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Yáng Li se ve forzado a descubrir las verdades de su pasado para evitar la masacre que acabó con su familia. Segunda parte de "Melodía del Silencio"


Drama Sólo para mayores de 21 (adultos).

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El anillo celestial

La muerte de un hombre generalmente no causa ningún revuelo en el mundo.

—Buen día, Jīn Qiao —dijo Jīn Rong—. Por favor, solicítale al maestro Jīn Shi que venga a terminar con esto.

Jīn Qiao dio una reverencia cordial, mirando a los traidores de reojo.

—Como desee —soltó Qiao en voz baja—. Pero, no sé si el maestro Shi esté preparado, parece que su núcleo se vio afectado en la última misión.

Jīn Rong, imponente como siempre, lo miró mientras apretaba los labios.

—Primero verifica si está bien, y si notas que está demasiado herido, trae a Fa Shui —ordenó secamente—. Nada debe perturbar a mi hijo en su día.

Jīn Qiao asintió, saliendo por la puerta con paso lento. Al cerrar la puertilla, soltó un suspiro. No le gustaba demasiado que Jīn Rong abusara de la cordialidad de Shi, mucho menos cuando estaba en un estado tan delicado. Su núcleo, que siempre había sido brillante y poderoso, por alguna razón se vio afectado terriblemente; además, cuando intentaron preguntarle, soltaba lo que parecían ser desvaríos ridículos.

«Cuida a Jīn Rong y a Jīn Huang, si algo les sucede… ¡estaremos muertos! ¡Toda la alianza se perderá!»

Aún recordaba su voz angustiosa cuando lo dijo, parecía estarlo viviendo en carne propia, con sus manos temblando y sudando como un pequeño cerdo, ¡jamás había visto a su maestro así!

Soltó un suspiro de preocupación, lamentándose por haberlo llevado a la misión de Xitang, ¡ese lugar estaba maldito! Siempre que iban terminaba pasando algo.

Se internó al pasillo, presintiendo que algo malo estaba a punto de suceder.

—“Ojalá esté equivocado…” —pensó Jīn Qiao.

El aire se colaba en sus pulmones, parsimonioso. Sus sentidos fueron corrompidos, y el pulso se sentía inhumano, antinatural.

Una lágrima cayó por su mejilla, sufriendo por lo bajo mientras revivía poco a poco los sentimientos de su pecho. La sangre fluía como torrente descontrolado, haciendo que sudara en medio de su inconsciencia.

Para él, siempre fue muy difícil despertar.

Su pecho dolía a horrores, como si pudiera aún padecer por la espada de su maestro clavada en su pecho; un fantasma presencial que secaba sus entrañas y lo hacía sentir pesado en su lecho. Poco a poco, se dio cuenta de que podía moverse, con torpes pensamientos que se apretujaban unos con otros, clamando por salir de su boca.

¿Estaba muerto?

Sus dedos se movieron, sus piernas respondieron, y, mientras iba recuperando el sentir de sus articulaciones, el dolor del pecho poco a poco se retiraba. Con lentitud abrió los ojos, no fue doloroso, no fue sorprendente… Fue tan tranquilo como despertar de un mal sueño, y, cuando sus ojos hicieron contacto con el techo de su dosel, quedó estático por mucho tiempo.

Era irreal, sintiendo como si siguiera dentro de un sueño.

Tragó saliva, sus labios temblaban.

¡No podía ser cierto!, ¡estaba completamente seguro de que había muerto! Cerró los ojos, como esperando que el mal chiste acabara. Él mismo había sentido su respiración irse lentamente, el dolor de su cuerpo al perderse, sus manos entumecerse, y su mirada vagar hasta la oscuridad.

Su mirada…

A su mente volvieron unos ojos azules como el río.

Abrió los ojos abruptamente, levantándose con velocidad. Sintió retorcijones en su estómago, y poco a poco comenzaba a darse cuenta de todo lo que había sucedido. No obstante, algo se sentía mal, fuera de lo común; su cuerpo no le dolía, su pecho se hinchaba lentamente y sin problemas, mientras que su abdomen parecía estar en perfecto estado. Lo tocó con las yemas de los dedos, cerciorándose.

No sintió ninguna herida.

Un minuto… ¿Y esta ropa?

Subió el rostro como si un animal lo hubiera picado, mirando alrededor. Cuando se dio cuenta de dónde estaba, palideció por completo.

“No puede ser… ¿¡Me capturaron!?” —pensó Yáng Li.

Se quitó la sabanilla, y saltó de la cama, sintiendo su cuerpo por completo.

Algo no estaba bien, ¡algo no estaba nada bien!

Lo primero que sintió fue completa irrealidad, movió sus brazos, notando que reaccionaban correctamente a lo que deseaba; pero, no podía explicar exactamente qué estaba sucediendo con él. La altura no estaba bien, sintiéndose más alto de lo acostumbrado, sus hombros se notaban más anchos de lo que recordaba, sus manos más largas, y su energía…

Su energía se sentía más vivaz en sus entrañas, un poder que parecía no pertenecerle.

