mayralima Mayra lima

La curiosidad mató, pero sobre todo condenó. La oscuridad, lo siniestro y lo desconocido era el secreto olvidado por dos generaciones pasadas que el pueblo Salento guardaba en lo profundo del bosque. Nadie lo recordaba, El secreto se haría recordar, y esta vez para siempre. Un pequeño túnel difícil de encontrar para muchos y sencillo para pocos. Rodeado de escombros, ramas y arboles. sus adentros eran de total oscuridad, pero al acercarse se podía notar una pequeña y escaza luz al final. Pero... ¿Era la luz al final del túnel? Con una risa escalofriante, Lauper te dirá: -No.


Horror Horror adolescente Sólo para mayores de 18.

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Capítulo 1

—¡Todo listo!


—¡Dense prisa! — grita impaciente Gordon, sacando la cabeza de la ventanilla del auto.


Gordon; el chico rubio y el alma de las fiestas será el que conducirá la mitad del camino hasta Salento. El otro tamo del camino será conducido por Alexandre; el pelinegro de una personalidad fría con toque de sarcasmo incluido.


—Con nosotros no descargues tu furia, Gordon—dice Morrigan; la pelinegra de ojos azules novia de Alexandre, llegando esta el rubio.La chica viste con una pantaloneta y una blusa de tirantes al igual que sus amigas que yacen dentro de la camioneta.


—Llevan alrededor de dos horas yendo y viniendo como hormigas, ¡Tuvieron toda una noche para empacar!


Morrigan rueda los ojos agarrando su cabello para amarrarlo en una coleta alta. El calor esta siendo de las suyas, el mes de julio en colorado esta siendo tedioso y sofocante.


Están en inicio de vacaciones y han decidido pasarla juntos en una cabaña prestada por cortesía del tío de Gordon, ya que el señor compro hace poco una cabaña en un pueblo llamado Salento, a 5 horas de Colorado hacia Arizona. Lo compró a un buen precio por internet, aún no ha visto lo que compro en persona, aprovechara que su sobrino y sus amigos van a inspeccionarla.


El tío pensó que el chico necesitaba un respiro de la naturaleza para que su sobrino preferido tuviera reflexión sobre la vida, y que mejor que la naturaleza. Lo cierto era, que los padres de Gordon estaban a punto de echar a su hijo de la casa por ser un desobediente. Talvez sea buena idea mientras sus padres reflexionen y desechen esa idea.


Todos no tienen la remota idea de como es el pueblo y mucho menos la cabaña, pero aun así aceptaron ir. Son 6 universitarios que no quieren saber nada de libros y tesis. Ninguno busco en internet, pero en este último momento Morrigan se arrepiente de no haberlo hecho.


Ponerse de acuerdo fue muy difícil, todos tenían ideas diferentes, y ese era el problema.


—¿Por qué somos tan unidos? —se preguntaba Morrigan divertida cuando Alexandre llega a ella y el rubio, pasando un brazo por sus hombros.


—¿Algún problema Gordon?


—Pues… si te refieres a que no se apuran, si hay uno.


—Es un maldito horno allá dentro—dice Gabrielle saliendo de la camioneta. Ella es una rubia curvilínea que se lleva la atención de los hombres, una atención que ella se las recibe con gusto. Amiga de Morrigan y chica soltera que pasa en fiesta en fiesta.


—¿Dónde está Erik? —pregunta Darlyn; novia del llamado. Estatura baja, rostro delicado, y personalidad tranquila.


—¡Ya vine! —llega a ellos Erik con un paquete de cervezas.


—¿Cervezas? ¿Enserio? —levanta una ceja la rubia de brazos cruzados.


—¡Esto será la gloria! —aplaude Gordon emocionado.


—Ni se te ocurra manejar ebrio, Gordon. Además de una posible muerte—amenaza Morrigan apuntándolo con un dedo—, mis padres me advirtieron que mi camioneta no debe venir con ningún rasguño.


Fue difícil para ella pedirle permiso a sus padres de salir, aunque mintió diciendo que era cerca a una hora de colorado. Ellos no estaban acostumbrados a dejar ir a su hija por dos semanas, pero al final accedieron no sin antes advertirle de las posibilidades de quedar embarazada de Alexandre,


Típico.


