citadelle_etoilee Romane Lavoie

Desde que Isabella Molnár comenzó a florecer en la pubertad, su belleza etérea fue capaz de llamar la atención de chicos y chicas, prácticamente sin excepción. Al principio pensó que podría evitar a las personas si se alejaba lo suficiente, pero al poco andar, y alertada por fuertes síntomas físicos, se dio cuenta de que este imán se trataba de una rara enfermedad que no se había presentado en varios años en la humanidad: El Síndrome de Belladona. Sin tener más opción, comienza un largo tratamiento que, si bien no le garantizaba más años de vida, si la aseguraba para las personas que forman parte de su entono. Al principio todo parecía marchar bien, pero en cuanto una chica alborotada entra a su vida, su organismo vuelve a experimentar esos ataques ya olvidados en la pubertad. Nunca había querido envolver a alguien con tanta intensidad y, para su mala suerte, es imposible suprimir el instinto natural de una Flor de Belladona.


Ficción adolescente Sólo para mayores de 18.

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Prefacio

El Síndrome de Belladona es una condición extremadamente rara que se da en aproximadamente una persona por cada billón de habitantes.

Las causas que lo propagan aún son desconocidas y su diagnóstico prematuro es aún difícil de realizar; los equipamientos médicos actuales no tienen la tecnología o el presupuesto suficiente para realizar el examen a los recién nacidos, como se recomienda.

Hasta el momento, su única forma de detección es la observación de la toxina activa en sangre o en las mucosas, especialmente en las mujeres, debido a su manera de manifestar su potencialidad fértil.

Tanto hombres como mujeres pueden desarrollar la toxina, aunque se ha visualizado que apenas una microdosis de la toxina de Belladona puede ser mortal en los hombres, mientras que las mujeres requieren de concentraciones extremadamente altas para manifestar síntomas de intoxicación leve, tales como vómitos, fiebre temblores y pérdida del conocimiento. En algunos casos incluso se presentan síncopes, pero la muerte es escasa mientras se lleve a cabo un tratamiento farmacológico vigilado.

El único tratamiento conocido es la agregación de una enzima que facilita el metabolismo de la toxina. Sin embargo, también se recetan supresores de respuesta feromonal, para reducir las posibilidades del contacto sexual, el que, al menos hasta la fecha, constituye uno de los eventos más frecuentes de envenenamiento súbito.

Una de las principales formas para determinar si la causa del deceso es esta toxina, además del estudio de fluidos, es la observación de una marca violácea en el pecho que se describe como los pétalos de una flor de Belladona. Se sospecha que este es el destino orgánico de la sustancia una vez que ha hecho su efecto.

En los último sesenta años, se han reportado 16 casos de envenenamiento, siendo apenas 5 de ellos por causa externa. De ellos, al menos 3 de los portadores involucrados desconocían su condición al momento de la muerte.
1 de Febrero de 2021 a las 22:24 0 Reporte Insertar Seguir historia
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