Buscó con desespero por la habitación rojiza, y a un costado lo vio: Un espejo. Se apresuró hacia él con el corazón palpitando con locura en su pecho, y cuando se miró, terminó quedándose estático.

Ese… ¿¡era él!?

Su rostro era muy parecido al que recordaba, pero el que le devolvía la mirada en el espejo era un hombre con más edad; su cabello era más largo, atado en una coronilla de maestro cultivador del clan Jīn.

“¿¡Qué demonios!?” —exclamó mentalmente.

Se acercó aún más al espejo sin poder creer lo que veía, con lentitud tocó sus ropas, dándose cuenta de que tenía los colores negro y gris del clan Jīn; y, como si no fuera suficiente sorpresa para el conmocionando Yáng Li, una serie de recuerdos comenzaron a inundar su mente, recuerdos que no le pertenecían. De un momento a otro supo que había crecido y entrenado en el clan Jīn, que era un maestro cultivador, y que tenía un discípulo llamado Jīn Ran.

Cuando pensó en el joven discípulo, sus entrañas se removieron por completo, obligándolo a apoyarse contra la mesilla del espejo, y enfocando su mirada al suelo mientras recordaba. Sus propios recuerdos chocaban contra los de ese cuerpo, y la memoria de él mismo, siendo Yáng Li, matando a lo que ahora es su discípulo, lo congeló.

Comenzó a temblar.

—“Yo… ¿transmigré?” —pensó— “¿¡Transmigré en un Jīn!?”

La transmigración era un suceso conocido por todos los cultivadores, algo especial y determinado para almas excepcionales y finamente cultivadas. Se rumoreaba que el gran emperador celestial determinaba si el alma era suficientemente excelente para gozar con una segunda oportunidad.

La transmigración era muy rara, escapando más allá de la vida, la muerta, y el tiempo.

¡Pero Yáng Li no sentía que cumpliera con esos requisitos!

Sintió sus labios temblar, así que sostuvo su boca con la mano.

Las memorias de los últimos momentos de su familia lo abordaron, y fue cuando todo su cuerpo paró de temblar.

Su familia…

¿¡Qué pasó con su familia!?, ¿¡transmigraron con él!?, ¿¡estarían vivos!?

Subió la mirada, viéndose de nuevo en el espejo. El pesar lo recorrió, había fallado, había muerto; y no conforme con eso, ¡no sabía qué había pasado con su familia! No se pudo mover más, conmocionado. Ni siquiera pudo oír al hombre que entraba en el recinto.

—¿¡Jīn Shi!? —exclamó con preocupación el hombre—, ¿¡estás bien!?

Yáng Li subió la mirada rápidamente, viendo al joven acercarse con velocidad hacia él. Por instinto, se echó hacia atrás, llevando las manos hacia su cinturón en busca de su espada. Cuando su mente pudo procesar lo que estaba pasando, un Jīn Qiao lo miraba con sorpresa en los ojos.

“¿Me acaba de llamar Jīn Shi?” —pensó en medio del caos mental.

—¿Shi, estás bien? Te ves pálido… —Jīn Qiao frunció el ceño— ¡No debiste levantarte tan rápido! Te dije que descansaras.

Yáng Li tragó saliva, gracias a los recuerdos de ese cuerpo, y a la mención de Qiao, por fin entendió lo que estaba sucediendo: Había transmigrado al cuerpo de Jīn Shi.

—“¡Pero Jīn Shi está muerto, Shaoran lo mató!, ¿puede ser esta una realidad diferente o algo así?”

Con la mente confusa, carraspeó, intentando mantener la calma frente al aturdido Jīn Qiao.

—Discúlpame, Qiao —calmó Li—. Estoy un poco indispuesto y mareado, como si me hubieran golpeado.

Yáng Li pudo ver vagamente a Jīn Qiao en los recuerdos de este cuerpo, parecía ser muy cercano a Jīn Shi a puertas cerradas, ya que tenía la impresión de que en su anterior vida no solían parecer más que compañeros de clan.

Jīn Qiao pareció relajarse al escucharlo, soltando un ligero suspiro y sonriendo. Se acercó a él, dándole una palmada en el hombro con una fraternidad que su cuerpo recibió como si fuera un gesto frecuente, aunque su mente chillara en el proceso.

—Aquel demonio de agua casi te arranca el núcleo, ¡pensábamos que no vivirías! —contó— Sabía que no debías ir, te lo dije: ¡Xitang está maldito!

Intentó recordar de lo que hablaba Qiao, pero por mucho que indagó en los recuerdos del cuerpo, no pudo obtener información sobre lo que estaba hablando. Yáng Li apretó los labios, tenía que descubrir más de la realidad actual sin levantar sospechas de que algo sucedía.

—Xitang no está maldito, sólo fue un accidente. —Acomodó su pose, mirando a Jīn Qiao— Perdóname por preocuparlos.

Jīn Qiao levantó una ceja y lo miró con duda, asintiendo. Luego, se dirigió a la puerta del cuarto.

