marekmakaniverse Marek Makani

En este cuento de Marcos Marín esta vez bajo el pseudónimo de Zachary M. Gamage, se nos cuenta la historia de un futuro donde los humanos llevan a cabo varias barbaries a consecuencia del cambio de los tiempos. Unos jóvenes víctimas de estos nuevos hábitos y acciones producidos por el cambio, tratarán de escapara para alcanzar la vida fuera de La Granja, la cual sus antepasados sí vivieron pero ellos, desafortunadamente, al haber nacido después de los acontecimientos que llevaron a la humanidad hasta ese punto, jamás han vivido fuera de ese complejo de nombre tan peculiar y que esconde un oscuro secreto para ellos. Prohibida su copia y/o adaptación.


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#thriller #suspense #violencia #neo-noir #guerra #inkspired #sci-fi
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CARNE

Katahu Shana nació el 30 de noviembre de 2045 en Isoc, el único punto de tierra firme existente en este extraño y viejo planeta que esconde más secretos de los que podremos jamás llegar a imaginar.

Vivió durante varios años, aunque menos de los que hubiera querido y siempre lo hizo luchando. En cierto modo no tenía más alternativa que hacerlo porque si no, podría ser inminentemente devorado por otros de su especie. ¿A qué me refiero con esto? Os preguntaréis la mayoría. Pues bien, hace alrededor de cuatro décadas del anuncio de la extinción de la mayoría de las especies animales, o al menos las más accesibles al ser humano. Todo ello debido a la masiva consumición de todos los productos y alimentos que se obtenían de ellos. Dada la alta demanda y un incremento desmesurado en la caza por la falta de supervisión de los gobiernos junto con las organizaciones encargadas de hacerlo, dieron lugar a dicho desastre natural.

Todo fue a peor, hasta el punto de que tal desestabilización de la naturaleza provocó un cambio en el clima suficiente para aniquilar no solo la poca fauna que quedaba sino también la flora. Los únicos que se han salvado han sido por algunas décadas, los humanos, quienes fueron como ya hemos podido observar, los mayores responsables de este apocalipsis por no llamarlo “cagada” monumental, si me permiten la expresión, claro está.

La forma en que han logrado sobrevivir no ha sido otra que gracias a la ciencia y a un hábito bastante peculiar a la par que repugnante que nunca nos hubiéramos planteado de no encontrarnos en un escenario tan nefasto como este. Por el lado de la ciencia tenemos los respiradores herbales, los cuales funcionan con una extracción de los nutrientes, proteínas, entre otras más sustancias necesarias para la raza humana, de las pocas plantas que quedaron vivas antes de que desapareciera todo. Pero por el lado de la naturaleza, al no existir más alimento y las fuentes de energía con las que se mantenían las altas esferas, quienes se alimentaban de comida sintética, comenzaron a decaer por la crisis en la que entraron todos los países, decidieron darse el lujo de comer carne humana.

Efectivamente. La humanidad acababa de adentrarse en el punto más bajo y sucio de su existencia. Y así, todo volvió a dividirse en las dos tradicionales caras de la misma moneda, la gente de gran poder adquisitivo e infinitos contactos, y su antítesis, los pobres.

El sistema es el siguiente. Numerosas empresas comenzaron a surgir con el auge de dicha práctica, ya que se encargaban de la crianza, preparación, envasado y distribución de humanos por toda la isla. ¿Y los de fuera de la isla? Murieron. Los dejaron morir porque Isoc era el único punto donde el aire era más o menos respirable, y claro, como en todo, se trata de la ley del más fuerte, quien no cupiese, se quedaba fuera, aunque significase el fin para miles de millones de personas. Cuyos cuerpos también se comieron, por cierto.

Los multimillonarios que financiaban dichas empresas, todavía se hicieron más de oro, sumado a que consumían grandes cantidades de carne suponiendo la muerte de millones de vidas inocentes. El problema era que la gente, como es comprensible, no quería ser devorada, por lo que se hacía a la fuerza, creando titánicas granjas donde la mayoría de las personas, nacían, crecían y morían sin saber por qué, debido a que sus antepasados sabían por lo que les encerraron, pero ellos nacieron todos huérfanos, sin nadie que les contase la razón de su estancia allí.

