Cuento corto
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Un sueño digitalmente etéreo

Una gota de agua se estrella contra el piso, y al fallecer, transforma sus restos mortales en un pequeño arcoíris. Se va de este mundo sin gritos, ni alarmas extremas. Simplemente sonríe y va hacia su encuentro con el creador. Todo queda en completo silencio, por unos segundos que parecen durar horas. Todo se vuelve confusión por un momento. Pero poco a poco, la niebla multicolor que pareció inundar todo, se va disipando hasta dejar entrar la luz del sol. Una figura femenina se entrelaza por unos segundos con una del sexo masculino. Dos flamas cu se devoran entre ellas, para morir y renacer en menos de lo que dura un parpadeo. Deseaban devorarse desde el preciso momento en que ambos tocaron el planeta por primera vez. Se besan, y logran sentir cómo sus corazones comienzan a latir al mismo ritmo. Tal vez sea amor, o tal vez sea una ilusión tan frágil como una pompa de jabón. No importa. Los miedos de uno se disuelven entre los brazos del otro. Apenas se tocaron por primera vez, y aún así, sienten que se han amado por una eternidad.

Ella cierra los ojos y se ve a sí misma envuelta en un halo de luz compuesto por mil tonalidades, tan distintas, y al mismo tiempo, tan similares. El pétalo de una rosa color carmín roza el suelo, no sin antes ejecutar una lenta pero hipnótica danza. En cada uno de sus diminutos movimientos lleva impreso el ancestral caminar de la humanidad; desde las salvajes guerras de antaño, hasta los sueños de los androides que poco a poco comienzan a multiplicarse por el planeta. En una ráfaga de viento van los anhelos de millones de corazones, que únicamente desean poder vivir en paz. Una anemona de luz gira sobre si misma, recordando que todo en la vida tiene un principio y un final. Nadie se atreve a hacer siquiera un pequeño ruido. Todo en ese sitio es tan extraño, y al mismo tiempo, parece seguir el más perfecto orden de la naturaleza.

Muy lejos de allí, y al mismo tiempo, tan cerca, una chica sonríe, mientras se retira un par de gruesos anteojos, y lentamente, vuelve a contemplar el mundo que la rodea. Fué una ilusión que duró unos segundos, pero la joven no pudo contener su asombro. La realidad virtual ha llegado tan lejos, que a cualquier mortal le permite tocar por unos segundos las mismas puertas del cielo. Afuera del pequeño laboratorio, varios ciudadanos hacen fila impacientemente. Saben que un cielo infinito los está esperando.

1 de Agosto de 2021 a las 02:43 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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Patricia Pixie Poesía y microrrelatos son mis pequeños grandes placeres a la hora de escribir.

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