—Si de verdad estás mejor: Jīn Rong quiere que vayas a encargarte de la ejecución de unos traidores —dijo—. Al parecer, decidieron hacer de las suyas mientras no estabas disponible para combatir, e intentaron matar a algunos jefes del clan Wú.

“¿¡Jīn Rong!? ¿¡El antiguo patriarca está vivo!?”

Ocultó su sorpresa como pudo y siguió a Jīn Qiao hacia afuera. Por dentro, intentó encontrar información que le pudiera ayudar, y por un momento recordó las palabras que el propio Jīn Shi le había dicho en la misión de las puertas de metal.

«Por favor, averigua lo que sucedió con nuestro líder, abre los ojos del clan Jīn, en nombre de nuestra antigua amistad. Estoy seguro de que hay algo más que lo está influenciando.»

Al recordar esas palabras, se sorprendió.

“Jīn Shi… ¿me concediste tu vida para que cumpliera ese deseo?” —pensó con aturdimiento.

Por mucho que lo pensara, era lo único que tenía sentido. Probablemente esa fuera la razón por la que pudo renacer, aunque, ¿por qué tenía que ser él? Frunció el ceño, confuso; no es que se quejara, el poder renacer le daba un montón de posibilidades que antes no tenía, pero se sentía confundido al respecto.

—“Además, ¿cómo se supone que pueda evitar lo que sucedió, si ni siquiera sé lo que pasó en mi vida pasada?” —se preguntó Li— “Tampoco parecía que él supiera mucho al respecto…”

Cuando indagó más en las palabras de Jīn Shi, recordó algo:

«Hace varios años, antes del asesinato del patriarca mayor, Zhao estaba comprometido con una mujer.»

Él había insistido en eso…

—Jīn Qiao —dijo Li mientras caminaban por el pasillo—, ¿cómo va el compromiso del joven Zhao? —tanteó con esperanza.

Jīn Qiao soltó una risita por lo bajo.

—Jīn Zhao está muy emocionado, mañana por fin será un hombre dispuesto a formar una familia, ¡y ojalá pudieras ver al viejo Jīn Rong! Está que saca las cortinas por las ventanas para llamar la atención de los viajeros —dijo risueño—. Aunque, la aparición de los traidores lo puso de pésimo humor.

—¿Traidores?

—Si —corroboró Qiao, dejando de lado su sonrisa—, una pareja de locos irrumpió por la parte de atrás cuando los Wú nos vinieron a felicitar por el compromiso. Quisieron hacerle daño a Wú Bingwen, pero, ¡son unos imbéciles, ja, ja, ja! ¿Enfrentarse al líder de los clanes?, ¿¡quién está tan desquiciado!? —se burló.

Yáng Li frunció sutilmente el ceño, no había escuchado de dicho ataque en su vida pasada.

—¿Y le avisaron a los Yáng del ataque? —preguntó con cierto nerviosismo.

Jīn Qiao le quitó importancia con la mano, alzando los hombros.

—Fue un asunto menor, enviar a un mensajero o algún mensaje de alma a Luotian tardaría demasiado para algo tan trivial.

Yáng Li asintió, sintiéndose realizado por un momento. En una corta conversación se dio cuenta de varios puntos: Lo primero, que en ese periodo de tiempo aún había contacto con los Yáng, lo que significaba que estaban vivos -cosa que lo alivió de sobremanera-; segundo, que, si Jīn Rong aún estaba vivo, y Jīn Zhao se iba a casar mañana, entonces todo apuntaba a que el plan de asesinato de Jīn Rong se iba a ejecutar entre hoy y mañana.

Se tensó, si todo eso era cierto, y todo seguía la línea de sucesos de su vida pasada, entonces… ¡Había regresado dos años en el pasado!

Tragó saliva, recordaba la muerte de Jīn Rong, sus padres, su hermana y él fueron a velar por el cuerpo del hombre en su tumba. El pesar del clan Jīn era palpable en la sala, pero la oscuridad y tensión del suceso no se comparaba al temperamento que tenía el joven Zhao ese día; su cuerpo frío, su mirada perdida, y su semblante de hierro.

Fue la primera vez que cualquiera lo veía de esa forma.

“La muerte de Jīn Rong…” —pensó— “Ese debe ser el detonante de todo, si el patriarca no muere, el quebrantamiento del temple de Jīn Zhao nunca llegaría a suceder. Además, si por algún motivo Jīn Zhao se termina corrompiendo como pasó antes, ¡estoy seguro de que Jīn Rong nunca estaría de acuerdo con la masacre de la secta Yáng!, ¡salvando al clan Jīn, puedo salvar a la secta Yáng!”

Y así, aunque Yáng Li quería salir corriendo a encontrar a su familia viva, se obligó a quedarse con los Jīn un poco más.

Mientras caminaban por los pasillos rojizos de las puertas de metal, las memorias de su última misión batallaban en su mente pesadamente.

«No has aprendido nada. No mereces la vida que tu hermana recuperó por ti.»

Apretó los puños al recordar las palabras de Jīn Zhao.

Él tenía razón, había sido demasiado tonto, demasiado iracundo. Había sido un niño, y no sabía si era porque se había dado cuenta al momento de morir, o el hecho de que ahora tenía más edad en ese cuerpo, pero pudo ver claramente los errores de su vida pasada; y supo que, esta vez, lo haría todo diferente.

