khristinevwolf Khristine V. Wolf

Conoce a Rodolfo Pampa, es un policía, bueno, lo era. De carácter fuerte y responsable, algo tímido y muy ardiente. A veces, los giros del destino pueden ser complicados, y él lo vivirá de la forma más sangrienta. ​¿Quieres darle una mordida? Pre lanzamiento - lanzamiento oficial Octubre 2021 por Kindle


Paranormal Vampiros Sólo para mayores de 18.

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Prólogo

Límite entre Ayacucho e Ica, zona sierra.

Un Nissan Sentra rosa se detuvo a escasos centímetros sobre el borde de un acantilado, una mujer de cabellos negros azabaches con mechas rosas bajó del asiento del conductor con gracia felina.

Vestía un par de jeans desgastados, botines de alta montaña, una camiseta con el estampado de un gato mostrando el asterisco. Acomodó las gafas de sol que cubrían sus ojos del impertinente sol del mediodía. Sus labios pintados de verde limón se elevaron en una ocurrente sonrisa mientras eran enmarcados por sus cabellos en un corte disparejo que podía llegar hasta su cintura.

— Salomón —saludó al hombre que esperaba paciente.

Él permanecía sentado en una roca gran, casi a un metro de distancia. Una gorra negra con el bordado de una alpaca protegía sus ojos chocolate del sol.

— Tengo un par de especímenes ya entrenados. Te cobraré un extra de bonificación, puedes agregarlo al costo del auto, como siempre.

La apasionada cara del hombre se deformó en un instante.

—¡¿Estás loca?! —Se irguió de un salto, casi la superaba por una cabeza, estaba bien formado y podría competir con un luchador profesional— ¿De dónde los sacaste esta vez? Y no me digas que del área 51 —Negó con fuerza por solo imaginarlo.

—Si ya lo sabes, no te quejes —Ella se encogió de hombros sacando el celular que guardaba en su cintura—. Si no los deseas, siempre tengo a alguien más en espera.

Empezó a marcar un número de memoria.

—¡No! Te pagaré, maldición, eres de lo peor —Clavó su venenosa mirada en ella.

«Desde que terminó con draculito, todo es un desastre», pensó con todas las ganas de decírselo en la cara. «Si logro averiguar la verdadera razón, los volaré en pedazos».

El auto se estremeció en ese momento parecía que los ocupantes luchaban para escapar.

La mirada de ella siguió el movimiento con diversión.

—¿Estás segura que no están falladitos?

Era la razón del por qué el auto se encontraba en el acantilado, si no resultaba ser lo que Salomón buscaba, el auto terminaría en el fondo del abismo.

—Puede que estén algo nerviosos —susurró ella con burla— ¡Papi los sacará en breve! —canturreó.

Aunque no fuera escuchada, acompañó sus palabras con suaves golpecitos en la cajuela del auto. Este se removió con fuerza mientras los ocupantes maldecían en el interior.

Salomón enarcó una ceja.

—¿Ves? Seres no babeantes ni crujientes.

—Evi, no estarás convirtiendo a incautos infelices ¿Verdad?

Él no pudo evitar dudar de aquella situación. Ella siempre aparecía con uno cada par de meses. Podía variar según la temporada y la ubicación. Jamás permanecía quieta en una misma zona.

Evi se encogió de hombros, parecía una gatita desperezándose.

—Si así fuera ¿Dejarás de comprarme muertos en vida?

—Vampiros, somos vampiros —La corrigió exasperado—. Todo este sangriento tiempo, sigues pensando tan mal de nosotros.

—Ganado, muertos, zombis —enumeró Evie—. Todos son la misma cosa al final. Carne de cañón para esas bestias —mostró la pantalla de su celular—. La cuenta sigue hambrienta.

—¡Mujer exasperante! —Salomón sacó su celular y empezó a manipularlo con brusquedad—. Maldición, solo te los aceptaré para ahorrar en el maldito entrenamiento —se detuvo y alzó la cabeza con violencia— ¿Están enteros? Contigo tengo que ser cuidadoso.

—No es mi culpa si se comen así mismos —se excusó sin más—, la educación no corre por mi cuenta o te aumentaré al menos tres cifras por cabeza. Sabes muy bien que te dejé excelentes cachorros.

