NECROFILIA. | jjk ; pjm | Seguir historia

Luego de despertar, veía la misma habitación con los mismos colores y objetos en el lugar exacto que JiMin los había dejado por última vez. No importa cuánto pase, él sigue a mi lado y nunca se ha ido. Parece un chicle pegado al pupitre, pero yo era igual de empalagoso cuando supe sobre esto.

Ya después de una hora me dedique a observarlo, a mi acompañante, a JiMin. Se veía muy guapo, el que tuviera su color de tez más pálido de lo normal se lograba distinguir lo mucho más cansado de lo que realmente me trasmitía.

Me enfoque en su cabello, sucio, ya no se bañaba tan seguido como antes, aun así me parecía precioso, el color grisáceo le quedaba muy bien, aunque siendo honesto, el rubio, castaño, rojo, rosa, azul, verde, lila, negro, blanco, cualquiera le quedaba bien.

Un movimiento, no brusco, pero notorio entre todo ese vacío, su mano rozo la mía, era tan suave y pequeña, llena de anillos y un color tostado pero tenue muy agradable para la vista. Escuché un suspiro, pero éste seguía durmiendo. Me estaba matando de ternura, todos sus gestos, sus sonrisas, sus suspiros y sus voces me encantaban. JiMin me encantaba.

La enfermera llegó con una bandeja como todas las mañanas, con su falda tubo blanca que le llegaba hasta las rodillas, sus zapatos bajos color crema acolchados para no hacer ruidos mientras caminaba, su blusa también del mismo color, su delantal corto, blanco puro y colgado a su cuello su identificación, escrito con letras negras "Yon", su nombre, colocado por sobre la foto de frente de ella, agregando su típica coleta alta que nunca la he visto desarmada.

—Le he traído el medicamento, señor —dijo ella.

—Déjalo sobre el mesón, por favor, desearía comer primero.

—Entonces le traeré la comida en seguida.

—Gracias por cuidarme, Yon.

—Es mi trabajo y un placer atenderlo señor —mencionó antes de cerrar la puerta.

Quedé mirando la puerta unos minutos, ella se me hacía muy agradable y no había conocido mejor enfermera que Yon en todos los hospitales en los que me había atendido, le tenía un cariño especial.

Volví a fijar mi vista en JiMin, cubría su cara con los antebrazos apoyándolos en mis piernas. Por estar en una posición incómoda, al moverse, dejo su codo enterrándolo en el muslo de mi pierna, logrando que gimiera de dolor y el causante comenzara a despertar poco a poco.

—JiMin, ¡Hey! —comencé a zamarrearlo fuertemente, no había más consideración.

— ¡¿Qué?! ¡¿Qué ocurre?!

—Me lastimas.

—Oh, lo siento y-...

—Me gusta que te quedes conmigo mucho tiempo, pero quiero que cuides de ti también. —le dije con un tono dulce pero expresándole mi enojo mientras sobaba mi muslo adolorido.

—Lo siento, es que yo... tengo miedo.

—Me he cuidado, pero quiero que pares de hacerte daño, ¿Ok?

—Ok —le acaricie su mejilla colorada por la posición que había tomado.

—Definitivamente, eres el ser más guapo que he visto.

—No es cierto, conozco a alguien que lo es más.

—Tus gustos son raros JiMin-ssi~ —le mostré una sonrisa para que no me contradijera ni notara la falta de respeto.

—Te amo, JungKookie.

—Yo también te amo, JiMin.