martin_may73 Andrés Maya

El anillo que los uniría en eterno matrimonio, fue forjado directamente en su dedo para que nunca se lo pudiera quitar. Él le enseñaba a ella a la vieja escuela: Con la mano dura y pesada. Juró nunca más volverlo a hacer, hasta que ella, una ingeniera en mecánica, decide cobrar todas las que él hizo.


Suspenso/Misterio No para niños menores de 13. © Todos los derechos reservados

#amor #pasión #horror #juego macabro
Cuento corto
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Amor Mío...

El cuarto donde se encontraba Manne estaba totalmente húmedo, las ratas se acumulaban y la podredumbre avanzaba por la oscuridad y la humedad del suelo.
Despertó lentamente, con esas cadenas impidiendo su fluido movimiento de manos y pies. La plancha de acero donde se encontraba era muy fría y sumamente sólida. Trató de observar a su oscuro alrededor, e inmediatamente entró en pánico al no tener idea de donde estaba. Trató desesperadamente de ponerse de pie, pero las oxidadas cadenas sujetas en sus extremidades se lo impidieron. 

-¡Ayuda!- Fue lo primero que se le ocurrió gritar.

Forcejeó con las cadenas, haciendo mucho ruido metálico que retumbó en toda la habitación.

-Cállate ya...- Se escuchó una voz de mujer al mero fondo de la habitación. Manne quedó inmóvil, y trató de localizar a la mujer con la mirada, observando una silueta en un marco que parecía ser de una puerta.

-¿Quién eres?

-Eso no importa.

-Ayudame...

-No lo mereces...- La chica cerró la puerta y la bloqueó.

-¡Maldita zorra, te dije que me ayudaras, perra!- Gritó, haciendo más ruido con las cadenas.

De pronto, las luces de la habitación se encendieron espontáneamente. Un ruidoso generador se encendió y muchas piezas mecánicas comenzaron a moverse, causando terror al que las escuchase. La cama de acero comenzó a moverse, sintiéndose cada vez más horrorizado. Por más que se esforzaba, no entendía qué era lo que sucedía.

Unos pocos segundos después de intenso ruido y terrorífico movimiento, llegó la paz. Todo el complejo mecanismo de engranaje se detuvo en seco, dejando callada la habitación nuevamente. Manne se quedó callado también, tratando de entender qué sucedía. Escuchó con mucha atención, dándose cuenta de que había un ligero tintineo. 

Se trataba de un reloj en funcionamiento. Eso sólo era señal de que algo se acercaba. La presión psicológica de las pequeñas piezas de hierro chocando lo hacía sentir cada vez más y más inseguro e impaciente. De pronto, se detuvo.

-Bienvenido seas...- Se escuchó una voz distorsionada, como si la bocina donde se reproducía la voz fuera muy vieja. Posiblemente eso era lo único eléctrico de la sala. -... Más vale que tu coraje que demostraste con las personas de tu alrededor, la demuestres aquí también. 

Nuevamente el corazón mecánico se empezó a mover, dejando casi a raíz de la mano de Manne dos engranajes perfectamente simétricos uno con otro. Él sabía que si avanzaban, la mitad de su mano se trituraría.

-Esos dos engranajes de titanio tienen que dar una vuelta completa para que el mecanismo se complete, y que esa cosa de allá no te hagan pedazos...- Una llama naranja se prendió casi frente a él, y tres péndulos de bronce comenzaron a moverse de un lado a otro, y con cada bajada, un frasco de vidrio lleno de un polvo blanco se acercaba a la llamarada.

-Esas manos que tu creador te dio no fueron hechas para hacer daño, mi estimado sujeto...- Un sonido chocante y aturdidor sonó en toda la sala -... Y para eso las usaste. No las necesitarás más.

Los engranajes lentamente comenzaron a apretarse, haciendo pensar a Manne las cosas que había hecho. En una fracción de segundo, los engranes se detienen de hacer presión debajo del dedo meñique de la mano izquierda, manteniéndola constante.

