joanroseq7 Joan Rose Quim

Ingrid es una joven millonaria que desprecia a la gente poco atractiva, sin embargo usa a Miguel – un chico falto de todo lo que ella considera hermoso – para aprobar las materias más difíciles de la prepa. Justamente en una de esas tantas ayudas, Miguel pierde la oportunidad de ir a la universidad e Ingrid comprende al fin, lo valioso que es para ella ese joven “enano de Santa Claus”. Dos navidades marcarán su vida. En una perderá sus esperanzas, pero en la otra, la luz regresará a iluminar el camino que se oscureció años atrás.


Romance Romance adulto joven Todo público.

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CAPÍTULO 1

“La navidad más hermosa no es la que tiene la fiesta más grandiosa o en la que hay muchos regalos. La mejor navidad es en la que te volví a encontrar y en la que juntos unimos a la familia que antes destruí por inmadurez”


– Ese chico tiene un 9.5 – dice mi amiga Eugenia al tiempo que señala a un compañero de Filosofía que va pasando con unos cuantos libros en sus manos –.


– No estoy de acuerdo, a lo más que alcanza es un 7 – le respondo con una mueca de desagrado –.


– ¡Ay, Ingrid!, nadie te parece suficiente, sólo el estirado de Sergio vale la pena – la muy grosera está imitando mi manera de hablar y golpeo su costado –.


– Es que Sergio es el hombre más perfecto del mundo. Es alto, muy atractivo, atlético, de ojos azules y rubio.


– Te faltó decir que de tu mismo nivel socioeconómico.


– ¡Eso es lo mejor!... La absurda idea de mis padres de meterme en una preparatoria pública para que aprenda lo que es la humildad, es lo más cruel que pudieron hacerme.


– Pues lamento que te hayas tenido que conformar con mi amistad, “princesa de alta sociedad”.


– No lo dije por ti, Eugenia. Sabes que me agradas.


– Pero te agradaría más si tuviera coche y millones en mi cuenta, ¿verdad?


– ¡Deja eso! y continuemos evaluando chicos.


Eugenia regresó su atención a los demás estudiantes que pasaban por la plaza y luego de unos minutos la vi sonreír maquiavélicamente.


– ¿Y cuánto le darías a Miguel Godínez?


Centré mi mirada en el “enano de Santa Claus” e hice una cara de asco mucho peor que con el anterior chico.


– ¿Estás loca? – reclamé ofendida – Miguel Godínez ni siquiera tiene que ser nombrado entre los chicos. Es muy bajito para cualquiera de nosotras, apenas alcanza los 1.55 metros, usa Brackets, lentes de botella, su cabello es liso y grasoso, es moreno claro, pero tiene manchada la piel por el vitíligo, se viste con ropa holgada porque su cuerpo no es para nada atlético y lo peor de todo es su nivel de pobreza.


– ¡Oye!, tampoco te pases. Miguel no es guapo, pero tampoco es un ser monstruoso como lo acabas de describir, además esa voz masculina que tiene hechiza a cualquier mujer al grado de hacernos olvidar que es muy bajito.


– Si tanto lo defiendes puedes quedártelo. Yo odio a la gente fea y ese tipo es horrible.


– ¡Eres muy cruel!, para Miguel tú lo eres todo, por eso te hace las tareas de matemáticas.


– Y es para lo único que sirve... Por mí puede caerse a un barranco en este momento y ni cuenta me daría.


– Ahora entiendo por qué tus padres te metieron aquí – se levantó de la mesa en la que nos sentamos a desayunar – eres de esa gente que prejuzga antes de conocer y para colmo te burlas y humillas sólo porque no son tan hermosos por fuera como tú.


Eugenia se fue molesta, pero no me arrepiento de haber dicho lo que pienso. Miguel Godínez es la prueba de que en el mundo no deben existir ciertas personas porque lo afean para quienes sí valemos la pena.


*****


Una semana pasó y mi única amiga Eugenia decidió dejar de hablarme.


Creo que está exagerando, aunque el ser pobre le baja puntos en mi escala de amistades y me dije que no vale la pena ni el intento de tratar de arreglar las cosas con ella.


El fin de la preparatoria está a la vuelta de la esquina y tengo que concentrarme en la fiesta de graduación – Sergio me invitó a ir con él y por supuesto que acepté –.


El problema es que me falta un examen final de trigonometría, y me veré obligada a acercarme al “enano de Santa” si quiero pasar la materia.


En el espejo del baño admiro mi figura.


Ser alta me coloca entre las candidatas a formar parte de una agencia de modelos que recientemente vino a la prepa buscando jóvenes hermosas.


La ropa que uso es de diseñador y aunque Eugenia me decía que visto demasiado glamurosa para una preparatoria, la realidad es que mi trajecito con short me luce genial. Su color es azul cielo – idéntico al de mis ojos –. El saco es elegante y lo corto del short permite que todos admiren mis piernas largas. Mi cabello rubio rizado contrasta con el tono blanco de mi piel suave y tersa.


Por fortuna tengo unos labios carnosos y el contorno de mi rostro es alargado. La nariz es justo del tamaño necesario y lo agradezco porque si no sería como la de Eugenia – tipo “Pinocho” –.