Tuvo que rogar que le prestaran la camioneta de viaje de sus padres, ya que no tenían ni sabían en que irse. Aceptaron prestarla, como tampoco pudo faltar la amenaza del que dijo Morrigan.


—Confía en mí —rueda los ojos el rubio, ya hastío del drama de la chica.


La chica se lo a repetido a mas no poder, le costó pedir la camioneta de sus padres, y no piensa dejar que ese idiota le haga lo que la gana le dé.


—Porque no confío en ti es porque te lo digo.


Ese chico es destrucción total, todo lo rompe, quiebra, arruina, deshace y… muchos derivados de imperfecciones. Lo quiere, pero confiarle este tipo de responsabilidades no es una opción. Tuvo que hacerlo porque el y Alex fueron los únicos que se ofrecieron a conducir. Erik prefiere besuquearse con Darlyn en todo el camino y Gabrielle prefiere dormir hasta llegar al pueblo.


—¡Alex, dale un calmante a tu novia! —se queja.


—Déjala, tiene todo el derecho de no confiar en ti.


La novia sonríe triunfadora.


—Nadie confía en mí, ¡Que poca fe me tienen!


—¿Podriamos irnos ya?, ya son mas de las 5 de la tarde, si no nos apuramos no llegaremos a las 10de la noche como habíamos quedado—dice Gabrielle, impacientándose como el rubio.


—¿Todos listos? —pregunta Erik a todos.


—¡Sí! —contestan al unísono.


Se suben a la camioneta. Gabrielle de copiloto, Darlyn y Erik en los asientos de en medio y, por último, Morrigan y Alex atrás de ellos. Arrancan la camioneta y la ponen en marcha. Con gritos de felicidad van rumbo a la diversión.


—Salento, ahí vamos—sonríe Gordon viendo la carretera.


¿Qué los espera en ese pueblo?, ojalá valga la pena las 5 horas de camino.



2 horas después se detienen en una gasolinera, son mas de las 7 de la noche. El cielo esta opaco, casi sin ninguna estrella. El ambiente esta cálido, es lo único bueno de la carretera desolada que tienen de panorama. No hay ni un alma en el estacionamiento aparte de un convertible rojo y moderno.


Gordon silva detallando la belleza de auto. —¿A quien se la chupo para subirme a esta nena?


Todos ríen encaminándose a entrar al super 24. La campanita suena avisando clientes. El frio les cuela al entrar, el aire acondicionado está encendido a baja temperatura haciendo que sea un iglú. Las chicas sufren por su ropa que deja a la vista sus piernas y brazos, aunque Gabrielle es la que sufre más ya que se podría decir que aparte de la corta pantaloneta que tiene, un pedazo de tela blanca es lo que cubren sus pechos.


Mientas los demás buscan golosinas, Morrigan pasea por el pasillo de aseo personal como distracción. Ve cada etiqueta pasando su mirada por todos los productos: desodorantes, toallas, alcohol, pañales, y…


—Condones—habla alguien a su lado, sobresaltándola.


Al ver quien es con la mano en el pecho, rueda los ojos. Gordon tiene una mirada picara en ella. Agarra un paquete de sabores mezclados a lo que Morrigan arque las cejas.


—¿Y tu porque los compras si no tienes con quién? —pregunta divertida.


—Uno nunca sabe, quien quita y me encuentre a una pelirroja de piernas largas, cintura pequeña y un tremendo…


—Ya entendí—lo corta, Ese solo piensa con el bulto, piensa.


—Deberías comprar—le incita el rubio, subiendo y bajando las cejas. Se sonroja y para el rubio es la diversión, siempre le gusto incomodar a la novia de Alex.


—Lo pensaré, gracias—le dice ella volteándose reanudando su camino.


Cuando va a doblar el pasillo, Gordon le grita: —¡Tranquila! ¡Si te da vergüenza yo te los compro!


Morrigan ríe y le saca el dedo de en medio sin voltearse a ver. Ya llegaría el día en el que Gordon se consiga una chica y se le olvide su vida de prostituto—el mismo se apodo así—ya que no pierde la oportunidad de acostarse con cualquier chica que se lo proponga.