-¡Ups! Se me olvidó decirte...- Los péndulos también detuvieron su marcha -... Tu tienes el control de los engranes que harán trizas tu mano. El botón se encuentra justo debajo de tu pie izquierdo. Es lo suficientemente frágil como para poderlo presionar con el dedo gordo, pero ten cuidado, el resorte no soportará más que para presionarlo tres veces, o ninguna si lo aprietas demasiado fuerte...

-¡¿Quién eres?!- Gritó.

-Demasiada plática, poca acción...- Los péndulos regresaron a su trabajo, pero los engranes mantuvieron su posición. -¿Acaso no es divertido? ¡Ríe y sonríe, que sólo podrás vivir una vez!

-¡Te mataré, zángano, te matare!- Gritaba y se agitaba.

Entonces, los engranes se movieron tan sólo un milímetro más, ejerciendo presión sobre su palma, una presión que comenzaba a tornarse dolorosa.

-¿A qué esperas para activar el botón? Corre, no queda mucho tiempo...- Los péndulos aceleraron su marcha, moviendo más rápidamente el frasco a la llamarada.

Manne, sin otra escapatoria, localiza el botón con el dedo, y lo presiona. Los engranajes comenzaron a moverse grado a grado, aumentando el dolor a valores exponenciales.

-¡No!- Suelta el botón, deteniendo el sistema.

-¿Qué estás haciendo? ¡Eres un cobarde!

-¡No puedo hacerlo!

-Cuando el daño es hacia tí, ya no está bien, ¿verdad?

-¡Callate!- Nuevamente presionó el botón, reanudando la marcha de los engranes y aumentando la presión en su mano.

Cada que el engranaje se movía un grado, el dolor se hacía cada vez más insoportable, a un punto donde comenzó a gritar de dolor. De pronto, sintió que un hueso de su mano se rompió, y un líquido tibio comenzó a brotar de ella. A cada movimiento del engranaje, era una pequeña parte de piel, hueso y carne reventada y rota, y la sangre gotear se podía escuchar en casi toda la habitación. No pudo más, y soltó el botón otra vez. El sistema se detuvo justo a la mitad del trayecto, calmando sólo un poco el dolor constante. Puesto que los engranes tenían dientes chatos y oxidados, hacían el proceso de mutilación más sádico, doloroso y sangriento.

-¡Idiota! ¡Termina ya, estás a poco!

Los péndulos aceleraron todavía más su marcha, y el frasco estaba casi en la llama. A la distancia a la que se encontraba, no le quedaban más de dos minutos para acabar. Ésta era la última vez que presionaba el botón, si lo soltaba, era su fin.

-¡JODETE!- Agarró fuerza y presionó el botón con todo el coraje del mundo.

El engranaje reanudó su camino, rompiendo huesos, reventando carne y rasgando piel. La sangre no paraba de salir, y el dolor era tal, que sus dientes también crujían al chocar y restregarse unos con otros.

Y de pronto, ya no soportó más. A un diente de cerrar el mecanismo, se rindió. Soltó el botón y éste se hizo pedazos, dejando el sistema detenido para siempre. Recargó la cabeza en la plancha, observando cómo los péndulos se detenían, los engranes se hacían sólo un diente hacia atrás, y en general cómo todo el cuarto se iba apagando. Lo último en apagarse, fueron las luces, dejando como única fuente de luz la llama naranja, que ahora se había hecho del tamaño de la llama de un encendedor común. 

Observó y escuchó con mucha atención a su alrededor. Todo había acabado. De pronto, esa llama de tamaño casi milimétrico se convierte en una potente llama azul de más de veinte centímetros de alto, pudiendo sentir el calor de la misma hasta donde él estaba.

Los péndulos comenzaban a trabajar aún más rápido, dejándole escasos veinte segundos de vida. 

-¡No!, ¡NO!, ¡PERDÓNAME!- Rogaba.

