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Raíces...

Erael verano del noventa, yo tenía aproximadamente diecinueve años de edad, me encontraba en la cúpula de la juventud, me sentía todo un hombre y me sentía capaz de comerme al mundo de un bocado. No era rico, al contrario, vivía a expensas de mis amigos, y aunque trabajaba, realmente nunca me alcanzaba para nada, pero eso nunca me impidió saborear la vida. Creo que nací con mucha suerte, todo llegaba a mí de lamanera menos pensada y casi nunca tuve que esforzarme por conseguir lo que me planteaba. Así que todos mis veranos la pasaba en diferentes lugares, viaje como nunca, claro sin gastar un céntimo ni tener que mover un dedo. Conocí muchas ciudades de Europa, de Centro América y parte de Sur América y por supuesto conocía como la palma de mi mano mi país natal “México”.

Siempre fui mochilero, aunque nunca tuve que pedir dinero en las calles o refugiarme en lugares de mala fama, tuve la fortuna de tener carisma y ganarme a la gente fácilmente, y con ello ganarme un espacio en sus hogares, que muchos de ellos eran tan grandes como la cuadra de dónde venía. Nunca fui abusivo a pesar de las circunstancias, nunca pedí de más, fui agradecido y traté de portarme lo mejor posible, claro aprendí a salirme con la mía a mi manera, aprendí a escabullirme tan silenciosamente que me llegaron a apodar “El gato”.

Viaje a lugares inimaginables, playas de fantasías y pueblos tan mágicos que parece que aun los llevará marcados a flor de piel. Pero ese verano, el del noventa, fue el que marco mi vida para siempre. Unos amigos me habían invitado a pasar ese verano encasa de sus abuelos, una casita en un pueblo de La Habana Cuba era mi primera vez en ese país, yo no conocía mucho sobre la historia de ese lugar y mucho menos los problemas políticos y sociales que se vivía en esa ciudad. No era muy bueno en los estudios y la historia nunca fue lo mío. Aprendí con los viajes, pero siempre trataba pasar de ello, en ese entonces solo importaba viajar, las fiestas, embriagarnos, conocer mujeres, simplemente pensábamos en divertirnos. Pero ese viaje lo cambio todo.

Los abuelos de mis amigos no eran cubanos, eran también mexicanos, solo se enamoraron de la ciudad y de esa casa en particular. Ellos llegaron ahí la noche de su luna de miel, se hospedaron en esa casa, la cual era en su entonces un pequeño pero lujoso hostal. Era atendido por dos mujeres, muy guapas y misteriosas, los recibieron como reyes y los atendieron como cuales. Regresaron varias veces a Cuba y siempre se alojaban en el mismo lugar, era tan mágico y único, que llegaron a pensar que ese lugar estaba hechizado. El sitioera tan distinto a lo que se veía en los alrededores,se decía que mucha gente envidiaba aquel hostal. Entonces ocurrió en uno de esos tantos viajes a Cuba, una noche mientras los abuelos dormíanen el hostal, los lugareños cercanos prendieron fuego, no les importó que había gente dentro. No paso a mayores el incendio, nadie salió ileso, excepto la casa, quedo tan quemada que sabían que tardarían años en reconstruirla. Es así que las dos mujeres dueñas del lugar, después de tal catástrofe y de la desilusión, desaparecieron de La Habana,nadie supo de su paradero de ellas jamás, fue como si se las hubiese tragado el mar.

Fue así que sus abuelos decidieron invertir y reconstruir ese lugar. Dicen que no cambio mucho con la renovación, que quedó casi tan parecida a la original que costaba ver los nuevos cambios. Los abuelos de mis amigos vivieron sus últimos años en esta finca, dejaron marcas por toda la casa y hasta escribieron sus vivencias y algo de la historia del lugar; pero como dije yo trataba pasar de esos temas, así como mis amigos, solo nos importaba tener un espacio donde disfrutar de nuestra juventud. Pero nunca creí que aprendería tanto de unlugar y que me cambiaría por completo.

