nankugabs Gabriel López

La tierra ha sido azotada. La humanidad está desapareciendo. Memrá, el creador de la humanidad y guardián de Samia, ha caído en batalla. Los ángeles, demonios y almas de Samia y del Sheol están casi extintos. La única esperanza de salvación recae en el Rey del Sheol, los ángeles y antiguos asesinos de este, y un humano que murió cuando todo acababa de empezar. ¿Qué podrán hacer estos cuatro individuos contra quién sea que haya provocado esto? ¿Y qué pueden hacer hacer los pocos humanos que quedan con vida además de... Rezar?


Fantasía Fantasía oscura No para niños menores de 13. © Gabriel López, 2022.

#infierno #demonio #historia #deidad #esperanza #sobrevivir #primerahistoria #biblia #245 #poderessobrenaturales #apocalipsis #dios #lucifer #supervivencia #poderes #muerte #drama #demonios
0
3.4mil VISITAS
En progreso - Nuevo capítulo Todas las semanas
tiempo de lectura
AA Compartir

Prólogo.

I. "Todos los que han pecado sin conocer la ley también perecerán sin la ley;

y todos los que han pecado conociendo la ley, por la ley serán juzgados".

-Romanos 8:1-2.

—Tu libre albedrío es una farsa, ¿lo sabías? —dijo, mientras paseaba en forma burlona y decidida frente a su víctima—.
—D-de qué hablas... —el párroco, de pie frente a su contraparte, que era exactamente igual que él, la mira a los ojos, intentando disimular el terror que hubiere invadido su ser—.
—Hombre, mírate, pasaste tu vida adoctrinado y siguiendo la supuesta "Palabra de Dios" al pie de la letra, no omitiste, siquiera, una palabra —comienza a caminar libremente alrededor del párroco, dándole golpecitos en los hombros y la cabeza—. Viviste bajo esa ley ciegamente como un caballo guiado por su jinete. Fallas una sola vez... No, ¡haces lo que quieres por una vez, y no importa cuánto te arrepientas por lo que pasó al final! Mira dónde acabaste.
—No... ¡Dios me ama! —aprieta las manos, hirviendo en cólera, y voltea a ver a su opresor nuevamente a los ojos—. ¡Él no permitirá que acabe aquí!

—¡¿Ah, sí?! ¿Y por qué estás tan seguro de eso? —da una breve sonrisa, mostrando colmillos negros, recubiertos de maldad y ansias de castigo, despojando al párroco de todo rastro de valentía y ánimo de desafío, y cubriéndolo nuevamente de terror—.
—T-tú lo dijiste, he vivido toda mi vida bajo su palabra misericordiosa, he sido guiado por su ley y no he faltado a su congregación ni dañado a nadie —consumido por su nerviosismo, traga saliva y finge una mirada de seguridad—.
—Anciano, hablas demasiado para demostrar tan poco.

En ese momento, la criatura alza sus manos a la altura de su vientre, y una especie de burbuja de baba espesa y negrirroja se yergue frente a sus ojos y muestra imágenes de niños castigados a golpes, gente atacada verbalmente, paredes azotadas con objetos y miradas de lujuria tanto a hombres como a mujeres, jóvenes y adultos, vivos y muertos.

—¡NO! —grita el párroco, ya rendido físicamente, pero intentando mantener su espíritu en pie—. ¡No pueden castigarme por eso! ¡Eso jamás pasó! Me estás intentando engañar, ¡monstruo!
—¿Sabes qué? Eso es verdad. Nada de lo que te muestro lo hiciste, todo es falso, ¿pero te digo por qué te lo muestro, a pesar de que no es verdad? Porque ni Dios ni yo te juzgamos por lo que haces, porque para eso siempre está el hueco legal del arrepentimiento. Nosotros te juzgamos por lo que hay dentro de ti, y lo que veo... —hace una pausa y se detiene detrás del párroco, asomando su cabeza por sobre su hombro— Es vergüenza, te avergüenzas de lo que eres, porque elegir ese camino básicamente te quitó tu libertad; pero más que eso, veo que dentro de ti no hay nada de arrepentimiento por lo último que hiciste antes de morir, más bien veo... Orgullo —sonríe y, con su larga y puntiaguda lengua, lame el costado de su cara. Luego, se pone de frente a él nuevamente—. ¿Lo disfrutaste, cierto? Te gustó hacerlo. Jugaste a ser Dios y te funcionó bien, pero sabías que no era eterno, por eso tuviste ese final abrupto. De hecho, si hablamos respecto a Dios, entonces tengo total libertad para decir que Él no te ayudará aquí, ¿sabes por qué? -coloca su mano en el cuello de su víctima y la alza en el aire, irguiéndose él también, revelando una figura macabra, y mostrando una sonrisa aún más siniestra- Él mismo fue quién te envió aquí.