Él es atractivo, y eso las atrae. Su personalidad pacífica y liberal es lo que los une como grupo a los chicos.


—¿Qué tienes Gab? —Darlyn se aleja de Erik al ver el rostro decaído de la rubia. Esta parada de brazos cruzados a la par del recibidor.


Ella, al oír la pregunta que le hace Darlyn, finge una sonrisa. —Nada Darlyn, es… solo que estar fuera de casa por muchos días me hace sentir fuera de mi zona de confort.


Miente, piensa Darlyn. Sabe que ella miente, ella adora estar fuera de casa, se podría decir que vive más afuera que en ella. Pero la pelinegra lo dejara pasar, la rubia necesita su espacio.


—¿Te sientes bien? —pregunta Morrigan llegando a ellas, preocupada al ver a su mejor amiga decaída.


Darlyn le sonríe y les da su espacio alejándose, ellas necesitan una platica de mejor a mejor amiga.


—Na-da, como le decía a Darlyn, solo me siento nerviosa por pasar dos semanas fuera de casa.


—Okey…—dice no muy convencida.


—Ya se me pasara—le sonríe con un pequeño sentimiento oculto tras ello.


—Sabes que me puedes contar tus problemas, somos amigas, y como las mejores amigas que somos podemos buscar soluciones juntas—le hace saber con sinceridad, pasando por su lado.


Se devuelven la sonrisa, la pelinegra da unos pasos alejándose. Escucha algo proveniente de la rubia que le hace fruncir el ceño: —No sabes cuánto lo siento—susurró, pero la logro escuchar.


No objeta nada, talvez hablo para ella misma que para Morrigan. Ellas se conocen desde la secundaria, se volvieron como hermanas. Lo que le pase a una, le afecta a la otra, y así será siempre con una amistad indestructible.


Morrigan camina hacia Erik y Darlyn, pregunta el paradero de Alex al no verlo.


—Esta fumando allá fuera, deberías ir con él—aconseja Darlyn.


Sale de las puertas de vidrio, el calor le hace descruzar los brazos. Busca con la mirada al chico, pero todo el estacionamiento está solitario, excepto por la camioneta negra y el deportivo rojo a su derecha.


Con el ceño fruncido camina hacia el centro del lugar. La parpadeante luz desde unos metros del techo que cubre los tanques de gasolina, no le dejan ver más allá que carretera y arboleda oscura.


Entornando los ojos, ve una figura oscura al otro lado de la carretera. No se distingue que es, pero queriendo averiguarlo, camina hacia ella. ¿Alex? Se pregunta ella mentalmente. Sus tenis pisan la tierra haciendo ruido, sigue sin despegar la vista de la figura irreconocible.


Para en seco al percibir una sensación pesada en su cuerpo. Sus pies ya no le permiten cruzar al otro lado: montañas rocosas y espesas en arboles robustos.


—¡Alexandre! —grita ella a esa figura.


Solo recibe un completo silencio del otro lado.


—¡Alex! ¡Amor ¡—vuelve a gritar, empezándose a marear por no pestañar, y que por ello pierda de vista a su novio—. Este idiota no me oye—susurra frustrada, pensando que al que ella quiere llamar, es Alexandre.


Una mano se posa en su hombro de improviso a la vez que cuando quiere buscar a la sombra, ella ya no está. Se sobresalta, sintiendo como la sangre abandona su cuerpo.



—Así que Salento, eh—hace una mueca Zoé, al otro lado de la vitrina.


—¿Por qué esa cara, princesa? —pregunta despreocupado Gordon, inclinándose hacia la chica castaña que, para Gordon, tiene unos buenos pechos de los que le gustaría disfrutar.


La chica cambia a una expresión seria, dejando al lado el coqueteo y el buen atractivo chico que tiene enfrente suyo.


—Aquí en Jones, no se habla mucho de ese pueblo, por lo que es conocido vagamente como pueblo escondido…


—¿Por qué no es conocido?, en lo que vi en Google Maps era el siguiente pueblo después de este.


—No tiene muy buena fama, la verdad es que no me cabe en la cabeza como eligieron pasar sus vacaciones en ese pueblo.


