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Insomnio

“Bastaba Solo un parpadear para perderlo todo”

¡ay de ustedes! ¡ay de mí! ¡cuántas cosas horribles he visto en el infierno! No menos he visto en el cielo y lo peor, las peores cosas las he visto en la tierra ¡ay de mí! ¡conspiraciones! He escuchado los murmullos de los hablantes que de forma silenciosa han musitado para sus adentros horribles blasfemias. He pecado y tal aberración cometida me ha llevado a prohibirme del disfrute del sueño, me he de negar a navegar en sus aguas, a disfrutar de sus mieles, a bailar al son de sus melodías y al coqueteo de su voz matinal, pecado capital seria el caer en sus tentaciones, pobre de mí que no conozco la naturaleza de la vida ni la compasión del destino, soy alguien que vive más cerca de la muerte. Me pregunto con nostalgia sí aun gozare yo de la vida o sí por el contrario soy preso ya de la muerte eterna, desazón, se embarca en viaje por mis débiles sentimientos, pena, la pena de mi amargura me somete a padecer reacios castigos, el camino por el que transito es espinoso, las flores han perdido sus pétalos y el fango se ha vuelto pegajoso y denso, unos pies que pesan y un alma cerca de claudicar luchan miserablemente por soportar la tortura.

¡ay de mis ojos! Como los siento de pesados y de cansados, para ellos es ya una imposibilidad continuar con la contemplación plana y malsana de la tragedia que hoy me abriga, se desenfrenan por el cierre y ha bien que los entiendo, sin embargo, no depende de mí pueril voluntad la consecución del anhelo deseado, condenado estoy a ser partícipe de este martirio sin animo al quejido y mucho menos a la derrota, pero que densos los siento, ¡oh dios! Como aumenta el peso sobre las débiles corneas, como los desgastados parpados entran en debacle y sucumben a la rendición, el viento golpea con fuerza y hiere mis nobles pupilas, el camino es ahora un ascenso vertiginoso y cruel, quiero desfallecer, deseo horriblemente caer y morir, ¿quién me bendecirá con tan necesitada ilusión? Nadie. Nunca seré beneficiado por la gracia del descanso y la plenitud.

Me siento muerto, tan muerto como se puede ser, pero dudo fielmente sobre mi mortalidad y aun albergo muy en mi interior pequeños vestigios de vida, entonces considero que estoy vivo, mi corazón late con parsimonia y lentitud, se esfuerza vanamente por no morir, entonces sí mi corazón late he de asumir que sigo con vida a pesar de que mi alma esta tan muerta como mi razón; no cesan en su musitar aquellas voces conspiradoras que se enzarzan en la realización de mi desdicha, el ascenso es tan horrible, ha desgracia que me abrasa con deseo, me pregunto que me esperara en aquella cúspide lejana que veo erguirse al caminar por este estrecho sendero de inmisericordia.

¿Qué será de mi razón? Cual ajena es la conciencia y la paz en mi mente, que turbia esta hoy mi cabeza y mi vida, considero que de mí no será más en años futuros que la preponderancia de un recuerdo vil y miserable; ¡ay de mi memoria! Como se ha resquebrajado bien sea dicho por culpa del equívoco uso que se hizo de ella y la violencia con la que se le mutilo de sus beneficios y dones suministrados. El ser que soy ahora es el resultado del mal obrar, del mal decir y del mal pensar, del descuido y la avaricia, de la obnubilación del pensamiento y de la perdida de la realidad.

¡ay de mi delirio! Soy un ser delirante, naufragando en las agrestes aguas del desconcierto y la locura, las olas de la destrucción golpean con ahínco un miserable cuerpo despojado ya de toda dicha y belleza, no recuerdo y crean cuando les digo que hago mi mayor esfuerzo por conseguirlo, el momento en que mi rumbo se perdió en la totalidad de las nieblas del deleite y el desequilibrio; fue sencillo el perder la cordura, el perder todo el uso correcto de la razón y la imaginación, para un ser débil como yo, de gran facilidad era el ensuciar la cabeza y el alterar mi razonar, considero fuertemente el hecho de que soy ahora una persona loca, que se beneficia y usufructúa del estado que me acompaña ¡ay de las risas! Esas lóbregas carcajadas que se repiten incesantemente en los recónditos lugares de mi memoria, que se riegan como la sangre en los campos de guerra por cada parte de mi cerebro y cuyos ecos resuenan como trompetas de batalla en las paredes de mi cráneo y llegan, llegan a mi boca salvajemente y afloran con pestilencia e hilaridad por mis cuerdas vocales.