La criatura crece aún más en tamaño, apareciéndole un par de alas aparentemente angelicales goteando un líquido negro. Estas alas cubren al párroco, que ya estaba envuelto en su propio horror, y al descubrirlo éste estaba cubierto de un líquido oscuro, hediondo a putrefacción, que funde al párroco y lo vuelve uno con el entorno, ahogándolo en su propio grito de dolor y fundiéndolo con demás almas agonizantes que se hallaban en el lugar. El famoso Sheol.



II. “Entonces oí una gran voz que decía desde el trono:

He aquí, el tabernáculo de Dios está

entre los hombres, y Él habitará entre ellos

y ellos serán su pueblo,y Dios mismo estará entre ellos”.

-Apocalipsis 21:3.



El hombre miraba con desdén a su alrededor, viendo como todo se desmoronaba por el caos mundano. Hombres peleando en protestas supuestamente pacíficas, mujeres arrinconando y maldiciendo personas externas a su lucha, infantes llorando y policías golpeando a gente que nada había hecho y nada tenía que ver con la manifestación.

Sumido en un dolor psicológico y espiritual enorme, el hombre sale de la estación de metro disponiéndose a caminar hacia el lugar que, sin nada mejor en su vida, él llamaba hogar; se abrió paso entre multitudes iracundas mientras veía cada vez más gente dejándose llevar por su ira, despecho y odio. De pronto se topó con una mujer de avanzada edad que, con mirada triste, casi desesperada, cerraba su pequeño negocio familiar junto a su esposo y sus hijos ya entrados en la adultez. Se acercó amable y preocupadamente a preguntar qué estaba pasando, a lo que la familia se limitó a decir que la gente pareció estallar de un momento a otro, pues en las noticias jamás se hubo anunciado alguna manifestación masiva.

El hombre, aparentemente de unos veinte años, de cabello negro y largo hasta media espalda, ojos claros y vestido con una playera de Slayer, unos pantalones apretados y rasgados y unas zapatillas Adidas blancas, se dispuso a ayudar a la familia a cerrar el local a fin de evitar daños innecesarios mientras seguían hablando de lo que había ocurrido y lo que hacían antes que el tumulto de gente estallara en una ira inexplicable. Al acabar, la señora le agradece entregándole unos snacks, “Para que no te de hambre mientras vas a casa, niño”, le dijo. El hombre agradeció con una reverencia y se dispuso a seguir hacia su destino, caminó unos pocos pasos, mirando a una multitud cada vez más enloquecida, y en cuestión de un segundo, en un simple y sencillo parpadeo, sintió un dolor agonizante atravesar su pecho, vio cómo la señora lo observaba horrorizada desde su ventana, policías y civiles corriendo desesperadamente hacia él mientras sentía su cuerpo caer hacia el piso, piso que nunca tocó, puesto que bastó sólo ese segundo, para que el hombre viera un páramo totalmente distinto.

En cuestión de un segundo, el hombre se hallaba en un gran campo verde aparentemente sin final, al menos no uno visible. Le tomó unos tres segundos despertar de su trance y notar que el agudo dolor que sintiese hace un momento ya no estaba, como si de una ilusión se hubiese tratado, entonces tocó su pecho, miró sus manos y nada. Ni una sola herida o rasguño, caminó durante unos minutos hasta que se halló nuevamente en el lugar donde antes estaba: la misma destrucción, la misma gente, la misma familia horrorizada, los policías golpeando a un sujeto con pistola cerca de dónde se encontraba su cuerpo mientras la gente lo insultaba a gritos, luchando por ir a golpearlo también. Se pregunta cómo es que puede estar viendo su cuerpo ahí tendido, si él se encuentra totalmente consciente, entonces mira en la dirección en la que iba y se topa con una figura grande y luminosa, que aparentemente le tendía una mano para ayudarlo a atravesar a esa gente.

El hombre se acerca a esta figura, toma su mano, y en un segundo estaba de nuevo en el páramo; confundido, busca a dicha figura que resplandecía como nada en el mundo lo haría jamás y que vislumbraba una bondad infinita, y cuando la encuentra, ésta sólo le dice: Bienvenido, hijo mío.

1 de Agosto de 2022 a las 19:10 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Leer el siguiente capítulo Encuentro.

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 11 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión

Historias relacionadas