shadowilinise Elisa Viteri

Una talentosa balletista cae en desesperación cuando su dichoso bale se ve fuera de su alcance. Si hubiese una forma de que puedas salvarte de perder lo que más amas, ¿Qué estarías dispuesto a dar a cambio? ¿Te arriesgarías a hacer un trato con el diablo?


Cuento No para niños menores de 13.

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La prima ballerina


Ella bailó. El escenario era su lugar en el mundo. Desde que era una niña bailar era su pasión. Todo su ser, toda su vida estaba devota a su balé. Ella era muy conocida por los regulares de la casa de ópera, siempre era la prima ballerina. Ella era Clara, era Odette, era Coppélia, todas las caras que tomaba en el escenario eran perfectas. Ella era la perfección.

Esa noche iba igual que todas, si falla alguna. Sus piruetas y saltos la hacían ver tan ligera como una pluma. Era la princesa Odette, debía tener gracia y belleza, como un cisne. Su próximo movimiento era el grand jeté uno de los saltos más complejos en el arte, saltó y observo de reojo a la multitud. Unos ojos carmesíes se encontraron con los del ella y el dueño de aquellos ojos se veía rodeado por una misteriosa sombra. Solo tomó un segundo, pero era un segundo muy importante. Su aterrizaje no tuvo gracia alguna, el público la vio boquiabiertos mientras que sus compañeros la vieron en triste sorpresa. Tomó solo un segundo para que su mundo se quebrara en pedazos.

Tomaría tiempo y varías operaciones, pero sería capaz de caminar de nuevo, sin embargo, su carrera de bailarina se vio terminada. Nada podría cambiar eso.

- Lo lamento mucho. - El doctor les dijo a sus padres quien aún estaban impactados.

- Entonces… - ella dijo después de un largo silencio. - ¿Cuándo podré volver a bailar? - Su voz era despreocupada, como si las recientes noticias no la hubieran afectado.

Sus padres y el doctor la vieron sin poder creerlo y su madre empezó a llorar silenciosamente.

- Cariño… - su padre trató de explicarle la realidad nuevamente, pero ella aún parecía imperturbable, sin embargo, sus ojos se abrieron enseñando su preocupación. Sus ojos se encontraron con los del doctor y preguntó esperanzada:

- Es un doctor. ¡De seguro puede hacer algo! - Él no supo cómo responder.

Ella volvió a ver a sus padres, cualquier dato de fe calmaría sus preocupaciones, pero no encontró nada, solo una vacía lástima.

Su desesperación fue escuchada por todos los que estaban en el mismo piso de aquel hospital, algunos se sentían mal por ella, mientras que otros rogaban por silencio ya que sus seres queridos necesitaban descanso. Su espíritu se quebró. Familia y amigos vendrían a visitarla, pero no hubo sonrisa en su cara de muñeca, en realidad ni siquiera reconocía su presencia, prefiriendo mirar al espacio. Todo era un recordatorio de su amada danza, todos sus amigos eran bailarines y su novio también. Su familia hablaría constantemente de la nieta/hija/sobrina, la exitosa bailarina, pero esos temas para quebrar el hielo habían terminado. Algunos incluso le entregaban cartas de “Mejórate pronto” con temática de balé.

Que atrevimiento.

Ella apretaba sus dientes y destrozaba todos esos obsequios ahí mismo, gritando todo tipo de insultos. Su angustia se transformaba de muda tristeza a ira desenfrenada. Le dieron algo de espacio y pronto nadie a excepción de sus padres la visitaba en el hospital.

De vuelta en casa todo se volvía más y más agrio. La idea de usar muletas o silla de ruedas significaba encarar su dolorosa realidad, así que decidió no levantarse de su cama. Sus estudios no iban bien así que su novio y otra amiga de danza llegaron a ayudarla para que se ponga al día. Todos ellos iban a la misma universidad de artes escénicas. Trataron de evadir todo tema relacionado con el baile, pero su próximo examen era el de la historia de danza. Cada vez más malhumorada el conflicto era imposible de evitar.