—Soy un chico explorador…—ronroneó.


Zoé rueda los ojos al ver que el chico no capta lo que le intenta decirle.


—Necesitaran un mapa. — le entrega un pedazo de papel con el dibujo del pueblo. —Despídanse de la señal cuando lleguen al kilómetro 86.


—Cada vez que hablas sobre el pueblo, me dan ganas de devolverme con mis amigos—bufa el rubio. El quiere coquetear, pero la chica no ayuda.


—Tu no entiendes—dice ella dándole el cambio con una factura impresa—. No soy quien, para difamar sobre dicho pueblo, cuando lleguen a ese lugar pregúntenle a alguien que no haya olvidado el secreto, y si es que te lo dice, veras y me recordaras que no me equivoco en decirte: Dense la vuelta y regresen por donde vinieron.


—¿Por qué hablas entre líneas? —pregunta Gordon ya fastidiado.


—Porque es la única forma de no meterme en problemas. Pero de lo que si te podre advertir es que —se inclina a él para decirle lo último, pero el grito de Gabrielle le interrumpe.



—¡Alexandre! —grita aliviada y molesta, tocándose la frente—, ¡Me asustaste!


—Deja de ser paranoica—dice rodando los ojos.


Ella agitada toma su rostro en las manos y niega decepcionada al ver sus pupilas dilatadas —Fumando otra vez, Alex, y para el colmo Mariguana.


Lo suelta con clara frustración. Ya habían pasado 6 meses en la que Alex no ingería droga, para rescatar la relación de ellos dos; pedido de Morgan. Pero ha roto la promesa al fumar un pequeño rollo en la parte trasera del super 24.


—Fue uno pequeño, no te preocupes…


—¿Que no me preocupe? ¡estuviste internado por una semana por droga! —le recuerda con las lagrimas salir de sus ojos—. ¿Qué era lo que te tenía alterado?


Cuando Darlyn dijo: deberías ir con él, se refería a que Alex fuma solo cuando se altera o se frustra con algo. Morrigan ha tenido que lidiar son su mal humor normal, y el mal humor que toma drogado.


Alex no responde, y he ahí donde ella se hace una pregunta en voz alta:


—¿En verdad me amas?


Él no duda en responder, —Claro que sí.


—Pues no se nota—musita dolida, pasándole de lado.


Él la llama, pero está enojada y decepcionada, que lo ignora. Entrando a la camioneta es donde se recuerda de algo que debió haber pensado antes… si Alexandre no era el que estaba al otro lado de la calle ¿Quién era?



—¡Gordon estoy con un puto sueño, y tu no te apuras en pagar! —grita Gabrielle interrumpiendo a Zoé.


—¡Tu voz es como un palo en el culo! ¡Deja de joder! —le regresa el rubio, tomando las bolsas de golosinas y bebidas en lata. Se regresa sonriente a la bella chica de ojos claros, ignorando los gritos de Gabrielle. —Fue un gusto conocerte Zoé—le besa la comisura del labio.


—El gusto fue mío.


Los ve desaparecer por las puertas, dejándola a solas. No puede evitar suspirar preocupada con esos chicos. Lo que sus padres le han dicho de ese pueblo, es poco, y de lo poco que sabe no es nada bueno.


—Les deseo buena suerte—dice a la nada—, la necesitara.


El carro se pone en marcha en la oscuridad de Jones, pero ahora la conduce Alexandre, aunque estuviera un poco drogado no le importo en lo mínimo, lo único que le importaba era arreglar las cosas con su novia cuando llegasen a la cabaña.


Gordon prendió su celular para verificar la señal y al ver que seguía intacta, frunció el ceño. Hace unos segundos habían pasado el kilometro 86, pero la señal no se había ido.


—Pequeña mentirosa—susurra.




Alex estaciona la camioneta enfrente de la famosa cabaña. Desde las ventanillas del auto, se ve la mediana cabaña vieja y oscura. Son más de las de las 12 de la noche, la dificultad de meterse por una carretera estrecha empinada fue lo que los atrasó. Después de bajar por ese camino, tuvieron que seguir el GPS que indicaba conducir en línea recta.


—Se ve…


—Miserable—termino Alex por Darlyn.


