel Farina, desapareció hace seis años en el condado de Paraíso, cuando caminaba a casa de una amiga que era su vecina, sus padres la reportaron.


—Ahora encaja con el modus operandi —susurró Jack y chasqueó los dientes—. Puedes levantar el cuerpo. —indicó al forense y así se hizo. Sacó su teléfono celular y se distanció de donde se hacía el trabajo, con Oliver siguiéndole los pasos.


—¿Qué haces, Moore?


—¿Qué crees? Comunicárselo al capitán.


Oliver se detuvo en seco, contemplando los datos en la pantalla.


Jack marcó el número, dando la espalda a la escena del crimen. Le incomodaba todo el asunto: que las víctimas fueran menores de edad, que hubiese tanta regularidad en las muertes, que tuviesen padres buscándolos afanosamente, que a ninguno se le hallase con vida, que no hubiese rastro de nada…


Habla Benton.


—Cooper, malas noticias.


¿Es sobre el cuerpo que reportaron?


—Sí, nuestro asesino de menores.


¿Hay pesquisa?


—Le diré a Boyd que te la envíe para que llames a sus padres.


Entiendo. Trasladen el cuerpo a la morgue, ya sabes el procedimiento, Jack.


—Cooper, ¿no crees que es hora de informar a la Agencia federal? —inquirió, rascándose la nuca.


Ya discutimos eso desde que hallamos el tercer cuerpo.


—Lo sé, pero esto-… Realmente creo que se trata de una red de pedofilia y eso está fuera de nuestra jurisdicción.


La Agencia federal nunca ha resuelto nada, Jack. ¿Acaso no puedes resolverlo tú? ¿Te sientes incapaz de hallar al asesino?


—No es eso, Cooper, sino que es posible que se trate de traficantes y eso es peligroso, estás consciente, peligroso para nosotros también.


Entonces ven a mi oficina y trae a Boyd, me encargaré yo mismo.


—No comiences, Cooper —El silencio del otro lado de la línea habló más que el mismo capitán de Homicidios—. ¿Sabes? Sólo llama a los padres de Rachel Farina, yo me ocuparé de lo demás, ¿de acuerdo?


Muy bien. Preséntense a mi oficina los dos.


Y colgó.


Cuando Jack se guardó el móvil y volteó, Oliver Boyd estaba atrás de él con la tableta entre las manos y la corbata bien puesta, usaba unos lentes de armazón redondo y dorado que le hacían ver como un bobo. Tragó saliva y suspiró profundo, buscando las palabras indicadas.


—Envié la información al capitán Benton.


—Sí, está bien.


—¿Sucede algo, Moore?


—No, no, sigamos con esto.


—¿Crees que resolver estos asesinatos no nos compete a nosotros? —Al escuchar la pregunta, Jack Moore parpadeó varias veces y sonrió, intentó mover la cabeza para negarse— El capitán jamás entregaría ninguno de sus casos a la Agencia federal, tú lo sabes mejor que nadie, Moore.


—Sin duda. Vamos a la morgue. —Pasó por su lado, pero Boyd no se movió.


—¿Es por el terrorista Leviatán? —Y esto frenó por completo a Jack— Era un caso federal, pero se supo que lo resolvió el capitán cuando aún era detective de Homicidios. —Jack se dio vuelta en redondo al oírlo y tomó a Boyd por los hombros, con cierta amabilidad en él ingénita.


—Por tu bien, Oli, sólo por tu bien, nunca menciones al Leviatán enfrente del capitán Benton, es un consejo de amigos —Le palmeó el brazo y con un ademán le invitó a seguirlo—. El capitán quiere vernos en su oficina. Vamos a la morgue y luego allá.


Oliver Boyd asintió un poco timorato y decidió seguir el consejo de Jack Moore, que si bien su rostro era el de un jovencito, conocía bien el Departamento de Homicidios y sobre todo, a su capitán.

23 de Noviembre de 2022 a las 21:43 2 Reporte Insertar Seguir historia
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prettyMarifer prettyMarifer
Amo mucho este tipo de historias
October 20, 2023, 01:50
Lain Faustus Lain Faustus
Como te odio, Cooper. No puedo dejar de odiarte, no importa que Leviatán fuese peor que tú, te sigo odiando!!!! Un buen primer capítulo ❤️
May 17, 2023, 03:00
~

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