catherine-moore Catherine Moore

Amalie traiciona su naturaleza de mujer, y se da cuenta demasiado tarde de las cosas valiosas de la vida.


Historias de vida Todo público.

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El premio Albany de Medicina

Miraba el coche de Christian alejarse a través del hueco que había hecho en el vaho del cristal de la ventana. Dos hileras de árboles esqueléticos que se extendían a lo largo del camino, le insinuaban con su desnudez la caducidad del otoño de su vida.

Mientras Christian se iba para siempre, Amalie veía pasar su coche intermitente entre los árboles sin hojas,sintiéndose a la vez tan caduca e inexistente como cada una de ellas. De pie tras la ventana contemplaba aquella estampa embelesada; observando detenidamente como la imagen empequeñecía, a medida que avanzaba por el sendero tapizado de blanco, hasta que finalmente llegó a perderse por completo en la distancia. En ese momento, le provocó hacer una mueca de sonrisa un pensamiento que de improviso le vino a la memoria: recordó la primera vez que se vieronen el campus de Longwood, cuando entrando apresurados a la clase de anatomía tropezaron sin querer, y ese otro día en el que por fin se decidió a robarle el primer beso. Casi le pareció revivir de nuevo la intensa emoción que en ella despertaba la mano de Chris, cada vez que sin querer o queriendo rozaba su muslo suavemente, al alargar el brazo para darle alguna de las notitas de amor que a escondidas se pasaban bajo la mesa en la biblioteca. Aquel tiempo extraordinario, marcado por la juventud, el amor y las risas; estuvo lleno de promesas y de sueños aunque finalmente malogrados, y de un sinnúmero de ilusiones que inevitablemente se fueron marchitando con el paso de los años, para luego terminar por caer en el olvido. Infinitos deseos e innumerables detalles, desaparecieron sin que apenas pudieran darse cuenta; fue de un modo gradual y practicamente imperteptible; de manera semejante a como se desvanecen las hojas de los árboles ante la inminente llegada del invierno.

Ensimismada en esos pensamientos, se dio cuenta de repente que no sólo había permitido que todo esto ocurriera; sino además, se descubrió a sí misma deliberadamente ayudando en lo secreto, a que el peso del tiempo y el descuido aplastaran con firmeza cada una de aquellas esperanzas; se halló silente,tímida y calladamenteahogando hasta la muerte sus más íntimos anhelos, a la vez que poco a poco iba dejando de ser Amalie, para paulatinamente convertirse en la famosa doctora Schneider: la mujer que abrazó sin temor otras nuevas ilusiones; todas ellas impostadas, cual efímeros espejismos dictados por el mundo: meras quimeras de felicidad fabricadas a la carta.

Al darse la vuelta su mirada tropezó con el premio Albany de Medicina, entregado el año pasado por el prestigioso Albany Medical Center en Nueva York. Estaba colocado en la parte más alta de la vitrina del despacho; desde donde desafiaba con su brillo insultante, haciendo resaltar por su contraste aún más la oscuridad del vacío de su vida; el cual sintió en ese momento inmensamente real e insoportable; lo percibía denso, como una sombra oscura que se extendía en su interior, agrandándose cautelosamente para no ser descubierta, como si quisiera abarcar todo el hueco desocupado que había dentro de sí misma. Su vida llena de estudio, trabajo, investigacion y ciencia; había estado sostenida únicamente por Christian, de ahí que sin él inevitablemente todo su mundo se desvaneciera. Nunca anteriormente tuvo otra certeza similar: su amor de juventud, en realidad su único afecto; el que creyó desde un principio su eterno compañero la dejaba para siempre. Asimismo comprendió en ese momento, que Christian no solamente huía de ella, sino también de aquella enorme sombra oscura y putrefacta, esa que ahora Amalie sentía desarrollarse sigilosamente en lo más profundo de su ser; avanzando como si fuera una negrura espesa y nauseabunda; como una nebulosa opaca y pestilente, que pretende apropiarse del enorme espacio sin dueño en el que se había convertido su entera existencia.

No sé por cuanto tiempo estuvo inmóvil: espantada de sí misma se quedó quieta, totalmente absorta al darse cuenta del modo en que había traicionado a su propia naturaleza femenina; de como había sido capaz de cambiar cada uno de sus instintos naturales, por engañosas promesas de futuros inciertos; todas y cada una de ellas artificiosamente creadas, con el objeto de satisfacer las necesidades impuestas al moderno diseño de mujer del siglo XXI. Estanueva mujer en la que Amalie se había convertido; cambió sin titubeos la vida familiar por libros de medicina; su instinto maternal por juegos de laboratorio con tubos de ensayo y pipetas calibradas; tomó cada uno de los pulsos inherentes a su propia naturaleza de mujer, y los extirpó limpia y quirúrgicamente, para luego encerrarlos en un frasco lleno de formol, y dejarlos en un cajón olvidados para siempre.

Extremadamente cansada apoyó las manos sobre la mesa, cogió el espejo de mano que solía tener en el escritorio y se miró; pero vio reflejada en él a una extraña mujer de edad indeterminada, tan absolutamente irreal e inconveniente como se sentía ella misma; Amalie, ya no era ni joven ni vieja, y en el reflejo de aquella imagen no podía reconocerse: le pareció como si no existiera.

Al sentir su corazón palpitando contra su pecho desde adentro, latiendo tan fuertemente como si de un grito de socorro se tratara; la mujer que ya no existía, regresó a la vida por un breve espacio de tiempo; pero le bastó sólo ese instante, para darse cuenta de todolo que pudo haber sido y no fue: pensó en aquella primera fatal elección en su vida; en aquel niño que desgraciadamente eligió un momento inconveniente para ser concebido; en los maravillosos años en la universidad con Christian y en todas aquellas esperanzas perdidas; en como el mundo se habia ocupado de inculcarle que era libre para decidir sobre la naturaleza y sobre su vientre; y en como tuvo que matar primero a la madre que llevaba dentro para poder hacerlo, y junto a ella también a la mujer que era y no fue; y como aquel día no sólo interrumpió su embarazo "voluntariamente", sino unido a él su vida entera.

Entonces la doctora Amalie Schneider, mujer de reconocido éxito, admirada y galardonada, levantó de nuevo la cabeza, y otra vez frente a ella, estaba reluciente su prestigioso premio Albany de Medicina representando todos sus logros; más bien su completa existencia.

Se dejó caer exahusta sobre la silla del escritorio y quiso llorar, pero no recordaba como hacerlo.

12 de Noviembre de 2021 a las 01:48 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Catherine Moore ¡Me apasiona escribir relatos! Por diversas razones he estado cinco años sin poder escribir una sola letra, y este primer relato que publico aquí es también el primero que escribo desde entonces. Me propongo ir subiendo a la plataforma los siguientes a medida que los vaya terminando.

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