jeremias-sotelo-ovejero Jeremias Sotelo Ovejero

18 años, una cabeza llena de dudas y amor por la mitología, así se puede resumir la vida de una joven que se hace llamar a si misma Artemisa. Con problemas para confiar en ciertas personas, y otras veces con demasiada confianza, ella descubrirá que la mitología no es solo un gustó más, como la música o los libros, sino que es un eje central en su vida. Junto a sus amigas de toda la vida, y otras nuevas que hará, ella entenderá que nada sucede por azar y que cada paso que da, esta marcado por el destino. En sus manos reposará su destino y el de todo un mundo, que ella cree conocer, pero que apenas entiende


Fantasía No para niños menores de 13. © Todos los derechos reservados

#literatura fantastica #Artemisa #Dioses #Amigas #Español
24
19.9mil VISITAS
En progreso - Nuevo capítulo Cada 30 días
tiempo de lectura
AA Compartir

¿Atenea?

CAPITULO I

La vida sí que es extraña...

—Últimamente me he estuve repitiendo a mí misma una frase que es muy común escucharla. “Hoy estamos, pero mañana no sabemos", sé que se la usa mucho para hacer referencia a la muerte, pero en mi caso no es así. Me gusta usarla en referencia a que hoy en día podemos conocer a alguien, decir que es un amigo y mañana mismo ese amigo puede pasar a ser un total desconocido, un extraño. Ya sé, debe estar pensando que soy una resentida o una marginada social que no tiene amigos, o quizás crea que porque tengo 18 años es normal que piense así, que ya se me va a pasar, pero que tampoco es bueno porque si continuó de este modo quién sabe que podría llegar a hacer más adelante. A veces creo que pienso demasiado las cosas y que por ese mismo motivo no disfruto de ellas o que pierdo oportunidades por haberlas cuestionado tanto. Quién sabe que podría haber pasado si no lo hubiera hecho, pero... ¿Ve? a eso me refiero, estoy haciendo lo mismo, ahí voy de nuevo a cuestionarme las cosas. (Suspirando) creo que ya hablé demasiado, no sé ni cuánto tiempo voy.

— ¿Usted qué opina doc?

—Recién vamos 10 minutos, así que todavía tenemos mucho por delante, la decisión es tuya Artemisa[1].

—No sé, hoy no tengo muchas ganas de hacer algo. Pero usted me conoce, sabe que de un momento a otro algo se me puede ocurrir.

—Si lo sé muy bien. Pero hasta que eso pase, ¿Puedo preguntarte algo?

—Mmmmm, si seguro. ¿Sobre qué es?

—Cada vez que salís de acá, y me quedo en la puerta te escucho nombrar a alguien. Emm... ¿Antena?

— ¿Athenea[2]? O Atenea en español. Sí, eso. Bueno, no sé muy bien cómo explicárselo doc...

Estoy en el horno, lo único que falta es que piense que con mis años tengo una amiga imaginaria, eso o que estoy loca.

—Ah, una diosa, griega sino me equivoco.

Uff, la conoce supongo que ahora si tengo que decirle la verdad, no me queda de otra.

—Bueno, no sé cómo lo tomara doc, pero no es que haya una tercera acá, ni tampoco es que la veo en mi cabeza, sino que... Emmm... Es usted doc, usted es Athenea. — le dije con una risa nerviosa.

En ese momento baje la mirada, no quería ver la expresión de su cara y mucho menos imaginarla. Simplemente cerré los ojos y me quede callada, esperando que me dijera algo. Esos segundos de silencio se me hicieron eternos, hasta que no pude contenerme más y alce mi cabeza poco a poco , como si fuera espiando, con mis ojos entre abiertos, como hacen los niños cuando son pequeños, que piensan que de ese modo son invisibles o algo así.

De cualquier modo, cuando levante mi cabeza por completo vi a la doc mirándome con un gesto dulce, casi de modo maternal, mientras permanecía sentada en su sofá y me sonreía como lo haría una amiga.

—Así que soy la diosa de la sabiduría, ante tus ojos.

—Sí, de ese modo la veo, desde que nos conocimos.