Dos oportunidades, ¿qué Dios era tan misericordioso para concederle tanto?

Jīn Qiao y él llegaron hasta el último piso de las puertas de metal, frente a unas placas altas de acero que sostenían una puerta de hierro.

—… Jīn Ran estaba muy preocupado también, ¡no dejó de visitarte los días que estuviste en cama!

Yáng Li se dio cuenta de que Qiao no había parado de hablar en todo lo que llevaban caminando, y se sonrojó levemente al notar que no había prestado atención.

—Es un buen chico, aunque debía estar entrenando en mi ausencia.

No pudo evitar el sentimiento de culpa que lo recorrió al decir eso.

—¡Yo le intenté decir lo mismo! Pero, por mucho que le pateé el culo, a mí no me hace caso —se quejó Qiao—. Se apresuraba a entrar en el cuarto cuando tu prometida venía a visitarte, y se comía los bollos que te dejaba, ¡es un pequeño cerdo!

Yáng Li abrió los ojos con desmedida sorpresa.

“¿¡PROMETIDA!?” —pensó.

Los recuerdos del cuerpo en el que estaba respondieron, llenándole la cabeza de memorias de una chica hermosa con cabello rubio y ojos albaricoques con largas pestañas. Al parecer, la había conocido en un viaje a Baoshan, donde se vio perdidamente enamorado de la joven coleccionista. Yáng Li recordaba en sus propias memorias la visita a Baoshan, había visto de reojo la tienda de la joven, pero como estaba buscando la vajilla de regalo para su mamá, en realidad no prestó mucha atención del enamoramiento de Jīn Shi.

Pero las memorias no terminaban ahí, pudo ver su primer roce de manos, su primer beso, las primeras caricias con la joven, y… a los dos en la cama.

Se quedó de piedra en su sitio, pálido.

“¿¡Cómo voy a llevar un compromiso si no conozco a la mujer!? ¡No recuerdo ni su nombre!” —se quejó mentalmente.

—¿Jīn Shi? —llamó Qiao mientras abría la puerta.

Yáng Li volvió de sus pensamientos, recordando que ese era ahora su nombre en esta realidad.

—Disculpa, me distraje —dijo nerviosamente.

Jīn Qiao lo miró con la ceja alzada.

—Estás un poco raro desde que despertaste, ¿seguro estás bien para proceder con la ejecución? —preguntó preocupado— ¿Acaso te molestó que se comieran tus bollos? Puedo mandar a hacer más si quieres…

—¡No! —respondió apresuradamente— No te preocupes, sólo estaba desconcentrado…

Un momento…

“¿¡EJECUCIÓN!?” —Yáng Li no había caído en cuenta sobre lo que estaba a punto de hacer.

Era cierto, en los recuerdos podía ver que Jīn Shi, como maestro cultivador y mano derecha de Jīn Rong, estaba a cargo de este tipo de tareas. Suspiró levemente, a él, como Yáng Li, nunca le había tocado ejecutar a nadie por motivos de traición, normalmente de eso se encargaba su padre. Aunque no le parecía que fuera tan diferente a matar a alguien en batalla.

Habían cometido una falta grave, así que no sentía que estuviera haciendo algo negativo.

Jīn Qiao asintió, entrando por la gran puerta de hierro. Yáng Li lo siguió, y al entrar, vio un enorme recinto color dorado. ¡Parecía la habitación de un príncipe! Muebles con joyas, esculturas ostentosas, y un suelo aguamarina que llamó su atención al instante. Buscando en los recuerdos del cuerpo, pudo obtener que esa era la habitación de Jīn Rong.

—“¡Y pensar que siempre había parecido un hombre humilde!” —pensó Li.

Al fondo de la habitación había una puertilla que era usada normalmente como atajo para el sitio donde encarcelaban a los traidores. Yáng Li, pensando en ese sitio, se preguntó por un momento el por qué su familia no había sido puesta allí cuando los encarcelaron en la vida pasada; pero, por mucho que lo pensó, no consiguió una respuesta clara.

—Te traeré a Espina para que puedas proceder —dijo Jīn Qiao—, ve preparándote en la sala.

Li asintió, entrando a una sala pequeña donde había unos pocos asientos azulados. Jīn Qiao salió, dejando sólo a Yáng Li por un momento.

—“Espina… ese es el nombre de la espada de este cuerpo, ¿pero me escuchará a mí?” —se preguntó.

Las armas espirituales sólo siguen las almas de sus propietarios, así como Xian tenía a Otoño y él a Huo. Si Espina estaba vinculado al arma de Jīn Shi, ¡existía la posibilidad de que no pudiera ejecutar a los traidores!, e incluso, ¡podían descubrir que él no era Jīn Shi!

Tragó saliva, tenía que conseguir una forma de matarlos sin usar a Espina en caso de que no le correspondiera. Miró hacia los lados, intentando encontrar algún arma, un puente filoso, lo que fuera que pudiera ayudarle en ese momento…

Una pequeña luz proveniente de la mano derecha llamó su atención.