Al recordar el motivo por el que me estoy embelleciendo, mi ánimo empieza a desaparecer y es que tener que mostrar mi hermosura a un hombre tan poca cosa como Miguel, no me hace sentirme nada bien.


Con un suspiro de resignación salgo del baño y me pongo a buscar al “enano” por casi toda la prepa.


Casi a la hora de volver a clases lo encuentro en la biblioteca – ¿cómo no lo pensé antes? –.


El chico sin gracia está leyendo atentamente un libro y me imagino que es muy interesante porque no se dio cuenta de que tengo unos minutos de pie a su lado.


– ¡Miguel! – trato de hacer la voz más sensual posible –.


El chico deja de leer y voltea hacia mí. Su cara se enrojece al ir recorriéndome con la mirada y es que no es para menos, hoy me veo mejor que nunca.


– ¡Ingrid! – se pone de pie de un salto – ¡qué bonita sorpresa!


En esta parte tengo que darle la razón a Eugenia. Su baja estatura hace que apenas me llegue al mentón, pero esa voz es increíblemente varonil y mi piel se erizó con sólo escucharlo.


– Bueno es que… – ¿en serio me acabo de poner nerviosa? – yo quería, pues…


– ¿Sí? – sus dientes son blancos y al parecer los Brackets están cumpliendo con su trabajo porque se le ven muy bien – Ingrid, ¿qué te pasa?


– ¿Qué?, ¡ah!, ya me acordé. ¡Miguel, cariño!, tengo un examen de trigonometría muy difícil y quería saber si puedes ayudarme a pasarlo.


– El profesor Torres no es fácil de engañar como hemos hecho con los otros. Si nos descubren podemos ser expulsados.


– ¡Lo sé!, pero entiende. Necesito graduarme de la prepa. Ya tenemos dieciocho años y por lo menos yo estoy a punto de obtener un contrato de modelo que me hará famosa y si repruebo, mis padres no me van a dar permiso de hacer lo que quiera.


– Te entiendo, pero tú solamente perderás un contrato. Si me descubren yo perderé la oportunidad de obtener la beca para la universidad, y sabes que no cuento con el dinero suficiente para costearme los estudios sin ella.


– Mira, hagamos esto. Ayúdame a pasar y te juro por la vida de mi familia que haré lo que quieras.


– ¿Lo que yo quiera? – su manera de mirarme me previno de no aceptar, pero en serio necesito pasar –.


– ¡Lo que quieras!


Miguel se alzó de puntas y me susurró al oído el pago por su ayuda.


Al oír semejante atrocidad pensé en golpearlo, pero mi sueño es ser una modelo famosa y lo que pide es un precio muy pequeño si lo veo fríamente, así que acepte.


Miguel sostuvo mi mano y salimos de la preparatoria a cumplirle su capricho.


*****


El día del examen seguí al pie de la letra el plan de Miguel – o más o menos –.


Nos sentamos en la misma hilera – yo delante de él – y cuando nos dieron el examen se lo pasé para que lo resolviera. En cuanto lo tuvo listo me lo regresó y de inmediato lo entregué al profesor Torres.


En verdad pensé que todo estaría bien, sin embargo la rapidez con la que a mí se me ocurrió entregar el examen, fue mi acabose.


El profesor Torres me llevó a mí y a Miguel con el director, para evidenciar la trampa.


– ¡Estás expulsado, Miguel! – fue la sentencia final –.


– ¿Sólo yo? – preguntó el pobre con sorpresa –.


– Así es. La señorita Arroyo viene de una familia muy poderosa y la preparatoria no quiere problemas con ellos. Lamento tener que sacrificarte, pero aunque los expulse a los dos, su padre conseguirá salvar a su hija usando su influencias.


Miguel volteo a verme, sin embargo el miedo a que mi padre me prohibiera ser modelo fue mayor y no dije nada que pudiera ayudarlo.


Con una mirada cargada de decepción, Miguel salió de la oficina del director.


El azotón de la puerta al cerrarse me hizo consciente de la magnitud de mi error y corrí para alcanzarlo, pero los tacones me dificultaron la carrera y la última imagen que tuve de Miguel, fue la de él subiendo a un autobús mientras ignoraba mis gritos de súplica para que volviera.


*****

Hola!!


Es una pequeña historia romántica con referencias a la navidad.


Espero les guste y me apoyen con su voto.


Gracias y disfruten la lectura

23 de Diciembre de 2021 a las 23:51 5 Reporte Insertar Seguir historia
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Katya Enríquez Katya Enríquez
Tranquila, ya la leí completa. Muy buena, por cierto.
December 24, 2021, 05:04

Katya Enríquez Katya Enríquez
Me encanta el inicio del capítulo
December 24, 2021, 03:20

  • Joan Rose Quim Joan Rose Quim
    Qué bueno!!, espero que te haya gustado lo demás. No se me da bien los temas cien porciento felices, pero me esforcé en no hacerla tan dramática como las otras que he escrito, (juro que no tiene +18 😊). Es una historia para todo publico. Gracias por la oportunidad!! December 24, 2021, 05:03
~

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