Ella conocía bastante, debía de suponerlo, se notaba que era una de esas personas que no se conforman con solo leer un libro al año o leer artículos de internet y revistas y sentirse satisfechas.

Entonces recordé también cuando nos vimos por primera vez, un rostro joven, supondría que no llegaría a los 30 años, unos 25 quizás, delgada pero con un cuerpo atlético, alta cerca de 1,80mts. Un rostro angelical, ojos celestes, muy cristalinos, maquillada de modo casi imperceptible y apenas un poco de rubor en sus mejillas. Ella se presentó de manera amable, sin ningún aire de superioridad o soberbia, incluso me hizo sentir que la que manejaba la batuta, como diría mi abuelo, en nuestros encuentros, era yo. Cuando la vi esa primera vez estaba vestida elegantemente, pero al mismo tiempo con sencillez, con un vistoso traje de vestir blanco y una camisa también blanca. En su muñeca derecha llevaba una pulsera, seguro de oro, no había ningún anillo en sus dedos, tampoco tenía aros y sus cabellos rubios, tan brillantes como el mismo sol lucían una vincha, la cual resplandecía cada vez que la luz incidía en ella.

En cambio yo, ese día, bueno podría decir que estaba vestida totalmente opuesta a ella, era un desastre. Si no me falla la memoria creo que llevaba una remera verde mangas cortas, con un escote en v; admito que soy linda, pelirroja, pecosa, y con la esperanza de que desaparezcan en unos años, cabello largo y lacio, ojos verdes como dos esmeraldas, 1,65 de altura, además tuve la fortuna de no sufrir acné, ni aparatos en los dientes y gozo de una excelente vista, por lo que no necesito usar lentes. Tengo un cuerpo del cual algunas chicas sentirían envidia o eso me han dicho, pero jamás me gustó andar mostrándome, aunque soy descuidada en muchas cosas, mi persona no es una de esas. En fin, creo que traía puesto un pantalón de jean, también amplio y unas zapatillas negras. Ese día me acuerdo que hacía mucho calor por lo que tenía una gorra roja, que hacia tono con mi cabello rojizo .Mi look siempre fue muy clásico, pero también bastante masculino.

— ¿Y a qué se debe que me compares con ella?

La pregunta de la doctora me hizo volver de nuevo al presente, pero solo por un instante, porque para darle la explicación le tendría que contar como había llegado a conocer de la mitología.

— ¿Se acuerda qué, cuando me conoció y me iba a llamar por nombre, yo le pedí que por favor no lo hiciera?

—Sí, me acuerdo muy bien de eso Se… quiero decir Artemisa.

—Durante unas vacaciones en casa de mi primo, lo vi a él muy metido en su computadora. Jamás le preste atención a las cosas que él hace mientras está ahí, pero ese día no sé porque, me vino la intriga de acercarme y mirar. Estaba jugando uno de esos juegos por internet y entre medio de esa pelea que jugaba, vi algunas mujeres. Me pareció extraño porque siempre que veía esos juegos únicamente peleaban hombres. Entonces espere a que termine de jugar y le pedí que me explicara porque había mujeres en el juego. El más o menos intento explicarme como se jugaba y todo el argumento en sí, pero a mí lo único que me quedo fue que también habían diosas.

—Entonces podemos decir que te sentiste atraída porque encontraste alguien parecida a vos dentro del juego ese.

—Sí, creo que sí. Cuando mi primo dejo de usar la computadora, pedí permiso para usarla y me puse a leer un poco sobre las diosas. Resulto ser que había varias en la época antigua y que eran más importantes de lo que uno pensaría.

—Si es cierto, aunque la mayoría de las personas solo conocen a Afrodita y hasta por ahí nomás, porque el papel en el amor lo tiene Cupido.

—Ajam, pero hubo una de ellas que me cautivo mucho, Artemisa. Leí un poco de su historia y se parecía a la mía, creo. Claro que sin deidades y magia involucrada. Desde ese momento opte por ponerme a mí misma Artemisa.

—Bien, eso lo entiendo. Pero ¿Y yo? ¿Por qué soy Atenea?

