Mientras el rumor del río acompaña mis pasos y los árboles frondosos y enigmáticos susurran historias de otras eras, de cuando el hombre no había pisado suelo sagrado, la luna corretea mis pasos, escucha con maternal preocupación mis versos apresurados. Con sus filamentos de plata acaricia mis mejillas húmedas, siempre húmedas, perfumadas de tristeza, de indómita soledad. El banco de granito me espera, aliado inquebrantable, el viento juguetea con mi pelo intentando reparar el daño.
En este rincón del mundo, pequeño y concurrido, donde la soledad encuentra cobijo, los recuerdos de mi infancia aletean en la penumbra, juguetones e inocentes, pisan las tablas parchadas del puente, canturrean versos ininteligibles, con los labios manchados de pitanga, con el corazón sembrado de esperanza.
En este rincón del mundo, mío y solo mío, que a diario mis penas escucha, mis anhelos cosecha, el perfume de un amor que no fue, de dos amantes caóticos e insensatos, anida en la tierra húmeda con la tierna esperanza de perdurar.
En la arena los retazos de un adiós, en la corteza curada de aquel árbol, una promesa rota. En la rivera del río un pescador solitario canta baladas de amor, de almas rotas, de sueños agonizantes.Mi lamento se une al suyo, aunque intuyo que mi intromisión no será bienvenida. Frunce el ceño, con mirada airada acalla su canto, sin perdonar el lamento de mi voz.
Un millar de almas, de promesas rotas, anidan en este suelo.De amores inconclusos, de anhelos nacientes. Un día este rincón del mundo, que pocos atesoran, que muchos visitan, sentirá mi último aliento. Y mis cenizas caerán al río, florecerán en tierra fértil y mi rincón del mundo, bello e imperfecto, dará descanso eterno a un alma atormentada.
Gracias por leer!