Bajó la mirada rápidamente, notando que algo en uno de sus dedos brillaba; subió la mano, y pudo observar por primera vez un anillo de acero en su dedo pulgar. El anillo contenía pequeñas piedras con distintos colores que variaban entre rojo, azul, y morado; además, había unos pequeños espacios donde parecían faltar más piedrecillas.

Frunció el ceño, la piedra que brillaba era una de color azul. Con duda, acercó su mano, tratando de recordar qué era ese anillo, y cuando lo tocó, el recuerdo lo cegó por completo.

«En el plano espiritual su energía fluía con parsimonia. Lóng bajó de los cielos, reconociendo el poder del maestro cultivador que se internaba en el lago para pedir su próxima arma inmortal. Fuxi y Nuwa surgieron del gran dragón blanco, rodeando al hombre que meditaba con calma en el agua.

—Jīn Shi —dijo Fuxi—, estuvimos esperándote un tiempo.

—Nuestro regalo para ti se pospuso —prosiguió Nuwa—, pero no porque fueras menos merecedor de un arma inmortal.

Vimos el pasado, el presente, y el futuro —Fuxi se puso al frente—, y hemos construido un arma digna para tu don y objetivos.

Jīn Shi asintió con cortesía, dando una reverencia de gratitud.

—Espero ser el digno portador que están buscando.

Fuxi y Nuwa asintieron, satisfechos con el porte de Shi.

—Lo eres —dijeron al unísono.

Sin más palabras, ambos Dioses sostuvieron sus palmas hacia arriba, y una luz proveniente de ellas cegó por un momento la calma del recinto. Luego, para sorpresa del joven Jīn Shi, ambos sostenían objetos en sus manos.

¡Había escuchado muy poco sobre las personas bendecidas con dos armas inmortales! Tanto que, pensaba que eran un gran mito. Sonrió, complacido consigo mismo.

Fuxi le tendió una hermosa espada cristalina. En cuanto la vio, sintió una conexión inmediata con ella, tomándola y sintiendo cómo la aceptaba en su mano con gusto. El arma se removió, emocionada por el poder del hombre que tenía como maestro.

—Es una espada hermosa, mi señor —dijo mientras daba otra reverencia.

Fuxi no le respondió, y Nuwa se dio paso entre ambos. En su mano había un objeto pequeño y metálico, y en cuanto Shi lo vio no pudo evitar fruncir el ceño, sintiendo algo extraño en ese objeto. Sin embargo, ocultó bien su extrañeza y aceptó con todo el gusto que pudo expresar.

Nuwa era una Diosa inteligente, por mucho que Jīn Shi intentara cubrir sus dudas, ella lo había sentido, soltando una ligera sonrisa.

—Esta arma es especial —dijo con lentitud—. No es un arma común, y sólo podrás utilizarla cuando tengas el conocimiento necesario. Te permitirá registrar las visiones y verlas nuevamente; además, con el alma adecuada, se desplegará su poder mortal como la espada flexible más poderosa que se ha forjado.

Jīn Shi se sorprendió, mirando el pequeño objeto mientras escuchaba las indicaciones. La puso en su dedo índice, notando las pequeñas ranuras vacías del anillo.

—Es un objeto precioso, mi señora, ¡me han hecho realmente feliz esta noche!»

En cuanto el recuerdo acabó, se quedó aturdido mientras miraba el anillo en su dedo.

Según lo que su cuerpo recordaba, aunque esa noche a Jīn Shi le dieron el anillo, él jamás pudo usarlo como un arma, por lo que terminó usándolo sólo para guardar las… “visiones”.

“¿Con el alma adecuada…?, ¿podrá ser…?” —pensó con duda.

Y entonces, como si el anillo pudiera escuchar sus pensamientos, una luz blanquecina surgió de él, extendiéndose rápidamente por todos sus dedos para luego alargarse y formar una filosa espada de cristal. Yáng Li abrió los ojos con sorpresa, sintiendo cómo la espada le daba la bienvenida.

—No puede ser… ¿¡Huo!? —exclamó en voz baja— ¿¡Transmigraste también!?

¡Si! Su nueva arma se sentía igual a Huo, el arma le dio su fuerza, confirmando su teoría.

La conmoción seguía vigente en el cuerpo de Yáng Li, mientras soltaba una ligera sonrisa al tener a “alguien” conocido con él. Con fiereza sacudió la espada en el aire, soltando ráfagas furiosas.

“Huo, ¡estás incluso más fuerte que en mi anterior vida!, ¿¡qué sucedió!?”

Huo no pudo responderle.

Un jadeo proveniente de la puerta le hizo voltear.

—¡Jīn Shi! —exclamó Jīn Qiao mirándolo con sorpresa—, ¡pudiste usar tu segunda arma! —Espina Qiao fue entregada rápidamente, dejando sólo la fascinación del hombre mientras veía a Huo. La espada se tambaleó en su mano, contenta de ser admirada en su nueva forma—, ¿¡cómo lo hiciste!?, ¡qué envidia! Pensé que no podías usarla.