- Entonces… ¿Cómo va el espectáculo? - Su novio y su amiga intercambiaron miradas mientras mantenían el silencio. - Ya saben… ¿El retrato de Dorian Grey? Te eligieron para ser Dorian y se suponía que yo era Sybil. - Lo vio directo a los ojos. - ¿Quién es mi reemplazo?”

Hubo un breve silencio camuflado por risas nerviosas, sin embargo, ella no se estaba riendo.

- No creo que debamos de hablar de eso… el examen es mañana y…

Ella cortó su discurso con mirada fría.

- Solo necesito dos palabras, un nombre y un apellido, simple.

Se quedo mudo de nuevo e intercambio miradas con su amiga, esa fracción de segundo fue suficiente.

Ella cerro sus puños, ira quemándola por dentro, ella suponía que su amiga tomaría su rol era la segunda mejor en el grupo un puesto debajo de ella. Por supuesto ese no era el caso ahora, era una discapacitada y esa “amiga” se estaba quedando con lo que le pertenecía.

- Largo.

- Pero… - antes de que pudiera decir algo más ella empezó a lanzarles cualquier cosa que sus manos podía tomar.

- ¡Nunca vuelvan! ¡Vayan a bailar y mueran! - grito todos los insultos que se le ocurrieron mientras escapaban de su vista y antes de que su madre pudiese preguntar la razón del ruido ella cerró su puerta. Sus gritos se volvieron inentendibles mientras se transformaban en sollozos.

En algún punto en la noche, finalmente decidió limpiar el desastre que su arranque de enojo había creado y se encontró con la novela de “El retrato de Dorian Grey”. Súbitamente desinteresada en limpiar, se recostó en su cama y empezó a ojear las páginas del libro sin prestar verdadera atención a alguna de ellas.

- Desearía tener una pintura mágica como él, una imagen que me quite los problemas de encima. – Ella pensó por unos momentos y tomó su teléfono. - ¿Cómo pudo una pintura hacer eso? – Ella había leído el libro en la secundaria y siempre se preguntó cómo era posible que un pintor normal pudiese crear un objeto tan poderoso.

Encontró un blog de amantes de la literatura clásica en internet y vio un enlace a una página dedicada a esa novela. Mientras leía cada tema con rapidez se detuvo súbitamente cuando un par de palabras llamaron su atención.

“Pacto con el diablo.”

Continúo alimentándose de toda la información que pudo encontrar al respecto y su interés incrementó. Esto la llevó a terminar es una sospechosa página Wicca. Su vida era inútil y si significaba dar su alma a algún demonio para bailar de nuevo estaba de acuerdo con eso.

“¿Cómo hacer un pacto con el diablo?” escribió en un blog después de hacer una cuenta en la página. Por supuesto una parte de ella sabía que era inútil obtener alguna respuesta y después de unos minutos se rindió y empezó a ver otras páginas de internet.

Una notificación apareció en su pantalla de inicio cuando un número desconocido le envió un mensaje.

“¿Estás segura de que eso es lo que quieres?” observó el mensaje con confusión y antes de poder llegar a la conclusión de que era algún error otro mensaje llegó, del mismo número. “El contrato. ¿Estás segura?”

- No habría preguntado si no estuviese segura. - Se dijo a si misma mientras se preguntaba quien mandaba los mensajes creyendo que era alguna broma que un hacker.

En un abrir y cerrar de ojos se encontró en un lugar familiar. Un escenario.

- Conozco tu triste dilema, no es necesario que me lo digas. - Una figura sombría caminaba alrededor de ella. - Me alegra mucho en realidad. Soy un gran admirador. - Ella trató de seguir a la figura con su mirada, pero comenzó a moverse demasiado rápido. Cuando perdió de vista al dueño de esa voz, una mano tocó su hombro. Era un hombre, piel bronceada, vestido de negro, cabello gris y ojos rojos. - Joven dama.

Se quedó inmóvil completamente sorprendida. Esta persona era un demonio.

- Interesante, usualmente las personas que me ven sienten terror pero tus ojos me dicen que sientes más curiosidad que miedo.

