Casi me engañas con esa media sonrisa;
casi me engaña tu cara limpia y tu humor falseado.
Te juro que casi me engañas, pero esos ojos no mienten,
están hinchados y dolientes,
esa marca sangrienta y doliente en tu cuello
me grita que anoche rogaste a la Muerte sin remedio.
Casi me engañas, sí, porque aún estás presente.
Gracias por leer!
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