—Después de hacerle lamer tus botas.

—Es lo que hay.

Salomón miró al cielo por breves segundos antes de soltar un sonoro suspiro y se obligó a sonreír mostrando los dientes. Solo entonces se mostraron un par de colmillos que parecían ser más grandes de lo normal.

Manoteó el celular de nuevo y una llamada ingresó.

—Sí, autorízalo, son dos…—se la quedó mirando.

—Ambos tienen pene —señaló su entrepierna.

—Ya escuchaste —colgó.

Se pasó la mano libre por los cabellos castaños. Entre tanto, el celular de Evie timbró con la tonadita de monedas de cierto juego del fontanero.

—Qué dulce. ¡Me agregaste un extra!

Evie le mandó un beso volado que sonrojó a Salomón.

—Lo que sea, ahora abre la cajuela —masculló en falso enfado.

Él sabía como el infierno que Evie era material prohibido.

«Tendría que estar loco para enredarme entre sus muslos», pensó agotado. «Mis hijos se quedarían sin padre y ni si siquiera llegaría a un clímax decente».

Evie golpeó con fuerza la cajuela antes de abrirla de un tirón.

Minutos antes, dentro de la cajuela.

Se encontraban dos hombres apretujados dentro de un incómodo contenedor que se estaba calentando por el calorcito del exterior. La posición de la cucharita resultaba demasiado incómoda para estos dos. En especial, para el que iba por delante.

—Ladi. Ladi. ¿Estás bien? —preguntó el primer hombre, con algo de esfuerzo trató de apartarse un poco. Su cuerpo adolorido no lograba conectar con los recuerdos de las últimas horas— ¿Ladi? —su cabeza golpeó el techo—. Ah…joder.

Con un estallido sensorial, su cabeza empezó a conectar cada hilo de pensamiento y la pelea que tuvo -posiblemente horas atrás- contra un tipo alado con esteroides, lo despertó de golpe.

—¡Ladi! —trató de girarse, y le resultó imposible.

Estaban dentro de una maldita cajuela, lo sabía por el aroma a caucho y el tapiz de lona. El aire viciado mezclado con sangre inundaba el lugar y al ser tan angosto sospechaba que fueron víctimas de secuestro. No podía ser otra cosa.

«¿Serán los terroristas?»

Además, su cuello y hombros parecían tener heridas abiertas, el ardor y la humedad caliente en su cuello era un indicativo de ello. Aparte del sudor, claro.

—Sí, sí. Estoy vivo, maldición —su hermano contestó con esfuerzo—, se me durmió la pierna —soltó otras maldiciones desde la espalda del otro— ¿Te puedes mover, Rodolfo?

El nombrado rodó los ojos y volvió a intentarlo, hasta que el dolor crepitante que recorrió de su hombro hasta su cuello lo tensó de golpe. Luego, la succión.

Su codo detuvo el ataque por pura fuerza de voluntad.

—¡¿Acaso me mordiste?!

—¿Yo? ¿Por qué lo haría? —La cabezota de Ladi chocó contra algo duro— ¿En dónde estamos?

—¡Tu aliento huele a muerto y sangre! ¡Y me duele el maldito cuello!

Empezaron a forcejear hasta que alguien golpeó con fuerza desde el exterior.

—¿Escuchaste? —preguntó Ladi.

Rodolfo apretó los puños—Si salimos de esta, te patearé los huevos.

—Necesitaré un terapeuta —Ladi empezó a quejarse—. No sé por qué, pero quiero…quiero…

La luz entró de golpe en cuanto la tapa del cubículo se abrió, el intenso poder del sol los cegó por varios segundos. El aire fresco, junto al tentador aroma del ébano con cítricos exóticos los envolvió después.

—¿Camu Camu? —farfulló Ladi agradeciendo aquel cambio de situación.

Sus labios estaban embardunados de sangre que iba evaporándose.

Por otro lado, Rodolfo abrió los ojos con esfuerzo y vislumbró a una mujer trigueña que le provocó sentimientos encontrados.

Deseo, pasión y rencor visceral.

Hasta que una serie de escalofriantes imágenes se estrellaron en su memoria.

—Ay mierda.

30 de Agosto de 2021 a las 16:06 0 Reporte Insertar Seguir historia
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