meenster Valentina Rodríguez Lagos

Tanto la antigua como la nueva Venus tienen problemas, es más; pareciera que ella está decidida a que su vida sea un completo drama. Un enredo de conflictos y personas interconectadas que llegan por un motivo específico a su vida, crean un caos y luego se largan… todas con el propósito de hacer el camino hacia él: Ezra Sallow.


Romance Todo público.

#258 #drama #newadult
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GODZILLA ATACA DE NUEVO: PASADO

No quería saber nada al respecto. Mi ego ya estaba lo suficientemente herido como para que, además, Aaron volviese a aparecerse en el instituto. Maldita sea mi suerte y maldita sea Kiara, mi mejor amiga, ¡Oh no, espera! ex mejor amiga… Porque las amigas no se traicionan, ni mucho menos, se burlan de ti, por lo menos no de la manera en que ella lo hizo de mí. Pero creía en el karma y sabía que todo caería por su propio peso… o eso esperaba.

Tal vez no nos convengan esas creencias.

¡Shhhhhhh! Ignoré a mi vocecita interior, que en mi imaginación había adquirido la forma de la conciencia de Lizzy Mcguire… cosa que es poco original, así que decidí cambiarla por algo mucho más fabuloso, alguien como Rihanna. Exacto. Aceptaría críticas de Rihanna sumisamente, por lo que, al considerar la naturaleza criticona de mi vocecita, fue una buena elección.

Aquí Rihanna, reportándose… el enemigo se acerca.

Dejé de morder mis uñas y enderecé mi espalda, al ver que Kiara se acercaba con Iris del brazo, mi otra ex mejor amiga.

Perras.

—V, ¿Podemos hablar? —Me suplicó con sus ojos de cordero; enormes y oscuros, casi tan grandes como su falsa amistad.

—¿Para qué? —Respondí con voz firme, alzando el mentón desafiante. Por dentro moría de ganas de saber qué tenía que decirme, pero la indiferencia siempre es la mejor arma.

—Para solucionar todo esto, sabes que tengo que apoyar a mi prima… Ella lleva loca por Aaron desde el año pasado. —Murmuró y luego rascó su cabeza, lo que envió escalofríos por toda mi columna, puesto que hace cuatro años, Kiara tuvo un alarmante brote de pediculosis, vamos; piojos. Yo tuve piojos por su culpa… Nunca se lo perdonaré.

—Da igual, ya tuve suficiente drama de la familia Cross. —Reí para mis adentros. Porque también era cierto, después de encarar a Kiara la semana pasada, me metí en un enorme lío con su familia religiosa. Fue tan alarmante, que mi madre, quien estaba de viaje fuera de la ciudad, me llamó para considerar convertirse a la extraña religión que practican la familia de Kiara y su secta. ¡Se atrevieron a llamar a mi mamá! a reprocharle porque insulté a su querida hija… sucia zorra malagradecida era el insulto menos potente de mi repertorio.

—Prométeme que lo pensaras… porfis. —Rogó, y yo asentí. No porque pensara en volver a ser su amiga, sino porque tener un as bajo la manga nunca es malo.

Se dieron media vuelta, y sentí la preocupada mirada de Iris sobre mí, mientras se alejaban. No debería alarmarse… yo no era como ellas, no iba a revelar ningún secreto que me confiaron mientras éramos amigas, o por lo menos no por ahora.

En primer lugar, todo lo que me estaba ocurriendo era culpa mía, porque nunca debí hacerme amiga de Kiara, ni de Iris. Vamos… no éramos compatibles para nada; ellas pertenecían a familias religiosas estrictas, actuaban como chicas de trece a pesar de tener diecisiete y sus gustos musicales ocultos se componían de reggaetón inteligible. Yo, en cambio, estaba loca por las fiestas, me encantaba salir y divertirme, mi familia era de todo menos religiosa y amaba la música clásica, aunque no discriminaba en buena música.

Gracias a mi afán por llevarle la contraria a las vidas precoces de mis hermanos, me había montado un gran drama encima. Ryan, mi hermano mayor, fue descubierto por una agencia de modelaje a los quince años, convirtiéndose en una estrella de pasarela a los diecisiete y adquiriendo papeles secundarios en películas de Hollywood a los diecinueve. Ahora, con veintiséis años, está casado, tiene tres hijos y unas ojeras del tamaño de mis ganas por terminar el instituto. Lo mismo ocurrió con mi hermana Rose; su melliza, pero con la música. Me encontraba muy bien encaminada a los trece, hasta que una chica de mi clase me dijo que mi vestido era de zorra, en ese preciso instante decidí bajar las revoluciones… no quería acabar como mis hermanos. Amo a mis sobrinos, pero no pretendía que mi vida se acabase antes de los treinta. Hacerme amiga de la secta conservadora me pareció la mejor opción, hasta enterarme que las malditas me apuñalaron por la espalda…

Ni te imaginas lo que te espera.

Después de pasar el resto de la jornada en la enfermería del instituto, con la excusa de tener cólicos, corrí hasta el estacionamiento, cinco minutos antes de que la campana anunciase el término de la jornada escolar. Al llegar a mi casa, corrí la enorme escalera que conectaba ambas plantas y me encerré en mi habitación, para refugiarme en el cálido edredón de terciopelo rosa que abrigaba mi cama. Comenzaba a cerrar mis ojos, pero el tono de llamada de mi móvil me alejó de mi letargo. Era Diana, mi prima:

—¿Qué le ocurre a Lady Di? —Reí, era divertido jugar con su nombre, porque se asemejaba un montón a su realidad; en su casa era la princesita de sus padres, tenía nombre de princesa y además, era la personificación de Reina, la cocker spaniel de La dama y el vagabundo.

—No creo que haga falta que bromee con tu nombre, Venus… —Respondió.

¡Ouch!

—Ajá, ajá. Bueno dime, ¿qué quieres? —Refunfuñé, porque no sé en qué diablos pensaban mis padres al nombrarme Venus. Dios.

—No te enojes… tu sabes que te amo, primita linda. —Alejé mi oído del móvil tras un sonoro beso, que se asemejó más a un chirrido de auto. —¡Hoy nos vamos de fiesta!

—¿Uh…? D, es jueves, mañana hay instituto. —Rodé los ojos, porque esto era lo que había querido evitar desde hace años.

JA, JA, JA ¿La diversión?

No, el descontrol.

—¡Ay! Vamos, V. Una banda súper genial va a tocar en el bar de los padres de Maddy. —Diablos… ¿qué adolescente de este siglo utilizaba las palabras súper genial? Pero la idea sonaba más que tentadora.

Músicos.

Sexys.

—¿A qué hora nos vemos? —Suspiré, porque ¿qué podía hacer en contra de mi naturaleza? Estaba en mis venas.

—A las siete ¡te amo! te envío la ubicación, ¡nos vemos allá!

Y así fue como comenzó mi infierno, aunque tampoco me arrepiento.

20 de Marzo de 2022 a las 17:54 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Valentina Rodríguez Lagos No me gusta escribir... ¿O sí?

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