1566617928 Francisco Rivera

Historia que aún hace eco en la memoria. Espero que la disfrute amable lector...


Cuento Sólo para mayores de 21 (adultos).

#-Eco #-Drama #-Destino
Cuento corto
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Ecos y otras historias...1

En un ocio como cualquier otro ocio...


Leo un periódico que encuentro en una banca de un parque urbano mientras me dedico a la espera de una mujer que he conocido la semana pasada.

Me entero en un momento extraño de hechos que se conectan en mí estar de ocio y percibo ocios ajenos de comensales del restaurante próximo al espacio de recorrido peatonal citadino en el que me encuentro.

La narración de un reportero gráfico cubre un suceso del día y describe con trazos indistintos de deducciones de escena sobre el impacto de cierto automóvil que prensa con espanto a clientes asiduos contra vidrieras de ese establecimiento.


Esa interrupción de desayuno habitual fuera de lo común sobrepasa acciones interpersonales de sólo beber café o fumar con despreocupación mañanera.

Luego, en una boutique cercana al negocio afectado se interrumpe la atención esmerada de clientes en transacción de géneros diversos, como de productos de ofertas de novedades de temporada.

La colisión que escucho de modo inusual, en si hace provecho a una rápida sustracción de varias prendas de mostrador pues se encuentran colocadas a la mano del cliente que ingresa hacia ese local.


Poco después se repara en ello y se hace irremediable recuento de pérdidas del día con valor nada desdeñable.

El reportero que investiga los hechos menciona crisis nerviosas de interesados en ropa de verano, tras descubrir que sus hijos menores de edad corren de manera intempestiva fuera del establecimiento, apurados en detener a una mascota faldera, sin medir peligro alguno.

Esto marca una censura anónima posterior de parte de algún circunspecto peatón al señalar tal displicencia aparente, de progenitores que modelan accesorios de género indistinto dentro de ese negocio, mientras ocurre lo que se narra.


Las fotografías posteriores obtenidas del accidente de esa mañana alimentan la propagación de versiones distintas sobre la causa del percance: por ejemplo, que si la impericia del conductor al volante y el cruce intempestivo de un perro de raza fina.

Que si el viraje violento del automóvil sobre la acera baja del lado opuesto al sentido de circulación y su impacto directo sobre los turistas que departen alimentos tranquilamente.

Que si el estrés acumulado del dueño del vehículo y su manía de conducir, mirando el teléfono móvil en segundos de ocio para atisbar cuerpos semidesnudos de mujeres jóvenes.


O bien, que si esto o que lo otro…

En vista de una espera inútil tras los minutos acumulados, decido retirarme de esta porción de sociedad del ocio, y me dispongo a continuar mi vida pasiva ante el entorno urbano que nos masifica y vuelve consumistas. Individualistas, faltos de conversaciones y de consideraciones en ese hecho.


Renuente a pasear cada vez menos, dejo cada vez más que los niños jueguen fuera de nuestra vista y atención.

Concluido esto, regreso a mi realidad y emito el grito de costumbre para llamar a mis hijos y mascota, toda vez que la mujer fallecida en ese restaurante pierde su tiempo de vida, mientras chatea con su siguiente amante.

Un supuesto malestar me domina: al no encontrarme ella a la vista, decide fumar y beber café mientras el resto de mi familia adquiere vestuario de la manera en que lo siguen haciendo como hasta ahora.


No sé si ustedes me han de disculpar, pero es un medio lobuno y rapaz para no soltar prenda una vez cogida en garras propias…

¿Cuán malo pueda parecerles ese desgaste de ocio, queridos lectores, ante tales circunstancias…?

Si todo lo que he narrado sea dicho así, para adquirir ropa de temporada y vestir cada vez mejor... pues las posibilidades de ejercer el "Roberto" o robo, son cada vez más difíciles, siempre más difíciles.


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Érase


Érase que se era, un hombre de regiones inmediatas que tiene por fronteras de ilusión y conveniencia la proximidad de los continentes europeo y asiático.

Siente ante su vista notorio celo de ser de una y otra parte.

De saber llevar la tradición correspondiente en cada momento.


De preciarse del legado medieval de su persona como de ser a un tiempo, paisano identificado con la veneración de costumbres del Viejo continente y ser un resuelto hombre del Oriente, pero al mismo tiempo, mostrarse indeciso para reconocer, que admira más, de todos los pueblos situados más allá del Mediterráneo.

En ese dilema que se ahonda día a día, un amigo de viajes por el mundo conocido, le entrega un pergamino que incluye un celoso trazo de la antigua ciudad griega que le reclama su origen megarense.

Reconoce en el acto el mensaje cifrado y decide trasladarse a las orillas del Bósforo.


Una vez ahí, pronuncia las palabras de ese tesoro, haciendo énfasis en cada palabra extraña que no entiende por completo.