II

Uno de estos desgraciados niños era Katahu, quien poseía un cuaderno escrito por su madre, a quien jamás conoció pero que le encomendó a una amiga suya llamada Siti Kunana, que lo criara hasta que llegase su hora. Ésta murió a los cinco años y medio de nacer Katahu, por lo que no guarda muchos recuerdos de ella, pero sí los que considera los más felices de su vida, habiéndose encargado de que así fueran para el pequeño. Siti duró tanto viva porque su organismo no era todavía el mejor para el consumo, por lo que tardaron en llevársela. Entre estos recuerdos estaba la promesa que le hizo cumplir Siti, y era la de nunca despegarse del cuaderno, ni olvidarse de que debe escapar de allí.

Tras grabarse dicha promesa y objetivo a fuego, Katahu pasó varios años de su vida tratando de escapar de aquel genocidio del que pronto sería víctima. Siti le enseñó a leer lo que ponía en el cuaderno, y era lo siguiente. “Hijo, nunca llegaste a conocerme, pero desde el cielo puedo verte. Siti será tu mamá a partir de ahora. Debes escapar de allí, porque solo quieren que mueras, eres muy pequeño para entenderlo, pero solo fuera de ese lugar hallarás la libertad. Besos. Juha. Tu mamá.”

Conoció allí a dos compañeros más, Sunoto y Keloshi. Ambos tenían un año menos que Katahu. Se llevaron genial desde el primer momento en el que coincidieron sus caminos, y Katahu les comentó su plan de huida. Ellos al principio no sabían de lo que hablaba ni por qué quería escapar de allí, ya que ellos solo sentían que se les alimentaba genial, y tenían un desarrollo vital el cual, aunque era desagradable, no habían conocido otra forma de experimentarlo. En resumidas cuentas, para ellos, aquello era normal. Katahu les reveló la verdad, que estaban allí para morir. Se sorprendieron inmediatamente y le trataron de loco. Pero cuando se dieron cuenta de que nunca conocieron a sus padres o madres, abuelas o abuelos, y que la mayoría de las personas mueren con 29 años de media, comenzaron a plantearse si lo que decía era realmente cierto.

Tres semanas después los convenció, ellos se sumaron a su causa y solo debían esperar la edad suficiente para cumplir con el pan establecido. La edad sería entre los 28 y 29 años, en la cual se les preparaba para acceder al matadero, o como ellos le llamaban, la chimenea, ya que desde pequeños al ver tanto humo salir de ese lugar, pensaban que solo se trataba de eso, una simple chimenea.

Tenían 27 años y solo quedaba darle algunos retoques a la táctica que iban a emplear. Katahu sería el primero en partir hacia el matadero, lo sabía por la altura, ya que los altos iban primero porque daban más carne, por lo que él debía iniciar todo. Los otros dos, a cada cual más bajito, Sunoto con 1,73 m de altura, y Keloshi con 1,65 m de altura, serían los que dieran la señal a Katahu para correr como alma que lleva al diablo. Sin embargo, en lugar de correr durante el trayecto, decidieron darle un par de giros al plan, por si acaso.

III

Ese año se les pasó mucho más rápido de lo esperado, y finalmente llegó el día. Katahu estaba muy nervioso, de hecho, lo estaba tanto que de morderse tan ansiosamente las uñas, se hizo sangre en los dedos. Corrió a avisar a los chicos, quienes estaban durmiendo todavía, pero entonces las campanas comenzaron a sonar. El plan a pesar de haberse elaborado durante tantos años no era demasiado complejo, porque no tenían ni idea de lo que iban a encontrarse fuera. De pronto, mientras resonaban las campanas del fin, los guardias, vestidos de negro, se dispusieron a entrar rápidamente para organizarles por alturas, Katahu, que medía 1,92 m, era de los primeros, como bien sospechó desde el principio. Lo sacaron tras un leve forcejeo, era el final de una generación más consumida por el sistema. Katahu estaba rabioso, pero debía mantenerse alerta, porque cualquier distracción podría suponer el mayor error de su vida y por consecuente la muerte. Detrás de él, había como 190 personas más hasta llegar a Sunoto, y alrededor de 230 entre este último y Keloshi. Llegaron casi todos a la enorme sala de fusilamiento, donde desde unas torretas serían eliminados por los guardias.

Tras unos 10 minutos eternos llenos de miedo, lágrimas y tensión entre las demás personas presentes en la escena, pero también la gran concentración de Katahu, Sunoto y Keloshi, comenzó todo. Justo un grito se escuchó a la cuenta de tres para comenzar a abrir fuego contra los inocentes, primero “1…”, pudieron escuchar proveniente de una voz llena de rabia, luego “2…”, pero nunca llegó al tres.