La parte lógica de su cerebro sentía temor, pero otra parte sentía…esperanza, aquella esperanza que creía muerta.

- ¿Puedes cumplir mi deseo? Si te doy mi alma, ¿podre bailar de nuevo? – preguntó con voz temblorosa.

El hombre dio una tenebrosa sonrisa.

- Veamos… - dijo suavemente con extraña ternura. – Tomar tu alma sería un gran desperdicio. – caminó a su alrededor nuevamente. – Mientras pueda ver tu baile de nuevo estaré satisfecho. – Ella abrió sus ojos expectantes.

- Sin embargo, hay formalidades que cumplir. Yo soy un demonio y tú eres una humana. – Se puso frente a ella y una caja se materializó en sus manos. - Volverás a bailar, pero solo si usas este traje.

Abrió la caja que el hombre le obsequio y dentro se encontraba el más maravilloso traje de balé que había visto en su vida. Era de un puro blanco y le acompañaban dos zapatillas de balé del mismo tono irreal.

- Entonces ¿Tenemos un trato? – él le ofreció su mano y ella no lo pensó dos veces. Estrechó su mano y todo se fundió entre sombras.

- El contrato está sellado. – escuchó su voz en la distancia.

Se encontró de vuelta en su habitación con la caja encima de su cama. Rápidamente la abrió y vio el vestido y las zapatillas adentro. No fue un sueño. Se cambio de inmediato y probó hacer unos pasos de baile. Lagrimas llenaron sus ojos cuando su mundo regresaba a ella. Obtendría lo que era suyo de nuevo… fue ahogando esa vocecilla en su cabeza que le decía que no se puede confiar en un demonio.

Meses pasaron y el balé de “El retrato de Dorian Grey” estaba en estreno. Ella era la Sybil perfecta, bella y gentil. Sus compañeros de danza y su familia estaban sorprendidos ante su triunfante regreso, era como observar un milagro a pesar de que era lo más lejos de serlo. Aunque nunca entendieron su decisión de usar solo un vestido su danza era demasiado preciosa como para negar sus demandas.

Todo el mundo estaba tan impresionado con su baile que se sentían decepcionados cuando ella no estaba en el escenario. Una vez el baile había terminado, todos se ponían de pie para aplaudir cuando ella se despedía. El aplauso era música para sus oídos, se sentía en casa.

Tras bambalinas, la tropa de danza solo tenía cosas buenas que decir de su acto y ella disfrutaba cada segundo de alago.

En los casilleros, al cambiarse, iba a poner su vestido y zapatillas de vuelta en su caja cuando notó algo extraño, el color blanco del tutu había cambiado a un muy tenue rosa. Esto la confundió, estaba segura de que era blanco. Sintió escalofríos, pero evadió su intuición.

“Este es un vestido demoniaco ¿Tal vez es normal que pase esto?” se dijo incapaz de prever la sentencia que ese traje significaba.

A lo largo del año, continúo bailando, ignorando el cambio del vestido. Ella creía que el vestido cambiaba para que su color fuera acorde con las actuaciones que hacía.

Un año después estaban presentando “La niña de los zapatos rojos” y por supuesto ella era la estrella. Su vestido, ahora un impactante rojo, junto con sus zapatillas era perfecto para el rol de Karen. Ella era una gacela con la música como el viento debajo de sus alas. De nuevo hizo un salto y por un segundo observo a la audiencia, y como aquel día que cayó de gracia, la figura sombría estaba ahí. Esta vez aterrizó a salvo, pero cuando se dio cuenta el lugar estaba vacío a excepción de esa figura. El demonio.

Él sonrió.

- Ese vestido se ha estado alimentando de tu humanidad hasta este día, ahora eres mía eternamente.

Se congeló sin saber cómo responder.

- Ahora… baila para mí.

Mientras sus ojos se teñían de rojo y su espíritu se quebraba, observó inerte a la multitud

de una persona con una vaga sonrisa.

Y eternamente, ella bailó.

10 de Octubre de 2022 a las 19:18 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Elisa Viteri Historias en español e ingles. Bilingual stories. I like to write stories themed around fantasy, horror, and drama with psychology involved.

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