Yáng Li sonrió, dejando que el hombre admirara la fabulosa espada de cristal.

—Tuve un descubrimiento mientras estaba inconsciente —explicó—. Tú dirás que Xitang está maldito, ¡pero gracias a ese golpe, entendí cómo utilizarla!

Jīn Qiao, quien había estado absorto en la espada, subió la mirada con duda.

—¿Un descubrimiento? —dudó— ¿Tuviste una visión?

Yáng Li se tensó, agravando su expresión.

—¿Visión? No recuerdo haber tenido ninguna… ¿acaso dije algo que no debía decir? —preguntó, intentando buscar información mientras guardaba la espada en su anillo, y a Espina en la vaina de su cinturón.

Jīn Qiao apretó los labios, moviendo la cabeza de un lado a otro dudoso.

—Bueno… sé que odias hablar sobre tus visiones —dijo en susurro—, pero, antes de que perdieras el conocimiento, comenzaste a soltar un montón de cosas… Como la primera vez que tuviste una.

Intentó encontrar un recuerdo antes de responder, pero no encontró nada. Se preocupó un poco al notar que los recuerdos parecían más confusos que antes, como si reconocieran que el alma que le pertenecía a ese cuerpo ya no estaba y hubieras decidido irse con él.

Tendría que apresurarse.

—He tenido un momento de reflexión conmigo mismo —dijo solemne, mientras caminaba para darle la espalda a Qiao y ponía las manos en su espalda—. Noté que mi odio hacia mis visiones es desmedido y sin sentido. Mientras lo acepte y lo hable con naturalidad, no habrá nada que deba perturbar mi estado de calma.

Jīn Qiao abrió la boca con estupefacción.

Yáng Li sonrió de medio lado, alegrándose de que el hombre no le viera el rostro. Con todas las pistas que había conseguido, sólo podía entender que las visiones eran algún tipo de don, poder o maldición que perseguía a Jīn Shi hasta su final.

—E-Eso… Es inesperado —soltó Jīn Qiao—. Pensé que…

—Qiao —cortó Li, volteándose—. No puedo odiar algo que no puedo quitar de mí, así que, no te preocupes por decir algo que pienses que pueda enojarme.

Jīn Qiao vaciló.

—¿Ya no les tienes miedo?

“¿Miedo?” —dudó Yáng Li, aunque lo que salió de su boca fue totalmente distinto— El miedo sólo se alimenta de mi debilidad; si permito que me dañe, entonces estaré perdiendo ante ello. —Sonrió— Es más, a partir de ahora, ¡ni siquiera recuerdo la razón por la que tenía miedo de mis visiones en primer lugar!

Jīn Qiao sonrió, dejándose llevar por el nuevo buen humor de Yáng Li.

—¡Por fin te das cuenta! —dijo animado— Todos pensábamos que estabas exagerando, ¡ninguno creyó que arruinaras realmente la ceremonia de nacimiento de Yáng Xian! Sólo fue un simple accidente, fuiste tú el que se lo tomó tan a pecho. ¡Hubieras visto las caras de los jefes Yáng!, ¡Ja, ja, ja, ja, ja!, ¡pagaría de nuevo por verlo!

Yáng Li se quedó de piedra.

“¿Qué acaba de decir?” —pensó desconcertado.

—Además, fue hace ya varios años, ¡de seguro nadie se acuerda de eso! —le restó importancia—. Pero mejor dejar toda esta charla para otro momento, ¡Jīn Rong se está poniendo impaciente! Me lo encontré mientras bajaba a buscar a Espina, ¡tiene una cara de perro increíble!

Jīn Qiao caminó apresuradamente hacia la puerta, Yáng Li tuvo el impulso de detenerlo, pero se contuvo. Aunque lo detuviera, ¿cómo podía preguntarle qué había sucedido sin levantar sospechas? ¿decirle que sólo se le olvidó y que le recordara serviría de algo?, ¡Sonaba irreal!

Además, según lo que había visto en los recuerdos de Jīn Shi, el hombre no actuaba así de impulsivamente, y si lo hacía, temía ser ya demasiado obvio para Jīn Qiao que algo no andaba bien con su mente.

Apretó la mandíbula.

—Tienes razón, es mejor terminar con esto —dijo en voz baja, resignado.

Jīn Qiao abrió la puerta del fondo, soltando un potente crujido mientras se arrastraba pesadamente sobre el suelo. Li lo siguió, apretando con fuerza a Huo en su mano.

La atmosfera cambió de un momento a otro, la humedad los hizo sentir pesados, el sonido de sus pasos resonaba por los rincones del gran recinto oscurecido. Al fondo del largo pasillo, dos personas estaban colgadas por los brazos una al lado de la otra, haciendo tensar de inmediato a Yáng Li.

Una gotera hacía escuchar un pequeño sonido constante e hipnotizador, donde era lo único que se podía escuchar claramente; y, por debajo del sonido, la respiración de los dos condenados se hacía presente, erráticas por el miedo contenido.