Katahu lanzó con seguridad tres ejemplares de un arma blanca que consistía en una sección de madera acompañada de cuatro hojas en cada lateral elaborada por él mismo, con un filo que podría cortar hasta una pared de cemento. Estaba hecha con cuatro cuchillos de los que venían anualmente con la comida, ya que solo cambiaban de cubiertos, por más sucios que estuvieran, cada año, aunque la gente los lavaba un poco con una pequeña cantidad de su ración de agua diaria, por más que les pesara desperdiciarla en dicha práctica.

No se pudo ver apenas el arma cuando tres tiradores, incluido el que contaba, comenzaron a gritar de rabia y dolor, al mismo tiempo que caían con sus cuellos rebanados al suelo de la sala. Otros cuatro berridos brotaron de las inmorales bocas de los tiradores responsables de tantas muertes, quienes contaban con al menos 50 años cada uno, cosa natural, ya que los que vivían fuera de la granja, encargándose de ella o no, llegaban a vivir muchos más años que quienes vivían dentro, sabiendo todos ya por qué. A éstos entre ceja y ceja un cuchillo de 28 centímetros les acababa de penetrar, proyectado por los entrenados Sunoto y Keloshi.

Todo se convirtió en un fatal y grotesco espectáculo de sangre, aunque también de libertad, debido a que, aunque comenzó a sonar la sirena de emergencia, como nunca había ocurrido una situación así en al menos 30 años, no estaban preparados para contraatacar. Sunoto registró a uno de los cadáveres para encontrar las llaves, pero no estaban, se les acababa el tiempo, sentían como la tensión aumentaba, los pasos de más guardias se acercaban y todavía no podían escapar.

Keloshi y Katahu comenzaron a registrar también hasta que el primero de estos dos, dio con las llaves. Ya estaban allí los guardias, comenzaron a disparar mientras se apresuraba a abrir la puerta, pero un disparo certero en la cabeza le mató en el acto, Katahu quedó en shock, aunque Sunoto, sabiendo que podría ser también el final de todas aquellas personas, prefirió seguir con el plan establecido, no había tiempo para lamentos. Lo consiguió, aunque murieron 10 personas en el intento. Comenzaron a salir todos en estampida, estaban camino de la libertad, aunque balas, gritos y sangre volaban por el aire, todavía mataron a más inocentes. Los supervivientes, bastantes, comenzaron a saltar el muro. 37 personas fueron interceptadas por los infames e implacables proyectiles de las ametralladoras, cayendo desde aquella altura en el acto. Pero la forma en que lograban escalar dicha valla era increíble, porque, debido a las ansias de libertad, trepaban con deseo de saltarlo de una vez por todas tras descubrir la verdad.

Se salvaron de aquella masacre 206 personas, pero perdieron a 318, y todavía quedaban muchas más en la granja, pero aquel no era el día que les tocaba su fusilamiento. Tras correr siguiendo a Katahu sin pensarlo ni percatarse de que no habían parado ni un solo segundo durante una hora, llenos de adrenalina, con ninguna intención de mirar atrás, lograron llegar al punto más lejano de aquel horrible lugar. Donde descubrieron que, en aquella zona, que no había sido explorada por ellos, o por lo menos parecía no haberlo sido, se hallaba un jardín de plantas maravillosas, donde habitaban preciosos animales. Y es que al abrir el cuaderno un año antes, Katahu vio que en la última página había algo oculto, era una hoja escondida, donde le decía su madre que debía correr durante horas lejos de allí desde la sala de fusilamiento en dirección a la puesta de sol, ya que según la abuela de Katahu, quien tuvo la oportunidad de criar a su hija hasta los 5 años, porque antes los mataban más tarde, le contó que allí estaba el paraíso.

Por eso es por lo que Katahu corría en esa dirección todo el tiempo, y se cumplió, pero claro, aquello simplemente fue un cuento que corrió de generación en generación por su familia, en realidad solo se trataba de un oasis que todos pudieron contemplar fruto de la desesperación, alentada por la descripción que estaba haciendo el chico de lo que podían ver sus ojos.

Katahu cayó al suelo, abrazó llorando a Sunoto, estaban felices, todos estaban felices, pero nada de eso era real, porque de ningún modo pudieron jamás escapar de la realidad, simplemente vivieron de aquel espejismo, hasta que…

Murieron.

FIN

27 de Septiembre de 2022 a las 00:54 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Conoce al autor

Marek Makani Marek Makani, nacido Marcos Marín Molina, es un autor español especializado en cuento y novela corta. Algunas de sus obras más célebres son sus Narraciones Independientes, Hellands, sus novelas gráficas RUINA o Red for Blue, las series MANIAC o Kosmik Tales y los cuentos de su antología Necrotales.

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