Todo se resumía en una sola cosa, en un solo actuar, ¿Qué tan difícil seria esa acción para mí? con certeza entrevía que sería de total nulidad la dificultad de desarrollar lo solicitado por el destino, no existía en el mundo labor más sencilla que la encomendada a mí, ¡pero por dios! ¡cómo es posible ser poseedor de tal desgracia! La sencillez viene conformada de la complejidad, que difícil es hacer lo sencillo y que fácil es hacer sencillo lo complicado, ante ello no guardo tolerancia contra mi pobreza espiritual y mi nefasto actuar, eso sí, dudo fuertemente sobre el haber fallado en el intento y la esperanza del éxito de mi misión aún no se desdibuja de mis pensamientos. No busquen ustedes un orden o una lógica en este relato, mi testimonio esta tan tergiversado y es tan confuso como el solo hecho de pensar si todavía disfruto de la vida o si por el contrario bebo el trago amargo de la agonía.

Me siento tan muerto en vida como se puede ser posible, siento un vacío enorme en donde debería de estar el corazón, de mi alma no conozco su paradero, quizás se fugó al parpadear y se perdió en el limbo, ahora veo tan cerca aquella cúspide extraña que me invitaba desde el comienzo de mi peregrinar y a pesar de estar tan cerca, el desconocimiento de lo que guarda en su interior me sobrecoge con premura, cierto terror va haciéndose denso, un cansancio inmenso se sobrepone a mi deseo de culminar y descubrir que me espera en aquella cima, hay mucho sudor posado en mi frente, las gotas caen densas sobre el frio camino, pienso ahora en lo fantástico de esta experiencia y me pregunto ¿estaré yo despierto? ¿O por el contrario soy víctima del dominio de un pesado sueño? ¡imposible ha de ser! Sí me he privado del beneplácito del sueño precisamente para conservar lo conseguido, ¡oh Dios imploro tu ayuda inmediata! Que tan insignificantes somos ante la vida y sus designios, que imposibilidad manejamos para diferenciar la realidad de la fantasía, somos tan dados al deleite frenético de la existencia, a la manipulación de la verdad y a la supremacía de la mente sobre el espíritu, pobres indolentes que desfallecemos en el vano esfuerzo de aferrarse a una mentira disfrazada de verdad y a imponer nuestros caprichos sobre el orden consagrado del destino, ajenos seremos siempre a la contemplación de las bienaventuranzas divinas mientras no alejemos de nosotros la soberbia y la maldad, que dulce es vivir en lo que queremos y que amargo es vivir en lo que nos corresponde.

Me doy a la idea de que todo ha sido una ensoñación bien disfrazada de esperanza, mi caminar era solo un desvarió de mi mente fragmentada y enferma, la sencillez que componía mi labor se transformó en un monstruo enorme que me devoro sin compasión, ya no hay camino que andar, ni esperanza a la cual aferrarse, he vivido tan mordazmente este momento que creo que ello me llevo a morir de tanto vivir pensando en que estaba muerto, mis ojos se pueden dar al descanso, se pueden cerrar y jamás volverse a abrir. Mi función era sencilla, simple, fácilmente realizable, sin embargo, no fue tal cosa, necesitaba para preservar mi humanidad y mi felicidad que por nada en el mundo mis mansos ojos se cerrasen de golpe, ni un parpadear se permitía y en medio del éxtasis y el frenesí por la oportunidad brindada, me perdí del rumbo trazado y sucumbí ante el delirio de la facilidad. Ahora ya puedo mis ojos cerrar, puedo parpadear enloquecidamente y sí, es verdad, estoy solo en mi cuarto y ellos no están

24 de Julio de 2021 a las 21:23 0 Reporte Insertar Seguir historia
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