-Así dijiste las pasadas siete veces...

-¡ESTA VEZ TE LO JURO!- Gritaba desesperadamente.

-También lo juraste y lo prometiste...- Entre choques de metales, la puerta de acceso principal se abre -...Las últimas siete veces...- Ésto último lo dice la chica en vivo, acercándose a la plancha de hierro.

-¡PERDONAME!

-Yo ya no lo puedo hacer, amor mío...- se quita la capucha que llevaba puesta, mostrando un rostro deformado, morado y lleno de cicatrices por todos lados, y aún tenía algunas heridas sin cerrar -...Yo ya no puedo hacerlo.

-Tú...- De rogar, ahora pasaba a amenazar -...¡TE MATARÉ, PUTA, TE MATARÉ!

Ella se dio media vuelta, importándole poco lo que Manne le decía. Lentamente caminó hasta la puerta, el frasco estaba por llegar a la candente llama.

-Te arrepentirás de haberme golpeado- Con esfuerzo, vuelve a cerrar la puerta metálica.

-¡TE MATARÉ, MALDITA RAMERA!

-Ya no Manne...

Lo último que él pudo ver, fue el frasco de vidrio poniéndose al rojo vivo, y que lo de adentro comenzaba a soltar humo negro.

-Nunca más...

Lo último que hizo fue cerrar los ojos.

-Fin del juego.

El estallido consumió todo el cuarto, haciendo mil trizas tdo el complejo y elaborado mecanismo de engranajes. El humo, y pequeños pedazos de carne y vidrios pasaron por debajo de la pesada puerta, cubriendo en su totalidad a la chica. Los segundos pasaron, y el humo se fue esparciendo por toda la habitación.


Lentamente esbozó una sonrisa enteramente terrorífica, deforme y amarillenta.


-Yo también te amo, cariño... - Presionó el puño -...Yo también te amo.


✧    ✧


Los daños eran caóticos, la explosión había destrozado el cuerpo de Manne, y también había podido fundir parte de la cama metálica, haciendo una interesante escultura con huesos, carne quemada y acero derretido. Los engranajes habían sido fundidos por el inmenso calor de la explosión,  las bocinas estaban destruidas, las lámparas ya no existían...


Ella, con la cara aún cubierta, entra a la habitación que seguía caliente por la explosión recién ocurrida. Lentamente camina por entre los escombros de entre hierro fundido, pedazos de concreto y engranes rotos, huesos, y restos también de carne carbonizada.


Llega a la plancha de hierro con los restos de su amado unidos con el acero que se alcanzó a fundir. Se quita de nuevo la capucha y observa lo que quedaba del rostro de su cónyuge.

Después, va a la parte de la mano a medio mutilar. Ésta se encontraba carbonizada y tiznada en su totalidad. Con el guante de cuero que cubría su mano, tomó el dedo anular y lo arranca de la carbonizada mano. 

Limpia el tizne, descubriendo lo que parecía ser un anillo de oro, que estaba fundido en el mismo dedo carbonizado.

Se quita el guante y descubre su maltratada mano. En el mismo tenía un anillo de matrimonio también de oro. Le da media vuelta a su mano, mostrando la palma deforme y quemada totalmente por una llamarada muy caliente. El anillo que ella tenía en el dedo había sido forjado en su misma mano, para que jamás se lo pudiera quitar.

-Acepto ser tu esposa, amor mío...- Se puso de pie, teniendo aún el dedo quemado consigo.

-...Nuestro amor ha sido sellado...- 

Sube a la plancha y observa de cerca el rostro irreconocible de Manne.

-...¿Aceptas?-

Lo observa un rato más, y le da un beso a los quemados labios de Manne, un beso apasionado.


-Ese fue el beso más amoroso que jamás me diste...


-...Amor mío...- Se escucha en los destrozados altavoces.



25 de Septiembre de 2017 a las 05:39 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Andrés Maya Simplemente alguien que está por cambiar el mundo...

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