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La banda de ladrones más buscada del Salvaje Oeste ha sido traicionada por uno de sus miembros. Ahora deberán descubrir quién les ha traicionado y deshacerse de él antes de que sea demasiado tarde.


Cuento Todo público.

#vaqueros #ficción #347 #traición #bandidos
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Capítulo Único

- ¿Cómo fue que llegamos a esto? – pensé mientras le apuntaba con mi arma.


Ese día fue completamente diferente de lo que planeamos. El desarrollo del “Este civilizado” finalmente comenzaba a influenciar al “Salvaje Oeste” y la prueba de ello eran las tiendas e infraestructuras que habían emergido como fantasmas, sin embargo, para nosotros, la prueba irrefutable de esto eran los carteles esparcidos por todo Abilene que ofrecían una recompensa por nuestras cabezas. Debido a esto huimos temporalmente a las Colinas Negras donde permaneceríamos escondidos del cuerpo de alguaciles mientras papá y Hugo planeaban cual sería nuestro siguiente movimiento.


Tres meses después, el día del suceso, decidimos poner en marcha el plan más ambicioso que habíamos realizado: robar el banco de Deadwood. Para ello estuvimos vigilando el área durante semanas, consiguiendo los suministros necesarios y repasando las rutas de escape. El plan era fácil, simplemente debían entrar al banco donde 5 de ellos se encargarían de los empleados y testigos mientras los 5 restantes abrían la caja fuerte y tomaban el botín luego correrían al carruaje donde los esperaba y escaparíamos a las Montañas Rocosas. Pero tan pronto como llegamos a la ciudad el cuerpo de alguaciles rodeo el lugar.


- ¡Salgan todos con las manos arriba! – gritó el líder mientras él y sus acompañantes apuntaban al carruaje.


Pronto todo se volvió un caos y las balas comenzaron a volar por todos lados. Lo único que podía escuchar eran los disparos y los gritos de mi padre diciéndome que fuera más rápido. En medio del ajetreo llegamos a la parada del tren que acababa de partir, por lo que decidí seguirlo con el carruaje hasta que quedamos lo suficientemente cerca del furgón de equipaje. Todos entendieron mis intenciones y saltaron hacia él, excepto mi padre.


- ¡Papá, salta! – grité desesperado, después de todo los alguaciles aún nos seguían.


- ¡No me iré de aquí sin ti, Daniel! – Respondió papá.


- ¡No voy a morir! – afirmé. – ¡Definitivamente nos veremos en ese lugar! – dije refiriéndome a las Montañas Rocosas. Papá asintió y finalmente saltó.


Mire hacia atrás, me seguían aproximadamente 4 alguaciles en un carruaje y definitivamente no podría subir al tren antes de que entrara el próximo túnel. Así que monté uno de los caballos y corté las correas que los ataban ocasionando que el carruaje saliera disparado hacia atrás, chocando con los alguaciles que me perseguían. Miré a mi padre quien estaba a punto de entrar por el túnel.


- ¡Más te vale volver mocoso! – escuché mientras me alejaba de las vías del tren.


Y así finalmente me encaminé a las Montañas Rocosas en mi caballo. Me tomó alrededor de una semana, pero finalmente llegué a nuestro punto de encuentro. Bajé del caballo y visité a Hugo para informarle de mi llegada, quedándome ahí hasta la puesta de sol. Hugo parecía estar realmente herido, pero eso no significaba que se mantendría al margen de la situación, al contrario, durante la cena sacó su arma y apuntó a la persona de la que sospechaba. Esta era Estefany Moore quién los últimos días había estado actuando de forma inusual.


- Fuiste tú ¿no? – preguntó. – ¡Tú nos entregaste a los alguaciles!


- ¡No, yo jamás haría eso, ustedes son mi familia! – se defendió Estefany.


- ¡Has estado actuando de manera sospechosa últimamente, los gritos, las pesadillas y el nerviosismo!¡Definitivamente eran porque planeabas entregarnos! – gritó Hugo.


Esta última frase fue suficiente para convencer al resto de la pandilla, quienes desenfundaron sus armas apuntándole mientras la acusaban. Pero yo no creía que ella fuera culpable, porque había alguien aún más sospechoso que Estefany, alguien que desaparecía durante horas y volvía con vestidos nuevos y mucho dinero. Es solo que nadie se atrevía a acusarla, excepto yo. Saqué mi arma y le apunté sin miedo alguno, lo que nos lleva al principio de esta historia.


- ¿Acaso planeas que tu hermana asuma la responsabilidad de tus actos Mónica? – dije confiado. Todos me miraron.


- No sé de qué estás hablando. – respondió desinteresada.


- ¿Es así? – la miré dudoso – Porque la carta de amor y los boletos a Tombstone en tus cosas dicen algo completamente diferente. – Vi como Mónica palidecía.


- ¡¿De qué está hablando Mónica?! - interfirió Hugo confundido.


- ¿No te lo dijo? Planeaba irse con Anthony, el jefe de los alguaciles, después de entregarnos. Todo está en esta carta solo tienes que leerla Hugo, tu esposa es el topo. – Saqué la carta de mi bolsillo y se la entregué. Mónica sudaba frío.


Hugo leyó la carta, arrugándola con furia y cambio el objetivo al que apuntaba con su arma. Ella trató de convencerlo, pero sus esfuerzos eran inútiles, Hugo ya no le creía. Y así, abrió fuego contra ella quitándole la vida. Tras esto se adentró en su campaña, seguido por mi padre. Un par de horas después, mi padre les informó a todos que él y Hugo habían decidido tomar caminos diferentes y que ellos partirían a Tucson al amanecer. A la mañana siguiente, todos habían empacado sus cosas, tomando su propio rumbo. Pasó un mes y las noticias de que todos los miembros de la pandilla habían sido capturados y ejecutados en Dodge City llegó a nuestros oídos.


Por otro lado, mi padre y yo disfrutábamos nuestra libertad en una pequeña casa ubicada en Sinaloa, México, sin ningún riesgo de ser atrapados por la justicia de Estados Unidos, después de todo, la persona que había cooperado con los alguaciles y entregó a la pandilla a cambio de su libertad no era Mónica, sino nosotros.

12 de Noviembre de 2021 a las 03:49 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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