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- Lo que más me gusta de ti no es lo que veo, es lo que siento cuando estoy contigo. - ¿Y qué es lo que sientes? - No lo sé, pero me gusta. Ella era una más del montón, diferente pero igual al mismo tiempo. Y lo que la diferenció del resto, fue su pasión; su pasión por la vida. Cortó las riendas que la unían al mundo y convirtió su vida en el mayor de los caos. La más perfecta imperfección. Kenny Scott tuvo una infancia muy complicada por culpa de su situación familiar y pasó por una continua tortura psicológica muy intensa. ¿Qué harías tú si tuvieras amigos imaginarios? Ella los tenía. ¿Y si pudieras ver a los muertos, si pudieras escucharlos susurrar? Ella podía verlos, podía escucharlos. ¿Estaba loca? Y qué más daba eso... Al fin y al cabo, ella no era la única que vio dentro del diablo, un magnífico ángel. ¿Me equivoco? Kenny Scott, una adolescente que tras escapar de un psiquiátrico se cruzaría en el camino de Alan Frolov, un joven cuya vida había quedado arruinada por una mafia que eliminó a sus padres y al hermano mayor de su mejor amiga, Shura. Una historia de amor entre un delincuente y una fugitiva, una historia dónde nada es lo que parece. ¿Serán ambos capaces de amar, después de haberlo perdido todo por amor? © *prohibida su copia o adaptación*


Suspenso/Misterio No para niños menores de 13.

#romance #she #amor #psicologico #suspenso #fantasmas #mafia #ficción-adolescente
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~PRÓLOGO~

«Kenny»

17 de Abril del 2021


Miré atrás unas cuantas veces aún sabiendo que no debería; sabiendo que lo único que conseguiría girando la cabeza en estos momentos sería grabar esa imagen en mi mente, para siempre. Ya no podría quitármela de la cabeza, y los recuerdos me torturarían eternamente, me perseguirían allí donde fuera y por más rápido que quisiera escapar esas imágenes siempre irían un paso por delante de mí.

Lo sabía.

Y aún sabiéndolo, miré ese edificio que estaba dejando atrás por primera vez, la vez decisiva. Ya no volvería a verlo jamás, por lo menos, no físicamente. Serían tan solo recuerdos; quizás pesadillas. Y sentí un alivio innegable.


Visto de lejos, no parecía un lugar tan horrible. De hecho, si yo fuera un simple turista como cualquier otro y viera semejante edificación desde la lejanía, no dudaría en plantearme la posibilidad de hacerle una visita. Pero, por suerte o por desgracia, no soy extranjera y no puedo aplicarme el término "turista". ¿Lo soy?

Llevaba encerrada en ese lugar demasiado tiempo. Ya no sé si esas imágenes que pasan por mi cabeza son recuerdos o frutos de mi enloquecimiento. En estos momentos, me veo incapaz de distinguir entre la realidad y mi ficción. Supongo que esto es lo que tiene pasarse tantos años encerrada en un psiquiátrico.


Tanto las personas que siempre han trabajado allí como yo misma sabíamos que esto acabaría pasando, que yo acabaría encontrando el modo de huir de ese lugar. Siempre he sido más lista que ellos. Sin embargo nadie me avisó del terror que me invadiría en cuerpo y alma una vez estuviera fuera. ¿Cuándo fue la última vez que vi la luz del Sol, la última vez que vi la Luna o un cielo cubierto de estrellas? Ni siquiera recuerdo qué edad tenía cuando mis padres me llevaron a esa "prisión". ¿Fueron mis padres?

Nunca me importó especialmente quién decidió condenarme a morir en una habitación blanca, solitaria y silenciosa; ahora ya estaba fuera y nada de eso debía importarme. La única persona capaz de juzgarme de aquí en adelante no era otra que yo misma, y aún sabiendo eso del cierto, sabía más bien que nadie que el mundo no dejaría nunca de juzgar quién soy. ¿Evitarlo? ¿Puede alguien, cualquiera, evitar el ser juzgado? No, definitivamente no. Nadie puede evitarlo. ¿Me sentiría normal? ¿Haría algo útil con mi vida?


Aceleré el paso hasta acabar en un intento desesperado de correr a medida que el paso del tiempo - los segundos -, empezó a atormentar la racionalidad de mi cabeza, y, en especial, los latidos de mi corazón. Me perturbaba la idea de no ser suficientemente veloz a la hora de coordinar las piernas con los brazos a la perfección. Mis movimientos eran torpes: la bata blanca que cubría mi cuerpo prácticamente desnudo se enredaba entre mis piernas, y mis pies descalzos sangraban de tanto pisotear el suelo del bosque. Casi podía escuchar cómo me rogaban compasión, cómo me pedían a gritos que me sentara un momento y respirara. Y a pesar de lo mucho que me gustaría detenerme esos pocos instantes para recuperar el aire, sabía que el tiempo perdido me costaría muy caro. Era un lujo que no podía permitirme. Por suerte o por desgracia empezó a llover, la cual cosa podía ayudarme a disimular mi rastro o podía entorpecer todavía más mis movimientos.

Debía ser más rápida, o cuando se percataran de la desaparición del paciente 0.19.8.5.0, Kenny Scott, habilitarían una orden de búsqueda y captura contra mí.


No soy ninguna criminal, ni siquiera me han dado la oportunidad de convertirme en una. Sé que el miedo impulsa a los seres humanos a condenar a otros para así garantizar su propio bienestar, su propia seguridad. Y según ellos mismos dicen, para garantizarla de igual manera al resto de la sociedad. Pero, ¿Cómo voy a suponer un problema para nadie, si a duras penas recuerdo el motivo por el cual merecí dejar de ser libre?


Esta vez no podrían arrebatármela. Merezco saber qué significa vivir. Merezco saber qué significa ser libre.

3 de Febrero de 2021 a las 19:37 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Melany Ochoa Melany Ochoa
Es interesante me gusta
September 20, 2022, 14:47
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