Era una pareja, la mujer permanecía con su mirada enterrada en el suelo, mientras que el hombre les regalaba una mirada de odio sin precedentes. Yáng Li los miró, intentando librarse de cualquier emoción.

Jīn Qiao, siguiendo el protocolo, se quedó a un costado de la habitación, permitiendo que Yáng Li tomara la delantera de sus pasos. Cuando quedó justo al frente de ambos, les lanzó una mirada gélida. Yáng Li buscó en sus pensamientos, recordando qué era lo que solía decir Jīn Shi en estas situaciones.

—He venido para brindar sentencia. —La voz que salió de su boca fue grave y desconocida para él— Como respeto a la vida misma, les concederé la oportunidad de dar sus últimas palabras y peticiones; y me encargaré, con todo el honor que conlleva mi nombre, de cumplir sus últimos deseos.

Jīn Qiao miró a Yáng Li con duda, y es porque de hecho esas últimas palabras fueron añadidas por su propia consciencia, no por los recuerdos obtenidos de Jīn Shi. Yáng Li nunca se dio cuenta, con la vista fija en ambos condenados.

—¿“Honor”, dices? —soltó el hombre— El hecho de pertenecer al clan Jīn debería quitarte todo el honor que dices que tienes.

Yáng Li no lo refutó, quedándose callado. Por dentro, entendía perfectamente al hombre, sintiendo el odio hacia los Jīn surgir por un momento. Con lentitud caminó hacia el hombre y tomó sus cadenas, el ruido de las mismas hizo que la mujer soltara un jadeo y se removiera de miedo, entendiendo lo que estaba a punto de suceder.

Colocó al hombre arrodillado en el suelo, con su cabeza bien plantada en el piso. El hombre no se removió ni luchó, aceptando su destino. Yáng Li no pudo evitar dudar, frunciendo el ceño. Tenía ganas de preguntar: “¿Por qué lo hiciste?”, pero, ¿qué razón necesitaba alguien que odiaba tanto al clan Jīn?

Por eso, cambió la pregunta.

—¿Por qué odias tanto a nuestro clan? —preguntó.

Jīn Qiao seguía mirando, sin entender.

Esperó pacientemente, pero sin importar cuánto esperó, el hombre no respondió.

Las gotas seguían cayendo con lentitud.

Suspiró, si quería llevarse el secreto a la tumba, así sería. Con un movimiento rápido de Huo, y sin pensarlo demasiado, rebanó con certeza el cuello del hombre.

La mujer comenzó a temblar mientras jadeaba, sin atreverse a mirar a su esposo muerto. La sangre empezó a surgir lentamente de la herida, y el cuerpo se desplomó sin fuerzas.

Sin querer perder más el tiempo, se acercó a la mujer. Esta vez fue más difícil, notando que cada paso que daba hacía que la mujer se estremeciera en su sitio y las lágrimas cayeran con más fuerza. Tragó saliva de nuevo, acordándose esporádicamente lo que habían intentado hacer estas dos personas.

—¿Tiene algo que decir? —preguntó con cortesía.

La mujer por primera vez subió la mirada, sus ojos verdes llenos de lágrimas mientras miraban con miedo a Yáng Li. Mientras, Li tuvo que apretar la mandíbula para llenarse de fuerza.

—S-Si lo q-que usted dice e-es cierto… —Su voz sonaba quebradiza y confusa— S-Si puedo c-confiar en usted… sólo puedo pedirle… —Volvió a bajar la mirada— M-Mi hija… T-Tome mi c-collar y d-déjeselo a mi hija… E-Ella no ha h-hecho nada malo… por favor, señor.

La respiración de Li se cortó, y su mano tembló inconscientemente. Por un momento, el recuerdo de su madre volvió a su mente, llorando desconsoladamente cuando pensaba que no lo iba a ver más.

Su corazón latió con fuerza.

Jīn Qiao miró su mano temblorosa en silencio.

Se tuvo que obligar a guardar la calma y drenar cualquier sentimiento para dar paso a la lógica pura, esta mujer no era su madre ni nada por el estilo, era una traidora. Para ese entonces, el clan Jīn aún no había cometido ninguno de sus actos futuros que causaron paulatinamente el odio de todos los Yáng, así que, en ese momento, su falta había sido tan grave como intentar matar a su propio padre.

Con nueva calma, se acercó lentamente al cuello de la mujer. Un pequeño aro dorado reposaba en él, y con lentitud removió la prenda, enrollándolo en su mano. La mujer asintió, ya sin poder decir ninguna otra palabra.

Yáng Li tampoco quería escuchar más, así que tomó las cadenas de la temblorosa mujer y la puso en el suelo, al lado de la sangre de su esposo. Se llenó de calma, y en un intento de terminar rápido con todo esto, movió la espada velozmente, causando la misma herida que su anterior víctima. Los temblores pararon, los sollozos se perdieron en el recinto de piedra, lo único que quedó fue la endemoniada gotera que estaba poniendo a Yáng Li de los nervios.

Huo, notando que ya no hacía falta, se retrajo en el conocido anillo plateado. Por fin, pudo respirar.

—Jīn Shi —llamó Qiao—, algo pasó cuando te desmayaste, ¿no es cierto?

