Al pie de un lago congelado, Sarah descargó su mochila y se quedó mirando en su reflejo la magnitud de aquel paraíso nevado.
—¡Lissy! ¡apúrate!—gritó impaciente a su amiga que aún seguía dentro de la traffic ubicada en una pendiente entre un sendero de árboles. Con un termo caliente en las manos para mitigar el frío, se asomó por la ventana y le hizo señas que iría de inmediato. Ambas chicas rieron en complicidad.
—¡No puedo creer que estemos aquí!—dijo Sarah apenas vio llegar a su amiga, saltando de felicidad y alzando su mentón para sentir la gélida brisa matinal sobre su rostro.
—¡Ni yo lo creo! ¡mira este paisaje!—exclamó Lissy, que a pesar de su entusiasmo, apretaba con ímpetu sobre su pecho el termo de agua caliente. Su voz sonaba temblorosa.
—Estás muerta de frío—rió Sarah, otorgándole un cálido abrazo, sabiendo lo mucho que hubiese preferido asarse bajo el sol a treinta grados. Pero estas eran unas vacaciones diferentes a todas, unas vacaciones que a las jóvenes les suponía un verdadero desafìo.
Juntas armaron la tienda de campaña; luego, encendieron una fogata a orillas del lago y se sentaron a beber una taza de té cada una; acurrucadas una al lado de la otra; compartiendo historias en común durante sus tiempos en la Universidad. Y asì, charlaron hasta que sobrevino el atardecer y tiñó de un impresionante rojo el cerro que se alzaba esplendoroso en las alturas. A medida que transcurría el tiempo, el frío comenzaba a ser más denso, y las chicas decidieron entrar en la tienda, que para su suerte era fuertemente resistente al viento y la lluvia.
—Necesito un trago—dijo Sarah, frotàndose las manos con los guantes.
—¡No! ¡mierda!—exclamó Lissy, al darse cuenta que habìa dejado todo el alcohol en la traffic.
—Bueno...ha sido culpa mía por haberte apurado hoy, así que iré a buscarlo. Necesito calentarme las entrañas.
—¡No! espera, no es seguro que salgas ahora. Ya oscureció y parece que se levantó mucho viento. Si te pierdes...
—O te da miedo quedarte sola—dijo Sarah, con una sonrisa burlona.
—¡No seas idiota! ¿miedo de que?—respondió Lissy simulando seriedad.
—Bueno si lo piensas bien, cualquier cosa podría suceder en un sitio como este y difícil sería conseguir ayuda. Mejor hagamos silencio, no nos arriesguemos a que "ellos" nos escuchen.
—¿Ellos?—dijo Lissy, con una expresiòn de inquietud en sus ojos acaramelados que a diferencia de muchos, se achinaban cuando sentía miedo. Sarah la conocía bien.
—Los aislados, que habitan en las montañas. En estas zonas precisamente... Se dice que pueden sentir la presencia de extraños, como si pudiesen verlo, como si estuviesen a tan solo pocos metros de ti... ¡Pero cambia esa cara!—se rió—. Es una estúpida leyenda nórdica.
Lissy la miró fijamente, intentando deducir en el rostro de Sarah algún indicio de falsedad en su relato, pero también la conocía bien, y sabía que ella si creía en aquella leyenda. Eso la preocupó enormemente. Pero no quiso saber más. Al menos durante esa noche.
En el exterior se oía el silbido del viento más fuerte.
—¡No tardo! Iré por el alcohol antes que sea imposible salir—dijo Sarah, y antes que su amiga pudiese objetar alguna palabra, ya se había ido. Pero Lissy comenzó a impacientarse en cuanto después de diez minutos su amiga no había regresado. Pensó que quizá se vio obligada a refugiarse en el vehículo por las inclemencias del tiempo.
«Que tonta, todo por una gota de licor», pensó. Pero después de dos horas, cuando el viento habìa amainado, ella tampoco regresó.
Continuará...
Gracias por leer!
Es una introducción muy satisfactoria para una historia con un gran potencial. No te abruma ni te aburre. Te cuenta lo que necesita contar para que la trama empiece y lo hace de manera muy prolija ✌
Reseña sobre los primeros tres caps: Al tratarse de un cuento corto, esperaba que este ya estuviera terminado, no obstante, parece ser que la historia sigue. Creo que necesita ese gancho para atraer a las personas a continuar leyendo. Tal vez simplemente no es la historia que estaba buscando.
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