Cuando los abuelos compraron la casa, el gobierno cubano cedió los terrenos sin miramientos, era bueno para su economía que extranjeros llegaran a invertir en su país.

La casa que yo conocíno eramayor a 80 m2, tenía 3habitaciones, dosbaños que daban al patio, un patio enorme con jardín y piscina, pero lo que resaltaba era su enormecocina, estaba dotada de todo lo que un joven podría necesitar en esos momentos. Tenía ventanales por todos lados, y su decoración parecía sacada de una película de los cincuentas. Era muy fácil escabullirse y fugarse del sitio, nadie se daba cuenta, y yo era experto en eso, amaba salir de ahí y alejarme un rato del gentío, pero especialmente del ruido, y esa ciudad me otorgaba eso que siempre necesité “un lugar seguro para mis pensamientos juveniles y un lugar seguro para mis borracheras”.

Los baños siempre fueron uncaos, eso de salir a medianoche a miar o salir recién bañado no era lo más púdico, pero en esa época a nuestra edad no nos importaba pasearnos desnudos por el patio de lacasa, además era la mejor forma de que lasmujeres del lugar nos vieran,les gustaba vernos pasear desnudos se asomabanentre las rendijas del lugar y esto hacía que fuera más morboso para ellas, sin embargo,cuando la saludábamos en la calle ellas se hacían las desinteresadas,o las avergonzadas.

Siempre hubomucho alcohol, botana y comida, los lugareños nos enviaban de todo, y como extranjeros pues siempre fuimosla sensación del lugar. Todas las noches la casa estaba repleta de gente, realmente nunca supe como entrabamostantos, y nunca dudé de la suerte que jalábamos o mejor dicho que la casa nos brindó. La policía jamás se metió con nosotros y la verdad es que nuestras fiestas muchas de ellas se sobrepasaban, pero pienso que nunca nos dijeron nadaporque éramos extranjeros y nos veían comolos más ricos de la ciudad.

Nunca conocí casa igual a la de Cuba, era tan singular como ninguna otra, y a pesar de mis miles de viajes, siempre deseaba volver a este lugar, y lo hacía, era como si la casa fuera algo más que una casa, era como tener a lasmejores mujeres que pudiese desear, me había hechizado desde el primer momento que la pisé. Me obsesioné tanto con este lugar, que podría jurar que llegue a ver a dos mujeres hermosas paradas en la cocina, mujeres tan parecidas a las ex dueñas del hostal, otras veces creí que era solo mi imaginación. Llegue a verlas hasta en mis sueños, llegue a pensar que algo querían de mí. Fue cuando comprendí porque los abuelos de mis amigos se habían enamorado de esa finca, de esa ciudad.

No importaba que tan caótica fuera la vida de Cuba, su gente hacía que valiera la pena estar ahí y siempre regresar a ella; esa fraternidad que descubrí día a día, ese respeto a su historia que llevaban marcados en la piel la gente cubana; esos sabores mágicos que impregnaban en sus comidas. No importaba que tan urgidos estaban de salir de aquel lugar los lugareños, su amor por su país lo decía todo. Pero esa casa en especial lo decía y lo tenía todo, no era ser cubano, o ser extranjero, ella tehacía sentir simplemente humano.

Ese verano del noventa cambio mi pensar, esa casa me dio todo: sabiduría, espacio, fuerza, madurez, amor y un hogar.

Seguí yendo varios veranos y navidades a esa casa, y siempre dolía partir de ahí. Ahora soy mayor y me hice deuna vida, pero con el pasar de los años me di cuenta de que había echado mis raíces en aquella finca, así fue que decidí venderles la idea de que me vendieran ese sitio enCuba a mis amigos, y como siempre dije la suerte siempre ha estado de mi lado, mis amigos me la regalaron, sabían que amaba ese lugar más que ellos. Les dije que amo ser mexicano, pero mi casa mi verdadero hogar está allá, en esa pequeña casita que lo da todo. Está noche parto hacia Cuba, mi hogar me espera, tan cálida y contenta, como aquella vez primera...

9 de Marzo de 2022 a las 22:19 0 Reporte Insertar Seguir historia
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