Se volvió a tensar. Li subió la mirada, encontrándose con los ojos dudosos de Jīn Qiao. Él mismo comenzó a dudar, y por un momento quiso decirle la verdad a Qiao. Los recuerdos de Jīn Shi le decían que ese era un hombre de confianza; sin embargo, ¿por qué Jīn Shi tenía tanto miedo de hablar sobre sus visiones?, no pensaba que fuera un miedo venido de la nada.

—“¿Qué hacer…?” —pensó Li.

Con sus opciones agotadas, de nuevo tuvo que hacer uso de su propio instinto.

—Tuve una visión —mintió, mirando al suelo—, una visión donde alguien importante moría.

Técnicamente, no era una mentira.

Jīn Qiao abrió los ojos y la boca, conmocionado. Al instante se acercó a Jīn Shi.

—¿¡Qué fue lo que pasó, pudiste verlo!? —preguntó— ¿Acaso tiene que ver con Jīn Rong?

Esta vez, Yáng Li fue el que se vio sorprendido.

—¿Cómo sabes que Jīn Rong tiene que ver? —indagó Li, tenso.

Jīn Qiao frunció el ceño, llevando sus ojos al costado mientras recordaba.

—Antes de que te desmayaras comenzaste a desvariar —explicó—, era lo que te quería decir antes, dijiste: “Cuida a Jīn Rong y a Jīn Huang, si algo les sucede… ¡estaremos muertos! ¡Toda la alianza se perderá!” —citó Jīn Qiao.

Yáng Li frunció el ceño, repasando las palabras de Jīn Qiao.

“Así que después de todo, es cierto. El suceso causante de la masacre es la muerte de Jīn Rong.” —pensó Li— “Pero, no tenía idea de que Jīn Huang tenía que ver.”

Se encargó de anotar esa información en la mente. No conocía a Jīn Huang, el hermano de Jīn Rong, sólo sabía que era un nómada con muy mala reputación, así que no solía ser mencionado en las reuniones de los clanes, mucho menos aparecer en ellos.

—¿Jīn Huang está aquí? —preguntó Li.

—Aún no, pero llegará más tarde para celebrar la ceremonia de compromiso… —dijo Qiao, preocupado—, si hubiera sabido esto, ¡nunca lo hubiera invitado, demonios!, ¿¡qué tan jodidos estamos!?

Yáng Li negó con la cabeza, intentando conservar la calma de Jīn Qiao. Ya había obtenido la información que necesitaba, y confirmado sus propias teorías: primero, Jīn Rong y Jīn Huang no debían morir; y segundo, Jīn Shi tenía visiones de las cosas que pasarían en el futuro.

“De ser así, ¿Jīn Shi sabía de la masacre desde entonces?” —se preguntó Li, mirando el anillo. Recordaba lo que habían dicho los Dioses al dárselo, y, si todo lo que había entendido era verdad, ¡entonces ese anillo tenía todas las visiones de Jīn Shi hasta ese día!

—No pasará nada si Jīn Rong y Jīn Huang se salvan —dijo—. Alguien intentará matarlos entre hoy y el momento de la ceremonia. Jīn Qiao —dijo mientras lo miraba a los ojos con gravedad—, necesitaré tu ayuda para protegerlos, no puedo mirar a ambos al mismo tiempo.

Jīn Qiao entendió la gravedad del asunto y asintió, dándole una palmada a Yáng Li en el hombro.

—Debiste ver algo muy grave para que te dignaras a decirlo, Shi —dijo Qiao con suavidad—. Confía en mí, ¡no dejaré que les pase nada!

Yáng Li asintió, un poco más confiado.

—Centra tus ojos en Jīn Huang —ordenó Li—, mientras yo vigilo a Jīn Rong. No lo dejes sólo ni un momento.

Jīn Qiao sonrió con orgullo.

—¿Bromeas? ¡Soy yo! —exclamó—, nada le pasará. ¿Recuerdas cuando me dijiste que me encargara de Jīn Ran? ¡Se necesitan muchos ojos para vigilar a ese condenado niño!

Con el ambiente más tranquilo, Li se permitió sonreír y comenzó a caminar hacia la puerta, seguido de Jīn Qiao. Un tintineo en su mano lo distrajo, así que fijó su mirada en ella, notando que aún tenía el collar de la mujer.

—Por cierto, Qiao —preguntó mientras caminaban—. ¿Sabes quién es la hija de la mujer?

Jīn Qiao entendió al instante porqué lo preguntaba, mirando el collar también.

—No la conozco, pero tal vez por el apellido sepas algo —dijo dudoso—. No es muy común en Xitang.

—¿De verdad? —se interesó Li, volviendo su mirada al hombre.

Jīn Qiao asintió, caminando con indiferencia.

—Si, además, no hay muchos sanadores, te será fácil encontrarla —respondió—. Familia de sanadores y de apellido Yu, ¡suena fácil de conseguir!

3 de Julio de 2022 a las 22:33 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Leer el siguiente capítulo ¡¡Ya no nos quieres, tío Huang!!

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Antigua Región Olvidada
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