—Eso es porque, empecé a leer más y más sobre mitología y debes en cuando me pasa que encuentro gente la cual tiene similitudes con algunos dioses o diosas, y los nombro como ellos. Y usted doc, tiene el honor de ser Atenea. — Lo dije riéndome un poco entre dientes—.

—Supongo que me debo sentir alagada. Pero también quisiera preguntarte que pasa con las personas que te llaman por tu nombre de verdad.

—Ah eso, bueno, eso es fácil. Como usted dice son solo personas, estas personas son las que hoy están pero mañana no sabemos. Mis verdaderos amigos, quienes de verdad me conocen me dicen Artemisa o si me tienen mucho cariño Arte, como me apoda una de mis amigas, que se parece a una diosa egipcia.

Así seguimos hablando durante un largo rato. Ella me contó que existían muchos panteones[3] en la mitología, que algunos eran más reconocidos que otros al igual que los dioses que había en ellos. La charla que tuvimos fue espectacular, me comentó sobre que libros me podrían interesar, películas que podía ver y hasta me dio páginas de internet para investigar más a fondo. Incluso después de que estuvimos hablando me dijo que me podría preparar una sorpresa. Para mi decepción nuestro tiempo se había terminado. Tuve que levantarme del puff y salir con una mueca de tristeza en mi cara, pero aun así me iba contenta, sentía que había encontrado a alguien con quien podía ser yo misma.

Antes de terminar de poner un pie afuera, se me acerco y me dijo al oído:

—Cazadora, espero practiques con tu arco, porque nuestra próxima reunión será, bastante interesante.

No entendí muy bien que me quiso decir, pero esas palabras fueron suficientes para hacerme vibrar entera, como si una energía se me hubiese transmitido por todo el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. Pero lamentablemente no me duró mucho tiempo. Apenas salí del edificio, sentí como si algo o alguien me arrebatara esa energía que sentía hasta hace unos momentos. Me hice a la idea de que solamente fue la emoción de saber que la doc también tenía gustos por la mitología igual que yo y que ya se me estaba pasando.

Saque el celular de mi bolsillo, lo prendí y mire la hora, recién iban a ser las cinco y media. Todavía faltaba un poco para que mi hermano saliera de guitarra y mi mamá seguramente aún no volvía de trabajar.

Como el día estaba lindo, y la distancia entre mi casa y el consultorio no era de más de 20 minutos a pie, me decidí ir caminando hasta allá. Fue algo raro en mí, porque para volver siempre me tomo el colectivo que para justo en la esquina, pero ese día me sentía distinta. Me puse los auriculares, apreté play en el celular y empecé a caminar.

A mitad de camino, el sol ya se hacía sentir, —justo este día no me traje la gorra— me dije para mis adentros y me puse debajo de un toldo de un kiosco que había. Estaba que me moría de sed, así que aproveche y vi de comprarme algo para tomar para poder seguir hasta casa. Metí la mano en el pantalón y justo sentí unos billetes que me habían sobrado de la última vez que salí a pasear con Neith. [4]

Me compre una botella de agua mineral y me la baje casi hasta la mitad de un solo trago. Aliviada mi sed y mi cansancio por el calor seguí caminando, ya me faltaban unas cuantas cuadras para llegar.



[1] Diosa del panteón griego, consagrada a la caza, hija de Zeus y Leta, hermana de Apolo.

[2] Diosa del panteón griego, reconocida como la diosa de la sabiduría, hija de Zeus y hermana de Ares.

[3] En la antigüedad templo dedicado a todos los dioses.

[4] Diosa del panteón egipcio, antigua diosa de la guerra y la caza, posteriormente creadora de dioses y hombres, divinidad funeraria, diosa de la sabiduría e inventora.

4 de Abril de 2017 a las 16:40 2 Reporte Insertar Seguir historia
6
Continuará… Nuevo capítulo Cada 30 días.

Conoce al autor

Comenta algo

Publica!
Marlin Jaimes Marlin Jaimes
Muy bueno!. Espero que subas más pronto.
August 20, 2018, 00:59
Denice Coral Garcia Luna Denice Coral Garcia Luna
:) Realmente me gustó !!!!
April 10, 2017, 07:27
~