Cuando es escuchado por quienes transitan en sus caravanas de especiería, lo aprehenden de manera presta.

Lo conducen a la autoridad inmediata quien lo juzga a muerte: ser decapitado sin más por la ofensa hecha á esas tierras, que, por entonces le falta por recorrer.


Una vez concluida su vida, su cabeza queda en prueba de escarnio ante quien ose en lo sucesivo maldecir desde tales y nefastas palabras:

Constantinopla ha de caer como capital del Imperio de Oriente bajo poder turco en un aciago año de 1453.

Se zanja el acto de justicia y los días y asuntos del emperador de Bizancio o de Oriente, el gran Teodosio I el Grande, decide tomar cartas en el asunto, por lo que divide para su causa y heredad aquel vasto Imperio romano, dando a sus dos hijos: Honorio, la porción de occidente y a Arcadio, la correspondiente al oriente.


Quiere el destino que se cumpla lo expresado desde esas palabras sacrílegas, exclamadas en un momento terrible por aquel hombre de presunciones vastas que las genera: la égida del emperador occidental sobrevive hasta el año 476 y el de oriente, hasta aquel otro año funesto.

La historia consigna lo que los libros y sus tratadistas han escrito: que, si Justiniano intenta restaurar el antiguo Imperio romano en el siglo VI, después de Cristo.

O que, si las luchas calamitosas enfrentan a persas y a vándalos como ante ostrogodos para conseguir de manera efímera una gran porción territorial.


Para los entendidos en esas realidades de enfrentamientos cruciales, siempre existen pueblos que, como aquel hombre sacrificado, promueven que los sucesores reales mencionados pierdan posiciones en el Mediterráneo occidental y los persas, finalmente terminan apoderándose de toda la parte oriental del Imperio.

Visto así, el famoso érase que se era, de un hombre de regiones inmediatas que tiene por fronteras de ilusión y conveniencia la proximidad de los continentes europeo y asiático, vuelve a repetirse en la marcha de la posteridad e incluso, en el tiempo actual, donde las tensiones y las ambiciones no parecen cesar, quizá, debido a que aquel sacrificado nunca recibe honores fúnebres en forma y fondo, pues el vaivén de su propio sentir desde esa vista notoria, henchida de celo por sentirse de una y de otra parte, no parece avenir con la tradición que corresponde a cualquiera de ambas partes, y no, precisamente, sólo a una...


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Segundo intento en Aristóteles


Decidido a no fustigarme en los vaivenes sentimentales de un silencio tácito que me sorprende ante la ausencia de la intemperancia de mi vecino, proclive hasta el cansancio, me incomoda desde su ruido cotidiano llevar a cuestas tal existir.

Ahora me persiguen otros ruidos ajenos a mi realidad, a mi escandaloso vecino y al absurdo de vida que inhibe la oportunidad de entender lo que hay dentro del Ser y del No Ser.

Entonces, mi personalidad reverbera ante la falta del importunado silencio del vecino.


Así, el choque de personalidades cotidianas se torna ausente.

Asisto, sin poder evitarlo, a un nivel de delaciones propias que me avergüenzan los pensamientos recién concebidos, cuando asocio a tan maldito congénere con una tumba sin flores.

Por todos los diablos, confieso lo que me ronda por la mente: reconozco que me resulta más curioso que yo; que detracta mis actos, antes que yo.


Que considera mis pensamientos más comunes que corrientes.

Que se atribuye mejores tribulaciones que las mías, y así, cada cosa, hasta terminar enervando mi alma, mente, corazón y entrañas.

Para triste consuelo, dentro de esta distancia social con quienes logro congeniar, no siempre progresamos en las creencias que mostramos ante la pantalla virtual que nos reproduce desde esta comunicación interactiva a la que debo apegarme.


Ese falso remedio de males, pero de peores coles, intentan convencernos de encontrarnos en el mundo inmediato donde las hojuelas de las redes sociales manan baños de hiel por doquier.

Y la docta ignorancia saca raja de dinero en depósito vía monedero electrónico para despersonalizar la colección masiva de gente que no conocemos.

Que ni nos conoce bien a bien y en la cual, todos, sin excepción, somos la excusa del logaritmo fino que invade nuestra privacidad permisiva ante ese efecto de no quedar a la deriva de lo que el mundo hace en el ciberespacio.


Por lo anterior, enlazo mi pregunta, del siguiente modo:

¿Podrá el Estagirita dar luz a mis retruécanos filosóficos durante este arranque del segundo vigésimo del siglo XXI?


CONTINUACIÓN

RELATOS Y MÁS...2

19 de Diciembre de 2021 a las 16:02 1 Reporte Insertar Seguir historia
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M M M M
¡Increíble! ¡Me encantó!😃
December 19, 2021, 20:52
~

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