Terror Seguir historia

La manecilla pequeña el reloj rozaba las 3 de la madrugada.

Pero ya era la sexta vez que miraba el reloj en 15 minutos, llevaba esperando el bus cuarenta minutos, siendo el tiempo más largo de mi vida, era normal, había salido de fiesta y llevaba unas copas de más, yéndome ido porque me encontraba muy mal.

Esperar en una parada de autobús con una luz remitente del techo con una intensidad bastante floja en medio de uno de los suburbios más peligrosos de la ciudad no era lo más confortable que digamos.

Eran las 3:24 y como vi que el bus no se dignaba a aparecer me decidí por llamar un Uber.

Era de esperar que poco a poco me fuera durmiendo mientras esperaba.

Pensé en alto:

—Daría lo que fuera por llegar a casa.

Repentinamente una brisa escalofriante recorrió toda la parada del autobús, haciendo que la luz a su vez parpadeara incansablemente durante unos segundos.

A lo lejos de la calle, bajo un pequeño atisbo de luz que desprendía la luna, vi como una figura humana se acercaba desde lo lejos.

Varios pensamientos fugaces pasaron rápidamente por mi cabeza, como el hecho de que podría ser otra persona que había salido de fiesta y que perseguía mí mismo viaje de vuelta....

Cuanto más se iba acercando mis latidos se iban acelerando por miedo a que esa persona quisiera hacerme algo.

Estaba tan aterrado en ese momento que no me percaté de intentar disimular que estaba observando sin discreción al caminante que se me estaba acercando.

En cuanto puso el pie a unos metros de la parada el poco rayo de luz de la parada dejó ver la indumentaria vieja y descosida del individuo.

Una capucha cubría su rostro, y justo antes de sentarse se paró ante el asiento y suspiró, lo más extraño es que nada de vaho salió de la comisura de sus labios sabiendo el frío que hacía a esas horas de la madrugada.

Justo después de su repentina aportación se sentó, y se quedó inmóvil durante unos minutos.

Yo no sabía que hacer, mis piernas no temblaban solo del frío.

Disimuladamente me percaté de que la persona que tenía al lado tenía la piel de un tono rojizo como si en ciertas partes del cuerpo tuviera quemaduras.

En ese momento me llegó una notificación de que el Uber estaba a punto de llegar, por lo que fui acomodando la billetera y las cosas en mi mano cuando de la nada la persona que tenía a mi lado dijo con seriedad y un tono fúnebre:

—No mires atrás….

Al terminar la frase pude ver como esbozaba una pequeña y siniestra sonrisa que dejaba entrever unos dientes ligeramente afilados, como si de una punta de flecha se tratasen.

En cuanto el coche negro se paró ante mí, no dudé y entré en cuanto pude.

Cerré la puerta rápidamente y me puse el cinturón lo más rápido que pude.

El coche no avanzó ni unos metros cuando aquella brisa volvió a aparecer, recorriendo la parte de atrás del vehículo, haciendo que de forma involuntaria mi cuerpo se tornase hacia atrás para ver si aquella persona seguía ahí.

Para mi sorpresa aquella figura inquietante…no estaba ahí, había desaparecido.

En ese mismo instante sentí como una mano me clavaba sus uñas fuertemente en el hombro.

Y sin girar la cabeza, viendo como la luz de la parada del autobús se apagaba, la misma voz fría y siniestra me decía al oído....

—No debiste de mirar atrás....