Bajan del auto a completa oscuridad. Todos prenden las linternas de los celulares para alumbrar.


—Parece una maldita choza—dice Gordon cerrando la puerta del auto.


La madera se ve podrida y descolorida. Tiene un ventanal en la parte derecha al lado de la puerta. Casi adormitados, sacan pocas maletas y caminan hacia el porche. La madera rechina cuando suben los pequeños peñascos. Darlyn se abraza de Erik, y Morrigan de Gordon al estar todavía enojada con Alex. Este tensa la mandíbula al ver a su novia con el rubio.


—¿A quien se le ocurre comprar una cabaña por internet? —Darlyn traga saliva desviando la linterna al ventanal.


Cuando era pequeña, su madre y su padre nunca estuvieron presente en las noches; se iban a bares a gastar todo el sueldo hasta quedarse sin nada. Darlyn le temía a la oscuridad y a la soledad, el tic tac del reloj de la cocina, el goteo en la ventana, muchos otros ruidos que se le hacían provocados por alguien.


Gordon busca en sus bolsillos mientras Morrigan no le suelta el brazo, aunque por su agarre firme se ve que no le teme tanto como a Gabrielle que busca refugio en el costado de Alex.


—Apúrate—susurra Darlyn, bostezando.


Encaja la llave dorada que su tío le había dado un día antes del viaje. la giró e hizo clic. Todos esperando con ansias entrar para tirarse de una vez por todas a la cama, abrió la puerta que rechinó de forma irritable. Hubo un pequeño sacudido de polvo proveniente del marco, la cabaña llevaba años sin abrirse.


Darlyn se voltea hacia la oscuridad al oír un ruido. pero su pequeña línea de luz no le permitió ver nada. El agarre de Erik para cubrirla del frio, la hizo quitar la vista para posarla al frente. Alexandre se sacude con asco del agarre de Gabrielle, esta rueda los ojos.


Cuando la puerta está abierta hacia adentro, empiezan a caminar. Gordon busca con la linterna, el interruptor en las paredes negruzcas y con hormigón. Morrigan soltándose de él encuentra el interruptor viejo de palanca, con sus dedos lo levanta.


La luz parpadea repetidamente hasta que se queda fija, alumbrando todo el lugar. Es un rectángulo con un pasillo situado en medio. Los dos sillones viejos están cubiertos con mantas blancas al igual que los amueblados. Todo está cubierto por una especie de polvo y telarañas.


—Es una completa mierda—Alex rompe el silencio, expresando su disgusto.


Morrigan quita las sabanas blancas de unos de los sillones, tose y arruga la nariz. Gabrielle quita las demás.


—Yo no pienso dormirme en una habitación sin haberla revisado antes. Me muero del sueño así que me dormiré en el sofá de mala muerte, y tu dormirás conmigo—dice Darlyn a Erik.


—Yo igual, dormiré en sofá. a no ser que dormiremos a la par de una serpiente o… algo mucho peor—dice Morrigan, viendo a su alrededor con desconfianza que brinda el foco anaranjado del techo.


—Creo que por hoy todos deberíamos dormir aquí, ya mañana revisaremos los dos cuartos—dice Gordon dejando su maleta a la par de una mesita.


Con unas sabanas y colchonetas de acampar que trajo Darlyn, se acomoda en una con Erik en el suelo. Con la otra colchoneta, Morrigan se acuesta de lado contrario de Alex, para darle la espalda. Este suspira por la nariz viendo el drama que hace.


Gabrielle sacude el sillón antes de acostarse. Y por último, Gordon apaga la luz encaminándose a su sillón.


Todo queda a oscuras, a la derecha es la única ventana que le da vista al busque y montarrales. Erik abraza a su novia. Alex abraza a la suya por detrás, y ella no se opone. Gabrielle se da vuelta dándole cara al respaldo, jala la sabana para cubrirse del todo.


Todos esperan un mañana de diversión, y ojalá la tengan.

26 de Abril de 2021 a las 13:39 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Leonardo Nin Leonardo Nin
Es un buen inicio, habra que esperar para la otra semana, espero que sea un buen borrador pues.
April 26, 2021, 20:59
~

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