lazariah Lazaríah

Un pequeño cuento para intentar bordar una idea con hilos de ficción y de realidad: muchas veces la segunda supera a la primera. Las cosas cotidianas son recipiente de maravillas preciosas.


Cuento Todo público.

#todoesposible #fantasía-&-realidad
Cuento corto
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Gentileza de la casa




—¿Qué le debo?

Ya estaba el camarero junto a la mesa del cliente cuando este leyó casi sin querer su nombre en la escueta insignia que lucía en la solapa: “Helder”.

—Aquí tiene la cuenta, caballero.

La sonrisa del joven empleado estimuló al cliente.

—¿Me permite una libertad? —se confió—. Querría contarle un chiste que me ha sugerido una asociación con su nombre. En fin, para dejar sobre la mesa una sonrisa al cliente siguiente y a usted mismo.

—¡Claro que sí, señor! Encantado —los ojos del camarero tenían una luz rara.

—¿Cómo se dice “camarero” en élfico?

—:-) —esperó con delicadeza el espigado joven.

—Pues… “Éldelbar”.

—Realmente ingenioso. Muchas gracias —el sol de mediodía parecía transfigurar las motas de polvo alrededor del joven.

Al levantarse de la mesa, el cliente reparó en que junto al platito de la cuenta reposaba otro, que contenía varias pequeñas tortas semejantes a arepas. Junto a ellas vio tres hojas de árbol, con mensaje escrito sobre el envés de una de ellas. Leyó:


«Aquí le dejo varias hojas de athelas.

Le ofrezco con ellas de corazón tres lembas élficas.

Son gentileza de la casa.

En realidad, mi nombre es Helderbar.

Élen síla lúmenn’ omentielvo.

Una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro».


El cliente reparó en su propio apellido: Aragón.

Sonrió.

Se le quedó puesta la sonrisa.

7 de Mayo de 2021 a las 16:02 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Lazaríah Me llamo Lázaro, hermano Lázaro. Soy monje. Feliz de seguir a Jesús usando como Él las palabras. Uso tres “lápices”: curiosidad, para descubrir los nanodetalles de la vida; imaginación, para involucrarlos en mis cuartillas, y sentido del humor, para aportar con humildad aire fresco, esperanza, chispa, ternura. Creo que escribir es llegar al folio antes que las palabras, y esperarlas allí.

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