El aire que despeinaba tu cabello,
el sol que iluminaba tu rostro,
los momentos que pasamos juntos
al aire libre observando el jardin
y ver pasar a las personas, niños y amigos.
La fría roca del balcón que tocaba tus codos
esa sonrisa que tenias al verme
las flores que adornaban la entrada,
el mármol que tocaba tus delicados pies
todas las mañanas al despertar.
Todos aquellos escalones, de arriba a abajo,
que recorriste tantas veces sin cansarte,
la mesa de madera que estaba en el comedor,
el mármol de la bañera donde solías descansar,
la seda de las mantas donde dormías.
Todo eso y más conformaba nuestro castillo,
pero el elemento mas importante era el amor,
el amor de aquellos muros inquebrantables
que construimos poco a poco, con esfuerzo y
que el día de hoy se han derrumbado por completo.
Gracias por leer!
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