La luna llena alumbrará su esbelta figura mientras corría con lágrimas en los ojos hacia el mirador del río.
Su mirada se quedó perdida en el reflejo de la luna en el río, una corriente de aire frío rozó su piel haciendo que se abrazara.
—Allana—abrió los ojos como platos al oír esa voz que le resultaba tan familiar, se giró mientras empezaba a caer del cielo unos pequeños copos de nieve.
—Nunca pensé que podrías volver con ella—bajo la cabeza.
—Lo siento, sé que debí decírtelo antes.
—No hacía falta, era mejor así—dio un paso adelante dispuesta a irse.
—Espera, por favor—le sujeto el brazo con la mano, asintió y volvió a mirarlo.
—¿Qué quieres?
—Saber lo que sientes... por mí...
—Que más da si ya no me quieres.
—Eso no es...
—No quiero perder mi tiempo contigo, voy a casarme y nunca más volveré a verte—le miro sorprendido.
—¿Quieres casarte con él?
—Sí, y tú con mi madre, supongo... de esta manera no sé que haces con ella.
—Es difícil de explicar.
—No necesito que me expliques nada, espero que sea la última vez que te veo.
—Eso es imposible.
—¿Por qué?
—Tomaré la corona y gobernaré—le dio la espalda.
—Buena suerte—se fue mirando hacia atrás.
Esa iba a ser la última vez que se observaran, era la más dura despedida después de todo lo que había pasado. Todo había pasado tan rápido que parecía un sueño que nunca debió existir.
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